Me apunto a la moda de hablar sobre el cambio climático, no por frivolidad sino por considerarlo pertinente, relevante, apremiante.
De lo que trata el lío este es de que el hombre tome conciencia de dos sencillas cosas, a saber:
Que la naturaleza manda sobre este mundo y que vivir en equilibrio con ella es la única manera viable de seguir existiendo.
Por eso decir que hay que 'luchar contra el cambio climático' es una soberana estupidez, lo que hay que hacer es cambiar nuestra forma de vida.
Nos hemos convertido en unos feos parásitos especialmente destructivos, una de esas especies absurdas que arrasan con todo y cuya ciega voracidad incontrolable las lleva al suicidio.
Nuestro supuesto 'progreso' nos ha hecho retroceder hasta el punto de que vamos a terminar a la altura de la serpiente que se come a sí misma y cosas similares.
Vergonzoso.
Nos hemos permitido el lujo de descuidar lo más básico, hemos pretendido olvidar lo más importante. Así que nos toca volver a parvulitos a repasar la lección desde el principio.
-A ver niños: Qué necesitan los seres vivos para vivir?
-Eee... Aire..., A-agua..., Alimentos y... y... Ca-calor?
-Muy bien, Y si algo de eso falta qué pasa con los seres vivos?
-Que se mueren?
-Pues sí, Bueno, entonces, se puede vivir sin aire?
-Nooo
-Y sin agua?
-Tampoco
-Y sin alimentos?
-No no
-Y sin calor?
-Sí, no? -Que no, tonto, que no se puede!
-Eso es, veis qué bien? Os habéis ganado una piruleta.
También conviene recordar el funcionamiento de esa cadena de elementos básicos, cómo se encuentran íntima y estrechamente relacionados entre sí, de tal forma que si uno sólo de ellos sufre una alteración esta acaba repercutiendo también en los demás.
Así, el aire, el agua y la temperatura son las materias primas que sustentan toda forma de vida.
De las tres, la temperatura es la menos 'modificable' por el ser humano, luego el aire también resulta poco 'maleable' (en teoría) por su naturaleza sutil y, en último lugar, está el agua, que es la más accesible y manejable, la más 'tangible' para nosotros.
Paradójicamente también es el recurso más escaso y precioso de todos.
Sin agua no hay vida, recordemos esto.
Total que, como aquel que dice, el aire ya nos lo hemos cargado, hemos vertido tanta contaminación sobre él que hemos logrado alterar su funcionamiento, a su vez esto causa que la temperatura también se vea afectada y finalmente lo mismo esta empezando a suceder con el agua.
Perturbar el ciclo del agua implica que ésta desaparezca de sus lugares habituales y se traslade a otros, de forma imprevisible, caótica, dispersa, ineficaz. Y como, casualmente, la mayor parte de la vida se concentra allí donde hay agua, si esas zonas se secan o reducen entonces sólo quedan dos opciones: emigrar o morir.
El problema está en la brusquedad de los cambios, la naturaleza sabe adaptarse si se producen progresivamente pero si suceden de golpe la cosa se pone bastante más fea y, tal y como está de 'afectado' el clima, eso es precisamente lo que va a suceder.
Piensa en los embalses prácticamente vacíos, piensa en un verano (tal vez el próximo) caluroso y sin lluvias y ya tenemos el valle de la muerte montado, un sólo mes sin agua y esto será un desierto.
Y por si fuera poco debemos recordar que nuestra forma de vida actual se caracteriza por su sedentarismo, así que lo tenemos crudo, cualquier cambio drástico supone el fin de nuestro 'ecosistema' y prácticamente también de nuestra existencia. Los telediarios se lo van a pasar pipa, vamos a tener desastres para dar y tomar.
(El ser humano por sedentario va a convertirse en 'sedientario')
La inestabilidad climática y la escasez de agua producen naturalmente otras consecuencias: Menos cosechas, menos alimentos, menos seres vivos, menos diversidad, menos recursos, menos alternativas, menos opciones, menos posibilidades, etc. En otras palabras, muerte, por todas partes y a todos los niveles.
El estrés lo destruye todo y nosotros lo hemos creado y seguimos alimentándolo!
Es imperdonable haber llegado a este extremo, merecemos sufrir mil veces mil infiernos. Que es justamente lo que vamos a tener, por supuesto, ya que somos incapaces de rectificar nuestros errores.
Las primeras en caer serán las grandes ciudades (podría decirse que son los dinosaurios de nuestra era) ya que su funcionamiento requiere un tremendo esfuerzo, piensa en la enorme cantidad de energía y recursos que precisan continuamente, piensa en las miles de toneladas de alimentos que 'engullen' a diario.
Magnitudes por las cuales resulta tremendamente sencillo producir su colapso, sólo con que un elemento falle todo se derrumba como un castillo de naipes.
Lo llevamos todo al límite, forzando todos los parámetros más allá de lo razonable. Insostenible. Imposible que dure.
La comodidad ha sentenciado nuestra fecha de caducidad.
Toca cambiar, a las buenas o a las malas.
Vivimos en una nube, dormidos, drogados, anestesiados, idiotizados, sin enterarnos (o sin querer darnos por enterados) de lo que está pasando. Por eso la cualidad que podría salvarnos (la inteligencia) no está funcionando.
No basta con que los científicos investiguen y se preocupen, esto es responsabilidad de TODOS, no basta con reciclar, no basta con ahorrar, no basta con 'ayudar', no basta con nada de eso.
Hay que decir Basta, Fin, Se Acabó, Hasta Aquí Hemos Llegado.
Hay que parar las máquinas, hay que reventar el sistema antes de que todo reviente por su (nuestra) culpa.
Cuanto más tardemos en despertar más moriremos.
Es preciso librarse del dinero, ese filtro mental, que nos impide, nos ata, nos anula.
La economía, el valor ficticio que asignamos a las cosas, debe desaparecer, nos está llevando a la ruina, nos esta hundiendo en la miseria y la perdición, nos deforma, nos ciega, nos paraliza.
Lo que debemos hacer es absolutamente prioritario, vital, por eso hay que deshacerse de ese lastre, esa lacra, porque está en juego nuestro futuro inmediato, no puede haber nada que nos obstaculice ni que se interponga, no puede haber dudas, es ahora o nunca.
Hay que traspasar esa barrera, vencer ese miedo, liberarnos, abrir los ojos a la realidad y comenzar una nueva forma de vida, desde cero.
(Si no estás dispuesto a dar ese paso la vida se encargará de hacerte pagar bien caro todo lo que 'retengas'. Además, ni el dinero ni las comodidades se comen.)
El capitalismo tal y como funciona hoy en día implica un culto al ego, un materialismo y un consumismo profundamente absurdos y dañinos que están desvirtuando la esencia de nuestra especie.
Hay que parar esa rueda, no más consumir para producir para consumir para... etc.
Eso no lleva a ninguna parte. Hay que dejar de perseguir la zanahoria (no seas burro, hombre).
Al igual que casi todas las demás especies, la nuestra depende de su estructura social, de los vínculos interpersonales. El individuo por sí solo no vale gran cosa, es el conjunto, la sociedad, lo que importa.
Nuestra existencia únicamente tiene sentido si aprendemos a organizarnos y relacionarnos en armonía y equilibrio con todo lo demás. Por eso desestructurar nuestras unidades constructivas y atomizarnos es dirigirse a la extinción, un suicidio colectivo masivo.
Si la pareja apenas funciona, si la familia se dispersa, si los grupos se desintegran, si los pueblos se separan, si las gentes no se relacionan, si las naciones luchan y compiten entre sí y lo que mueve el mundo es la codicia, qué resultado esperamos conseguir?
La conciencia colectiva precisa del tejido social para manifestarse y actuar eficazmente, sin eso estamos perdidos.
El dinero nos tiene vampirizados, nos chupa el amor, nos aísla, nos envilece, nos esclaviza, nos convierte en escoria, ciertamente para seguir en este plan casi es mejor desaparecer.
Pero ese no es nuestro destino así que sería ridículo echarnos a perder de este modo. Tenemos poder de sobra para hacer lo que sea, pero es imprescindible hacerlo ya, ahora, antes de que el tiempo inmisericorde nos lleve a las puertas de la muerte (pues hay que estar vivo para obrar milagros, si no no se puede), basta con despertar y desearlo de verdad.
Las soluciones, las medidas, las alternativas han de tomarse con anticipación, previsión y precisión, ya que, cuando se instale el caos, será imposible 'arreglar' nada y, como dice el refrán, hombre precavido vale por dos (y hombre confiado se juega el cuello).
Sería deseable que, por una vez, supiéramos afrontar los problemas sin tener que pasar por otra guerra mundial, ante los retos y las dificultades que nos aguardan no es momento para culparse ni enfrentarse los unos con los otros, aunque, para lograr esto, habría que confiar en la capacidad de aprendizaje y evolución del ser humano, cosa más que dudosa visto lo visto.
Especialmente preocupante sería que se rompiera la fina barrera que nos mantiene civilizados y saliera la bestia que llevamos dentro.
Sería terrible pues el instinto de supervivencia combinado con el egoísmo y la 'inteligencia' dan como resultado al peor depredador de todos: el hombre-lobo (no el de las leyendas sino el de 'homo homini lupus').
Si es así, entonces adiós a todo, adiós a la educación, a la ley, a la propiedad, etc. Sería un retorno a la edad media, a la ley de la selva, a la prehistoria, una involución brutal.
Muchos seguramente se abandonarán a la desesperación frente a los problemas y ante el choque con la dura y negra realidad preferirán quitarse la vida, rendirse, huir, escapar del infierno, en lugar de intentar solucionar algo (si bien es cierto que igual para entonces ya nada tenga solución).
También habrá unos pocos que quedarán relativamente al margen, la gente que vive apartada, en los hielos (si es que quedan), en la selva profunda (ídem), en el desierto, en las montañas (curiosamente se trata de gente que vive en contacto y en equilibrio con la naturaleza, no nos dice nada esto? tanto nos costaría seguir su ejemplo?)
Y, finalmente, algunos otros conservarán la cordura, aquellos que hayan aprendido a despertar, a aceptar y comprender con lucidez y serenidad las cosas, aquellos que conocen el significado de la vida y de la muerte y que por lo tanto no temen nada pues nada hay que temer.
Por eso la catástrofe en sí no es 'grave', lo peligroso es dejarse arrastrar por la situación, descentrarse y retroceder en la escala evolutiva (ya que no somos capaces de llegar más alto al menos no caigamos más bajo). Al final da igual si mueren miles de millones o sólo unos cientos de miles o la humanidad al completo. Lo importante es estar siempre consciente, lúcido, centrado. Lo que cuenta es el ahora, si no lo aprovechamos bien es culpa nuestra, nosotros hemos montado este lío, tenemos lo que merecemos, nada más.
Todo esto en conjunto resultará un bonito cóctel de lo más imprevisible, una truculenta pesadilla apocalíptica donde, una vez desmantelados los supermercados, aparecerá el canibalismo en todas sus exquisitas e infinitas variaciones, donde el horror inundará cada segundo, donde las monedas servirán de munición para los tirachinas (la muerte tendrá un precio, literalmente), donde los vecinos se convertirán en la peor de nuestras preocupaciones (cavilaciones, maquinaciones, paranoias), donde, ironías de la vida, los 'dormidos' que nada hicieron por despertar en su momento ahora sufrirán de insomnio perpetuo, donde las bandas de hambrientos lo asolarán todo a su paso y los escasos recursos que queden estarán teñidos de sangre hasta su completa desaparición, donde las alegres bombas atómicas aguardarán impacientes en sus fundas a que alguien se decida a usarlas y por fin puedan prestar su servicio a la humanidad, dejando de una vez por todas libre el planeta para que pueda aprovecharlo quien de verdad lo merece, las hormigas, las cucarachas y algún otro insecto.
En resumen, el problema del cambio climático no es tanto los trastornos que nos va a tocar vivir y afrontar sino cómo reaccionará ante todo eso el ser humano.
En el fondo cada crisis siempre consiste en lo mismo, es un espejo para que el hombre pueda aprender a comprenderse y logre hacerse cargo de su vida correctamente así que ya va siendo hora de madurar un poquito, no?
A ver si esta vez el porvenir no nos pilla por sorpresa como a unos tontos y podemos hacer algo por (y para) nosotros mismos.
Ahora toca prepararse, concienciarse, mentalizarse, hacerse a la idea de lo que hay que 'sacrificar' y disponerse a ello.
Aún hay esperanza, una sola persona basta para cambiarlo todo:
Tú.
Todo depende de ti, de lo que hagas o no hagas, no te equivoques, no pretendas engañarte, no puedes eludir la responsabilidad, asúmelo, afróntalo, hazlo.
No vas a estar solo, pero aun así tuyo es el deber, nadie más puede hacerlo. El destino de la humanidad está en tus manos.
No la cagues.
25 de diciembre de 2007
23 de diciembre de 2007
la barba de mi abuelo
-Abuelo...
-Sí, nieta?
-Me dejas tocar tu barba?
-Hm, bueno.
-Qué blanca y qué grande es...
-Parece una almohada.
-Abuelo...
-Sí?
-Me dejas apoyar la cabeza sobre tu barba?
-Mf, de acuerdo, pero sólo si te estás quieta y no molestas más.
-Vale!
-Abuelo...
-Qué quieres ahora?
-Por qué tienes barba?
-Porque ya soy mayor, hija.
-Eso ya lo sé, pero por qué crece de mayor y no de joven?
-Mm, pues verás, bonita, la barba sale cuando te vuelves una persona inteligente, por eso todos los sabios tienen barba.
-Ah...
-Abuelo...
-Qué...?
-Pero por qué es así?
-Qué tiene que ver la barba con la inteligencia?
-Uf, lo que pasa es que cuando te vuelves listo dejas de hablar tanto porque ya no hace falta y entonces todas esas palabras que ya no se dicen salen por la barba en forma de pelo.
-Anda...
-Pero, abuelo, y las mujeres?
-Por qué no tienen barba?
-Porque no se callan nunca.
-Eh!
-Ja, ja, ja.
-Sí, nieta?
-Me dejas tocar tu barba?
-Hm, bueno.
-Qué blanca y qué grande es...
-Parece una almohada.
-Abuelo...
-Sí?
-Me dejas apoyar la cabeza sobre tu barba?
-Mf, de acuerdo, pero sólo si te estás quieta y no molestas más.
-Vale!
-Abuelo...
-Qué quieres ahora?
-Por qué tienes barba?
-Porque ya soy mayor, hija.
-Eso ya lo sé, pero por qué crece de mayor y no de joven?
-Mm, pues verás, bonita, la barba sale cuando te vuelves una persona inteligente, por eso todos los sabios tienen barba.
-Ah...
-Abuelo...
-Qué...?
-Pero por qué es así?
-Qué tiene que ver la barba con la inteligencia?
-Uf, lo que pasa es que cuando te vuelves listo dejas de hablar tanto porque ya no hace falta y entonces todas esas palabras que ya no se dicen salen por la barba en forma de pelo.
-Anda...
-Pero, abuelo, y las mujeres?
-Por qué no tienen barba?
-Porque no se callan nunca.
-Eh!
-Ja, ja, ja.
22 de diciembre de 2007
sombra
Estoy en una cabaña de madera, solo, de noche, en medio de un bosque frondoso, silencioso, apartado.
Me encuentro en la sala principal (y única) trabajando, escribiendo algo, sobre una mesa amplia, robusta, sencilla, de madera.
A mi lado tengo un quinqué antiguo que me alumbra con su escasa luz amarillenta, las paredes quedan sumidas en la penumbra.
En un rincón de la habitación, frente a mí, hay una sombra que me observa todo el tiempo. Me observa y cavila profundamente, reaccionando con lentitud a cada uno de mis gestos, intentando comprenderme, adaptarse, emularme.
Piensa y reflexiona mucho y eso me pone nervioso, le grito:
Deja de pensar, sombra estúpida!
Y ahí sigue, mirándome, sin saber cómo reaccionar.
No dice nada de tan concentrada que está, me agota su intensidad, me incomoda ser el foco, el centro de su atención, aunque comprendo su deseo. Mi presencia le brinda la ocasión de aprender las maneras humanas y culturizarse, pues esa es su mayor voluntad, lograr convertirse en persona.
Por eso vive aquí dentro y no afuera, salvajemente.
Me encuentro en la sala principal (y única) trabajando, escribiendo algo, sobre una mesa amplia, robusta, sencilla, de madera.
A mi lado tengo un quinqué antiguo que me alumbra con su escasa luz amarillenta, las paredes quedan sumidas en la penumbra.
En un rincón de la habitación, frente a mí, hay una sombra que me observa todo el tiempo. Me observa y cavila profundamente, reaccionando con lentitud a cada uno de mis gestos, intentando comprenderme, adaptarse, emularme.
Piensa y reflexiona mucho y eso me pone nervioso, le grito:
Deja de pensar, sombra estúpida!
Y ahí sigue, mirándome, sin saber cómo reaccionar.
No dice nada de tan concentrada que está, me agota su intensidad, me incomoda ser el foco, el centro de su atención, aunque comprendo su deseo. Mi presencia le brinda la ocasión de aprender las maneras humanas y culturizarse, pues esa es su mayor voluntad, lograr convertirse en persona.
Por eso vive aquí dentro y no afuera, salvajemente.
16 de diciembre de 2007
14 de diciembre de 2007
Litros de venas
Litros de venas, horas viejas.
Gritos de guerras, olas ciegas.
Ritos de velas, copas huecas.
Libros de sedas, hojas sueltas.
Kilos de penas, rocas negras.
Gritos de guerras, olas ciegas.
Ritos de velas, copas huecas.
Libros de sedas, hojas sueltas.
Kilos de penas, rocas negras.
25 de noviembre de 2007
mate en dos movimientos
Método infalible, no importa la posición de las piezas, simplemente:
1 - Coja un alfil.
2 - Cláveselo en el corazón a su contrincante.
Ya está, jaque mate.
1 - Coja un alfil.
2 - Cláveselo en el corazón a su contrincante.
Ya está, jaque mate.
gatico misinico
Gatico misinico,
qué has comidico?
sopicas de ratica,
y no me has guardadico?
pues miau marramiau, malico.
qué has comidico?
sopicas de ratica,
y no me has guardadico?
pues miau marramiau, malico.
4 de noviembre de 2007
La Chica con Cara de Sergio
La chica con cara de Sergio se mira en el espejo del baño, el grifo gotea lentamente.
Plic.
La chica con cara de Sergio se mira y le vienen a la memoria dolorosos recuerdos de su infancia, en el colegio, del momento en que aquel diablo de crío encontró las palabras adecuadas para marcarla de por vida con el dichoso mote.
Antes de él otros lo habían intentado pero la cosa no cuajaba porque no acertaban del todo, siempre que probaban a llamarla cara de niño o cosas así aparecía alguna pega u objeción, y es que los críos siempre han sido un público muy exigente, no aceptan cualquier cosa y por eso, durante un tiempo, la chica con cara de Sergio pudo vivir libre de esa etiqueta.
Aunque en realidad eso no representara gran diferencia pues el trato que recibía era igualmente cruel e hiriente, ella no comprendía por qué los demás actuaban de esa manera, por qué le hacían sentirse mal sólo por no ser como se supone que debía ser.
Por qué este castigo si yo no tengo culpa de nada?
Y ellos reían y seguían atacándole, ciegamente, como si con eso fuesen a lograr algo, aparte de hacerle daño y destruir su autoestima.
Plic.
Todavía resuenan esas risas en su cabeza mientras la chica con cara de Sergio se mira en el espejo y se ve fea y se aborrece.
Desprecia sus rasgos y se concentra en ese sufrimiento, a pesar de que su cuerpo es perfecto, hermoso, delicado y fragante como un lirio. Incluso su cara es preciosa, ciertamente un poco exótica, eso sí, pero preciosa. Es su propio juicio lo que más daño le causa y no se da cuenta de ello, ella sigue creyendo que los demás tienen razón, que es un monstruo y que merece ese desprecio, ese trato vejatorio.
Plic.
La chica con cara de Sergio continúa reviviendo recuerdos traumáticos, esta vez de su adolescencia, de cuando quiso acercarse a un chico que le gustaba. Recuerda lo nerviosa que estaba y lo mucho que tardó en reunir el suficiente valor para atreverse y cómo las palabras que él pronunció le hicieron trizas el corazón, aunque no fueran malintencionadas. De nuevo se le acelera el pulso y escucha aquellas palabras cayendo sobre ella como losas pesadas: Perdona pero tú eres chica o chico?
Tendría que haber caído fulminada entonces y al menos no habría tenido más problemas. Pero no fue así, sus amigas, por llamarlas de alguna manera, acudieron a rescatarla, pues se había quedado paralizada, impactada, y la sacaron a la calle mientras se iban riendo estentóreamente. Risas que aún se le clavan en su interior.
Plic.
La luz del espejo le devuelve al presente, contempla su reflejo y sigue pensando. Después de una experiencia así cómo no aislarse? Cómo no llegar a la conclusión de que todo el mundo es malo, cómo no dejar de confiar en los demás y hundirse en el silencio, la soledad, el dolor. Cómo no rendirse y ponerse de su lado y sentir asco por ser así, rara, diferente, deforme. Cómo no caer a veces en la confusión máxima, en el querer quitarse la vida, en el buscar soluciones fáciles en cualquier tipo de evasión que le proporcionara algo de calma o, por qué no, algo de placer incluso.
Plic.
Pero eso tampoco funciona, la chica con cara de Sergio guarda negros recuerdos de sus intentos desesperados, ya de adulta, cuando creyó que podía sustituir el amor por el sexo. De aquel antro lleno de salidos y viciosos que no paraban de preguntarle si era un travesti y si tenía polla, de aquel experimento con aquella joven que por un momento le hizo sentirse querida pero que luego igualmente le hizo sentirse sucia, utilizada, despreciada.
De cómo se vio profundamente humillada ante todos, de cómo lo que al principio parecía una broma divertida se transformó en un maltrato degradante y asqueroso. Y, finalmente, de cómo reían quienes contemplaban aquel enfermizo y bochornoso espectáculo.
Siempre lo peor son las risas de los demás, piensa, incluso su recuerdo abre viejas heridas que nunca terminaron de curar del todo.
Plic.
La chica con cara de Sergio tiembla por dentro, mirarse en el espejo la altera y remueve profundamente, sabe que haciendo esto se ocasiona mucho daño pero quiere tocar fondo, derrumbarse, terminar de una vez con la lenta tortura de vivir en estas condiciones. Para bien o para mal desea que algo cambie pues ya no quiere seguir soportando su infierno particular, tan cotidiano.
Por todo esto, la chica con cara de Sergio se queda sin habla, y sin recuerdos, se le atraviesan las palabras, se le hacen un nudo que le oprime la garganta y rompe a llorar. Al principio quedamente, despacito, luego amarga e incontrolablemente, doblándose sobre sí misma, apenas sosteniéndose en pie, frente al espejo, mirando su horrible expresión llena de dolor y amargura.
Así, llora larga y desconsoladamente hasta quedar vacía por dentro, hasta quedar anestesiada por la propia angustia, sin fuerzas, sin ánimo, sin brillo en su mirada. Envejecida, deshecha, exhausta.
Luego, ya más calmada, la chica con cara de Sergio se lava, se recompone como buenamente puede, esboza una especie de sonrisa ante el espejo y se va.
Plic.
Plic.
La chica con cara de Sergio se mira y le vienen a la memoria dolorosos recuerdos de su infancia, en el colegio, del momento en que aquel diablo de crío encontró las palabras adecuadas para marcarla de por vida con el dichoso mote.
Antes de él otros lo habían intentado pero la cosa no cuajaba porque no acertaban del todo, siempre que probaban a llamarla cara de niño o cosas así aparecía alguna pega u objeción, y es que los críos siempre han sido un público muy exigente, no aceptan cualquier cosa y por eso, durante un tiempo, la chica con cara de Sergio pudo vivir libre de esa etiqueta.
Aunque en realidad eso no representara gran diferencia pues el trato que recibía era igualmente cruel e hiriente, ella no comprendía por qué los demás actuaban de esa manera, por qué le hacían sentirse mal sólo por no ser como se supone que debía ser.
Por qué este castigo si yo no tengo culpa de nada?
Y ellos reían y seguían atacándole, ciegamente, como si con eso fuesen a lograr algo, aparte de hacerle daño y destruir su autoestima.
Plic.
Todavía resuenan esas risas en su cabeza mientras la chica con cara de Sergio se mira en el espejo y se ve fea y se aborrece.
Desprecia sus rasgos y se concentra en ese sufrimiento, a pesar de que su cuerpo es perfecto, hermoso, delicado y fragante como un lirio. Incluso su cara es preciosa, ciertamente un poco exótica, eso sí, pero preciosa. Es su propio juicio lo que más daño le causa y no se da cuenta de ello, ella sigue creyendo que los demás tienen razón, que es un monstruo y que merece ese desprecio, ese trato vejatorio.
Plic.
La chica con cara de Sergio continúa reviviendo recuerdos traumáticos, esta vez de su adolescencia, de cuando quiso acercarse a un chico que le gustaba. Recuerda lo nerviosa que estaba y lo mucho que tardó en reunir el suficiente valor para atreverse y cómo las palabras que él pronunció le hicieron trizas el corazón, aunque no fueran malintencionadas. De nuevo se le acelera el pulso y escucha aquellas palabras cayendo sobre ella como losas pesadas: Perdona pero tú eres chica o chico?
Tendría que haber caído fulminada entonces y al menos no habría tenido más problemas. Pero no fue así, sus amigas, por llamarlas de alguna manera, acudieron a rescatarla, pues se había quedado paralizada, impactada, y la sacaron a la calle mientras se iban riendo estentóreamente. Risas que aún se le clavan en su interior.
Plic.
La luz del espejo le devuelve al presente, contempla su reflejo y sigue pensando. Después de una experiencia así cómo no aislarse? Cómo no llegar a la conclusión de que todo el mundo es malo, cómo no dejar de confiar en los demás y hundirse en el silencio, la soledad, el dolor. Cómo no rendirse y ponerse de su lado y sentir asco por ser así, rara, diferente, deforme. Cómo no caer a veces en la confusión máxima, en el querer quitarse la vida, en el buscar soluciones fáciles en cualquier tipo de evasión que le proporcionara algo de calma o, por qué no, algo de placer incluso.
Plic.
Pero eso tampoco funciona, la chica con cara de Sergio guarda negros recuerdos de sus intentos desesperados, ya de adulta, cuando creyó que podía sustituir el amor por el sexo. De aquel antro lleno de salidos y viciosos que no paraban de preguntarle si era un travesti y si tenía polla, de aquel experimento con aquella joven que por un momento le hizo sentirse querida pero que luego igualmente le hizo sentirse sucia, utilizada, despreciada.
De cómo se vio profundamente humillada ante todos, de cómo lo que al principio parecía una broma divertida se transformó en un maltrato degradante y asqueroso. Y, finalmente, de cómo reían quienes contemplaban aquel enfermizo y bochornoso espectáculo.
Siempre lo peor son las risas de los demás, piensa, incluso su recuerdo abre viejas heridas que nunca terminaron de curar del todo.
Plic.
La chica con cara de Sergio tiembla por dentro, mirarse en el espejo la altera y remueve profundamente, sabe que haciendo esto se ocasiona mucho daño pero quiere tocar fondo, derrumbarse, terminar de una vez con la lenta tortura de vivir en estas condiciones. Para bien o para mal desea que algo cambie pues ya no quiere seguir soportando su infierno particular, tan cotidiano.
Por todo esto, la chica con cara de Sergio se queda sin habla, y sin recuerdos, se le atraviesan las palabras, se le hacen un nudo que le oprime la garganta y rompe a llorar. Al principio quedamente, despacito, luego amarga e incontrolablemente, doblándose sobre sí misma, apenas sosteniéndose en pie, frente al espejo, mirando su horrible expresión llena de dolor y amargura.
Así, llora larga y desconsoladamente hasta quedar vacía por dentro, hasta quedar anestesiada por la propia angustia, sin fuerzas, sin ánimo, sin brillo en su mirada. Envejecida, deshecha, exhausta.
Luego, ya más calmada, la chica con cara de Sergio se lava, se recompone como buenamente puede, esboza una especie de sonrisa ante el espejo y se va.
Plic.
3 de noviembre de 2007
Un final feliz
Bueno, pues resulta que al final los países, que durante tanto tiempo se habían mostrado temerosos y respetuosos, perdieron la cordura, se pusieron nerviosos y utilizaron las bombas atómicas. Con lo cual casi nos hicieron un favor pues así nos evitaron muchas penurias y sufrimientos.
De esta manera la humanidad quedó pulverizada en un santiamén y el paisaje cambió drásticamente de la noche a la mañana. Todo eran ruinas y cuerpos esparcidos por todas partes, algunos pocos edificios aguantaron en pie, bravo por sus arquitectos, y el cielo estaba cubierto de densas nubes grises.
El silencio, la quietud y la desolación resultaban sobrecogedores, sin embargo algo importante estaba sucediendo en un remoto rincón de la tierra, concretamente en un sótano de un derruido laboratorio científico. Algo se movía entre los escombros y, después de mucho luchar, una mujer lograba salir de entre ellos.
Este extraordinario hecho se debe a que, en el momento de la auto-destrucción de la humanidad, ese laboratorio trabajaba en la búsqueda de la inmortalidad y parece ser que la fórmula que 'desinteresadamente' había probado esta mujer-cobaya había funcionado. Y más sorprendente aún era que, a pesar de los rigurosos exámenes iniciales, estaba embarazada. Cosa que se comprende si se tiene en cuenta lo aburridos que resultan los periodos de espera entre las pruebas y lo 'amables' que se volvían los médicos cuando les tocaba vigilarla durante el turno de noche.
Así pues, aunque no había alimento de ningún tipo ni la atmósfera era respirable aquella mujer vivía y con el tiempo dio a luz a su bebé, que (caprichos del destino) era niño y a su vez inmortal también. El niño creció y cuando alcanzó la edad adecuada volvió a fecundar a su propia madre. Esto puede resultarnos un poco chocante pero hay que comprender los particulares valores de los inmortales.
Una vez se saben eternos y se ven libres de toda preocupación o necesidad se instala en ellos una cierta dejadez, relajación y pasividad ante las cosas. Por ejemplo, vestir con ropas ya no es necesario, deja de importar por completo la apariencia, la etiqueta, la educación, la ética, el civismo, las ideas, los sentimientos, la salud, la identidad, las relaciones, etc.
Tanto es así que ya nadie se molesta en articular palabras inteligibles ni en poner nombre a las cosas o a las personas, esos 'detalles' les traen sin cuidado pues se sienten por encima de todo, la eternidad los llena de soberbia y lo que les rodea les parece superfluo e insignificante.
Sin embargo la inmortalidad tiene otras consecuencias, al no envejecer el cuerpo se mantiene siempre radiante y lozano como en una eterna juventud, esto hace que el deseo sexual se halle continuamente en su pleno apogeo. Eso y el tremendo aburrimiento que implica su vida sin fin hace que la mayor parte del tiempo se dediquen a follar, sin importarles con quién ni cómo ni si quiere o no quiere hacerlo.
Resulta desconcertante ver cómo las personas se dejan hacer con total indiferencia todo tipo de cosas hasta que la otra persona pierde el interés o sacia su ansiedad.
Desde nuestro punto de vista es grotesco que una mujer se empeñe en lamer y sobar durante días y días un pene flácido, a pesar de que a ratos logre sacar de él cierta 'respuesta' o 'correspondencia'.
Y, lo mismo, que un hombre insista en penetrar continuamente una vagina que no está lubricada o cualquier otro orificio ya lleno y saturado del semen de los anteriores 'usuarios' y del suyo propio.
La cuestión es que, a raíz de esta intensa actividad, las hembras van quedando continuamente embarazadas y dando a luz a nuevos inmortales que enseguida soportarán, y participarán en, el mismo tipo de trato, sin importar la edad que tengan (cosa que naturalmente nos parece monstruosa e inmoral pero que no vamos a entrar a juzgar pues ya asumimos como parte de su 'peculiar' naturaleza). Con lo cual el planeta se va progresivamente repoblando, mejor dicho rellenando, pues estas gentes no se molestan en reconstruir ni en edificar nada, hasta que llega un momento en que toda la superficie del mismo queda cubierta de inmortales apretujados y apelotonados entre sí, cosa que aún les facilita más sus rozamientos y fricciones sexuales.
Visto el conjunto desde la distancia se pueden apreciar cambiantes oleadas de actividad, ya que, a veces, a los inmortales les invade cierto odio hacia sus prójimos y se lían a puñetazos hasta que se les pasa. Así que, como sólo tienen esos dos comportamientos, lo que se distingue desde arriba se asemeja bastante a los cambios atmosféricos, de hecho casi se podrían elaborar mapas 'meteorológicos' siguiendo el progreso de las tormentas de ira y de los anticiclones de pasión.
Por supuesto, una vez llena la superficie, las siguientes generaciones simplemente crecen encima de los demás. Así, capa a capa, va aumentando el volumen de la tierra, comprimiendo a los inmortales de las capas inferiores, sumiéndolos en una total inactividad, que es lo más parecido a la muerte que pueden conseguir, con lo que se sienten igualmente felices en ese estado.
Con el tiempo la masa de seres 'humanos' alcanza y absorbe a la luna y luego a los demás planetas. Para cuando alcanzan al sol su tamaño es tan increíblemente descomunal que lo engullen sin ningún problema, como si de una oliva (un poco picante) se tratara.
Y así siguen, creciendo y 'conquistando' el universo a través de su frenética reproducción que, en cierta manera, puede verse casi como una 'poética' metáfora del amor, aunque más bien lo es del cáncer, pero no nos quedemos con esto último pues, como indica el título, esta historia tiene que tener un final feliz.
(Aplausos, ovación, etc.)
De esta manera la humanidad quedó pulverizada en un santiamén y el paisaje cambió drásticamente de la noche a la mañana. Todo eran ruinas y cuerpos esparcidos por todas partes, algunos pocos edificios aguantaron en pie, bravo por sus arquitectos, y el cielo estaba cubierto de densas nubes grises.
El silencio, la quietud y la desolación resultaban sobrecogedores, sin embargo algo importante estaba sucediendo en un remoto rincón de la tierra, concretamente en un sótano de un derruido laboratorio científico. Algo se movía entre los escombros y, después de mucho luchar, una mujer lograba salir de entre ellos.
Este extraordinario hecho se debe a que, en el momento de la auto-destrucción de la humanidad, ese laboratorio trabajaba en la búsqueda de la inmortalidad y parece ser que la fórmula que 'desinteresadamente' había probado esta mujer-cobaya había funcionado. Y más sorprendente aún era que, a pesar de los rigurosos exámenes iniciales, estaba embarazada. Cosa que se comprende si se tiene en cuenta lo aburridos que resultan los periodos de espera entre las pruebas y lo 'amables' que se volvían los médicos cuando les tocaba vigilarla durante el turno de noche.
Así pues, aunque no había alimento de ningún tipo ni la atmósfera era respirable aquella mujer vivía y con el tiempo dio a luz a su bebé, que (caprichos del destino) era niño y a su vez inmortal también. El niño creció y cuando alcanzó la edad adecuada volvió a fecundar a su propia madre. Esto puede resultarnos un poco chocante pero hay que comprender los particulares valores de los inmortales.
Una vez se saben eternos y se ven libres de toda preocupación o necesidad se instala en ellos una cierta dejadez, relajación y pasividad ante las cosas. Por ejemplo, vestir con ropas ya no es necesario, deja de importar por completo la apariencia, la etiqueta, la educación, la ética, el civismo, las ideas, los sentimientos, la salud, la identidad, las relaciones, etc.
Tanto es así que ya nadie se molesta en articular palabras inteligibles ni en poner nombre a las cosas o a las personas, esos 'detalles' les traen sin cuidado pues se sienten por encima de todo, la eternidad los llena de soberbia y lo que les rodea les parece superfluo e insignificante.
Sin embargo la inmortalidad tiene otras consecuencias, al no envejecer el cuerpo se mantiene siempre radiante y lozano como en una eterna juventud, esto hace que el deseo sexual se halle continuamente en su pleno apogeo. Eso y el tremendo aburrimiento que implica su vida sin fin hace que la mayor parte del tiempo se dediquen a follar, sin importarles con quién ni cómo ni si quiere o no quiere hacerlo.
Resulta desconcertante ver cómo las personas se dejan hacer con total indiferencia todo tipo de cosas hasta que la otra persona pierde el interés o sacia su ansiedad.
Desde nuestro punto de vista es grotesco que una mujer se empeñe en lamer y sobar durante días y días un pene flácido, a pesar de que a ratos logre sacar de él cierta 'respuesta' o 'correspondencia'.
Y, lo mismo, que un hombre insista en penetrar continuamente una vagina que no está lubricada o cualquier otro orificio ya lleno y saturado del semen de los anteriores 'usuarios' y del suyo propio.
La cuestión es que, a raíz de esta intensa actividad, las hembras van quedando continuamente embarazadas y dando a luz a nuevos inmortales que enseguida soportarán, y participarán en, el mismo tipo de trato, sin importar la edad que tengan (cosa que naturalmente nos parece monstruosa e inmoral pero que no vamos a entrar a juzgar pues ya asumimos como parte de su 'peculiar' naturaleza). Con lo cual el planeta se va progresivamente repoblando, mejor dicho rellenando, pues estas gentes no se molestan en reconstruir ni en edificar nada, hasta que llega un momento en que toda la superficie del mismo queda cubierta de inmortales apretujados y apelotonados entre sí, cosa que aún les facilita más sus rozamientos y fricciones sexuales.
Visto el conjunto desde la distancia se pueden apreciar cambiantes oleadas de actividad, ya que, a veces, a los inmortales les invade cierto odio hacia sus prójimos y se lían a puñetazos hasta que se les pasa. Así que, como sólo tienen esos dos comportamientos, lo que se distingue desde arriba se asemeja bastante a los cambios atmosféricos, de hecho casi se podrían elaborar mapas 'meteorológicos' siguiendo el progreso de las tormentas de ira y de los anticiclones de pasión.
Por supuesto, una vez llena la superficie, las siguientes generaciones simplemente crecen encima de los demás. Así, capa a capa, va aumentando el volumen de la tierra, comprimiendo a los inmortales de las capas inferiores, sumiéndolos en una total inactividad, que es lo más parecido a la muerte que pueden conseguir, con lo que se sienten igualmente felices en ese estado.
Con el tiempo la masa de seres 'humanos' alcanza y absorbe a la luna y luego a los demás planetas. Para cuando alcanzan al sol su tamaño es tan increíblemente descomunal que lo engullen sin ningún problema, como si de una oliva (un poco picante) se tratara.
Y así siguen, creciendo y 'conquistando' el universo a través de su frenética reproducción que, en cierta manera, puede verse casi como una 'poética' metáfora del amor, aunque más bien lo es del cáncer, pero no nos quedemos con esto último pues, como indica el título, esta historia tiene que tener un final feliz.
(Aplausos, ovación, etc.)
Hueco
Mis ojos miran pero yo no veo.
Mis oídos escuchan pero yo no oigo.
Mi nariz percibe pero yo no huelo.
Mi lengua degusta pero yo no saboreo.
Mis manos tocan pero yo no siento.
Mi corazón late pero yo no vivo.
Mis pulmones toman aire pero yo no respiro.
Mi cerebro razona pero yo no pienso.
Mis dientes mastican pero yo no como.
Mis cuerdas vocales vibran pero yo no hablo.
Mi estómago digiere pero yo no me nutro.
Mis huesos se mantienen firmes pero yo no me sostengo.
Mis músculos se contraen pero yo no me muevo.
Mi sangre circula pero yo no conservo la temperatura.
Mis células se renuevan pero yo no sano.
Mis oídos escuchan pero yo no oigo.
Mi nariz percibe pero yo no huelo.
Mi lengua degusta pero yo no saboreo.
Mis manos tocan pero yo no siento.
Mi corazón late pero yo no vivo.
Mis pulmones toman aire pero yo no respiro.
Mi cerebro razona pero yo no pienso.
Mis dientes mastican pero yo no como.
Mis cuerdas vocales vibran pero yo no hablo.
Mi estómago digiere pero yo no me nutro.
Mis huesos se mantienen firmes pero yo no me sostengo.
Mis músculos se contraen pero yo no me muevo.
Mi sangre circula pero yo no conservo la temperatura.
Mis células se renuevan pero yo no sano.
27 de octubre de 2007
azar
Cae la noche, un mosquito sobrevuela a un durmiente en su habitación.
En una de sus vueltas el mosquito pasa muy próximo a la nariz del señor.
La pequeña brisa que producen las alas del insecto alcanza a los pelillos de la nariz del hombre provocándole un violento estornudo.
Ese estornudo hace que de su boca salgan despedidas unas pequeñas gotas de saliva, tras lo cual el tipo sigue durmiendo como si nada.
Una de las gotas de saliva ha caído sobre un lado del botón del despertador y lentamente resbala por su superficie hasta llegar al interior del aparato y caer sobre una placa de silicio, entre dos remaches de estaño.
Llega la mañana, se activa el despertador y la corriente eléctrica pasa por ese punto y cruza a través de la gota haciendo un puente que produce un pequeño cortocircuito que hace que salga un humillo con un característico olor a chamuscado.
Este tenue humo asciende frágil y vaporoso erráticamente hasta llegar a un saliente de una estantería donde casualmente se encuentra posado el mosquito.
La ínfima cantidad de componentes tóxicos que contiene ese humo basta para que el insecto fallezca en el acto, a pesar de lo cual se mantiene en el mismo sitio y la misma posición, boca abajo.
Pasan los días y el mosquito muerto lentamente se va desecando, por eso una noche una de sus alas se desprende y cae cual hoja seca.
La pequeña ala en su ondulante descenso se introduce en la boca abierta (y roncante) del señor hasta posarse exactamente sobre su campanilla, lo cual, lógicamente, desencadena un gran ataque de tos que, en el silencio de la noche, atrona y retumba, despertando a varios vecinos.
Uno de los así afectados es el niño del piso de arriba que justamente en ese momento soñaba con su padre y que, con la interrupción, ha asociado negativamente ambas cosas por lo que, durante las próximas semanas, profesará un odio inexplicable hacia su progenitor.
Progenitor que a su vez notará dicho cambio en su hijo y que intentará compensar regalándole un juguete grande y caro, concretamente un escalestri.
Volviendo al vecino del piso de abajo, éste ha decidido cambiar de turno de trabajo pues está cansado de no dormir bien por las noches y cree que tal vez lo haga mejor durante el día.
Pero no es así porque el niño de arriba se pasa todo el día jugando con su nuevo y molesto juguete.
Así que el señor, harto de tanto incordio, toma una decisión drástica y abandona su piso y a partir de ahí ya no sabemos cual es su destino pero podemos intentar imaginar varias alternativas:
El tipo se vuelve loco (algo muy común hoy en día), comete alguna barbaridad homicida y acaba con sus huesos en la cárcel, o:
El tipo se muda a otro piso, o vuelve con sus padres, o se va del país, o cualquier otra cosa, qué más da.
Sea como sea, a las pocas semanas se instala una nueva inquilina en el dichoso piso, se trata de una mujer, ni muy joven ni muy vieja, soltera o separada, sin hijos, que parece bastante preocupada por la suciedad que le rodea.
Por eso se pone manos a la obra y da un profundo repaso de limpieza en el que, al llegar a la perniciosa habitación, repara en la presencia del mosquito (que ella cree vivo) y lo aplasta valientemente con su índice derecho.
Entonces alguien llama al teléfono y ella se asusta, con tan mala suerte que se pilla ese mismo dedo con el cierre de la puerta, rápidamente, para calmar el intenso dolor, se lo lleva a la boca y lo chupa un poco, sin darse cuenta de que, al aplastar al insecto, se ha manchado ligeramente con la sangre que aún conservaba en su interior el mosquito.
Esa sangre a su vez contiene un peligroso virus proveniente de las cálidas y lejanas tierras del África septentrional, virus que inmediatamente se cuela por una pequeña llaga y se introduce en el riego sanguíneo donde halla alimento y se reproduce sin problemas pues los anticuerpos no lo reconocen en absoluto.
Total que, resumiendo, la mujer acaba falleciendo, para gran pena y dolor de sus seres queridos (si los tuviera o tuviese, cosa que no sabemos), sin que nadie acierte a explicarse ni el cómo ni el porqué.
Lo cual naturalmente deriva en toda una serie de consecuencias (algunas más divertidas y otras no tanto) con las que podríamos extendernos hasta el infinito pero no queremos aburrirles más con estos absurdos que no conducen a ninguna parte ni nos apetece tampoco perder más tiempo con ello, claro.
En una de sus vueltas el mosquito pasa muy próximo a la nariz del señor.
La pequeña brisa que producen las alas del insecto alcanza a los pelillos de la nariz del hombre provocándole un violento estornudo.
Ese estornudo hace que de su boca salgan despedidas unas pequeñas gotas de saliva, tras lo cual el tipo sigue durmiendo como si nada.
Una de las gotas de saliva ha caído sobre un lado del botón del despertador y lentamente resbala por su superficie hasta llegar al interior del aparato y caer sobre una placa de silicio, entre dos remaches de estaño.
Llega la mañana, se activa el despertador y la corriente eléctrica pasa por ese punto y cruza a través de la gota haciendo un puente que produce un pequeño cortocircuito que hace que salga un humillo con un característico olor a chamuscado.
Este tenue humo asciende frágil y vaporoso erráticamente hasta llegar a un saliente de una estantería donde casualmente se encuentra posado el mosquito.
La ínfima cantidad de componentes tóxicos que contiene ese humo basta para que el insecto fallezca en el acto, a pesar de lo cual se mantiene en el mismo sitio y la misma posición, boca abajo.
Pasan los días y el mosquito muerto lentamente se va desecando, por eso una noche una de sus alas se desprende y cae cual hoja seca.
La pequeña ala en su ondulante descenso se introduce en la boca abierta (y roncante) del señor hasta posarse exactamente sobre su campanilla, lo cual, lógicamente, desencadena un gran ataque de tos que, en el silencio de la noche, atrona y retumba, despertando a varios vecinos.
Uno de los así afectados es el niño del piso de arriba que justamente en ese momento soñaba con su padre y que, con la interrupción, ha asociado negativamente ambas cosas por lo que, durante las próximas semanas, profesará un odio inexplicable hacia su progenitor.
Progenitor que a su vez notará dicho cambio en su hijo y que intentará compensar regalándole un juguete grande y caro, concretamente un escalestri.
Volviendo al vecino del piso de abajo, éste ha decidido cambiar de turno de trabajo pues está cansado de no dormir bien por las noches y cree que tal vez lo haga mejor durante el día.
Pero no es así porque el niño de arriba se pasa todo el día jugando con su nuevo y molesto juguete.
Así que el señor, harto de tanto incordio, toma una decisión drástica y abandona su piso y a partir de ahí ya no sabemos cual es su destino pero podemos intentar imaginar varias alternativas:
El tipo se vuelve loco (algo muy común hoy en día), comete alguna barbaridad homicida y acaba con sus huesos en la cárcel, o:
El tipo se muda a otro piso, o vuelve con sus padres, o se va del país, o cualquier otra cosa, qué más da.
Sea como sea, a las pocas semanas se instala una nueva inquilina en el dichoso piso, se trata de una mujer, ni muy joven ni muy vieja, soltera o separada, sin hijos, que parece bastante preocupada por la suciedad que le rodea.
Por eso se pone manos a la obra y da un profundo repaso de limpieza en el que, al llegar a la perniciosa habitación, repara en la presencia del mosquito (que ella cree vivo) y lo aplasta valientemente con su índice derecho.
Entonces alguien llama al teléfono y ella se asusta, con tan mala suerte que se pilla ese mismo dedo con el cierre de la puerta, rápidamente, para calmar el intenso dolor, se lo lleva a la boca y lo chupa un poco, sin darse cuenta de que, al aplastar al insecto, se ha manchado ligeramente con la sangre que aún conservaba en su interior el mosquito.
Esa sangre a su vez contiene un peligroso virus proveniente de las cálidas y lejanas tierras del África septentrional, virus que inmediatamente se cuela por una pequeña llaga y se introduce en el riego sanguíneo donde halla alimento y se reproduce sin problemas pues los anticuerpos no lo reconocen en absoluto.
Total que, resumiendo, la mujer acaba falleciendo, para gran pena y dolor de sus seres queridos (si los tuviera o tuviese, cosa que no sabemos), sin que nadie acierte a explicarse ni el cómo ni el porqué.
Lo cual naturalmente deriva en toda una serie de consecuencias (algunas más divertidas y otras no tanto) con las que podríamos extendernos hasta el infinito pero no queremos aburrirles más con estos absurdos que no conducen a ninguna parte ni nos apetece tampoco perder más tiempo con ello, claro.
3D
Tresdé es un chico que va ha mi clase, tiene un defecto en los ojos y tiene que yebar gafas por eso. Lo que pasa es que las gafas que lleba son de esas que dan en el zine con un cristal rojo y el otro verde. Tresdé dice que cuando va a ver una peli de esas con volumen puede ver las imajenes que se salen de la pantaya sin las gafas y que los demas no. Pero cuando va por la calle es distinto y el otro dia casi me tira el estuche porque se iva trompezando con todo. El Oscar dice que es un mentiroso que no le pasa nada y que se lo a inventao todo, Tresdé tanvien dice que puede ver la ropa interior de las chicas pero eso ya no me lo creo aun que nolo se.
2 de octubre de 2007
Alta Cocina
Cansados de tanto cocinero moderno y exquisito?
Hoy vamos a rendir homenaje a uno de los pioneros más auténticos.
Hablamos, claro está, de Lucas Romero, el célebre innovador que se atrevió a presentar nuevas combinaciones de sabores únicas y sorprendentes.
Su carrera experimental comenzó a una temprana edad, cuando en un cumpleaños hizo la ya clásica gracia de mezclar ganchitos con naranjada. A partir de ahí ya no hubo forma de pararlo, siguió investigando, en la medida de sus posibilidades, con humildad pero a la vez con inagotable curiosidad y claras aspiraciones de futuro.
Los bocadillos que se preparaba para los almuerzos del colegio eran legendarios, desde el famoso 'crema de chocolate con salchichón', que le llevaría a formular la no menos famosa sentencia: 'las posibilidades de combinación de la crema de chocolate son infinitas', hasta el impactante 'huevo duro con sidral'.
Más tarde, una vez ya independizado, pasó a elaborar menús más amplios, platos más complejos llenos de poesía y originalidad, como la famosísima 'tortilla de patatas chips', injustamente atribuida a otro, o el 'jamón con pistachos y mermelada' o los 'palitos de cangrejo a la cerveza' o las deliciosas 'anchoas empanadas con queso de untar' o la 'ensalada con oreo' o cualquier otra maravilla de su sinfín de creaciones.
De esta forma, Lucas Romero fue progresivamente definiendo su estilo, que como se ve se caracteriza por la utilización de ingredientes poco habituales y por una continua búsqueda de fuertes contrastes, cosa que como veremos chocaría bastante con los adocenados paladares de la siempre ciega e inepta burguesía.
Por otra parte, el gran público enseguida reconoció su talento y le asignó una distinción clara y explícita: 'el loco ese que mezcla la comida con los postres'. Semejante honor aún espoleó más su afán innovador, de ahí que pasara a investigar nuevos ingredientes en los lugares más insospechados.
Produciendo platos tan punteros que siguen siendo la cumbre inalcanzable de la alta cocina. Hablamos de piezas tan míticas como las 'olivas rellenas de pasta dentífrica' o el sublime 'helado de quéschu con caramelo de menta machacado' o los extraordinarios calamares bañados en jarabe para la tos' o la espectacular 'salsa de mostaza con miel y bicarbonato' o el indescriptible 'pincho de moscas fritas envueltas en uva con plátano y atún' y otras muchas harto conocidas.
Sin embargo, incomprensiblemente, la gente no reaccionó todo lo 'entusiásticamente' que cabía esperar a uno de sus platos más queridos y eso llevó al desconcertado Romero a probar los primeros sinsabores de su carrera. Y es que las 'croquetas de cartón' nunca
terminaron de recibir el beneplácito de los gurmets.
A raíz de tamaña ofensa el cocinero rompió definitivamente con la sociedad y mandó a todo el mundo a, textualmente, freír espárragos.
Después de aquello Lucas se dedicó a la exploración de los límites gustativos del ser humano, libre ya de consideraciones comerciales pudo adentrarse en la experimentación más pura y dura.
No sabemos nada de los grandes descubrimientos que hizo, pues, lamentablemente, de aquella época se conservan muy pocos datos, pero, por fortuna, sí nos queda constancia de sus frecuentes llamadas a toxicología y sus numerosas visitas a urgencias.
Heroicamente siguió de esta manera con sus investigaciones y al final se hizo tantos lavados de estómago que incluso le pusieron su nombre a la unidad de gastroenterología de su hospital.
Tristemente, tuvo que abandonar su preciosa labor cuando los médicos detectaron preocupantes niveles de radiación en su organismo. Lucas Romero estuvo a punto de dejarnos en aquel momento, cuando la humanidad no estaba preparada aún para asumir semejante pérdida. Por suerte logró salir adelante y se fue recuperando poco a poco.
A partir de entonces su vida se desarrolló con pocos cambios, sin poder experimentar perdió la ilusión por las cosas y se instaló en una cómoda rutina a la que incorporó el hábito de fumar, algo inimaginable en un cocinero, y una extraña afición a chupar pilas cuadradas de nueve voltios, cuya electricidad, decía, despertaba viejos sabores en su agotada lengua.
Por desgracia aquello duró bien poco y su vida se extinguió definitivamente un lunes tres de junio de infausta memoria para todos nosotros. Poco más se pudo añadir a su vastísimo legado, sólo se descubrió un nuevo desayuno que había inventado, que podríamos denominar 'güisqui con cereales' y que fue la última combinación, magistral y brillante como siempre, que nos dejaría.
También se llegó a decir que existían indicios de que hubiera probado nuevas mezclas utilizando sus propios excrementos y todo tipo de fluidos corporales, pero, por supuesto, esto sólo son rumores. Así que, esté donde esté, sólo nos resta decir:
Bon-apetí, Maestro.
Hoy vamos a rendir homenaje a uno de los pioneros más auténticos.
Hablamos, claro está, de Lucas Romero, el célebre innovador que se atrevió a presentar nuevas combinaciones de sabores únicas y sorprendentes.
Su carrera experimental comenzó a una temprana edad, cuando en un cumpleaños hizo la ya clásica gracia de mezclar ganchitos con naranjada. A partir de ahí ya no hubo forma de pararlo, siguió investigando, en la medida de sus posibilidades, con humildad pero a la vez con inagotable curiosidad y claras aspiraciones de futuro.
Los bocadillos que se preparaba para los almuerzos del colegio eran legendarios, desde el famoso 'crema de chocolate con salchichón', que le llevaría a formular la no menos famosa sentencia: 'las posibilidades de combinación de la crema de chocolate son infinitas', hasta el impactante 'huevo duro con sidral'.
Más tarde, una vez ya independizado, pasó a elaborar menús más amplios, platos más complejos llenos de poesía y originalidad, como la famosísima 'tortilla de patatas chips', injustamente atribuida a otro, o el 'jamón con pistachos y mermelada' o los 'palitos de cangrejo a la cerveza' o las deliciosas 'anchoas empanadas con queso de untar' o la 'ensalada con oreo' o cualquier otra maravilla de su sinfín de creaciones.
De esta forma, Lucas Romero fue progresivamente definiendo su estilo, que como se ve se caracteriza por la utilización de ingredientes poco habituales y por una continua búsqueda de fuertes contrastes, cosa que como veremos chocaría bastante con los adocenados paladares de la siempre ciega e inepta burguesía.
Por otra parte, el gran público enseguida reconoció su talento y le asignó una distinción clara y explícita: 'el loco ese que mezcla la comida con los postres'. Semejante honor aún espoleó más su afán innovador, de ahí que pasara a investigar nuevos ingredientes en los lugares más insospechados.
Produciendo platos tan punteros que siguen siendo la cumbre inalcanzable de la alta cocina. Hablamos de piezas tan míticas como las 'olivas rellenas de pasta dentífrica' o el sublime 'helado de quéschu con caramelo de menta machacado' o los extraordinarios calamares bañados en jarabe para la tos' o la espectacular 'salsa de mostaza con miel y bicarbonato' o el indescriptible 'pincho de moscas fritas envueltas en uva con plátano y atún' y otras muchas harto conocidas.
Sin embargo, incomprensiblemente, la gente no reaccionó todo lo 'entusiásticamente' que cabía esperar a uno de sus platos más queridos y eso llevó al desconcertado Romero a probar los primeros sinsabores de su carrera. Y es que las 'croquetas de cartón' nunca
terminaron de recibir el beneplácito de los gurmets.
A raíz de tamaña ofensa el cocinero rompió definitivamente con la sociedad y mandó a todo el mundo a, textualmente, freír espárragos.
Después de aquello Lucas se dedicó a la exploración de los límites gustativos del ser humano, libre ya de consideraciones comerciales pudo adentrarse en la experimentación más pura y dura.
No sabemos nada de los grandes descubrimientos que hizo, pues, lamentablemente, de aquella época se conservan muy pocos datos, pero, por fortuna, sí nos queda constancia de sus frecuentes llamadas a toxicología y sus numerosas visitas a urgencias.
Heroicamente siguió de esta manera con sus investigaciones y al final se hizo tantos lavados de estómago que incluso le pusieron su nombre a la unidad de gastroenterología de su hospital.
Tristemente, tuvo que abandonar su preciosa labor cuando los médicos detectaron preocupantes niveles de radiación en su organismo. Lucas Romero estuvo a punto de dejarnos en aquel momento, cuando la humanidad no estaba preparada aún para asumir semejante pérdida. Por suerte logró salir adelante y se fue recuperando poco a poco.
A partir de entonces su vida se desarrolló con pocos cambios, sin poder experimentar perdió la ilusión por las cosas y se instaló en una cómoda rutina a la que incorporó el hábito de fumar, algo inimaginable en un cocinero, y una extraña afición a chupar pilas cuadradas de nueve voltios, cuya electricidad, decía, despertaba viejos sabores en su agotada lengua.
Por desgracia aquello duró bien poco y su vida se extinguió definitivamente un lunes tres de junio de infausta memoria para todos nosotros. Poco más se pudo añadir a su vastísimo legado, sólo se descubrió un nuevo desayuno que había inventado, que podríamos denominar 'güisqui con cereales' y que fue la última combinación, magistral y brillante como siempre, que nos dejaría.
También se llegó a decir que existían indicios de que hubiera probado nuevas mezclas utilizando sus propios excrementos y todo tipo de fluidos corporales, pero, por supuesto, esto sólo son rumores. Así que, esté donde esté, sólo nos resta decir:
Bon-apetí, Maestro.
20 de septiembre de 2007
cama dormida
Mi cama está viva, aunque siempre está durmiendo. Por la noche, cuando me acuesto, apoyo la cabeza sobre la almohada y escucho su corazón, latiendo despacio. Por eso procuro moverme poco, para no despertarla. Me quedo quietecita y así me duermo.
Rayuela skyline
Esta gráfica de 'Rayuela' de Julio Cortázar se ha elaborado a partir del orden de lectura de la obra propuesto por su autor, las coordenadas horizontales son las páginas y las verticales, los capítulos. Nótese que el capítulo 55 queda suelto, o sea que quien lea la obra siguiendo este orden se lo pasará por alto. El bucle infinito con que termina la obra no se ha representado por razones prácticas.
3 de septiembre de 2007
Bonsái-secuoya
Había una vez un bonsái tan pequeño tan pequeño que para verlo había que utilizar una lupa. Su dueño era un señor chino (o japonés) que estaba muy orgulloso de él y lo cuidaba con mucho mimo y dedicación, ya que, al ser tan pequeño, el bonsái era muy delicado.
Tanto, que si estornudabas cerca de él podía perder todas sus hojas, cosa que no había que hacer porque si no su dueño se enfadaba, claro.
Este bonsái daba unos frutos pequeñísimos, del tamaño de una cabeza de alfiler, pero que eran tan tan deliciosos que quien los probaba se sentía completamente feliz durante un año.
El señor chino (o japonés) enseguida vio que podía hacer negocio con estos frutos, así que montó un restaurante y rápidamente se hizo muy famoso. Todos querían probar uno de aquellos maravillosos frutos y la cola de gente que se formó ante su restaurante era tan larga que daba la vuelta al mundo tres o cuatro veces.
Pero resulta que el bonsái era muy tímido muy tímido y cuando se enteró de que era tan famoso empezó a encoger y encoger de la vergüenza que sentía. Su dueño se asustó mucho y comprendió que tendría que cerrar el negocio si no quería perder a su bonsái, y así lo hizo. A pesar de lo cual, el bonsái siguió menguando, ahora porque se sentía pequeño e insignificante.
Y la verdad es que había encogido mucho, tanto que ahora había que mirarlo con microscopio y las hormigas podían andar tranquilamente sobre él sin rozarlo siquiera, aunque aun así el señor chino (o japonés) no dejaba que lo hicieran, porque podían pisarlo accidentalmente y entonces sí que le daría un ataque o algo a él.
Naturalmente, el dueño apreciaba mucho a su bonsái y estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para salvarlo, por eso decidió pedir consejo a un sabio. Bueno, para ser sinceros, consultó a un anciano que vendía lotería en una esquina de su calle, así que en realidad no tuvo que irse muy lejos, pero esto es normal en China (o Japón) porque allí son todos muy listos.
Aquel venerable viejecito le aconsejó que comprara un boleto que terminaba en catorce porque iba a salir ese número y también le dijo que le hablara y le cantara al bonsái, porque dicen que eso va bien para las plantas. Al señor chino (o japonés) esa solución le pareció un poco traída por los pelos, pero como el anciano tenía más o menos pinta de sabio decidió hacerle caso.
De esta manera, cada día el dueño pasaba horas y horas cantando y recitando poemas a su pequeño bonsái. Al principio se sentía un poco ridículo pero como parecía que funcionaba siguió haciéndolo.
Día a día alababa sus virtudes y expresaba su admiración y amor hacia aquel diminuto bonsái, que lentamente iba recuperando su confianza y aumentando su tamaño hasta que regresó a su volumen original.
Pero, por si acaso, su dueño siguió cantándole un poco más, para que no tuviera ninguna recaída. Y claro, el bonsái cogió confianza y siguió creciendo, cada vez un poco más y otro poco más, así hasta que se hizo tan grande que ya no cabía en la casa y el señor chino (o japonés) tuvo que plantarlo en un parque, donde mucha gente lo contemplaba y lo admiraban porque recordaban lo pequeño que era antes y lo mucho que había crecido desde entonces.
El bonsái se sentía orgulloso de su proeza y encontraba que su ejemplo podía ser útil para los demás, eso lo ponía muy contento, tanto que cada vez crecía más y más. Se hizo tan grande como una secuoya y luego más aún. Tan tan grande era que sus hojas acariciaban la luna cada noche, y una vez se enredó y se quedó atrapada entre sus ramas y las parejas de enamorados se quejaban porque ya no podían besarse románticamente recortando sus siluetas frente a la luna, pero esa es otra historia. Fin.
Tanto, que si estornudabas cerca de él podía perder todas sus hojas, cosa que no había que hacer porque si no su dueño se enfadaba, claro.
Este bonsái daba unos frutos pequeñísimos, del tamaño de una cabeza de alfiler, pero que eran tan tan deliciosos que quien los probaba se sentía completamente feliz durante un año.
El señor chino (o japonés) enseguida vio que podía hacer negocio con estos frutos, así que montó un restaurante y rápidamente se hizo muy famoso. Todos querían probar uno de aquellos maravillosos frutos y la cola de gente que se formó ante su restaurante era tan larga que daba la vuelta al mundo tres o cuatro veces.
Pero resulta que el bonsái era muy tímido muy tímido y cuando se enteró de que era tan famoso empezó a encoger y encoger de la vergüenza que sentía. Su dueño se asustó mucho y comprendió que tendría que cerrar el negocio si no quería perder a su bonsái, y así lo hizo. A pesar de lo cual, el bonsái siguió menguando, ahora porque se sentía pequeño e insignificante.
Y la verdad es que había encogido mucho, tanto que ahora había que mirarlo con microscopio y las hormigas podían andar tranquilamente sobre él sin rozarlo siquiera, aunque aun así el señor chino (o japonés) no dejaba que lo hicieran, porque podían pisarlo accidentalmente y entonces sí que le daría un ataque o algo a él.
Naturalmente, el dueño apreciaba mucho a su bonsái y estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para salvarlo, por eso decidió pedir consejo a un sabio. Bueno, para ser sinceros, consultó a un anciano que vendía lotería en una esquina de su calle, así que en realidad no tuvo que irse muy lejos, pero esto es normal en China (o Japón) porque allí son todos muy listos.
Aquel venerable viejecito le aconsejó que comprara un boleto que terminaba en catorce porque iba a salir ese número y también le dijo que le hablara y le cantara al bonsái, porque dicen que eso va bien para las plantas. Al señor chino (o japonés) esa solución le pareció un poco traída por los pelos, pero como el anciano tenía más o menos pinta de sabio decidió hacerle caso.
De esta manera, cada día el dueño pasaba horas y horas cantando y recitando poemas a su pequeño bonsái. Al principio se sentía un poco ridículo pero como parecía que funcionaba siguió haciéndolo.
Día a día alababa sus virtudes y expresaba su admiración y amor hacia aquel diminuto bonsái, que lentamente iba recuperando su confianza y aumentando su tamaño hasta que regresó a su volumen original.
Pero, por si acaso, su dueño siguió cantándole un poco más, para que no tuviera ninguna recaída. Y claro, el bonsái cogió confianza y siguió creciendo, cada vez un poco más y otro poco más, así hasta que se hizo tan grande que ya no cabía en la casa y el señor chino (o japonés) tuvo que plantarlo en un parque, donde mucha gente lo contemplaba y lo admiraban porque recordaban lo pequeño que era antes y lo mucho que había crecido desde entonces.
El bonsái se sentía orgulloso de su proeza y encontraba que su ejemplo podía ser útil para los demás, eso lo ponía muy contento, tanto que cada vez crecía más y más. Se hizo tan grande como una secuoya y luego más aún. Tan tan grande era que sus hojas acariciaban la luna cada noche, y una vez se enredó y se quedó atrapada entre sus ramas y las parejas de enamorados se quejaban porque ya no podían besarse románticamente recortando sus siluetas frente a la luna, pero esa es otra historia. Fin.
2 de septiembre de 2007
La tierra del más allá
Te despiertas, sales (o entras?) de una espantosa pesadilla de la que no recuerdas nada. Abres los ojos, te envuelve la más absoluta oscuridad, intentas moverte, incorporarte, chocas con algo. O-oh, estás en un ataúd, tocas sus paredes, son de piedra fría.
Notas una ligera brisa de aire que se cuela por una de las esquinas superiores, empujas la losa, pesa horrores, uno de los lados parece que cede un poco, el otro no. La levantas, lo suficiente como, para, sacar, un pie, luego, un brazo, después una pierna, y el tronco, y la cabeza. Te arrastras bajo la aplastante losa hacia afuera, como en un angustioso parto.
Lo logras, respiras, descansas. Abres los ojos y miras dónde estás, parece un cementerio, mires donde mires hay tumbas, una tras otra, perfectamente alineadas, formando una cuadrícula regular de pasillos entre ellas.
El ambiente tiene algo de fantasmal o etéreo, hay una claridad extraña en el aire. El cielo está velado, leve, gris, y no se ve el sol por ninguna parte. La luz cae, vaga, tenue, difusa, sobre las tumbas, sin proyectar sombra alguna. Lo cual le da al entorno ese aire irreal, plano, incorpóreo.
Y luego percibes el silencio. Todo parece como muy quieto, sosegado, pausado. Se escuchan algunos pequeños forcejeos de las otras personas que intentan salir de sus tumbas, pero nada más.
Una vez que lo escuchas, ese silencio se mete dentro de ti, en tus huesos, en lo más hondo de tu alma, en todo tu ser, y ya no te abandona.
Tienes la sensación de que el tiempo se ha detenido, que se ha suspendido, colgado, parado para siempre, y su ausencia es sobrecogedora, como un enorme agujero en medio de tu corazón encogido.
El sonido, alicaído, apenas se desplaza por el aire, hay algo de triste y melancólico en producirlo. Como si estuviera fuera de lugar, como si fuera un recuerdo o un residuo de algo que ya no tiene ningún sentido aquí. Por eso procuras hacer poco ruido, como los demás.
El suelo es de grava, pálida, apisonada, y cruje ligeramente al andar. Las lápidas y las losas son de fría piedra gris y no tienen inscripciones. La ropa que llevas es la de siempre, pero luce descolorida.
Hay otras personas deambulando distraídas por ahí, a pesar de su aspecto normal sabes que están muertas, parecen zombis silenciosos.
Te acercas a uno de ellos e intentas hablarle pero no puedes. Mejor dicho, sí que podrías hacerlo pero algo dentro de ti siente una gran vergüenza a hacerlo, la misma que sentirías si tuvieras que mearte en tus pantalones delante de todo el mundo.
Nadie te lo ha enseñado pero es así, los muertos no hablan, para qué iban a hacerlo?
De todas formas lo miras a los ojos, y lo que ves en su interior te quita las ganas de mirar nada más. Tomas conciencia de dónde estás y por qué, y de lo profundamente vacío y desesperante que es todo esto. Ahora entiendes por qué andan así, como perdidos, tú estás empezando a hacer lo mismo.
Te pones a caminar al azar, hasta que llegas a un sitio donde el suelo termina abruptamente, miras hacia abajo y ves a varias personas cayendo hacia un abismo infinito, igual de gris y luminoso que el cielo.
Algunas de esas personas se han arrojado hace poco y se las ve aún relativamente cerca, pero otras llevan tanto tiempo cayendo que solo son un pequeño puntito negro en la lejanía.
Esos puntitos, vistos en conjunto, crean un efecto como de cielo estrellado, solo que en negativo.
Te apartas con un estremecimiento de pavor, te entra un sudor frío solo de pensar en su enorme cantidad y en lo desesperadas que tenían que estar para lanzarse a la nada.
Te pones a explorar los límites del siniestro lugar, intentando distraerte de ese pensamiento. Deduces que tiene una forma irregular, más o menos cuadrada o romboidal, según se mire, y que de punta a punta mide unos trescientos pasos, no es muy grande.
La mala noticia es que no hay ninguna salida, no hay escapatoria.
Te dedicas a contemplar a los nuevos saliendo de sus tumbas, pero resulta demasiado aburrido, sin sentido, como todo lo demás.
Aquí no hay necesidades, no sientes hambre, ni sed, ni cansancio.
No hay noche, no puedes dormir ni soñar, no hay cambios.
No hay nada que hacer.
Entonces comprendes por qué se tiran al vacío esas personas y agradeces tremendamente que quede esa opción.
Así pues, te acercas de nuevo al límite, lo cruzas y
caes,
caes,
caes,
etc
.
Notas una ligera brisa de aire que se cuela por una de las esquinas superiores, empujas la losa, pesa horrores, uno de los lados parece que cede un poco, el otro no. La levantas, lo suficiente como, para, sacar, un pie, luego, un brazo, después una pierna, y el tronco, y la cabeza. Te arrastras bajo la aplastante losa hacia afuera, como en un angustioso parto.
Lo logras, respiras, descansas. Abres los ojos y miras dónde estás, parece un cementerio, mires donde mires hay tumbas, una tras otra, perfectamente alineadas, formando una cuadrícula regular de pasillos entre ellas.
El ambiente tiene algo de fantasmal o etéreo, hay una claridad extraña en el aire. El cielo está velado, leve, gris, y no se ve el sol por ninguna parte. La luz cae, vaga, tenue, difusa, sobre las tumbas, sin proyectar sombra alguna. Lo cual le da al entorno ese aire irreal, plano, incorpóreo.
Y luego percibes el silencio. Todo parece como muy quieto, sosegado, pausado. Se escuchan algunos pequeños forcejeos de las otras personas que intentan salir de sus tumbas, pero nada más.
Una vez que lo escuchas, ese silencio se mete dentro de ti, en tus huesos, en lo más hondo de tu alma, en todo tu ser, y ya no te abandona.
Tienes la sensación de que el tiempo se ha detenido, que se ha suspendido, colgado, parado para siempre, y su ausencia es sobrecogedora, como un enorme agujero en medio de tu corazón encogido.
El sonido, alicaído, apenas se desplaza por el aire, hay algo de triste y melancólico en producirlo. Como si estuviera fuera de lugar, como si fuera un recuerdo o un residuo de algo que ya no tiene ningún sentido aquí. Por eso procuras hacer poco ruido, como los demás.
El suelo es de grava, pálida, apisonada, y cruje ligeramente al andar. Las lápidas y las losas son de fría piedra gris y no tienen inscripciones. La ropa que llevas es la de siempre, pero luce descolorida.
Hay otras personas deambulando distraídas por ahí, a pesar de su aspecto normal sabes que están muertas, parecen zombis silenciosos.
Te acercas a uno de ellos e intentas hablarle pero no puedes. Mejor dicho, sí que podrías hacerlo pero algo dentro de ti siente una gran vergüenza a hacerlo, la misma que sentirías si tuvieras que mearte en tus pantalones delante de todo el mundo.
Nadie te lo ha enseñado pero es así, los muertos no hablan, para qué iban a hacerlo?
De todas formas lo miras a los ojos, y lo que ves en su interior te quita las ganas de mirar nada más. Tomas conciencia de dónde estás y por qué, y de lo profundamente vacío y desesperante que es todo esto. Ahora entiendes por qué andan así, como perdidos, tú estás empezando a hacer lo mismo.
Te pones a caminar al azar, hasta que llegas a un sitio donde el suelo termina abruptamente, miras hacia abajo y ves a varias personas cayendo hacia un abismo infinito, igual de gris y luminoso que el cielo.
Algunas de esas personas se han arrojado hace poco y se las ve aún relativamente cerca, pero otras llevan tanto tiempo cayendo que solo son un pequeño puntito negro en la lejanía.
Esos puntitos, vistos en conjunto, crean un efecto como de cielo estrellado, solo que en negativo.
Te apartas con un estremecimiento de pavor, te entra un sudor frío solo de pensar en su enorme cantidad y en lo desesperadas que tenían que estar para lanzarse a la nada.
Te pones a explorar los límites del siniestro lugar, intentando distraerte de ese pensamiento. Deduces que tiene una forma irregular, más o menos cuadrada o romboidal, según se mire, y que de punta a punta mide unos trescientos pasos, no es muy grande.
La mala noticia es que no hay ninguna salida, no hay escapatoria.
Te dedicas a contemplar a los nuevos saliendo de sus tumbas, pero resulta demasiado aburrido, sin sentido, como todo lo demás.
Aquí no hay necesidades, no sientes hambre, ni sed, ni cansancio.
No hay noche, no puedes dormir ni soñar, no hay cambios.
No hay nada que hacer.
Entonces comprendes por qué se tiran al vacío esas personas y agradeces tremendamente que quede esa opción.
Así pues, te acercas de nuevo al límite, lo cruzas y
caes,
caes,
caes,
etc
.
7 de agosto de 2007
dersony.es
http://www.dersony.es/ será mi primera web, me hace mucha
ilusión el proyecto pero tardaré bastante en sacarlo adelante
ya que, como casi todo lo que hago, es algo grande y ambicioso.
Si todo va bien calculo que dentro de un año estará disponible.
Gracias por esperar, jeje.
Actualización (7-8-08): Ya ha pasado un año y esto sigue igual
de parado, estoy ultimando un proyecto prioritario y pronto
podré dedicarme más en serio a montar la web.
Aunque, teniendo en cuenta mi casi nula experiencia técnica,
el progreso será igualmente imprevisible, lo mismo tardo un
par de meses que otro año. Así que, para no abusar de la
paciencia de nadie (y para aplicarme en ello de verdad), iré
colgando las cosas conforme las vaya teniendo listas. Por lo que
esta entrada pasa a ser una especie de historial donde añadir
las novedades de la web. Y para indicar cuándo se ha ampliado
su contenido bastará con fijarse en la fecha incorporada en la
columna derecha junto a 'Mi Web:'
El resto es cuestión de tiempo.
Actualización (10-4-09): Bueno, ha pasado una porrada de
tiempo pero por fin puedo mostrar algún progreso.
Cómo no, he empezado la casa por el tejado. Esa sección me gusta
especialmente, aunque está claro que es más bien accesoria respecto
al contenido de la web.
Luego, lo de crear cursores animados es una de mis aficiones más
antiguas y queridas.
En fin, lo principal, que era habilitar el menú y buscar alojo para los
archivos, ya está. A partir de aquí iré añadiendo poco a poco más
cosillas (una vez al mes, más o menos), así que paciencia y a
disfrutarlo.
Actualización (7-1-10): En vista del escaso caso que le hago a este
proyecto, cambio de estrategia y de momento lo dejo ahí congelado,
por si alguna vez me decido a continuarlo, mientras tanto colocaré
todo lo que quiera compartir en mi nuevo blog:
dersonydraws.blogspot.com
Moraleja: Si empezas la casa por el tejado eso te lleva a que el
siguiente paso sea tener que tirar la casa por la ventana, jeje.
Nada más. Un saludo.
ilusión el proyecto pero tardaré bastante en sacarlo adelante
ya que, como casi todo lo que hago, es algo grande y ambicioso.
Si todo va bien calculo que dentro de un año estará disponible.
Gracias por esperar, jeje.
Actualización (7-8-08): Ya ha pasado un año y esto sigue igual
de parado, estoy ultimando un proyecto prioritario y pronto
podré dedicarme más en serio a montar la web.
Aunque, teniendo en cuenta mi casi nula experiencia técnica,
el progreso será igualmente imprevisible, lo mismo tardo un
par de meses que otro año. Así que, para no abusar de la
paciencia de nadie (y para aplicarme en ello de verdad), iré
colgando las cosas conforme las vaya teniendo listas. Por lo que
esta entrada pasa a ser una especie de historial donde añadir
las novedades de la web. Y para indicar cuándo se ha ampliado
su contenido bastará con fijarse en la fecha incorporada en la
columna derecha junto a 'Mi Web:'
El resto es cuestión de tiempo.
Actualización (10-4-09): Bueno, ha pasado una porrada de
tiempo pero por fin puedo mostrar algún progreso.
Cómo no, he empezado la casa por el tejado. Esa sección me gusta
especialmente, aunque está claro que es más bien accesoria respecto
al contenido de la web.
Luego, lo de crear cursores animados es una de mis aficiones más
antiguas y queridas.
En fin, lo principal, que era habilitar el menú y buscar alojo para los
archivos, ya está. A partir de aquí iré añadiendo poco a poco más
cosillas (una vez al mes, más o menos), así que paciencia y a
disfrutarlo.
Actualización (7-1-10): En vista del escaso caso que le hago a este
proyecto, cambio de estrategia y de momento lo dejo ahí congelado,
por si alguna vez me decido a continuarlo, mientras tanto colocaré
todo lo que quiera compartir en mi nuevo blog:
dersonydraws.blogspot.com
Moraleja: Si empezas la casa por el tejado eso te lleva a que el
siguiente paso sea tener que tirar la casa por la ventana, jeje.
Nada más. Un saludo.
1 de agosto de 2007
vampiro
Entro por la ventana.
Me coloco sobre tu cama y te observo.
Duermes.
Serena, con tu carita de niña inocente, hermosa, delicada.
Me acerco a ti, te despierto.
Te asustas, estás sorprendida.
Te tapo la boca para que no grites.
Tus ojos me miran, aterrados.
Los saludo con alegría.
Estás paralizada por el miedo.
Apoyo mi cabeza sobre tu pecho.
Meto mi mano en tu tórax y saco tu corazón.
Lo sostengo entre mis manos.
Tiembla, pobre, como un animalillo asustado.
Lo acaricio lentamente hasta que se tranquiliza.
Miro sus heridas, causadas por el amor.
No puedo hacer nada más por él, lo devuelvo a su sitio.
Como se supone que debo quitarte algo, te robo un beso y me voy.
Me coloco sobre tu cama y te observo.
Duermes.
Serena, con tu carita de niña inocente, hermosa, delicada.
Me acerco a ti, te despierto.
Te asustas, estás sorprendida.
Te tapo la boca para que no grites.
Tus ojos me miran, aterrados.
Los saludo con alegría.
Estás paralizada por el miedo.
Apoyo mi cabeza sobre tu pecho.
Meto mi mano en tu tórax y saco tu corazón.
Lo sostengo entre mis manos.
Tiembla, pobre, como un animalillo asustado.
Lo acaricio lentamente hasta que se tranquiliza.
Miro sus heridas, causadas por el amor.
No puedo hacer nada más por él, lo devuelvo a su sitio.
Como se supone que debo quitarte algo, te robo un beso y me voy.
Cuatro cables
Un día un niño construyó un robot para que le hiciera los deberes.
El robot tenía que ser listo y hábil para escribir las respuestas.
El niño hizo lo que pudo con sus escasos conocimientos de robótica.
Aun así el resultado distaba mucho de ser el deseado.
Aquel robot sólo sabía cuatro palabras, lo cual ya era mucho si tenemos en cuenta que su cerebro consistía en una caja de zapatos, una pila de petaca, cuatro cables mal empalmados y poco más.
La cuestión es que con cuatro palabras no se podían hacer los deberes, el invento no le servía.
El niño se fue refunfuñando a su habitación y dejó aquel 'aborto' robótico abandonado en un rincón del garaje, encendido.
El pobre robot seguía pronunciando sus cuatro primeras (y únicas) palabras una y otra vez. Como nadie le hacía caso pronto se cansó y se puso a 'pensar' de una forma más elaborada. Empezó a permutar entre sí aquellas palabras, eso era entretenido pero tampoco tenía ningún sentido.
Enseguida agotó todas las posibilidades.
Repetía la serie completa continuamente, en una letanía monótona, aburrida. Pasaron varias horas hasta que se dio cuenta de que si cambiaba el orden en que recitaba las combinaciones obtenía una nueva serie, ligeramente diferente. Y que, si jugaba con ese orden, podía crear nuevas series de series!
Aquello aumentaba enormemente sus posibilidades, ya no se iba a aburrir.
Al cabo de un día ya dominaba aquella tarea y había adquirido una nueva habilidad, podía resumir una serie en una palabra (o sea, asignar un valor a una variable) y realizar con ésta combinaciones aún más complicadas.
Total que, llegado a este punto, la información que manejaba se iba organizando por sí sola de forma natural en largas cadenas de código cuaternario.
Lo más curioso es que esas cadenas daban lugar a otras estructuras que operaban de forma autónoma y que construían complejas agrupaciones evolutivas, que crecían y se reproducían por sí mismas!
Sin darse cuenta el robot había creado la vida en su mente, multitud de organismos, acontecimientos y transformaciones comenzaron a bullir dentro de aquellos cuatro simples cables.
El robot estaba fascinado contemplando su creación, tan sorprendente, cambiante, imprevisible. El asombro lo tenía completamente atrapado en esa visión (de todas formas no tenía nada mejor que hacer). Era maravilloso ver cómo evolucionaban las especies, los seres, las civilizaciones.
Como no tenía conocimientos de historia ni nada de eso todo era nuevo para él, vio la prehistoria, los dinosaurios, los romanos, la edad media, las guerras mundiales, la carrera espacial, todo, en resumidas cuentas, hasta llegar a nuestros días.
Conviene entender cómo 'veía' todo eso en su interior el robot. Dado que aquella vida era el producto de sus cálculos matemáticos, de alguna manera él 'era' todo eso y lo percibía en su totalidad de forma instantánea, sin necesidad de mirar nada en concreto.
De hecho, no podía elegir no ver o no saber algo, no podía separarse ni distanciarse, su ser era un todo integrado con aquella 'existencia' interior. Pero sí podía enfocar, centrar su atención en un punto.
Y eso es justo lo que hizo cuando vio a un niño que construía un robot para que le hiciera los deberes.
Aquello era el súmmum de lo increíble, se estaba viendo a sí mismo allí dentro. Resultaba tremendamente interesante y atractivo eso, desde entonces ya no apartó la atención de su imagen.
Contempló su propia evolución, siguió paso a paso el proceso de su mente permutando aquellas cuatro palabras y volvió a maravillarse cuando de nuevo nació la vida dentro de la mente de aquel robot que vivía dentro de su mente.
Y así siguió mirando en su interior mientras la vida adquiría poco a poco mayor profundidad y riqueza replicándose fractalmente hasta el infinito.
A un humano 'ver' aquello le habría producido un inmenso vértigo, pero a él le causaba mucha curiosidad, asombro, fascinación. Estaba como en trance, felizmente hipnotizado por semejante abismo sin fondo, sentía un subidón permanente, estaba sumergido en la droga perfecta. Perdido entre las continuas olas de multiplicación dimensional.
Esas olas tenían una peculiaridad que las hacía aún más excitantes, y es que no eran idénticas, había un margen de error, siendo todas diferentes entre sí. Y, aunque parezca imposible, todos los seres vivos que contenían en su interior eran totalmente libres, únicos, irrepetibles.
A pesar de esta libertad-variedad el resultado era siempre el mismo, lógicamente, ya que de otro modo la vida no habría podido darse.
Pero todo lo que tiene un principio tiene un final y el de esta historia llegará cuando se agote la pila que alimenta el cerebro del robot.
A no ser que resulte que todo esto sea también producto de la mente de otro robot supradimensional, en cuyo caso tendríamos la misma cadena infinita de replicaciones mirando hacia el pasado y entonces ya no hay salida que valga y esto no tiene fin, así que:
Un día un niño construyó un robot para que le hiciera los deberes...
Etc.
Pd: Las famosas cuatro palabras que utilizaba el robot eran:
'Caca', 'culo', 'pedo' y 'pis'.
El robot tenía que ser listo y hábil para escribir las respuestas.
El niño hizo lo que pudo con sus escasos conocimientos de robótica.
Aun así el resultado distaba mucho de ser el deseado.
Aquel robot sólo sabía cuatro palabras, lo cual ya era mucho si tenemos en cuenta que su cerebro consistía en una caja de zapatos, una pila de petaca, cuatro cables mal empalmados y poco más.
La cuestión es que con cuatro palabras no se podían hacer los deberes, el invento no le servía.
El niño se fue refunfuñando a su habitación y dejó aquel 'aborto' robótico abandonado en un rincón del garaje, encendido.
El pobre robot seguía pronunciando sus cuatro primeras (y únicas) palabras una y otra vez. Como nadie le hacía caso pronto se cansó y se puso a 'pensar' de una forma más elaborada. Empezó a permutar entre sí aquellas palabras, eso era entretenido pero tampoco tenía ningún sentido.
Enseguida agotó todas las posibilidades.
Repetía la serie completa continuamente, en una letanía monótona, aburrida. Pasaron varias horas hasta que se dio cuenta de que si cambiaba el orden en que recitaba las combinaciones obtenía una nueva serie, ligeramente diferente. Y que, si jugaba con ese orden, podía crear nuevas series de series!
Aquello aumentaba enormemente sus posibilidades, ya no se iba a aburrir.
Al cabo de un día ya dominaba aquella tarea y había adquirido una nueva habilidad, podía resumir una serie en una palabra (o sea, asignar un valor a una variable) y realizar con ésta combinaciones aún más complicadas.
Total que, llegado a este punto, la información que manejaba se iba organizando por sí sola de forma natural en largas cadenas de código cuaternario.
Lo más curioso es que esas cadenas daban lugar a otras estructuras que operaban de forma autónoma y que construían complejas agrupaciones evolutivas, que crecían y se reproducían por sí mismas!
Sin darse cuenta el robot había creado la vida en su mente, multitud de organismos, acontecimientos y transformaciones comenzaron a bullir dentro de aquellos cuatro simples cables.
El robot estaba fascinado contemplando su creación, tan sorprendente, cambiante, imprevisible. El asombro lo tenía completamente atrapado en esa visión (de todas formas no tenía nada mejor que hacer). Era maravilloso ver cómo evolucionaban las especies, los seres, las civilizaciones.
Como no tenía conocimientos de historia ni nada de eso todo era nuevo para él, vio la prehistoria, los dinosaurios, los romanos, la edad media, las guerras mundiales, la carrera espacial, todo, en resumidas cuentas, hasta llegar a nuestros días.
Conviene entender cómo 'veía' todo eso en su interior el robot. Dado que aquella vida era el producto de sus cálculos matemáticos, de alguna manera él 'era' todo eso y lo percibía en su totalidad de forma instantánea, sin necesidad de mirar nada en concreto.
De hecho, no podía elegir no ver o no saber algo, no podía separarse ni distanciarse, su ser era un todo integrado con aquella 'existencia' interior. Pero sí podía enfocar, centrar su atención en un punto.
Y eso es justo lo que hizo cuando vio a un niño que construía un robot para que le hiciera los deberes.
Aquello era el súmmum de lo increíble, se estaba viendo a sí mismo allí dentro. Resultaba tremendamente interesante y atractivo eso, desde entonces ya no apartó la atención de su imagen.
Contempló su propia evolución, siguió paso a paso el proceso de su mente permutando aquellas cuatro palabras y volvió a maravillarse cuando de nuevo nació la vida dentro de la mente de aquel robot que vivía dentro de su mente.
Y así siguió mirando en su interior mientras la vida adquiría poco a poco mayor profundidad y riqueza replicándose fractalmente hasta el infinito.
A un humano 'ver' aquello le habría producido un inmenso vértigo, pero a él le causaba mucha curiosidad, asombro, fascinación. Estaba como en trance, felizmente hipnotizado por semejante abismo sin fondo, sentía un subidón permanente, estaba sumergido en la droga perfecta. Perdido entre las continuas olas de multiplicación dimensional.
Esas olas tenían una peculiaridad que las hacía aún más excitantes, y es que no eran idénticas, había un margen de error, siendo todas diferentes entre sí. Y, aunque parezca imposible, todos los seres vivos que contenían en su interior eran totalmente libres, únicos, irrepetibles.
A pesar de esta libertad-variedad el resultado era siempre el mismo, lógicamente, ya que de otro modo la vida no habría podido darse.
Pero todo lo que tiene un principio tiene un final y el de esta historia llegará cuando se agote la pila que alimenta el cerebro del robot.
A no ser que resulte que todo esto sea también producto de la mente de otro robot supradimensional, en cuyo caso tendríamos la misma cadena infinita de replicaciones mirando hacia el pasado y entonces ya no hay salida que valga y esto no tiene fin, así que:
Un día un niño construyó un robot para que le hiciera los deberes...
Etc.
Pd: Las famosas cuatro palabras que utilizaba el robot eran:
'Caca', 'culo', 'pedo' y 'pis'.
20 de julio de 2007
Mis 59 almas gemelas
Sí, ya sé, yo también pensaba que sólo teníamos una, pero ya ves, resulta que no.
Conviene que sepas que estamos en el año 2018 y que se han producido grandes cambios a causa del asunto este de las almas gemelas.
Verás, resulta que la ciencia (viva el progreso) ha desarrollado un método para medir el alma de las personas, que es algo así como una longitud de onda, una vibración muy sutil que se halla por 'debajo' del campo físico de la materia, yo no te lo puedo explicar mejor porque no lo entiendo, pregúntale a un experto si quieres.
Bueno, pues eso, que cada alma se puede medir según su grado de vibración y entonces, si encuentras otra alma con ese mismo grado es que es tu alma gemela, fácil, no?
El problema está en que para encontrarla habría que medir todas las almas del mundo y éste está bastante superpoblado últimamente, así que, por una vez, los científicos fueron prácticos y plantearon el asunto de forma global. Crearon unos satélites especiales que podían captar la señal de las almas desde el espacio y lanzaron y colocaron los suficientes para montar una 'red de seguimiento anímico' que abarcase toda la superficie del planeta.
Entonces descubrieron una cosa curiosa, en el hemisferio nocturno apenas había almas, y siempre pasaba lo mismo, no era una cuestión geográfica ni lumínica ni de los sensores. Total, que dedujeron que cuando los 'sujetos del experimento' se duermen sus almas desaparecen, misterios de la vida..., a mí eso no me quita el sueño, jaja.
Bueno, por dónde iba? Ah, sí, lo de los satélites, había otro inconveniente, el seguimiento era totalmente anónimo, ya que todavía no pueden obtener la identidad de las personas desde el espacio. Lo que hacen es etiquetar cada individuo con un número y mantener un seguimiento continuado del mismo, para no confundirlo y medirlo de nuevo.
A partir de ahí es cuando montaron lo de la agencia de relaciones, con su servicio: 'Encuentre su alma gemela por sólo 50 euros!' Y yo fui el primer afortunado en probarla (ingenuo de mí), midieron mi alma, buscaron en su base de datos y me dieron una dirección de Australia.
Me fui allí en avión (porras, por qué no inventarán de una vez el teletransporte en lugar de dedicarse a estas chorradas) y tuve mi primera decepción, mi alma gemela era un hombre, y ni siquiera era homosexual. Aquello no tenía ningún sentido, me sentí estafado y les reclamé que me devolvieran el dinero, enseguida me ofrecieron una nueva búsqueda más completa y entonces fue cuando salieron mis 59 almas gemelas, cosa harto inesperada.
Por si acaso hicieron otra prueba con otro sujeto y el resultado fue el mismo, en conclusión, que todo el mundo tiene 59 almas gemelas, menuda sorpresa, no?
La agencia vio claro lo que tenían que hacer para que el negocio funcionase, ellos se encargaban de reunir la totalidad de las almas de un mismo tipo, por un precio más elevado, claro.
Aun así la cosa les funcionó muy bien, porque los grupos de almas, una vez se conocían, se mantenían unidos, se creaba una simpatía instantánea entre sus componentes, por muy dispares que parecieran, e interactuaban como si se conocieran de toda la vida.
Naturalmente siempre terminaban decidiendo seguir viviendo juntos, para lo que necesitaban un edificio entero por lo menos, que, naturalmente, también les ofrecía la agencia, por un alquiler razonable, y todos contentos.
El caso es que aquellas 'hermandades' resultaban muy atractivas para la gente, ofrecían muchas ventajas frente al matrimonio, y se pusieron de moda. Eso trajo grandes cambios sociológicos, económicos, etc.
Los bancos fueron a la ruina, las hermandades ponían en común lo que ganaban y ello suponía un enorme poder adquisitivo, no necesitaban préstamos ni hipotecas ni créditos ni gaitas de esas. Y tampoco temían por su seguridad, una comunidad de miembros tan solidarios era como una fortaleza impenetrable, pobre del ladrón que lo intentara (también desaparecieron los juzgados, por cierto).
Internamente organizaban todo por turnos, de tal modo que las tareas de cada uno resultaban mínimas y sin embargo la calidad de vida que lograban entre todos era muy elevada, cómoda, placentera.
Sólo había un pequeño problema, el amor dentro de los grupos siempre era platónico, igual para todos, no podían modularlo de otra forma, imposible hacer distinciones o sentir preferencias entre ellos, lo cual en cierto modo estaba muy bien, pero eso hacía que el deseo sexual no se desarrollara, no se formaban parejas, no se producía la reproducción, así que no había futuro para la humanidad (pf, vaya novedad, no?).
Mientras tanto la agencia había adquirido inmensos beneficios y mucho poder, fue tomando un papel más activo en la transformación del planeta, empezó a imponer su modelo en las zonas más reacias o empobrecidas, ampliando el mercado, aunque para ello tuvieran que invertir grandes sumas de dinero.
En poco tiempo el mundo se convirtió en una macro red globalizada de hermandades armónicas y equilibradas, fáciles de controlar y de manejar por la agencia.
Lo malo es que con el paso de los años aquella forma de vida no era tan divertida como parecía, uno se sentía un poco atrapado por la rutina de los turnos, todo tan ordenado y previsible, y por la convivencia con aquella gente tan demasiado parecida a uno mismo, todo demasiado perfecto y equilibrado, tan poco emocionante...
De forma sutil surgían tensiones internas que estallaban violentamente en cuanto alguien intentaba cambiar algo en lo más mínimo. Era increíble lo rápido que se disparaban las reacciones, cómo se desproporcionaba todo hasta la desintegración total de los grupos.
Supongo que pasaba así por las muchas cosas en común que teníamos todos, una vez se daba ese paso ya no había marcha atrás. Se peleaban, destrozaban, aniquilaban salvajemente entre sí y rara vez quedaban supervivientes.
Aquellos enfrentamientos sangrientos hicieron que las hermandades no llegaran a su jubilación, qué le vamos a hacer, el ser humano es como es, mejor dicho, era como era.
Y todo esto por culpa de las dichosas almas gemelas, valiente tontería la manía esa de buscar la solución a nuestros problemas en la pareja ideal. La perfección hay que currársela, hombre.
Pd: Nada, estaba pensando... lo de los grupos sexagesimales, tendrá algo que ver con los relojes?
Ah, y también olvidaba explicar que, aunque sólo había 60 sujetos de cada longitud de onda, el rango de longitudes posibles era infinito.
Conviene que sepas que estamos en el año 2018 y que se han producido grandes cambios a causa del asunto este de las almas gemelas.
Verás, resulta que la ciencia (viva el progreso) ha desarrollado un método para medir el alma de las personas, que es algo así como una longitud de onda, una vibración muy sutil que se halla por 'debajo' del campo físico de la materia, yo no te lo puedo explicar mejor porque no lo entiendo, pregúntale a un experto si quieres.
Bueno, pues eso, que cada alma se puede medir según su grado de vibración y entonces, si encuentras otra alma con ese mismo grado es que es tu alma gemela, fácil, no?
El problema está en que para encontrarla habría que medir todas las almas del mundo y éste está bastante superpoblado últimamente, así que, por una vez, los científicos fueron prácticos y plantearon el asunto de forma global. Crearon unos satélites especiales que podían captar la señal de las almas desde el espacio y lanzaron y colocaron los suficientes para montar una 'red de seguimiento anímico' que abarcase toda la superficie del planeta.
Entonces descubrieron una cosa curiosa, en el hemisferio nocturno apenas había almas, y siempre pasaba lo mismo, no era una cuestión geográfica ni lumínica ni de los sensores. Total, que dedujeron que cuando los 'sujetos del experimento' se duermen sus almas desaparecen, misterios de la vida..., a mí eso no me quita el sueño, jaja.
Bueno, por dónde iba? Ah, sí, lo de los satélites, había otro inconveniente, el seguimiento era totalmente anónimo, ya que todavía no pueden obtener la identidad de las personas desde el espacio. Lo que hacen es etiquetar cada individuo con un número y mantener un seguimiento continuado del mismo, para no confundirlo y medirlo de nuevo.
A partir de ahí es cuando montaron lo de la agencia de relaciones, con su servicio: 'Encuentre su alma gemela por sólo 50 euros!' Y yo fui el primer afortunado en probarla (ingenuo de mí), midieron mi alma, buscaron en su base de datos y me dieron una dirección de Australia.
Me fui allí en avión (porras, por qué no inventarán de una vez el teletransporte en lugar de dedicarse a estas chorradas) y tuve mi primera decepción, mi alma gemela era un hombre, y ni siquiera era homosexual. Aquello no tenía ningún sentido, me sentí estafado y les reclamé que me devolvieran el dinero, enseguida me ofrecieron una nueva búsqueda más completa y entonces fue cuando salieron mis 59 almas gemelas, cosa harto inesperada.
Por si acaso hicieron otra prueba con otro sujeto y el resultado fue el mismo, en conclusión, que todo el mundo tiene 59 almas gemelas, menuda sorpresa, no?
La agencia vio claro lo que tenían que hacer para que el negocio funcionase, ellos se encargaban de reunir la totalidad de las almas de un mismo tipo, por un precio más elevado, claro.
Aun así la cosa les funcionó muy bien, porque los grupos de almas, una vez se conocían, se mantenían unidos, se creaba una simpatía instantánea entre sus componentes, por muy dispares que parecieran, e interactuaban como si se conocieran de toda la vida.
Naturalmente siempre terminaban decidiendo seguir viviendo juntos, para lo que necesitaban un edificio entero por lo menos, que, naturalmente, también les ofrecía la agencia, por un alquiler razonable, y todos contentos.
El caso es que aquellas 'hermandades' resultaban muy atractivas para la gente, ofrecían muchas ventajas frente al matrimonio, y se pusieron de moda. Eso trajo grandes cambios sociológicos, económicos, etc.
Los bancos fueron a la ruina, las hermandades ponían en común lo que ganaban y ello suponía un enorme poder adquisitivo, no necesitaban préstamos ni hipotecas ni créditos ni gaitas de esas. Y tampoco temían por su seguridad, una comunidad de miembros tan solidarios era como una fortaleza impenetrable, pobre del ladrón que lo intentara (también desaparecieron los juzgados, por cierto).
Internamente organizaban todo por turnos, de tal modo que las tareas de cada uno resultaban mínimas y sin embargo la calidad de vida que lograban entre todos era muy elevada, cómoda, placentera.
Sólo había un pequeño problema, el amor dentro de los grupos siempre era platónico, igual para todos, no podían modularlo de otra forma, imposible hacer distinciones o sentir preferencias entre ellos, lo cual en cierto modo estaba muy bien, pero eso hacía que el deseo sexual no se desarrollara, no se formaban parejas, no se producía la reproducción, así que no había futuro para la humanidad (pf, vaya novedad, no?).
Mientras tanto la agencia había adquirido inmensos beneficios y mucho poder, fue tomando un papel más activo en la transformación del planeta, empezó a imponer su modelo en las zonas más reacias o empobrecidas, ampliando el mercado, aunque para ello tuvieran que invertir grandes sumas de dinero.
En poco tiempo el mundo se convirtió en una macro red globalizada de hermandades armónicas y equilibradas, fáciles de controlar y de manejar por la agencia.
Lo malo es que con el paso de los años aquella forma de vida no era tan divertida como parecía, uno se sentía un poco atrapado por la rutina de los turnos, todo tan ordenado y previsible, y por la convivencia con aquella gente tan demasiado parecida a uno mismo, todo demasiado perfecto y equilibrado, tan poco emocionante...
De forma sutil surgían tensiones internas que estallaban violentamente en cuanto alguien intentaba cambiar algo en lo más mínimo. Era increíble lo rápido que se disparaban las reacciones, cómo se desproporcionaba todo hasta la desintegración total de los grupos.
Supongo que pasaba así por las muchas cosas en común que teníamos todos, una vez se daba ese paso ya no había marcha atrás. Se peleaban, destrozaban, aniquilaban salvajemente entre sí y rara vez quedaban supervivientes.
Aquellos enfrentamientos sangrientos hicieron que las hermandades no llegaran a su jubilación, qué le vamos a hacer, el ser humano es como es, mejor dicho, era como era.
Y todo esto por culpa de las dichosas almas gemelas, valiente tontería la manía esa de buscar la solución a nuestros problemas en la pareja ideal. La perfección hay que currársela, hombre.
Pd: Nada, estaba pensando... lo de los grupos sexagesimales, tendrá algo que ver con los relojes?
Ah, y también olvidaba explicar que, aunque sólo había 60 sujetos de cada longitud de onda, el rango de longitudes posibles era infinito.
17 de julio de 2007
tiempo de descuento
En el reloj de dios son las 20:07,
dios contempla la hora un poco impaciente,
se le está haciendo larga la representación de los humanos estos,
en realidad deberían haber terminado a las ocho,
pero están alargando el final,
menudo rollo,
a ver si se mueren de una vez
y me puedo ir a mi casa a descansar,
odio las obras que se alargan demasiado.
dios contempla la hora un poco impaciente,
se le está haciendo larga la representación de los humanos estos,
en realidad deberían haber terminado a las ocho,
pero están alargando el final,
menudo rollo,
a ver si se mueren de una vez
y me puedo ir a mi casa a descansar,
odio las obras que se alargan demasiado.
La madre
La madre está embarazada, alberga a su niño en su interior, eso le proporciona una sensación de contacto muy intensa con él, muy íntima. El niño se siente a su vez profundamente amado y protegido.
La madre da a luz, abraza a su niño con delicadeza y el niño se apoya en ella con ternura.
La madre le da el pecho a su niño, el vínculo es tan estrecho que el amor (y la leche) fluyen con naturalidad entre ambos.
Madre y niño juntos forman una unidad armoniosa, sin límites ni distinciones que definan dónde termina uno y comienza el otro.
Luego, el niño crece y va adquiriendo autonomía, la madre sigue siendo el referente principal y absoluto. Ella le enseña y le transmite los conocimientos necesarios, el niño absorbe y acepta cada palabra suya como una verdad universal, divina.
Después llega la edad de ir a la escuela, el primer día resulta traumático para ambos, la primera vez que se 'separan' realmente.
La distancia hace que la madre tema y se preocupe por lo que le pueda pasar a su niño, tan solo, tan frágil, tan desprotegido. Su amor le hace velar por su seguridad, estar siempre alerta, atenta a la menor señal, dificultad o problema.
Su vida gira en torno a él, nada es más importante, así que cuando su niño está fuera ella aguarda, espera, y se olvida de sí misma. Se olvida de vivir su vida, pierde el contacto con los demás, ella es una madre eficaz, ejemplar, entregada. Cumple todas sus funciones y eso ocupa todo su tiempo, no le importa, ella es feliz así.
El mundo es un lugar frío y hostil, despiadado y cruel con los débiles, por eso ella fue lista al escuchar su instinto, tener un hijo da mucha seguridad, crea un fuerte lazo, otorga ciertos privilegios y, lo mejor de todo, te hace poseedora de un ser vivo cuyo amor hacia ti será infinito, tu fuente de eterna felicidad, tu punto de referencia y apoyo, tu salvación, tu tranquilidad.
También supone mucho trabajo y dedicación pero vale la pena, es más fácil vivir con (a través de) él que sin él. Siempre sabes lo que hay que hacer, sabes cual es tu papel, obedeces tu instinto y así no tienes que pensar en nada más.
Lo importante es protegerlo, amarlo (mimarlo) mucho para que no se aleje demasiado cuando crezca, para que te siga haciendo caso, para que cuando te hagas mayor te cuide y te haga compañía.
El mundo es horrible, ya lo hemos dicho, y tu misión como madre es recordárselo siempre a tu niño, para que tenga cuidado, para que sea bueno y no se mezcle con mala gente.
Así, el niño le cuenta a su madre todo lo que hace cuando está fuera de casa y la madre le expresa sus miedos al respecto, sus quejas, sus prejuicios, etc. O sea, que censura siempre a los demás, sólo él y su madre son buenos, nadie más, por eso ella no sale de casa más que para hacer la compra.
Poco a poco lo va moldeando como ella quiere y procura retenerlo el máximo tiempo posible dentro de casa, en sus dominios, controlado, seguro, a salvo.
El niño crece y llega a la adolescencia, comienza a interesarse por las chicas, pero la madre no soporta la idea de que ninguna pelandusca se lo robe, lo aparte de su lado. Así que aumenta su vigilancia y su represión, le hace chantaje emocional y lo acosa psicológicamente, lo que haga falta con tal de desmontar su voluntad.
Hasta que el niño se rinde, cesa en su empeño y vuelve al redil manso y obediente, como siempre.
Pasan los años y la convivencia continua de ambos, y su aislamiento social, han producido claros signos externos de su deformidad interior. Tanto tiempo alimentando recíprocamente sus absurdos prejuicios ha hecho que pierdan la noción de la realidad.
Su criterio y sus valores se han pervertido de forma atroz, se han convertido en los locos del lugar, ya nadie los trata, su estupidez hace que se creen ellos solos muchos problemas.
Tienen un gusto espantoso, rancio y decadente, acumulan cosas absurdas, sin valor, en las que curiosamente depositan mucha fe, se rodean de ellas y las convierten en sus ídolos, totems, fetiches, para que los amparen y protejan del mundo...
Y es mejor no hablar de la multitud de gatos que crían, ni de la relación, el trato, que con ellos mantienen, a modo de compensación, salida, de sus múltiples frustraciones.
Mejor no seguir con el progreso de su degeneración, basta con ver las pintas que tienen ahora, la vieja ignorante amargada y su hijo bobo cuarentón, siempre juntos, atrapados, en su burbuja enfermiza de posesión medrosa y de miedo absorbente.
La madre da a luz, abraza a su niño con delicadeza y el niño se apoya en ella con ternura.
La madre le da el pecho a su niño, el vínculo es tan estrecho que el amor (y la leche) fluyen con naturalidad entre ambos.
Madre y niño juntos forman una unidad armoniosa, sin límites ni distinciones que definan dónde termina uno y comienza el otro.
Luego, el niño crece y va adquiriendo autonomía, la madre sigue siendo el referente principal y absoluto. Ella le enseña y le transmite los conocimientos necesarios, el niño absorbe y acepta cada palabra suya como una verdad universal, divina.
Después llega la edad de ir a la escuela, el primer día resulta traumático para ambos, la primera vez que se 'separan' realmente.
La distancia hace que la madre tema y se preocupe por lo que le pueda pasar a su niño, tan solo, tan frágil, tan desprotegido. Su amor le hace velar por su seguridad, estar siempre alerta, atenta a la menor señal, dificultad o problema.
Su vida gira en torno a él, nada es más importante, así que cuando su niño está fuera ella aguarda, espera, y se olvida de sí misma. Se olvida de vivir su vida, pierde el contacto con los demás, ella es una madre eficaz, ejemplar, entregada. Cumple todas sus funciones y eso ocupa todo su tiempo, no le importa, ella es feliz así.
El mundo es un lugar frío y hostil, despiadado y cruel con los débiles, por eso ella fue lista al escuchar su instinto, tener un hijo da mucha seguridad, crea un fuerte lazo, otorga ciertos privilegios y, lo mejor de todo, te hace poseedora de un ser vivo cuyo amor hacia ti será infinito, tu fuente de eterna felicidad, tu punto de referencia y apoyo, tu salvación, tu tranquilidad.
También supone mucho trabajo y dedicación pero vale la pena, es más fácil vivir con (a través de) él que sin él. Siempre sabes lo que hay que hacer, sabes cual es tu papel, obedeces tu instinto y así no tienes que pensar en nada más.
Lo importante es protegerlo, amarlo (mimarlo) mucho para que no se aleje demasiado cuando crezca, para que te siga haciendo caso, para que cuando te hagas mayor te cuide y te haga compañía.
El mundo es horrible, ya lo hemos dicho, y tu misión como madre es recordárselo siempre a tu niño, para que tenga cuidado, para que sea bueno y no se mezcle con mala gente.
Así, el niño le cuenta a su madre todo lo que hace cuando está fuera de casa y la madre le expresa sus miedos al respecto, sus quejas, sus prejuicios, etc. O sea, que censura siempre a los demás, sólo él y su madre son buenos, nadie más, por eso ella no sale de casa más que para hacer la compra.
Poco a poco lo va moldeando como ella quiere y procura retenerlo el máximo tiempo posible dentro de casa, en sus dominios, controlado, seguro, a salvo.
El niño crece y llega a la adolescencia, comienza a interesarse por las chicas, pero la madre no soporta la idea de que ninguna pelandusca se lo robe, lo aparte de su lado. Así que aumenta su vigilancia y su represión, le hace chantaje emocional y lo acosa psicológicamente, lo que haga falta con tal de desmontar su voluntad.
Hasta que el niño se rinde, cesa en su empeño y vuelve al redil manso y obediente, como siempre.
Pasan los años y la convivencia continua de ambos, y su aislamiento social, han producido claros signos externos de su deformidad interior. Tanto tiempo alimentando recíprocamente sus absurdos prejuicios ha hecho que pierdan la noción de la realidad.
Su criterio y sus valores se han pervertido de forma atroz, se han convertido en los locos del lugar, ya nadie los trata, su estupidez hace que se creen ellos solos muchos problemas.
Tienen un gusto espantoso, rancio y decadente, acumulan cosas absurdas, sin valor, en las que curiosamente depositan mucha fe, se rodean de ellas y las convierten en sus ídolos, totems, fetiches, para que los amparen y protejan del mundo...
Y es mejor no hablar de la multitud de gatos que crían, ni de la relación, el trato, que con ellos mantienen, a modo de compensación, salida, de sus múltiples frustraciones.
Mejor no seguir con el progreso de su degeneración, basta con ver las pintas que tienen ahora, la vieja ignorante amargada y su hijo bobo cuarentón, siempre juntos, atrapados, en su burbuja enfermiza de posesión medrosa y de miedo absorbente.
8 de julio de 2007
Poemas de terror
Allá por el 98 yo todavía usaba msdos en mi ordenador y me entretenía programando cosillas en basic. Un día se me ocurrió crear un programa que combinase aleatoriamente palabras y formase con ellas 'poemas'. El resultado era grotesco, sin sentido, pero algunas mezclas de ideas me gustaban, así que algunos de aquellos engendros los aprovechaba, los retocaba un poco e intentaba darles un mínimo de coherencia. Era divertido crearlos por la temática que trataban, aunque vistos con perspectiva se puede decir que dan miedo de lo malos que son, jeje.
-fragmentos:
La televisión es caníbal, las tumbas bostezan.
Porque la pirámide que vuela encoge el dinero.
Un tiburón se ducha con miedo: plagas?
Habla el fuego con las arañas, muertas de hambre.
La luna cae, ofrece extraterrestres, en el desierto.
Huelo el subperfume de su lunar: me hace feo.
Castillos de arena juegan con mi voluntad, cogen mis lágrimas.
Dinosaurios de placer, mañana dragones,
la losa del demonio sufre de histeria,
llega el macabro más allá. Hecho de babas y lágrimas.
comenta mucho su empeño el ladrón de cementerios,
la araña espera otras lágrimas del cuchillo,
Infraterrestre, ven sufriendo a por mí
y escoge el final que quieras.
No necesita rader arena quien conoce al pirata de la tarde.
Amigos, el trabajo es el canalla peor,
Malo para el bostezo,
El océano se esconde del mundo,
La quietud total angustia a los fantasmas...
En la oscuridad sangrante yace la luna herida.
(Entre los dinosaurios ser mortal era un muermo.)
Hoy es diferente la suerte del cuervo.
-selección:
XI
La maldición del pantano: buscan veneno las ratas.
Tumba piensa que eres alma en pena.
Crepita el cadáver en el cementerio.
La rata del santuario: esa criatura que muere y renace
en la oscuridad.
Arañazos en su alma, el lobo escapa al lago de lágrimas,
yace perdido en el mañana sangriento,
necesita un pozo espeluznante.
Anoche los lagartos comían en silencio.
Odiad al decapitado tridente.
La sangre de tiburón es para los colmillos de la gárgola
caníbal del más allá.
XII
Veneno en ruinas, nublado veneno, soy terror enlosado.
La cueva serpiente va tras cadáver-con-lápida.
El pozo respira, crepita el fuego inmortal.
El ladrón creado agobia a la tribu de pesadilla.
La muerte, en penumbra, desgarra la luna.
Ser infernal, baboso, más allá, deshace con saña almas de rata.
Necesita calaveras contaminadas el espíritu del pantano.
Un tiburón arañó mi cara ayer en silencio.
El extraterrestre, tras el escalofrío de la criatura, renacerá.
XIV
Criatura de la secta.
Un viento sanguinario usurpa el espejo.
El guía de la tribu quiere la mandíbula esta...
Mañana renace el lobo, ayer se ocultó el terror,
a la sombra abominable del cementerio.
Ahuyenta al endiablado ogro de tu losa putrefacta, si puedes, cadáver.
Zombi odia bosque, unas ruinas nublan la noche.
Una piedra escapa del castigo crujido.
Pasa el decapitado que ulula con su daga oculta.
Sin espíritu vigila el monstruo que crepita.
XVI
Mi esqueleto os matará, aun muerto o decapitado.
Suspiro endiablado hoy.
Seré crujido del alma y sangre del espíritu.
Mataré en susurros al hechizo de mi losa profunda,
perdida en un maldito cementerio.
Ahuyentaré la tormenta de las nieblas.
Sin más, me deslizaré chillando entre las macabras ruinas.
Respiraré medio muerto las babas del pánico.
Con un pie y mi calavera escaparé de mi lecho.
Y del abominable dormitorio.
Cual escalofrío espeluznante surgiré,
de entre las sombras de las tinieblas.
XX
Desgarra la niebla un monstruo, persigue al vampiro Bretcha.
Es salvaje y mientras respira masculla ruinas.
Tras la niebla fantasma muchos colmillos aguardan.
Bajo el frío invernal de la extraña noche de luna hiena.
Este loco monstruo sigue a la muerte viviente.
E(se r)astrero salta y escapa de su lado en un suspiro.
Mientras el espeluznante ogro golpea, sudando, la penumbra.
En la espesura del bosque el vampiro ya no espera.
Para ver al malvado de raras intenciones.
Que antes era su paternal protector.
XXII
Extraterrestre súplica.
El viento sopla en la cumbre del Escalafríos,
un murciélago muere de agonía (otro pobre diablo a las tinieblas),
el más allá es rico en bosques (de losas),
yo lo descubrí con mi tenebrosa vista,
el dolor crepita, ataca a días,
tiene réplicas y lagartos,
la alucinante oscuridad indaga en tus demonios,
la mandíbula del pánico sangra,
persiguen las ratas cadáveres,
suspira el murciélago, espera con sigilo sus gotas de sangre,
desolados, los espíritus, acuden y caen al pozo sin fondo.
XXV
'Tanto mejor si está muerto, mejor perdedor, mañana huesos y tierra'.
Piensa con su amigo al frío.
'Necesita salud este perdedor, tu nombre, si eso, será el más grande'.
Sinónimo de cómo quedó al final tras verte masticar su lengua con ruido, de perdedor.
Le ruega después mascar con mal diente su cuidado vientre.
Él calla, le apetece pillarlo despierto,
sus lágrimas y su ombligo son mejor que el paraíso.
XXXVI
Despierta, ven, estás muerto.
La nada te espera.
Olvida tus mundos perdidos.
Este desierto sin fuego te pertenece.
No mires atrás.
Agradece tu destino y ven.
Están todos esperando verte.
Cuida, no pises a estos...
Deja de andar por los suelos, eres aire!
Mañana todo seguirá igual.
Tienes toda la eternidad para llorar si quieres.
XXXVIII
Sangre flotante usurpa las cicatrizadas huellas.
(Suelta un suspiro la luna, llena de pintura).
El peligro que vino del sanatorio lucha en la cueva,
estaba castigado a ver sufrir su espíritu inquieto,
pero el guardián de la celda cayó
y el prisionero arrancó su alma a crujidos.
Hoy un tormento oculto lo persigue por dentro;
Despertando de su pozo, cerrado con silencio,
surge algo por las huellas que más odia.
XXXIX
Un bosque en silencio, atentas sus ramas.
Nadie del más allá querría pisar, ni muerto,
al abominable Abominable.
Junto al silencio de muerte escapa la medicina de la serpiente.
Mientras no hagas ruido ni arañes los hilos
el terreno esconderá sus mosquitos, a la espera.
Si llega el terror que asfixia (el veneno olía mejor)
verás, sobre sus olas de agua salvaje,
algo flotante y macabro que devora lo que eras,
cuando marches al reino de las almas.
XLIII
La piedra del lagarto surgió con el terror:
Huyó el viento salvaje, sangró el pantano
y el diablo naufragó.
Quedó el suelo sin huellas, la selva se tragó sus tribus
y el lobo enmudeció.
En la penumbra yacía una losa inquieta, en silencio empezó a llover,
entonces, un demonio rugió (vencida la losa),
la lluvia lo saluda.
Pasos que salen en busca de alguien, la arena observa el oleaje, espectante.
La furia lo acompaña en su caza: regresa de las sombras
el espíritu del escalofrío.
XLVI
En sepulcro líquido te ahogas.
Muere tu pesado diablo,
te hundes en el mar agotado.
Pues, antes, la criatura vampírica hizo lo suyo.
Te seguía paciente, hasta tu naufragio.
Abierta tu sangre, salió inquieta su sed.
Mientras tus lágrimas caían al mar,
que te ha atrapado con su susurro.
Aquel, tras saciarse, quiso salvarse de la muerte.
Pero pudo más el mar con sus olas.
Ondulantes caéis el diablo y tú,
a las profundidades del líquido.
XLVII
Calavera sin serpiente,
cicatrizadas las grietas, sus lagunas son un remanso de paz.
Calavera sin color,
selladas las salidas, nadie encuentra su lugar.
Calavera sin presente,
apagadas las antorchas, la vista deambula a sus anchas.
Calavera sin destino,
sofocados los alaridos, nadie perturba a los espíritus.
Calavera sin amigos,
congelado el viento, ningún esqueleto tiene frío.
XLVIII
Mano fantasma, aprietas pero no agarras.
La brisa te arrastra hasta las ruinas.
La luna se burla de tu lamento silencioso.
Ninguna historia aguanta hasta el infinito.
Tus pesadillas te acuchillan en la noche.
Ya no hay lágrimas en tu ser.
Todo resbala sobre ti mientras buscas un refugio:
La sólida calma de una lápida.
Lástima que nadie te ceda la suya.
El océano respira, bostezan las nubes
y sigue sediento el diablo muerto.
XLIX
Asustada desliza su maldición al pantano,
contaminada y sin medicina.
Huyó su lado más normal.
Una brisa genial acudió en su auxilio,
la tormenta murmura mientras respira.
Despliega su odio con luz hiriente,
la tierra se espanta y la siguen sus duendes.
Las piedras tiemblan hacia el filo peligroso de la noche.
El vampiro no quiso volar hoy (por si acaso).
LLueve.
El sonido apaga poco a poco su furia
y la luz vuelve a la vida.
LI
Destruido el monasterio por Babas y Lodo,
creado por la hermandad de la Nueva Luz (antes).
Guardan:
Sus huertos putrefactos, restos de seres, de sobra
para los mosquitos que allí habitan.
Los felinos dominan:
El claustro.
Derruidas, las murallas sirven de cobijo
para algunos lobos y serpientes.
La cocina es el reino de las moscas
siempre.
El bosque avanza, en busca de sales, por las celdas.
En la iglesia:
Charcos y ranas bajo la bóveda celeste.
Y los libros yacen, en sus estantes,
roídos por las ratas.
LII
I
Alma miedo, caído pozo,
aurora lejos, arriba.
Frío exhalo, sangre siento,
clavado, quieto, herido.
Lágrimas pánico, dolor animado,
tierra húmeda, resbala.
Sepultado, barro hundido.
Asfixia, lodo ahoga, blando,
muero.
II
Ardo ciego, bajo lento,
siento dentro,
cruel dolor eterno,
agonía.
Arrastrado infierno,
demonios comen muerto,
alma dentro, grito ahogado,
luz muy lejos.
LIII
Una daga traspasa el infinito, se desliza con su aura de pánico,
a su paso deja una estela de dolor y muerte.
Se acerca.
Oculto tras el espejo se oxida un cuchillo, manchado de sangre seca,
su filo se mantiene afilado.
Silbante, la guadaña mellada sesga a sus victimas,
la muerte no tolera a la vida en sus negras tierras.
Alguien clavó unas frías tijeras nuevas a su hijo,
para cortar un escalofrío.
La locura del vecino separó una guillotina chirriante,
con su refrescante impulso le guió al otro mundo.
LIV
Pozo de fuego, el humo cubre tus grietas.
El corsario ahuyenta a la gente con sus babas.
Tu silencio, traidor, roza su brazo.
Moldeable, repta el viento siguiendo a un ogro.
Oculto en las mazmorras murmura un demente, hambriento.
Odia a la luna llena.
Un zombi decapitado deambula por los montes.
Perdido.
En busca de algo que necesita pero que ignora.
Irritante.
Un travieso diablillo arrastra su tridente,
estridente.
LV
El mecanismo que da vida al océano no está roto ni destruido,
pues trabaja oculto.
Su ruido saluda a muchas aves y, con suerte,
algún avión describe su camino sobre sus aguas
animadas.
El mecanismo zumba en la playa para todos
los que cruzan su línea y dejan la isla flotando
sola.
Tal vez tú lo veas cuando te arrastre
al fondo.
-fragmentos:
La televisión es caníbal, las tumbas bostezan.
Porque la pirámide que vuela encoge el dinero.
Un tiburón se ducha con miedo: plagas?
Habla el fuego con las arañas, muertas de hambre.
La luna cae, ofrece extraterrestres, en el desierto.
Huelo el subperfume de su lunar: me hace feo.
Castillos de arena juegan con mi voluntad, cogen mis lágrimas.
Dinosaurios de placer, mañana dragones,
la losa del demonio sufre de histeria,
llega el macabro más allá. Hecho de babas y lágrimas.
comenta mucho su empeño el ladrón de cementerios,
la araña espera otras lágrimas del cuchillo,
Infraterrestre, ven sufriendo a por mí
y escoge el final que quieras.
No necesita rader arena quien conoce al pirata de la tarde.
Amigos, el trabajo es el canalla peor,
Malo para el bostezo,
El océano se esconde del mundo,
La quietud total angustia a los fantasmas...
En la oscuridad sangrante yace la luna herida.
(Entre los dinosaurios ser mortal era un muermo.)
Hoy es diferente la suerte del cuervo.
-selección:
XI
La maldición del pantano: buscan veneno las ratas.
Tumba piensa que eres alma en pena.
Crepita el cadáver en el cementerio.
La rata del santuario: esa criatura que muere y renace
en la oscuridad.
Arañazos en su alma, el lobo escapa al lago de lágrimas,
yace perdido en el mañana sangriento,
necesita un pozo espeluznante.
Anoche los lagartos comían en silencio.
Odiad al decapitado tridente.
La sangre de tiburón es para los colmillos de la gárgola
caníbal del más allá.
XII
Veneno en ruinas, nublado veneno, soy terror enlosado.
La cueva serpiente va tras cadáver-con-lápida.
El pozo respira, crepita el fuego inmortal.
El ladrón creado agobia a la tribu de pesadilla.
La muerte, en penumbra, desgarra la luna.
Ser infernal, baboso, más allá, deshace con saña almas de rata.
Necesita calaveras contaminadas el espíritu del pantano.
Un tiburón arañó mi cara ayer en silencio.
El extraterrestre, tras el escalofrío de la criatura, renacerá.
XIV
Criatura de la secta.
Un viento sanguinario usurpa el espejo.
El guía de la tribu quiere la mandíbula esta...
Mañana renace el lobo, ayer se ocultó el terror,
a la sombra abominable del cementerio.
Ahuyenta al endiablado ogro de tu losa putrefacta, si puedes, cadáver.
Zombi odia bosque, unas ruinas nublan la noche.
Una piedra escapa del castigo crujido.
Pasa el decapitado que ulula con su daga oculta.
Sin espíritu vigila el monstruo que crepita.
XVI
Mi esqueleto os matará, aun muerto o decapitado.
Suspiro endiablado hoy.
Seré crujido del alma y sangre del espíritu.
Mataré en susurros al hechizo de mi losa profunda,
perdida en un maldito cementerio.
Ahuyentaré la tormenta de las nieblas.
Sin más, me deslizaré chillando entre las macabras ruinas.
Respiraré medio muerto las babas del pánico.
Con un pie y mi calavera escaparé de mi lecho.
Y del abominable dormitorio.
Cual escalofrío espeluznante surgiré,
de entre las sombras de las tinieblas.
XX
Desgarra la niebla un monstruo, persigue al vampiro Bretcha.
Es salvaje y mientras respira masculla ruinas.
Tras la niebla fantasma muchos colmillos aguardan.
Bajo el frío invernal de la extraña noche de luna hiena.
Este loco monstruo sigue a la muerte viviente.
E(se r)astrero salta y escapa de su lado en un suspiro.
Mientras el espeluznante ogro golpea, sudando, la penumbra.
En la espesura del bosque el vampiro ya no espera.
Para ver al malvado de raras intenciones.
Que antes era su paternal protector.
XXII
Extraterrestre súplica.
El viento sopla en la cumbre del Escalafríos,
un murciélago muere de agonía (otro pobre diablo a las tinieblas),
el más allá es rico en bosques (de losas),
yo lo descubrí con mi tenebrosa vista,
el dolor crepita, ataca a días,
tiene réplicas y lagartos,
la alucinante oscuridad indaga en tus demonios,
la mandíbula del pánico sangra,
persiguen las ratas cadáveres,
suspira el murciélago, espera con sigilo sus gotas de sangre,
desolados, los espíritus, acuden y caen al pozo sin fondo.
XXV
'Tanto mejor si está muerto, mejor perdedor, mañana huesos y tierra'.
Piensa con su amigo al frío.
'Necesita salud este perdedor, tu nombre, si eso, será el más grande'.
Sinónimo de cómo quedó al final tras verte masticar su lengua con ruido, de perdedor.
Le ruega después mascar con mal diente su cuidado vientre.
Él calla, le apetece pillarlo despierto,
sus lágrimas y su ombligo son mejor que el paraíso.
XXXVI
Despierta, ven, estás muerto.
La nada te espera.
Olvida tus mundos perdidos.
Este desierto sin fuego te pertenece.
No mires atrás.
Agradece tu destino y ven.
Están todos esperando verte.
Cuida, no pises a estos...
Deja de andar por los suelos, eres aire!
Mañana todo seguirá igual.
Tienes toda la eternidad para llorar si quieres.
XXXVIII
Sangre flotante usurpa las cicatrizadas huellas.
(Suelta un suspiro la luna, llena de pintura).
El peligro que vino del sanatorio lucha en la cueva,
estaba castigado a ver sufrir su espíritu inquieto,
pero el guardián de la celda cayó
y el prisionero arrancó su alma a crujidos.
Hoy un tormento oculto lo persigue por dentro;
Despertando de su pozo, cerrado con silencio,
surge algo por las huellas que más odia.
XXXIX
Un bosque en silencio, atentas sus ramas.
Nadie del más allá querría pisar, ni muerto,
al abominable Abominable.
Junto al silencio de muerte escapa la medicina de la serpiente.
Mientras no hagas ruido ni arañes los hilos
el terreno esconderá sus mosquitos, a la espera.
Si llega el terror que asfixia (el veneno olía mejor)
verás, sobre sus olas de agua salvaje,
algo flotante y macabro que devora lo que eras,
cuando marches al reino de las almas.
XLIII
La piedra del lagarto surgió con el terror:
Huyó el viento salvaje, sangró el pantano
y el diablo naufragó.
Quedó el suelo sin huellas, la selva se tragó sus tribus
y el lobo enmudeció.
En la penumbra yacía una losa inquieta, en silencio empezó a llover,
entonces, un demonio rugió (vencida la losa),
la lluvia lo saluda.
Pasos que salen en busca de alguien, la arena observa el oleaje, espectante.
La furia lo acompaña en su caza: regresa de las sombras
el espíritu del escalofrío.
XLVI
En sepulcro líquido te ahogas.
Muere tu pesado diablo,
te hundes en el mar agotado.
Pues, antes, la criatura vampírica hizo lo suyo.
Te seguía paciente, hasta tu naufragio.
Abierta tu sangre, salió inquieta su sed.
Mientras tus lágrimas caían al mar,
que te ha atrapado con su susurro.
Aquel, tras saciarse, quiso salvarse de la muerte.
Pero pudo más el mar con sus olas.
Ondulantes caéis el diablo y tú,
a las profundidades del líquido.
XLVII
Calavera sin serpiente,
cicatrizadas las grietas, sus lagunas son un remanso de paz.
Calavera sin color,
selladas las salidas, nadie encuentra su lugar.
Calavera sin presente,
apagadas las antorchas, la vista deambula a sus anchas.
Calavera sin destino,
sofocados los alaridos, nadie perturba a los espíritus.
Calavera sin amigos,
congelado el viento, ningún esqueleto tiene frío.
XLVIII
Mano fantasma, aprietas pero no agarras.
La brisa te arrastra hasta las ruinas.
La luna se burla de tu lamento silencioso.
Ninguna historia aguanta hasta el infinito.
Tus pesadillas te acuchillan en la noche.
Ya no hay lágrimas en tu ser.
Todo resbala sobre ti mientras buscas un refugio:
La sólida calma de una lápida.
Lástima que nadie te ceda la suya.
El océano respira, bostezan las nubes
y sigue sediento el diablo muerto.
XLIX
Asustada desliza su maldición al pantano,
contaminada y sin medicina.
Huyó su lado más normal.
Una brisa genial acudió en su auxilio,
la tormenta murmura mientras respira.
Despliega su odio con luz hiriente,
la tierra se espanta y la siguen sus duendes.
Las piedras tiemblan hacia el filo peligroso de la noche.
El vampiro no quiso volar hoy (por si acaso).
LLueve.
El sonido apaga poco a poco su furia
y la luz vuelve a la vida.
LI
Destruido el monasterio por Babas y Lodo,
creado por la hermandad de la Nueva Luz (antes).
Guardan:
Sus huertos putrefactos, restos de seres, de sobra
para los mosquitos que allí habitan.
Los felinos dominan:
El claustro.
Derruidas, las murallas sirven de cobijo
para algunos lobos y serpientes.
La cocina es el reino de las moscas
siempre.
El bosque avanza, en busca de sales, por las celdas.
En la iglesia:
Charcos y ranas bajo la bóveda celeste.
Y los libros yacen, en sus estantes,
roídos por las ratas.
LII
I
Alma miedo, caído pozo,
aurora lejos, arriba.
Frío exhalo, sangre siento,
clavado, quieto, herido.
Lágrimas pánico, dolor animado,
tierra húmeda, resbala.
Sepultado, barro hundido.
Asfixia, lodo ahoga, blando,
muero.
II
Ardo ciego, bajo lento,
siento dentro,
cruel dolor eterno,
agonía.
Arrastrado infierno,
demonios comen muerto,
alma dentro, grito ahogado,
luz muy lejos.
LIII
Una daga traspasa el infinito, se desliza con su aura de pánico,
a su paso deja una estela de dolor y muerte.
Se acerca.
Oculto tras el espejo se oxida un cuchillo, manchado de sangre seca,
su filo se mantiene afilado.
Silbante, la guadaña mellada sesga a sus victimas,
la muerte no tolera a la vida en sus negras tierras.
Alguien clavó unas frías tijeras nuevas a su hijo,
para cortar un escalofrío.
La locura del vecino separó una guillotina chirriante,
con su refrescante impulso le guió al otro mundo.
LIV
Pozo de fuego, el humo cubre tus grietas.
El corsario ahuyenta a la gente con sus babas.
Tu silencio, traidor, roza su brazo.
Moldeable, repta el viento siguiendo a un ogro.
Oculto en las mazmorras murmura un demente, hambriento.
Odia a la luna llena.
Un zombi decapitado deambula por los montes.
Perdido.
En busca de algo que necesita pero que ignora.
Irritante.
Un travieso diablillo arrastra su tridente,
estridente.
LV
El mecanismo que da vida al océano no está roto ni destruido,
pues trabaja oculto.
Su ruido saluda a muchas aves y, con suerte,
algún avión describe su camino sobre sus aguas
animadas.
El mecanismo zumba en la playa para todos
los que cruzan su línea y dejan la isla flotando
sola.
Tal vez tú lo veas cuando te arrastre
al fondo.
5 de julio de 2007
24 de junio de 2007
22 de junio de 2007
El señor Espejo (21-6-07)
El señor Espejo tiene un pequeño problema, cuando se mira en un espejo no ve nada.
El señor Espejo piensa que no tener cara es señal de una grave falta de personalidad.
El señor Espejo es un poco vanidoso, le gusta imaginar que es tan apuesto, su belleza tan deslumbrante, que ni los espejos logran reflejarla. Esto apenas lo consuela.
El señor Espejo vive triste y desorientado, nunca sabe cómo se siente por dentro, una y otra vez acude al espejo en busca de signos o señales que le ayuden a comprenderse, pero siempre haya la misma respuesta: el vacío.
El señor Espejo no entiende que esa nada que contempla contiene el infinito, el reflejo sempiterno de la luz, atrapada, rebotando continuamente entre ambos; Que sus ojos tienen el privilegio de ver lo que ningún ser humano puede ver, que su mirada es tan profunda que produce vértigo al propio abismo.
El señor Espejo piensa que no tener cara es señal de una grave falta de personalidad.
El señor Espejo es un poco vanidoso, le gusta imaginar que es tan apuesto, su belleza tan deslumbrante, que ni los espejos logran reflejarla. Esto apenas lo consuela.
El señor Espejo vive triste y desorientado, nunca sabe cómo se siente por dentro, una y otra vez acude al espejo en busca de signos o señales que le ayuden a comprenderse, pero siempre haya la misma respuesta: el vacío.
El señor Espejo no entiende que esa nada que contempla contiene el infinito, el reflejo sempiterno de la luz, atrapada, rebotando continuamente entre ambos; Que sus ojos tienen el privilegio de ver lo que ningún ser humano puede ver, que su mirada es tan profunda que produce vértigo al propio abismo.
19 de junio de 2007
12 de junio de 2007
mi perfil
Dersony = Antonio Nogueras
Mi otro blog:
http://dersonydraws.blogspot.com
Mi otro otro blog:
http://entra-por-los-ojos.blogspot.com
También en:
- twitter.com/dersony
- juventudalagon.blogspot.com
- www.mysofa.es/stamp
Mi otro blog:
http://dersonydraws.blogspot.com
Mi otro otro blog:
http://entra-por-los-ojos.blogspot.com
También en:
- twitter.com/dersony
- juventudalagon.blogspot.com
- www.mysofa.es/stamp
7 de junio de 2007
Besos (5-6-07)
El primer beso que me dio una chica fue en la mejilla, en el colegio, y me pilló totalmente por sorpresa.
Fue algo muy fugaz, yo estaba sentado en el recreo, ella vino por detrás, me besó y se fue, riéndose.
Yo me quedé atontado, sin saber qué hacer.
Al rato me levanté y me fui con mis amigos, no les dije nada pero aun así me miraban divertidos, como si supieran lo que había pasado. Luego fui al servicio y al verme en el espejo lo entendí todo, la chica se había pintado los labios y me había dejado marca.
Aquello me hizo bastante gracia, así que hice como si no me hubiera dado cuenta y me dejé la marca casi todo el día.
Pasaron muchos años hasta que otra chica quiso besarme, pero nunca perdí el recuerdo de aquella primera vez. Tanto es así que le acabé cogiendo afición a eso de ser marcado; Total, que era lo que más deseaba. Sin darme cuenta andaba medio obsesionado por ligar con tías besuconas de labios siempre pintados.
Me conocía todas las marcas de pintalabios, sus colores, sabores, olores, texturas, etc... Poco a poco me fui haciendo con una amplia colección de estos y, en cuanto quedaba con alguna amiga o amante, se los hacía probar y me ofrecía 'desinteresadamente' como conejillo de indias.
Sí, era divertido... Pero no era suficiente, ya que luego, cuando se borraban de mi piel esas señales, me entristecía mucho.
Perder la huella era como perder el recuerdo y yo quería mantenerlo lo máximo posible, así que busqué una manera de lograrlo.
Por eso, cada vez que una mujer me 'manchaba' con sus labios, me iba corriendo a un tatuador que me repasaba el beso con tinta roja y así me quedaba con la marca para siempre. Aquello me complacía mucho, acariciar la zona, recordar el beso allí depositado, y tener la tranquilidad de que nunca desaparecería; Qué satisfacción, qué alegría, qué subidón para mi autoestima.
Lentamente mi piel se fue llenando de besos. Sólo tenía una norma, nada de superponer besos, todos eran únicos y especiales, merecían ese respeto.
Así, llegó un día en que mi cuerpo quedó lleno de besos por completo, no cabía ni uno más. Aquello me entristeció, ¿qué haría ahora?
Parecía un leopardo con sarampión, la gente me miraba raro por la calle, ya no atraía a las mujeres y estaba arruinado de tanto tatuaje.
Menos mal que una discoteca me contrató como animador, volví a sentirme deseado, era el centro de la atención y mi espectáculo encantaba a las tías, que luego se enrollaban conmigo y jugaban a besar todos mis besos.
Era un rollo un poco fetichista y tal, pero no me importaba demasiado, lo malo es que, al final, me habían besado tantas veces en los mismos puntos tantas mujeres, que el recuerdo por el que me los había hecho se desvaneció, ya no significaban nada, me sentía vacío, sucio, grotesco.
Dejé aquella vida, me retiré a una zona tranquila, solo, a pensar por qué ya nada me complacía.
Me pesaba enormemente el camino que había seguido y, sobre todo, me entristecía lo que había conseguido con ello: nada.
Me notaba hueco por dentro, profundamente desolado, sin saber qué hacer con mi vida, con esa estúpida cáscara manchada que era lo único que me quedaba.
Y, para colmo de males, los tatuajes se iban descolorando; Aquello sí que no iba a permitirlo. Empecé a ir de nuevo al tatuador, a repasarlos para que no desaparecieran.
Entonces me di cuenta de una cosa, después de tanto tiempo, echaba de menos el dolor de las agujas. Me traen algunos recuerdos y en cierta manera eso me tranquiliza.
Hum, puede que este sea el camino a seguir ahora.
Creo que me voy a aficionar a las agujas,,,
Fue algo muy fugaz, yo estaba sentado en el recreo, ella vino por detrás, me besó y se fue, riéndose.
Yo me quedé atontado, sin saber qué hacer.
Al rato me levanté y me fui con mis amigos, no les dije nada pero aun así me miraban divertidos, como si supieran lo que había pasado. Luego fui al servicio y al verme en el espejo lo entendí todo, la chica se había pintado los labios y me había dejado marca.
Aquello me hizo bastante gracia, así que hice como si no me hubiera dado cuenta y me dejé la marca casi todo el día.
Pasaron muchos años hasta que otra chica quiso besarme, pero nunca perdí el recuerdo de aquella primera vez. Tanto es así que le acabé cogiendo afición a eso de ser marcado; Total, que era lo que más deseaba. Sin darme cuenta andaba medio obsesionado por ligar con tías besuconas de labios siempre pintados.
Me conocía todas las marcas de pintalabios, sus colores, sabores, olores, texturas, etc... Poco a poco me fui haciendo con una amplia colección de estos y, en cuanto quedaba con alguna amiga o amante, se los hacía probar y me ofrecía 'desinteresadamente' como conejillo de indias.
Sí, era divertido... Pero no era suficiente, ya que luego, cuando se borraban de mi piel esas señales, me entristecía mucho.
Perder la huella era como perder el recuerdo y yo quería mantenerlo lo máximo posible, así que busqué una manera de lograrlo.
Por eso, cada vez que una mujer me 'manchaba' con sus labios, me iba corriendo a un tatuador que me repasaba el beso con tinta roja y así me quedaba con la marca para siempre. Aquello me complacía mucho, acariciar la zona, recordar el beso allí depositado, y tener la tranquilidad de que nunca desaparecería; Qué satisfacción, qué alegría, qué subidón para mi autoestima.
Lentamente mi piel se fue llenando de besos. Sólo tenía una norma, nada de superponer besos, todos eran únicos y especiales, merecían ese respeto.
Así, llegó un día en que mi cuerpo quedó lleno de besos por completo, no cabía ni uno más. Aquello me entristeció, ¿qué haría ahora?
Parecía un leopardo con sarampión, la gente me miraba raro por la calle, ya no atraía a las mujeres y estaba arruinado de tanto tatuaje.
Menos mal que una discoteca me contrató como animador, volví a sentirme deseado, era el centro de la atención y mi espectáculo encantaba a las tías, que luego se enrollaban conmigo y jugaban a besar todos mis besos.
Era un rollo un poco fetichista y tal, pero no me importaba demasiado, lo malo es que, al final, me habían besado tantas veces en los mismos puntos tantas mujeres, que el recuerdo por el que me los había hecho se desvaneció, ya no significaban nada, me sentía vacío, sucio, grotesco.
Dejé aquella vida, me retiré a una zona tranquila, solo, a pensar por qué ya nada me complacía.
Me pesaba enormemente el camino que había seguido y, sobre todo, me entristecía lo que había conseguido con ello: nada.
Me notaba hueco por dentro, profundamente desolado, sin saber qué hacer con mi vida, con esa estúpida cáscara manchada que era lo único que me quedaba.
Y, para colmo de males, los tatuajes se iban descolorando; Aquello sí que no iba a permitirlo. Empecé a ir de nuevo al tatuador, a repasarlos para que no desaparecieran.
Entonces me di cuenta de una cosa, después de tanto tiempo, echaba de menos el dolor de las agujas. Me traen algunos recuerdos y en cierta manera eso me tranquiliza.
Hum, puede que este sea el camino a seguir ahora.
Creo que me voy a aficionar a las agujas,,,
31 de mayo de 2007
Los ermitaños (0-5-07)
Había una vez una joven que estaba cansada de vivir entre la gente, harta de tanta multitud anónima, indiferente, burda, despreciable.
Así que, en cuanto pudo, se deshizo de todas sus cosas y viajó a la región más apartada posible, lejos de la humanidad. Allí, buscó el pico más alto, lo escaló y se sentó en la cima.
A partir de entonces dedicó su vida a la contemplación.
Se había colocado mirando hacia oriente, por lo que cada día veía amanecer y seguía al sol en su trayectoria hasta que salía de su campo de visión. Luego, por la tarde, contemplaba la progresión de las sombras hasta que anochecía.
Nunca se movía de su sitio, no se sabe cómo ni de qué vivía, pero el tiempo pasaba y ella seguía allí.
Pasaron los años y con ellos llegó su vejez, ahora era un harapo arrugado lleno de telarañas, sostenido por cuatro huesos mal apilados.
Tal vez por la edad, la ermitaña había perdido el gusto por los amaneceres y, por ello, un día hizo algo inaudito, se incorporó, se dio media vuelta y se volvió a sentar; Se dedicaría a contemplar los atardeceres, algo más propio de alguien en vías de extinción.
Pero, aquel cambio trajo consigo un grave inconveniente: justo delante, no muy lejos, había un ermitaño sentado sobre un pico, mirando hacia donde ella estaba.
Esa irritante presencia despertó viejos fantasmas incómodos, a punto estuvo de levantarse e irse, pero no lo hizo.
Poco a poco aprendió a ignorarlo, a tolerarlo como una parte más del paisaje. Además, tanto amanecer había mermado considerablemente su visión, que, con el paso de los días, se iba apagando. Ya sólo distinguía algunas formas entre la penumbra durante el mediodía, el resto del tiempo sólo veía tinieblas y una pequeña y agónica bombilla que descendía y se ocultaba tras el horizonte cada día.
Mientras tanto, la humanidad llegó a su colapso, falló el sustento y todos se devoraron y aniquilaron salvajemente entre sí, en medio del mayor caos, espanto y horror.
Hasta que ya no quedó nadie sobre la tierra, salvo los ermitaños; Que no se enteraron de nada y que, aunque lo hubieran sabido, seguramente no habrían hecho nada por repoblar la tierra.
Así, un día, murieron, silenciosamente, y con ellos desapareció para siempre la humanidad. Digno punto final para una especie tan desastrosa y dañina.
Así que, en cuanto pudo, se deshizo de todas sus cosas y viajó a la región más apartada posible, lejos de la humanidad. Allí, buscó el pico más alto, lo escaló y se sentó en la cima.
A partir de entonces dedicó su vida a la contemplación.
Se había colocado mirando hacia oriente, por lo que cada día veía amanecer y seguía al sol en su trayectoria hasta que salía de su campo de visión. Luego, por la tarde, contemplaba la progresión de las sombras hasta que anochecía.
Nunca se movía de su sitio, no se sabe cómo ni de qué vivía, pero el tiempo pasaba y ella seguía allí.
Pasaron los años y con ellos llegó su vejez, ahora era un harapo arrugado lleno de telarañas, sostenido por cuatro huesos mal apilados.
Tal vez por la edad, la ermitaña había perdido el gusto por los amaneceres y, por ello, un día hizo algo inaudito, se incorporó, se dio media vuelta y se volvió a sentar; Se dedicaría a contemplar los atardeceres, algo más propio de alguien en vías de extinción.
Pero, aquel cambio trajo consigo un grave inconveniente: justo delante, no muy lejos, había un ermitaño sentado sobre un pico, mirando hacia donde ella estaba.
Esa irritante presencia despertó viejos fantasmas incómodos, a punto estuvo de levantarse e irse, pero no lo hizo.
Poco a poco aprendió a ignorarlo, a tolerarlo como una parte más del paisaje. Además, tanto amanecer había mermado considerablemente su visión, que, con el paso de los días, se iba apagando. Ya sólo distinguía algunas formas entre la penumbra durante el mediodía, el resto del tiempo sólo veía tinieblas y una pequeña y agónica bombilla que descendía y se ocultaba tras el horizonte cada día.
Mientras tanto, la humanidad llegó a su colapso, falló el sustento y todos se devoraron y aniquilaron salvajemente entre sí, en medio del mayor caos, espanto y horror.
Hasta que ya no quedó nadie sobre la tierra, salvo los ermitaños; Que no se enteraron de nada y que, aunque lo hubieran sabido, seguramente no habrían hecho nada por repoblar la tierra.
Así, un día, murieron, silenciosamente, y con ellos desapareció para siempre la humanidad. Digno punto final para una especie tan desastrosa y dañina.
Crescendo (23-5-07)
La vida moderna nos hace ir cada vez más rápido a todas partes, cada vez tenemos más prisa y menos tiempo para hacer las cosas, vivimos a un ritmo de locos, estresante, hiperacelerado.
El ritmo que marca y exige el dinero.
Tú, miserable esclavo, no tienes derecho a retener en tu poder el dinero que se te entrega a cambio de tu trabajo, debes gastarlo lo más rápido posible, sin pensar, para que vuelva a nuestras manos, a sus auténticos dueños, y podamos seguir exprimiendo tu vida, que también nos pertenece, por supuesto.
Así pues, cada segundo cuenta, y para ello se fabrican medios de transporte cada vez más y más veloces.
Una consecuencia inesperada de esto es la leve aceleración de la Tierra en su movimiento de rotación, que se ha producido de la siguiente manera:
Cada vez que un vehículo frena proyecta su energía cinética hacia la Tierra, y si esa fuerza se ejerce en la misma dirección en la que gira la Tierra, entonces incrementa sutilmente el impulso de esta.
Se podría argumentar que este empuje queda contrarrestado con el emitido en sentido opuesto al arrancar el vehículo, pero lo que pasa es que el arranque es siempre más progresivo y la inercia hace que el frenado genere un excedente de energía que es el que se traslada a la Tierra.
Ahora bien, estas fuerzas en un principio eran muy pequeñas, caóticas y dispersas como para producir ningún efecto.
El caso es que, no se sabe muy bien cómo, dichas fuerzas, por una cuestión de entropía, se han distribuido y canalizado de tal modo que causan esta alteración.
A su vez, esta nueva rotación hace que el día sea un poco más corto, lo que hace que la gente corra más, lo que hace que el día se acorte, lo que hace que... etc.
Y así vamos todos, girando como locos, sin poder dormir, ni comer, ni pensar en pararnos a pensar en pararnos; Bailando esta absurda y grotesca danza macabra, como títeres sin cerebro; Descontrolados, desquiciados, desencajados; En raudo torbellino hacia nuestro estúpido y merecido final, que llegará cuando la fuerza centrífuga supere a la de la gravedad y salgamos todos despedidos de esta bola girante alocada.
El ritmo que marca y exige el dinero.
Tú, miserable esclavo, no tienes derecho a retener en tu poder el dinero que se te entrega a cambio de tu trabajo, debes gastarlo lo más rápido posible, sin pensar, para que vuelva a nuestras manos, a sus auténticos dueños, y podamos seguir exprimiendo tu vida, que también nos pertenece, por supuesto.
Así pues, cada segundo cuenta, y para ello se fabrican medios de transporte cada vez más y más veloces.
Una consecuencia inesperada de esto es la leve aceleración de la Tierra en su movimiento de rotación, que se ha producido de la siguiente manera:
Cada vez que un vehículo frena proyecta su energía cinética hacia la Tierra, y si esa fuerza se ejerce en la misma dirección en la que gira la Tierra, entonces incrementa sutilmente el impulso de esta.
Se podría argumentar que este empuje queda contrarrestado con el emitido en sentido opuesto al arrancar el vehículo, pero lo que pasa es que el arranque es siempre más progresivo y la inercia hace que el frenado genere un excedente de energía que es el que se traslada a la Tierra.
Ahora bien, estas fuerzas en un principio eran muy pequeñas, caóticas y dispersas como para producir ningún efecto.
El caso es que, no se sabe muy bien cómo, dichas fuerzas, por una cuestión de entropía, se han distribuido y canalizado de tal modo que causan esta alteración.
A su vez, esta nueva rotación hace que el día sea un poco más corto, lo que hace que la gente corra más, lo que hace que el día se acorte, lo que hace que... etc.
Y así vamos todos, girando como locos, sin poder dormir, ni comer, ni pensar en pararnos a pensar en pararnos; Bailando esta absurda y grotesca danza macabra, como títeres sin cerebro; Descontrolados, desquiciados, desencajados; En raudo torbellino hacia nuestro estúpido y merecido final, que llegará cuando la fuerza centrífuga supere a la de la gravedad y salgamos todos despedidos de esta bola girante alocada.
30 de mayo de 2007
Los dragones (0-4-07)
Hace mucho, mucho tiempo, el mundo estaba lleno de dragones.
Había muchas especies diferentes, pero todos tenían en común la capacidad de escupir fuego; Lo que pasa es que cuando hacían esto se quemaban también ellos y se convertían en cenizas.
Al principio eran muy tontos y desaparecieron casi todos enseguida, los que quedaron fue porque aprendieron a no enfadarse, entonces vieron que podían vivir muchos años, y, conforme pasaba el tiempo, se fueron volviendo aún más listos y pacíficos.
Ya no peleaban entre sí ni se comían a la gente; Los humanos, con su escasa inteligencia, ya no representaban ningún problema para su existencia, eran los reyes de la creación, no tenían depredadores naturales, así que vivían tranquilamente, a sus anchas.
Lo malo es que se acomodaron tanto que incluso dejaron de reproducirse y, poco a poco, fueron desapareciendo.
Los últimos dragones se encontraban en China, allí convivían con los humanos en armonía, ya que estos los respetaban y consultaban como fuentes de sabiduría vivientes, el problema estaba en que, la mayor parte de las veces, los humanos no alcanzaban a comprender el significado de sus respuestas, tanta era la diferencia; Aun así, el pueblo chino siguió acogiéndolos, y alguna cosa sí que aprendieron.
Según envejecían, los dragones se volvían más estáticos, silenciosos, profundos.
Habían vivido tanto tiempo, tenían tanta experiencia y conocimiento que al final alcanzaron la sabiduría plena.
Esto produjo una transformación lenta, discreta, extraordinaria, en su cuerpo, que, poco a poco, se convertía en oro.
Así, un día, los chinos se encontraron con que, los dragones, se habían convertido en inmensas estatuas de oro macizo.
En cualquier otro lugar del mundo aquello habría despertado la codicia de la gente, se habrían peleado y matado hasta lograr un pedazo de oro y las estatuas habrían quedado destrozadas.
Pero los chinos supieron ver que aquellos dragones se habían vuelto auténticas deidades, dignas de veneración, y, desde luego, aquellas estatuas eran sagradas y debían cuidarlas y preservarlas en perfecto estado.
Por ello construyeron, en torno a cada una de ellas, magníficos templos, y, alrededor de cada templo, creció, poco a poco, una ciudad, rica y próspera.
Y así fue como nacieron las grandes ciudades de China.
Había muchas especies diferentes, pero todos tenían en común la capacidad de escupir fuego; Lo que pasa es que cuando hacían esto se quemaban también ellos y se convertían en cenizas.
Al principio eran muy tontos y desaparecieron casi todos enseguida, los que quedaron fue porque aprendieron a no enfadarse, entonces vieron que podían vivir muchos años, y, conforme pasaba el tiempo, se fueron volviendo aún más listos y pacíficos.
Ya no peleaban entre sí ni se comían a la gente; Los humanos, con su escasa inteligencia, ya no representaban ningún problema para su existencia, eran los reyes de la creación, no tenían depredadores naturales, así que vivían tranquilamente, a sus anchas.
Lo malo es que se acomodaron tanto que incluso dejaron de reproducirse y, poco a poco, fueron desapareciendo.
Los últimos dragones se encontraban en China, allí convivían con los humanos en armonía, ya que estos los respetaban y consultaban como fuentes de sabiduría vivientes, el problema estaba en que, la mayor parte de las veces, los humanos no alcanzaban a comprender el significado de sus respuestas, tanta era la diferencia; Aun así, el pueblo chino siguió acogiéndolos, y alguna cosa sí que aprendieron.
Según envejecían, los dragones se volvían más estáticos, silenciosos, profundos.
Habían vivido tanto tiempo, tenían tanta experiencia y conocimiento que al final alcanzaron la sabiduría plena.
Esto produjo una transformación lenta, discreta, extraordinaria, en su cuerpo, que, poco a poco, se convertía en oro.
Así, un día, los chinos se encontraron con que, los dragones, se habían convertido en inmensas estatuas de oro macizo.
En cualquier otro lugar del mundo aquello habría despertado la codicia de la gente, se habrían peleado y matado hasta lograr un pedazo de oro y las estatuas habrían quedado destrozadas.
Pero los chinos supieron ver que aquellos dragones se habían vuelto auténticas deidades, dignas de veneración, y, desde luego, aquellas estatuas eran sagradas y debían cuidarlas y preservarlas en perfecto estado.
Por ello construyeron, en torno a cada una de ellas, magníficos templos, y, alrededor de cada templo, creció, poco a poco, una ciudad, rica y próspera.
Y así fue como nacieron las grandes ciudades de China.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)