"Sin amor no hay libertad, sino egoísmo que es el infierno."

aviso

Este blog no está recomendado para menores, así que tú mismo con tu mecanismo.

fin del aviso



2 de agosto de 2009

aprenda a decir la hora

Cuando la saeta pequeña señala al 9 y la grande al 10 son: Las nueve y diez. Cuando la saeta pequeña señala al 12 y la grande al 5 son: Las doce y cinco. Cuando la saeta pequeña señala al 1 y la grande al 7 son: La una y siete. Cuando la saeta pequeña señala al 4 y la grande está entre el 11 y el 12 son: Las cuatro y media (se dice 'y media' cuando la saeta está entre dos números). Cuando la saeta pequeña señala al 6 y la grande también al 6 son: Las seis en punto (se dice 'en punto' cuando las dos saetas están en el mismo número). Cuando la saeta pequeña señala al 3 y la grande al 1 y el segundero al 5 son: Las tres y quince (para señalar horas más avanzadas hace falta un reloj con segundero*). *Sólo se usa en casos muy especiales.

Jota Erre

JRR: Bueno, qué broma es esta? Qué es eso de convertir los nombres en siglas?
BW: Es algo muy yanqui diría yo, muy 'cul', muy chic.
GG: A mis treinta y seis años ya todo me da igual.

HG: En cierto modo tiene su gracia, le hace sentirse a uno como invisible.
PK: Bien dicho, Hache-Ge. A muchos les quitas lo acostumbrado y se hunden en el abismo, jeje.
RA: Me alegra verte tan dicharachero, Pe-Ka...
PK: oh, Erre-A, tu aquí! Te debo la vida, hermano.
RA: Qué exagerado.

HP: Veamos, parece que la providencia nos ha reunido aquí con algún propósito...
CA: Cthulhu Fhtang!
RE: Jaja, qué chalado.
HP: Hombre, Bob Dos-Pistolas, cuánto tiempo.
RE: Si, Hache-Pe, pero... Vaya, tendrás que cambiarme el mote porque ahora las pistolas no me traen buen recuerdo.
JG: Alguien sabe dónde está el urinario? La próstata me está matando.

CA: Hola! Si está mi amigo Jota-Erre-Erre. Cómo va eso, viejo? Sigues jugando con runas?
JRR: Qué gracioso. Y tú, has salido ya del armario? Jaja.
RL: Me pone enfermo estar así. Nadie tendrá una petaca, no?

RL: Ah... Bueno, pues habrá que darle a la sinhueso. A ver, se supone que tenemos que hablar de algo, no?
ER: Según ese cartel hay que conversar sobre los nombres compuestos.
HD: Yo tengo un lápiz...

HD: ...Por si alguien lo necesita...

HD: Qué pasa... Ni que fuera tan raro.
RW: No les hagas caso, amigo, estos no se enteran.

EM: Pues hala, rapidito con la cháchara, que me quiero volver a casa.
ETA: En fin, a mí me sugieren doble personalidad...
PK: Pff, que chorrada más grande.
ETA: Qué pasa, quieres que te casque o qué?
RL: Desde luego... Qué poco aguante. Cof, cof. No hace frío aquí?

FS: Aunque también suenan a culebrón barato: Ay, Roberto-Luis, lo amo con toda mi alma...
JM: Ji ji. Yo lo que he oído es que los asesinos siempre tienen nombres compuestos.
JD: Elemental.
AC: Eso me suena.

EA: Diablos, qué tema más absurdo.
WS: Caramba, E-A, qué sorpresa y qué privilegio tenerle entre nosotros. Cómo se encuentra de ánimo?
EA: Mi pobre alma ya está mejor, gracias.
PK: Y esos modales, Uvedoble-Ese, de dónde salen? Que te tengo calado, 'Guillermo Tell'...
WS: Bah, vete al infierno, pirado.

EE: Haya calma amigos, no pongamos los puntos sobre las íes.
JK: Por mí bien, pero preferiría que esos dejaran de mirarme al escote. Babosos!
UK: Déjamelos a mí, yo les voy a enseñar lo que es una mujer.
WH: Arr, qué estampa de pesadilla!
WB: Por dios, señora, que hay menores delante.
JM: Lo dices por mí?
JK: Oy, se ha asustado el chiquitín? Ven con mamá, anda.

DH: Basta ya, panda de degenerados...
EM: Habló el marqués.
UK: Ha sido culpa de ese don nadie.
HP: Deja tranquilo a Uvedoble-Hache.
HR: No, fue ella. Ella empezó provocando, la muy bruja.
JK: Oh, lo que hay que oir!

JM: Perdón. A-Ce, Erre-Ele, no me había dado cuenta, que alegría veros!
RL: Si, Jota-Eme, hace una eternidad, pero no has cambiado nada...
AC: Qué tal si nos dejamos de chistes malos y hablamos de cosas sustanciales?
RA: Sí, del plagio, por ejemplo.
AC: Ejem, no nos desviemos del tema, hombre...

WS: Yo paso, esto no va a ninguna parte.
TS: Estamos en tierra baldía.
ST: Qué te esperabas, Xanadú?
FS: Yo me vuelvo a mi celda, chao.
HG: Parece que ya se nos ha terminado el tiempo. Francamente, me lo he pasado muy bien. A ver cuándo repetimos, colegas.

Dramatis personæ.
En orden 'arsabético' (como dicen los de allende).

AC - Arthur Conan
BW - Brian Wilson
CA - Clark Ashton
CS - Clive Staples
DH - David Herbert
EA - Edgar Allan
EE - Edward Estlin
EM - Edward Morgan
ER - Edgar Rice
ETA - Ernest Theodor Amadeus
FS - Francis Scott
GG - George Gordon
HD - Henry David
HG - Herbert Georges
HP - Howard Phillips
HR - Henry Rider
JD - Jerome David
JG - James Graham
JK - Joanne Kathleen
JM - James Matthew
JRR - John Ronald Reuel
PK - Philip Kindred
RA - Robert Anson
RE - Robert Ervin
RL - Robert Louis
RW - Ralph Waldo
ST - Samuel Taylor
TS - Thomas Stearns
UK - Ursula Kroeber
WB - William Butler
WH - William Hope
WS - William Seward

(Los apellidos te dejo que los adivines tú solo, jeje.)

el desierto blanco

Nos encontramos en una región remota, recóndita, ignota, incógnita.
El espacio se presenta ante nuestros ojos limpio, puro, vacío.
La superficie brilla inmaculada hasta perderse en el horizonte.
Lo mismo sucede con el cielo.

Así pues la vista vaga libre frente a semejante, increíble, fantasmal tabula rasa. Uno pasea la mirada por sus suaves formas onduladas y se maravilla con su perfecta blancura.

Lógicamente la contemplación de este paisaje apenas proporciona info... Espera! Me parece que veo una figura...
Ahí, al fondo. Ven, vamos a verla más de cerca.

Hola! Qué te parece, se trata de un esquimal, pescando por el típico agujero practicado en el hielo. Ah, entonces es que estamos en alguna región polar. Ya siento como silba el viento helador a nuestro rededor. Brr, qué inhóspita frialdad, qué desoladora soledad. Es angustiosa, hay que estar bien curtido para soportar esta temperatura.

Ah, cómo cala el frío en los huesos, creo que me voy a quedar congelado...

Eh, pero... Eso qué es? Vaya, un camello (o dromedario)! Se puede saber qué hace aquí un camello (o dromedario)? Y, ahí: Una jaima!

...Vale, ya sé lo que ha pasado, me he dejado engañar por un espejismo. Estamos en un desierto, un terrible desierto ardiente, hirviente, blanco. Buff, qué inhóspita sequedad, qué desolador silencio. Fíjate cómo ondulan las cosas por la refracción del aire. Es asfixiante, hay que estar bien curtido para soportar esta temperatura.

Ah, cómo abrasa la arena, creo que voy a desfallecer...
Mira esa nube de polvo, parece que se acerca alguien.

Pe...Pero, eso es un motoesquí! Qué pasa, esto es cachondeo o qué?
Y ahí: Un iglú! Ah...

...Vale, vale. Ya sé lo que está pasando. Perdón, creo que deliro.
Tal vez era un sueño lo del desierto...
Pero no! Porque ahí, al lado justo del iglú, hay un oasis, con palmeras y todo! Y más allá se ve un barco ballenero, rompiendo las placas de hielo. Y justo por encima asoma un 4x4, corriendo por las dunas como un loco! Y eso de ahí son mamuts? Y qué hacen esos tuaregs persiguiéndolos?

Mientras, por el otro lado, se ve a unas chicas en bikini jugando a bolei plalla (ay dios, ya se me está alterando hasta la ortografía) y unos críos haciendo castillos de arena. Y enfrente, justo delante de ellos, un sonriente muñeco de nieve!

Y por ahí sale el periscopio de un submarino, y ahí llega 'Papá Noé' (como dicen los de allende) con su trineo. Y de dónde ha salido esa momia viviente? Adónde irá, envuelta con sus vendajes, andando como un sonámbulo?

Y ahora encima se levanta el siroco, y se pone a nevar!
Y a mí me entra la tiritera, sólo que no sé si de frío o de calor. Y un coyote le acaba de robar la pesca al esquimal y un oso polar está encaramado sobre una palmera, tratando de tirar algunos cocos. Y hay unas jaguallanas por ahí bailando y tirando pétalos de rosa como en una boda.

Y una foca juega con un arbusto rodante. Y, ay madre!, un yeti sale de la jaima fumando narguile como si tal cosa. Y una ballena asoma entre las dunas para tomar aire, levantando una nube de polvo con su orificio. Y cruza saltando un canguro con un pingüino en su bolsa (ya ni me molesto en poner signos de exclamación. Pa qué, si esto es de locos). Y unos rusos, salidos de no sé dónde, se ponen a bailar kalinka.

Y, oh dios, no lo soporto, un surfero echa carreras con un esquiador, entre la maquinaria oxidada de una mina de sal abandonada. Y una máquina quitanieves arrolla a unos sherpas que bebían daiquiris tumbados en la arena. Y el cielo se llena de todo tipo de nubes, altas, bajas, claras, oscuras... Y DEBAJO de ellas se ve el sol, y la luna. Y el arcoiris, y la aurora boreal dibuja un garabato encima de él, tachándolo, como si le tuviera rabia.

Y un superbólido llega a toda mecha, frenando con paracaídas. Y (éramos pocos y parió la abuela) llegan los de 'grinpis' y se ponen a protestar, vete a saber por qué. Y un camello (o dromedario) saca la cabeza por la entrada del iglú. Y al fondo asoma un barco lleno de vikingos. Y un bobsleig se hunde lentamente en las arenas movedizas. Y un ejército de alfombras voladoras cubre el cielo, y llegan los indios, y los vaqueros (que se tropiezan con las estalagmitas). Y los buitres siguen a unas patinadoras artísticas. Y aterriza un módulo lunar entre los cactus. Y, y... Y, yajh jaj jahj jajajaaa...

collage hermético

[...] Hermes. Pero no vacilaré en hablar de lo que me viene al pensamiento. [...] Pues según el punto de vista al que me conduce mi pensamiento, es deber del hombre no mostrar la aquiescencia en su estado. [...]
Te diré, hijo mío, lo que oí decir al Agathos Daimon. Si hubiese puesto por escrito lo que dijo, habría conferido un gran beneficio a la raza humana. [...]

Vino a verme un ser de vasta e ilimitada [...],que me llamó por mi nombre y me dijo: [...]

Quién eres tú? [...]

Al momento, el Rey se alzó de su asiento y dijo: [...], es tiempo para mí de que cuide del entretenimiento de mis invitados. [...] Y entonces ellos escucharon, se reunieron alrededor de mí en común acuerdo. Y yo dije: [...]

Oh hombres! Adónde sois barridos? Estáis borrachos; habéis bebido la fuerte bebida, [...] os ha dominado, y ahora estáis vomitando [...]
Cuán ciegos son los hombres! Cuán impíos, cuán obtusos! [...]

Y algunos de ellos mofáronse de mis palabras, y se distanciaron. [...] Qué necios son los hombres! [...]
Pero otros me buscaron para ser enseñados, y se arrojaron a mis pies. [...]
Y cuando ellos hubieron realizado [...] cada uno de ellos se retiró a su propio lecho. [...] Y me hallé enormemente contento, pues estaba plenamente saciado con aquello que anhelaba. [...]

Y Poimandres habló para que yo lo escuchara, y me dijo: 'Entiendes el significado de lo que has visto?' [...]

Pero dime, dije yo. [...]

Calla, ordenó Poimandres, aún no acabé de explicar esta primera cosa. Ve que estoy callado, respondí yo. [...]

Oh, hombre, [...] no hables de ese modo. [...]
Y ahora te diré aquello que has estado anhelando escuchar. [...]
Aprende lo que quiero decir, dijo él. [...]

Y a ello dije yo: Ahora en verdad, Poimandres, mi deseo es fuerte [...]

Cuando hubo obtenido a aquel de quien estaba enamorado, lo envolvió en su abrazo, y se mezclaron en uno solo; pues estaban enamorados el uno del otro. [...]
Con manos poderosas, como si dijéramos, arrancando de las plantas los olores más dulces. [...]

[...] Muy bien me has enseñado todo, [...], dije yo, tal como lo deseaba. [...]

Y Poimandres dijo: Este es el secreto que ha sido mantenido oculto hasta este día. [...]
Así habló Poimandres. Pero dime también esto, dije yo. [...]

Oh, hombre, respondió él, parece que no has atendido a lo que has escuchado. No te conminé a que tomaras cuenta de mis palabras? Así lo hago, admití yo, y guardo en la memoria lo que me has dicho, y más aún, te estoy agradecido por ello. [...]
Oh, hombre, dijo él, has entendido correctamente. [...]

Dije yo: Te doy las gracias por esto. [...]

Y así, si los hombres captan con su pensamiento lo que he dicho, lo creerán; pero si no lo captan con su pensamiento, no lo creerán. [...]

Ascl. Así es. [...]

Acabo de confesar mi debilidad; pero me parece [...] que voy a hacer una música correcta y agradable. [...]
Pues si tienes buen cuidado en poner a un lado los argumentos contenciosos, hijo mío, descubrirás que en verdad [...]
Incluso aquellos que son capaces de embeberse algo más que otros [...] son sumidos una y otra vez [...]
Como dije, pues han obtenido de los daimones las semillas de las que [...]
Brotan de raíces que ascienden desde abajo. [...]
Aquellas [...] tienen raíces que se extienden hacia abajo desde lo alto en dirección a ellas [...]

Pues, al igual que un buen campesino, les da la renovación sembrando la semilla [...]
Mira un campesino sembrando la semilla, aquí trigo, allí cebada, y en otro sitio algún otro tipo de semilla. Mira cómo planta ahora una vid, luego un manzano, y árboles de otras especies. [...]

Y por encima de todo la investigación de aquello que es más elevado y comprensivo; y de esa suerte es aquello que afecta a nuestro presente examen. [...]
Pues ello tiene un poder peculiar en sí mismo; se posesiona de quienes han alcanzado la visión de ello, y los atrae hacia arriba, igual que los hombres dicen que la piedra imán atrae al hierro. [...]

Capta el significado de mis palabras; pues si lo captas, aquello que a los muchos les parece oculto, devendrá muy manifiesto para ti. Pues todo lo que es manifiesto ha sido traído a la existencia; pues ha sido manifestado. [...]

Hasta aquí [...] te he mostrado la verdad. Piensa en todo lo demás de modo semejante por ti mismo, y no te engañarás. [...]
Pero esto lo aprenderás de mi discurso de hoy, si escuchas con solícita atención. [...]
Atiende, pues, Asclepio. [...]

Ascl. De acuerdo. [...]

Esto es una filosofía no mancillada por los anhelos intrusos de un conocimiento inútil. [...]

Ascl. Correcto y cierto, Trismegisto. [...]

Y que a partir de su energía sempiterna suministra a este mundo también su parte asignada de duración interminable... [...]

Ascl. Con seguridad. [...]

Mezclando y fusionando porciones de cada una de estas sustancias en la medida adecuada [...]
Las de un tipo son alimentadas con dos clases de alimentos; el otro tipo, con alimento de una sola clase. [...]
Y es eso lo que mueve tanto al cuerpo de quien porta una cosa, como al cuerpo de la cosa portada. [...]

Ascl. Ciertamente debe serlo. [...]

Cada uno de los inteligibles es uno, y la mismidad es su esencia [...]
Es un objeto del pensamiento ante todo para sí mismo, pero [...] es un objeto del pensamiento para nosotros, no para sí mismo. [...]
Es, por consiguiente, apropiado para nosotros pensar, y así pensando, maravillarnos, y maravillándonos, considerarnos bendecidos. [...]

Ascl. Coincide con lo que dices [...]

Por ejemplo, en los cuadros vemos las cimas de las montañas que se alzan, aunque el cuadro mismo sea liso y plano [...]
El mismo pintor puede hacer cielos y tierra y mar, dioses y hombres, y bestias de todo tipo. [...]

Ascl. Ese ejemplo aclara la cuestión, Trismegisto. [...]

Sí, pero algunos no pueden creer esto; y algunos lo consideran como un cuento vano; y a algunos, quizá les parezca una burla. [...]
Capta esta enseñanza mía, pues [...] y mantén en la memoria lo que te digo. [...]
Sobre este asunto, pues, sea suficiente con esta explicación. [...]

Pero veo, Asclepio, que te hallas ansioso e impaciente por que se te [...]
Y del mismo modo creo que pasa conmigo. [...]
Y tus olas sagradas no sólo serán manchadas, sino por completo ensuciadas con sangre coagulada. [...]
Con aguda penetración [...]
Gimes ante esto, Asclepio? [...]

Ascl. Estoy asombrado, Trismegisto, pero contento. [...]

Atiende pues, hijo mío, y te contaré cómo [...]
Es liberada de sus tegumentos. [...]
Está despojada de su vestimenta. [...]
Y busca un cuerpo [...] en el que poder entrar. [...]
Grita y chilla: 'Estoy ardiendo, estoy toda en llamas'. [...]
Es mas penetrante que [...]

Ascl. Qué es pues esa cosa [...]? [...]
Te refieres a [...], Trismegisto?

Sí, Asclepio, observa cómo incluso tú dejas sitio a la duda! [...]

Ascl. Grande en verdad debe ser tal [...], Trismegisto. [...]

Tienes razón, Asclepio, en hacer esa pregunta. [...]
Y más aún [...]
Recibámosla, hijo mío, con mucho agrado. [...]

Y ahora que hemos introducido el [...], permíteme que te diga, Asclepio [...]
Sabe pues, hijo mío [...]
Es un gran secreto el que estoy a punto de desvelar, un santo misterio que estoy a punto de revelarte. [...]

Ascl. Qué quieres decir, Trismegisto? [...]

Una vez le oí decir... Piensa en estas palabras, y aplica esta enseñanza a la pregunta que acabas de plantearme [...]
Y les hizo dar vueltas, viajando desde un punto de partida no fijo hasta una meta no determinada; pues su revolución se inicia donde acaba. [...]

Ascl. Qué quieres decir, Trismegisto? Cuando leños y piedras [...]

Cuán rápidamente, Asclepio, has perdido la verdadera doctrina! [...]
No deberías decir eso, Asclepio. [...]
Lo que te he dicho, Asclepio, lo estimarás verdadero [...] pero si no es así no lo creerás. [...]
Sea esto suficiente. Lo que te he enseñado hoy, Asclepio [...]

Ascl. No te contradigo, Trismegisto. [...]

Pero ve un momento, Asclepio, y llama a Tat para que se una a nosotros. [...]

Ascl. Sí. [...]

Tat. Te pido [...] que me aclares esta cuestión. A ti, y sólo a ti, creeré, si me muestras la verdad acerca de ello. [...]

En estos bosquejos, hijo mío, he trazado para ti una semejanza [...]
Y ahora préstame toda tu atención, ejerciendo al máximo el poder de tu pensamiento y la agudeza de tu inteligencia. [...]
Permanece callado pues, hijo mío, y escucha. [...]

Hay términos que deben ser tomados en un sentido peculiar de las cosas de las que se habla; y de esto, lo que estoy diciendo ahora es un ejemplo. [...]

Tat. Qué quieres decir con esto, tres veces grande? [...]

No digas eso, hijo mío. Te ves confundido por los términos que aplican los hombres a aquello que tiene lugar [...]
No debes permitir que te confundas por el uso de estos términos; 'pero no hay daño alguno en utilizar la expresión que mejor 'suena'. [...]

Tat. Qué quieres decir, padre? [...]

Te acabo de explicar qué es aquello [...]

Tat. Te pregunto una vez más, padre, qué quieres decir con ello?
[...]

Hijo mío, quien aprende debería participar de los pensamientos de su instructor; debería ser más rápido en su escucha que el instructor en su discurso. [...]
Piensa en ti mismo y verás que es así. [...]
Y si las cosas hechas varían en cualidad, no por eso vaciles. [...]

Tat. No, padre. [...]
Has explicado la cuestión del modo más claro, padre. [...]

Y ahora, Asclepio, te deseo escuches con firme esfuerzo del pensamiento [...] aquello que estoy a punto de exponerte. [...]
Escucha pues, Asclepio. [...]

Llenó un gran bacín con [...]

Ascl. Pero, Qué dirías, Trismegisto, de una jarra [...]?

Cómo? Debes de haber estado dormido, [...]; no puedes haber oído todo lo que te he estado diciendo todo este rato. [...]
Ciertamente que no, Asclepio. [...]
Con seguridad nada de eso! [...]
De ninguna manera; no. [...]
Hasta qué punto te hallas en el error, Asclepio! [...]
Ese es un error muy grande. [...]
Este error es el que conduce el tren de todos los errores. [...]
Calla, calla, Asclepio, es el colmo de la impiedad pensar algo así. [...]
Incluso en esto te equivocas. [...]
Debes, por tanto, entender que es de este modo [...]
Tales, Asclepio, son las cosas [...]
Capta en tu pensamiento todo esto al mismo tiempo [...]

Tat. Yo también, padre, gustoso quisiera ser bañado en ese bacín [...]

Qué felicidad sería, hijo mío! [...]

Tat. Y dónde la colocó? [...]

Bien dicho, hijo mío! Tu pregunta muestra el espíritu correcto, y es justo que te responda [...]
Y si captas esta concepción con atrevimiento, obtendrás una noción más verdadera [...]

Tat. Esta enseñanza, padre, es divina; es a la vez veraz y útil. Pero queda aún otra cosa que debo pedirte [...]
Tras tu charla conmigo, te supliqué que me permitieras [...], pero consideraste adecuado [...] en aquel momento; dijiste: cuando estés preparado, entonces te [...].
Ahora estoy preparado para recibirla [...] y te suplico que me suministres lo que me falta, como dijiste que harías. [...]
Quisiera que nosotros también, padre mío. [...]

Hijo mío, haces bien en buscar eso. [...]
No tenía intención de dártelo a conocer tan pronto. [...]
También esta doctrina, Tat, te expondré, de modo que no permanezcas no iniciado [...]
Pero primero debes arrancar ese vestido que portas [...]
Y ahora, hijo mío, no hables, sino mantén solemne silencio. [...]

Sé lo que deseas, pues en verdad estoy contigo [...]
Regocíjate ahora, hijo mío, [...]
Y no es difícil, hijo mío [...]
Y ahora, ya no más; pues ambos hemos hecho lo bastante como para satisfacer lo que queríamos. [...]
Me regocijo, hijo mío, de que vas a producir fruto. De la verdad brotará en ti el polluelo inmortal. [...]

Tat. Padre, me has dado mi porción de esta visión buena y muy bella; y el ojo de mi [...] está casi cegado por el esplendor de la visión.
[...]
Te doy las gracias, padre. [...]

Ahora que has aprendido esto de mí, hijo mío, debes prometer que guardarás silencio, y no revelarás a nadie [...], de modo que no seamos considerados pervertidores del universo. [...]

Deberíamos, pues, librarnos de la charla superflua y ociosa y mantener nuestros pensamientos fijos sobre [...]

Tat. Cómo, padre, tengo torturadores dentro de mí? [...]

Sí, hijo mío, y no pocos; son terribles y son muchos. [...]

Tat. No los conozco. [...]

Se les toma por locos y son objeto de escarnio [...]
Y son sumamente adorables [...]

Tat. Pero si eso es así, padre, parecería que [...]

Calla! No hables de algo que no puede ser; sería impío decir eso. Se ha cegado el ojo de tu [...]? [...]

Tat. En tus discursos generales, padre, hablaste en forma de acertijos, y no pusiste claro lo que querías decir, [...]
Qué significa, padre, cuando dices [...]? [...]

Nada, hijo mío. [...]
Y las preguntas que hemos de considerar son estas: [...]
Quién ha horadado los orificios de las narices? [...]

Tat. Tus palabras son acertijos, padre; no me hablas como un padre a un hijo. [...]

Pero el que trabaja el metal no hizo el orín, ni hizo la suciedad. [...]

Tat. Debo, en verdad, haberme vuelto loco, padre; he perdido la inteligencia que poseía. Creía que tu enseñanza me había hecho sabio, pero cuando pusiste este pensamiento ante mí, mis sentidos se detuvieron. [...]

Hijo mío, no te aventures de modo incauto. [...]
La cosa en sí no se encuentra en lugar alguno. [...]

Tat. Pero lo que dices, padre, es imposible; violenta el sentido común. Cuando me tratas así tengo buenos motivos para preguntar: Soy extraño a la raza de mi padre? No me niegues esta dádiva, padre; soy tu verdadero hijo; explícame [...]
Está más allá de mi poder, padre? [...]

Qué puedo decir, hijo mío? Esta cosa no puede ser enseñada [...]. No puedo decirte sino esto. [...]

Tat. Ahora en verdad, padre, me has reducido a un asombro incapaz de articular palabra. [...]

Este tipo de cosas no pueden ser enseñadas, hijo mío. [...]

Tat. Padre, me has conducido a la locura desvariante. [...]

Así es, hijo mío. [...]