"Sin amor no hay libertad, sino egoísmo que es el infierno."

aviso

Este blog no está recomendado para menores, así que tú mismo con tu mecanismo.

fin del aviso



20 de diciembre de 2011

MI MAMA SEQUIVOCO DE PAPA

Llo an navia nazido an pero me lan contao. La mimama era masmucho guapa la masmas de todas asique todos la querian muy mucho masaun poreso tenia senpre masmuchos amigos y chicos que la quierian. Pero mimama abeces saburria unpoco de ser tan goapa poqe nole daba tienpo amas nada porque tolrato quitapon la ropa el pelo y las uñas y todo. Poreso cuando ligava se quedava con los chicos mas tontibrutis porqe con los buenos se notava queno era tan lista solo guapa y lla. Asi conozio a mipapa y se caso conel. Mipapa estava mufeliz y con tento y mimama pues tan bien. Al prinzipio sequerian mucho y todo eran besitos y mas llasi nazi llo. Loego mipapa se quedo sin travago y llano estava mas con tento y mimama pues tan poco porqe me tenia que quidar ami y llano tenian mas nada de dinero ninada. Mimama se tubo que vuscar un travago y lla conozio aun chico masmejor bueno que la quieria masmucho y que tienia dinero. Poreso llano queria a mipapa y seque ria separar del. Ade mas que mipapa savia puesto un borracho y le pegava amimama sinquerer querendo poque no tenia travago y en zima mimama, borrón, siba ir conotro y en zima le tienia que pagarle dinero a mimama para yo ami yo y a de mas queno tenia dinero asique cojio un dia mipapa y ba y se carga a mimama y luego ba y se la carga lla el poque le meterion en la carzel y todo y poreso yo llano tengo mas mama ni papa y me tenen que dar unos nuebos y llo quero que sean masmejor buenos y felices con migo y con ellos tan bien. Llasi lla sere bueno otrabez deberdaz y me diejaran irme daqui porque ace mas miedo casi tol rato solo menosmal porun amigo pero anasi me quero ir con mimama pero mimama esta en el zielo lla para mas sienpre porqe en el zielo llano te dejan bajar mas nunca lla mas porque esta muerta morida matada y llo no y llo no tiengo la culpa de nada pero lo malo esque apa sao esto y llano se puede canviar y ojala.

los tatuajes de Vangó

Vangó era un joven artista clásico y conservador, que veía cómo la degradación y la modernidad iban ganando terreno.

Esta cuestión llegó a inquietarle, hasta el punto de desanimarle en sus progresos. De pronto se quedaba ahí parado, frente al lienzo en blanco, con el pincel en la mano, sin saber qué hacer.

Se le iba el santo al cielo, su mente se distraía y se le escapaba la inspiración.

El joven Vangó deambulaba entonces solitario y melancólico por las calles de París, solitarias y melancólicas también, a pesar de la chusma y el gentío.

Sus pasos casi siempre terminaban en alguna galería herética y profana, uno de esos antros de perdición donde se exponían desvergonzadamente aquellas calamidades modernas, a la vista de cualquier fulano del tres al cuarto. Insólito, inaudito, increíble tamaña desfachatez.

Aquellas aberraciones con forma de cuadro, aquellos lienzos obscenos, ofendían y atentaban a la decencia y moral de la buena gente. Y esto no pasaba antes, cuando París era París y la pintura era, pues eso, pintura, lo que tiene que ser, y no esta sarta de patochadas esperpénticas que ni hay por dónde cogerlas.

Vangó se embelesaba aun así contemplando aquellos horrores, esas pesadillas cromáticas, de composiciones absurdas y grotescas. Pasaba horas y horas frente al cuadro que fuera, tratando de descifrar y comprender su sentido oculto, su razón y motivo de ser.

A veces se mareaba de tanto mirar semejante caos infernal. Era como someterse a una tortura desgarradora y trituradora, que le destrozara y arrancara las entrañas ahí mismo, en vivo y en directo, ante sus atónitos ojos. A menudo llegaba hasta la extenuación de su cuerpo. Terminaba en un estado de agotamiento tal, que pasaban semanas hasta que era capaz de levantarse de la cama de nuevo. Pero al pincel no lograba darle uso.

Poco a poco la vida de Vangó iba perdiendo tono y brío. La alegría le había abandonado discreta, silenciosamente, de a poquito, hasta llegar a como se encontraba ahora. Vacío y asolado.

Tenía abandonado su oficio, y no se explicaba por qué. No hacía sino malgastar su tiempo dando vueltas a aquel tonto enigma de la modernidad. Que a nadie más inquietara ni interesara.

El caso es que, en el fondo de su ser latía un deseo incomprensible, inconfesable, al que no se atrevía a asomarse ni darle forma.
Sólo barruntaba que tenía algo que ver con aquellas horrendas monstruosidades pictóricas.

Hasta que, un día, el velo se desprendió de sus ojos y vio. Vio lo que había estado buscando sin saberlo. Aquel misterio que le quitaba el apetito y el sueño. El secreto del arte moderno.

Tiene gracia, era de lo más obvio, tan obvio que hasta parecía tonto. Había estado siempre ahí, frente a sus narices, a la vista de todo el que tuviera ojos en la cara para ver.

Eran los marcos, y no otra cosa.

Los marcos, que eran de un clasicismo conservador de tal perfección que resultaba anonadante no haberse percatado antes. Esa era la fórmula, el ingrediente secreto que dignificaba aquellos groseros trazos estampados sobre tales desdichados burdos lienzos miserables, perpetrados por aquella horda salvaje de monos embriagados, bohemios y degenerados.

La maestría de aquellos marcos era tan sublime que elevaban a la categoría de arte cuanto enmarcaran, por abyecto y despreciable que fuera.

Y todos se debían a un mismo autor. Todos nacidos de las mismas manos, de la misma persona. Un artista, un genio, un maestro en su oficio, por más discreto y anónimo.

Vangó, tras mucho mirar y remirar aquellas obras de arte sublimes talladas en madera, aprendió a localizar la minúscula y secreta firma de su autor, el signo que le identificaba y autentificaba sus maravillosas creaciones.

El siguiente paso le llevó a indagar por los estudios y talleres de todo París, a la busca y captura de semejante portento fabuloso, milagroso, extraordinario, único, irrepetible, inimitable, incomparable.

Pero su paradero se resistía a desvelarse. Ni tan siquiera sabía su nombre. Y se trataba, tal vez, muy probablemente, casi seguro, a Vangó no le cabía duda al respecto, del más grande artista vivo de todos los tiempos. Un ser mítico, legendario, alucinante.

Ese gran hombre se las había ingeniado a la perfección para permanecer en la libertad del anonimato, al amparo de la discreción y el secretismo bien cultivados y conservados.

Mucho le costó a Vangó encontrar una mínima pista, tras consagrarle y dedicarle horas sin cuento ni desaliento. Eso le permitió tirar ligeramente del hilo, un rastro invisible, frágil y efímero cual tela de araña.

Así, estuvo a punto de alcanzar su objetivo, a un tris de encontrárselo, de cruzarse con él, de verlo y abordarlo.

Pero no lo quiso así su destino.

En cambio, justo en ese instante, se le interpuso otro desconocido bastante más aciago y caliginoso, para su desgracia. Aquel inoportuno era además el mayor liante, tirano y negrero. Tanto es así que, sin saber cómo ni por qué, sin comerlo ni beberlo, el estupefacto Vangó se vio embaucado en no sé qué historias con un contrato que le convertían en el acto, y hasta que su apoderado así lo decidiera, en vasallo, súbdito y esclavo de aquel sujeto. Y encima todo legal y voluntariamente, esto era lo más increíble de todo.

Vangó era incapaz de comprender ni desentrañar qué suerte, qué cebo, qué anzuelo, qué abracadabra, qué jugada, qué arte de birlibirloque, qué ardid, qué azagaña, como dicen los de allende, había resultado en aquel enredo.

Total, que estaba pillado y de qué manera. Atado de pies y manos al servicio de su amo, como quien dice. Y bueno, la tarea no se hizo esperar. Hubo de instalarse en un cuartucho de un taller, semiclandestino o por el estilo, donde su cometido era proporcionar diseños para tatuajes. Empresa aquella absurda, horrible y pesadillesca, pues chocaba con su personal sensibilidad y criterio artístico.

El tipo aquel le obligaba a crear escenas en un estilo muy totalmente ajeno, forzado y contrario al suyo propio. El muy ladino no le quitaba ojo de encima y se diría que disfrutaba secretamente con cada gesto de tormento y desespero del pobre Vangó.

Así pasaron los días, semanas, meses, y no sé si años también. Al final, el tiempo había hecho que ambos se adaptaran a sus respectivos papeles, que desempeñaban con razonable eficiencia. Aun así, el desdichado Vangó languidecía en su puesto de trabajo, pues no había logrado vencer su esfuerzo y padecimiento con que daba nacimiento a cada nueva imagen que se le demandaba.

Su más hondo criterio y fundamento no se habían modificado y en ello radicaba todo su tormento y sufrimiento. Era un traidor a sí mismo, pero un traidor consciente y renuente. En el fondo de su ser latía su credo clasicista y conservacionista. Y ardía en su propio infierno cada vez que su mano cometía aquellos trazos nítidos, pulcros y mínimos, aquellos colores planos, sin relación con la naturaleza.

Su dueño, su apoderado, descansaba siempre a su lado, no muy lejos, para no perderse ni una. No se le escapaba ni el menor detalle. Era un hacha, un águila, un lince. Siempre ojo avizor, yo creo que ni dormía el tío. Incansable en su supervisión, en su continuo exigir y azuzar, exprimiendo, espoleando a su esclavo para extraer de él su máximo rendimiento. Y de qué manera, qué eficacia, lo nunca visto.

Vangó, en su puro desquiciamiento y pesadilla, ya no sabía ni lo que hacía. Era como si su cuerpo trabajara y obedeciera de manera autónoma, al margen de su voluntad interior. Se sentía descarnado en vida, desposeído de sí mismo, alienado, extraviado, expulsado, desterrado, deslavazado, desechado.

Se descubría a sí mismo cometiendo ridículos actos de rebeldía, tontos detalles de lo más insignificantes, transgresiones del todo irrelevantes en sus, por lo demás excelentes, creaciones.

Detalles estos que no escapaban al atento escrutinio de su soberano y opresor, que, sin embargo, consentía y condescendía en tolerar, no sin dejar escapar algún que otro comentario acerado o crudo.

Cosas estas que no empañaban para nada la complicidad subyacente y tácita que el trato continuado y el paso del tiempo había creado entre ambos.

Vangó, aun bregando contra viento y marea en semejante odisea, no dejaba de sorprenderse a veces admirando el resultado de lo que nacía de sus manos. Y su explotador se complacía especialmente cuando descubría aquel pasmo o deleite inconfesables en los ojos de Vangó. Como si calladamente albergara a saber qué extraños proyectos o lecciones.

De esta tesitura, con esa melancolía cotidiana, ese tenue pesar cronificado, se iban desarrollando sus respectivas rutinas, y Vangó veía cómo su vida se apaciguaba, se adaptaba a su forzada servidumbre, con mansedumbre, con conformismo y desidia. Simplemente se dejaba llevar y ya. Se olvidaba de sí, de quién era, o había sido, de sus anhelos, proyectos y trayecto. Su sumisión era prácticamente perfecta y total.

Sin embargo, varios años más tarde, un día como otro cualquiera, quedó liberado de su contrato y cautiverio. Salió a la luz, pisó la calle por primera vez desde, según su parecer, eones.

Para entonces, mucho había cambiado todo, claro. Lo moderno se había impuesto definitivamente y lo clásico no era sino un vestigio arcaico, pretérito y obsoleto.

Vangó se sentía una reliquia anacrónica, un fósil viviente, el testigo de una era que a nada ni nadie interesaba ya en lo más mínimo.

Esto terminó de trastornar del todo su ya de por sí machacado entendimiento. Le produjo tal choque, angustia y ansiedad verse libre así, tan de repente, en un mundo tan ajeno y hostil, que ya no volvió a ser más el que era.

Pero su cuerpo llevaba mucho tiempo pudiendo más que él mismo, así que, su desquiciamiento mental, no representaba demasiada novedad ni diferencia. Simplemente podía más su hábito de crear, adquirido y arraigado en los años de su cautiverio.

Así pues, de sus manos siguieron naciendo indefinidamente obras y más obras. Obras que a nadie agradaban ni gustaban ya. Pues los modernos las aborrecían y despreciaban con toda su alma, y los clásicos, los pocos que aún quedaban, tampoco encontraban en ellas absolutamente nada de valor o consideración.

Su errática vida le había llevado, en una grotesca y anormal cabriola, de un extremo al otro, a tal punto que no entraba ni cabía en ningún lado, habido ni por haber.

Era un imposible, un descarriado insalvable, un marciano, un extraviado, una nulidad indescriptible, un enigma, un horror, un tormento, un espanto, una pesadilla, un dolor de muelas, un yo qué sé.

El pobre Vangó nunca encontró su lugar, la historia no sabía qué hacer con él, así que, simplemente, lo ignoraron y su obra se perdió en el olvido.

Lástima.
Le faltó concretarse en su tiempo.

Tal vez unos buenos marcos habrían bastado...

el hombre cebra

En las noches de luna intermitente... Un hombre muda su aspecto y se convierte en... El Hombre Cebra!

El Hombre Cebra es una criatura temible que... Bueno, bien mirado da bastante pena, la verdad. Pero fíjate tú qué pintas me lleva el tío. Jopé, si es que esto no es serio, así no hay manera, que te lo digo yo.

En fin, prosigamos. A ver, qué vamos a hacer si no. Cuenta la leyenda que, una noche de estas de luna parpadeante, estaba el guarda del zoológico haciendo su ronda habitual, cuando, de repente, sin avisar ni nada, que menudo susto le dio al pobre, asomó la cabeza una cebra por entre las rejas de su jaula y se puso a lametonearle la mano al asustado guarda.

La cebra se ve que tenía insomnio y estaba trastornada por eso de la luna enciende y apaga que te enciende y apaga, sin pausa ni descanso. Qué culpa va a tener la pobre, y quién no se alteraría con algo así, a ver. Si es que, mira que se les avisó y requeteavisó a los científicos, que dejaran en paz a la luna, que no les había hecho nada, que no se sabía lo que podría pasar si le hacían algo así, y tal y que cual. Pero nada, ni caso tú. Los tíos ahí todo emperrados en probar su experimento. Y mira que es tonto el invento, manda narices. A quién se le ocurre, vamos.

Y ya lo estás viendo, estas son las consecuencias, esto es lo que pasa por dejarles hacer y deshacer a sus anchas, que digo yo que ya vale con la tontería, que ya la broma se pasa de mala un rato. A saber qué horrores nos esperan y aguardan como sigamos a merced del capricho de estos papanatas descerebrados, que es que no se les puede llamar otra cosa. Menudos pirados, tanto inventito y tanto librito para acabar más mal de la azotea que para qué.

Si es que, así nos va. Y bien merecido que lo tenemos, oye. Ahí manga ancha, venga carta blanca sin talento y ellos hala a liarla y pifiarla a lo grande. Claro, si es que encima aún les animan a superarse y todo. Madre mía. Si está más claro que el agua que estos no carburan bien de la sesera, que tienen el tarro averiado, que te lo digo yo. Y más nos valdría atarlos bien corto, porque como sigamos así no sé dónde vamos a ir a parar con sus locuras. Están hechos unos destalentados de aquí te espero, de mucho cuidado, pero que mucho. Ojito con ellos. No te puedes fiar ni un pelo. O si no ya lo ves, no ganamos para disgustos, qué ruina y qué desastre. Al loro con estos, tú hazme caso.

En fin, a lo que iba, el caso es que algo le debió de pegar la cebra al guarda y ya lo ves al desdichado, pobre diablo, qué triste estampa.
Al tío este, cada noche le entra un nosequé-queseyó y se transforma en esta aberración de la naturaleza, en esta ridícula y absurda criatura, que ni da miedo ni nada, más bien todo lo contrario.

Ahí tan peludito y a rayas, con esa cara de equináceo, como dicen los de allende, que no se la aguanta. Y encima se pone a ramonear en el césped, y como mucho de vez en cuando suelta algún relincho o como se diga el sonido ese que hacen las cebras.

Penoso, ya lo ves. No vale ni como leyenda. Eso no es maldición ni es nada. A ver qué haces con algo así, si es que no da ni para un cuento. Lo cuentas y quedas como un pardillo de primera, patético. Y como esto siga así yo es que dimito, vamos. Quién me mandaría a mí. Hazte narrador, hazte, que es mu bonito. Sí, tu tía, con esta basura de material a ver qué vas a hacer. Menudo primo. Me ha tocado la china pero bien. Anda que, si lo sé... Asco de oficio. Leches.

En fin, a ver si termino ya y me voy para casa a hacer algo de provecho. Mejor que esto cualquier cosa. Qué manera de perder el tiempo. Señor.

Pues eso, que ya verás tú lo que tardan los del zoológico en convertirlo en reclamo de feria en cuanto lo descubran. Y si al menos vale para hacer caja, pues aún tira que te va, ya puede darse con un canto en los dientes el tío, que menudo panorama se le presenta.

Y es que al final todo se reduce a esto, al pecunio. Y ya que San Corrupto Salvador no se digna a sacarnos de la crisis, pues algo hay que hacer. Que aquí el que no corre vuela, y si no te sacas las castañas del fuego vas tú listo. Sí, miau! Aviados estamos, vamos. Anda que, vaya plan que tenemos...

Dan ganas de que te chupe una cabra, digo una cebra, o lo que sea, ya no sé ni lo que me hablo, qué más da, y a la porra con todo. Hala, a hacer gárgaras. A tomar el viento fresco, que es gratis.
De momento.

chica-ángel-robot

Ella es un ángel que ha sido asignada como ángel de la guarda de él. Así, desde que nace, él se ve envuelto y amparado en todo momento por ella. Pero no se da cuenta. Por varias ocasiones ha salido milagrosamente intacto de serios percances. Él lo atribuye esto a la suerte.

Ella está completamente entregada a su tarea, desempeña su función primorosamente, amorosamente.

Tanto es así que no tarda en sentirse cada vez más identificada con su protegido. Poco a poco, la energía que compone su ser angelical se va asimilando a la de él. Se va conformando y condensando a la manera de un humano.

Ella se convierte en un guante que encaja a la perfección con él.

Con el paso del tiempo, él se va interesando cada vez más en el campo de la robótica. Desea dominar la materia, crear vida artificial. Tal es su pasión que está dispuesto a vender su alma al diablo a cambio de alcanzar su objetivo.

No hace falta llegar a ese extremo, ella se presta generosamente a echarle una manita. Él experimenta con su propio cuerpo. Sustituye algunas partes por implantes robóticos. A cada parte que modifica se produce un trueque con su ángel. Ella toma posesión de la parte espiritual sustraída, y al mismo tiempo le entrega parte de su propio ser angélico en sustitución.

Quedan así ligados y entretejidos en una unidad indisoluble.

Sin esa intervención, los injertos de él serían totalmente inservibles.
Curiosamente, las partes de él que han pasado a formar parte de ella tienen también forma robótica, con lo cual, se mantiene entre ambos un cierto equilibrio estético, por así decirlo.

A base de plena dedicación y afecto, ella aprende a materializarse fugazmente ante él. Él sabe entonces que cuenta con una aliada poderosa. Esto le anima a emprender su más ambiciosa empresa.
Empresa que conlleva indecible padecimiento y horror para el resto de la humanidad.

Nada de esto afecta ni incumbe a ella. Toda circunstancia o consecuencia es insignificante, irrelevante. Ella vive por y para alentar y estimular la plena realización de su ser tutelado, sea esta la que tenga que ser.

Sin embargo, su total implicación le lleva a un excesivo apego y cercanía, con lo cual deja de ver el conjunto de la trayectoria vital de él. Diríamos que, por integración con el viviente, se desconecta de la fuente eterna, pierde así buena parte de sus facultades inherentes a su naturaleza etérea. Ahora no dispone de más información que la que tiene el propio encarnado.

Esto supone un serio inconveniente, pues deja de poder encaminar adecuadamente los pasos de él. Así, quedan ambos un poco a la merced de los acontecimientos. Él no deja de notar esto, pues se descubre por primera vez perdido y a la deriva, sin tener claro el camino a seguir.

Estando así las cosas, a él le nace en el fondo se su ser una irritación, un enojo, una repulsa hacia esa aliada permanente, que ha dejado de serle útil en ese sentido tan decisivo.

Ahora su presencia se le hace pesada, cargante, agobiante.

Ella comprende su deseo y se esfuerza por mostrarse lo más distante posible, lo más corpórea y humana que puede.

Así entablan varias conversaciones, tratando de dilucidar el camino a seguir y el vínculo a mantener. Ella es clara en su declaración, su amor hacia él es genuino, auténtico, inextinguible. Todo cuanto ha hecho es prueba indudable de ello. Y nada puede cambiar ya esta realidad.

A él le sobrepasa con mucho todo eso, no acierta a saber qué responder ni qué querer. Esto es perfectamente coherente con su condición de humano.

La última conversación la tienen mientras él hace cola en una carnicería. A todo esto, entre ambos está naciendo un nuevo ser etérico, fruto de su mutuo amor y reconocimiento. Sin embargo, cuando ella le hace notar esto, él se siente expuesto, invadido, ofendido y aniquila ese proyecto de descendiente.

Luego sale de la carnicería, se arroja frente a un vehículo que pasa y se quita la vida. Se produce un accidente en cadena. Por primera vez ella experimenta empatía y preocupación hacia los demás. Síntoma de que ya es casi humana.

Llega la policía, se suceden varias situaciones de máxima tensión y peligro para la integridad de ella y varios testigos más. Ella empieza a distraerse con cosas banales, un móvil, un anuncio en una valla publicitaria, etc.

Sin darse cuenta lleva ya bastante rato materializada y corre el riesgo de quedarse atrapada en este estado. Luego se percata y retorna de nuevo a la fuente eterna.

Allí negocia para ir en busca de su amado. Se le concede su deseo. Vuelve a la tierra, esta vez perfectamente viviente y encarnada.
Su cuerpo sigue siendo el mismo. Con alguna particularidad.

Las partes robóticas ahora le resultan pesadas y rudimentarias. Han desaparecido las alas de su espalda. Sin embargo, el ala izquierda, ahora totalmente robótica, ocupa el lugar de su brazo izquierdo, con lo cual, es como si portara una especie de escudo metálico extraño y articulado.

Es de noche. Se encuentra en una estación ferroviaria, vacía, silenciosa, solitaria. Le embarga el asombro y la inquietud al observar todos los detalles que le son completamente desconocidos.
Un interfono que churrusca, como dicen los de allende,
un pulsador de función insospechada, cualquier mínima cosa le sobresalta, le aturde, le acongoja. Tal vez el plano físico es más crudo y oscuro de lo que se había pensado.

Le va a llevar su tiempo familiarizarse con este mundo. Toda la experiencia mientras velaba por él no le sirve, pues, ahora se le hace más que patente, nada ajeno a él le llegaba ni se le quedaba.

Ahora lo que cuenta es que está aquí, y en condiciones para realizar su anhelo. Si bien el reto es considerable, pues todo lo que sabe es que él acaba de reencarnar de nuevo.

Pasarán años hasta que él crezca de nuevo y madure lo suficiente como para que sus corazones se llamen desde la distancia y se entrecrucen sus destinos.

Mientras tanto, ella tendrá que cuidarse de conservar su propia vida y mantenerse sin deteriorarse demasiado.

No alberga ni la más microscópica brizna de duda sobre que su corazón cumplirá su objetivo.

amables

Es de noche, desciendo por el aire con un paracaídas orientable. Me siguen otros compañeros igualmente equipados. Nos aproximamos a un estadio olímpico vacío.

Al acercarnos al suelo, vemos que el contorno que separa las gradas del terreno de juego es una amplia franja abierta, hacia la que nos dirigimos y por la que descendemos a otro espacio, desconocido y oscuro, que se extiende bajo el falso suelo del estadio.

Ahora caemos como ralentizados, como si el aire o su densidad se viera alterado o modificado en su naturaleza convencional. De hecho nuestros propios cuerpos comienzan a experimentar extrañas distorsiones, elongaciones y tremolaciones, cual si fueran meras llamas flamígeras a merced de las corrientes.

Tras este breve trance, extraño y desorientador, aterrizamos finalmente sobre campo abierto, en un mundo nuevo o ajeno. Donde luce el sol y somos recibidos cálida y afectuosamente por un grupo de pobladores allí presentes. Personas luminosas, de cabellos albos, ataviados con sencillas vestimentas níveas, igual de radiantes.

Ya desde el primer instante, nos sentimos plenamente acogidos y reconocidos. Participamos igualmente de su misma capacidad de comprensión global, más allá de las palabras. De esta forma, me doy cuenta de que todos brillamos, y cada uno en su propia intensidad.

Es más, me percato de que, aquellos que más intensamente brillan, son los que más ternura y aprecio despiertan e inspiran, ya que, tal intensidad, está correlacionada con la brevedad de sus propias vidas. A mayor luminosidad menor longevidad.

Y este detalle, de esta escena onírica, me da pie a diversas reflexiones, que trataré de exponer a continuación, con la mejor fortuna que me sea posible.

Para mí, la escena describe un tránsito hacia otra dimensión más elevada. Y bien curioso es que se encuentre bajo tierra.
Se trataría de la inmediatamente siguiente a la nuestra. Si nosotros estamos en la tercera, esta sería la cuarta. Si tengo que definir ese mundo con una palabra esta es 'amable'. El amor, que tan tenue y escaso se da aquí, allí es pleno y constante. Al mismo tiempo, o tal vez precisamente a causa de ello, o viceversa, existe una unión total de todo lo existente y viviente, que viene a ser lo mismo.

Hay que entenderlo bien esto.

La realidad es una y la misma, pero desde cada dimensión se ve y experimenta de maneras muy distintas. Nuestra conciencia empieza y termina en nosotros mismos, sin embargo, el amor nos permite reconocer y considerar lo que nos rodea, empatizar, conectar levemente.

Se ha de recalcar esto. El plano de existencia, la dimensión, se debe o deriva de nuestro estado y nivel de consciencia. Ya en otra ocasión se ha comentado que el amor también se relaciona con la conciencia. Así, tenemos un muy interesante triángulo indivisible: Amor, consciencia y realidad. Tríada que viene a representar la naturaleza de la vida en su esencia más pura. No hay que caer pues en el error de considerar tales atributos como si fueran partes independientes y aisladas. Son facetas, indefinibles fuera del ser al que pertenecen. Incomprensibles aisladamente, inaprensibles separadamente.

Cómo medir el amor? Cómo examinar la consciencia? Cómo valorar la realidad? Caminos traicioneros a la que perdamos de vista el todo.

Cuando el ser va cobrando plena consciencia, va expandiendo su capacidad de amar e identificarse con lo otro. Así se eleva, trasciende y accede a la siguiente dimensión. Son como las capas de una cebolla. A cada paso te liberas más y se incrementa tu conexión y comprensión. Las capas densas se caracterizan por su dificultad, por su poder de arrastre, confusión y separación.

No hay ser más triste, perdido y ofuscado que aquél que se vivencia solo, ajeno, separado, en un mundo inerte, producto del caos, sin esperanza ni sentido alguno.

Así pues, la tercera dimensión acarrea una serie de consecuencias interesantes. El tiempo es una de ellas. Es una ilusión, que se debe única y exclusivamente a la corporalidad y densidad de la materia en este plano. Lo que vivenciamos es una especie de hilación, construcción, discurso, necesarios para desenvolvernos en este plano tangible.

Es extraño y enrevesado de comprender. Evidentemente los procesos siguen su curso, y los contemplamos en su ciclo y movimiento. Pero lo que no vemos es la totalidad. Nos falta la noción adimensional. Ver más allá de lo aparente y su flujo.

Otra consecuencia es el ego. La materia da lugar al tiempo, y el tiempo da lugar a la identidad. Nos formamos y sentimos como entes concretos y diferenciados, constantes y estables en el espaciotiempo.

Hay que remarcarlo, la propia configuración y diseño de esta tercera dimensión hace que la vida se dé en forma de narración lineal. La conciencia se vivencia en, y a través de, esa materialidad definida. Entonces, el ser consciente de sí, tiene la opción de experimentar con su envoltorio, sus límites y lo que le rodea. Según se realice, esa exploración le permitirá crecer en una dirección o en otra. Lo que llamamos bien y mal se derivaría de esto, más o menos.

Piénsalo, cuando la conciencia y el amor comprenden y abarcan la totalidad, la identidad cobra una relevancia más sutil y discreta, ya que no hay parte que puedas considerar como ajena o despreciable. No hay razón para el egoísmo, no hay lugar para el miedo. El discurso cronológico también se diluye, o más bien se expande y ramifica, se reconfigura, ya que se vive, de forma permanente, en el presente absoluto, con todo su potencial y alcance. No hay pues episodicidad inconexa, ya que los eventos se perciben de manera completa, patente y perdurable.

Cuando el ser habita tal dimensión, no precisa de la palabra, no al menos con el mismo uso y propósito que el que aquí se le da, principalmente. Pues, en nuestro caso, nos servimos de ella como herramienta de intelección y procesamiento, ya que nos es un valioso y poderoso apoyo a la hora de estudiar y asimilar cada suceso o elemento. Sin embargo, allí el conocimiento late ya en uno, forma parte del ser, es un conocimiento presente, disponible, inmediato. Cada detalle se presenta cargado de pleno sentido y significado y despierta la atención y reacción, puntuales y exactas, que requiere y precisa. La palabra pasa de pre a post condición, principalmente. Podríamos decir.

Date cuenta, pensamos para aprender y conocer, para interpretar, identificar y asimilar lo ajeno. Cosa muy necesaria en una dimensión material, de límites concretos y definidos. No precisamos aplicar tal herramienta sobre aquello que ya hemos integrado o nos viene dado por naturaleza. Sería superfluo y redundante. Agotador y absurdo. Como enumerar a cada momento cada proceso biológico interno tuyo.

Imagínatelo, un ser que para existir dependiera de la exhaustiva y minuciosa verbalización de todos y cada uno de sus procesos constitutivos. Ahora los pulmones toman aire, ahora el corazón late, ahora la sangre circula, ahora el glóbulo dos millones setecientos seis mil cuatro deposita su carga de oxígeno, ahora tal músculo se contrae, ahora mi mente articula la 'o' para decir 'ahora', etc.
Una tortura infinita.
Esto evidencia la imposibilidad de suplantar o emular a la vida en igualdad de condiciones en su naturaleza y papel.

Pero no nos vayamos por esas ramas, de momento. A lo que iba es, que nuestra lucidez o consciencia tiene un alcance específico y definido, una horquilla práctica y funcional que nos permite desenvolvernos óptima y plenamente. Su exceso o defecto nos supondría un problema adaptativo considerable. Sin embargo, no se trata de una cualidad estática, se modifica progresivamente, en un sentido o en otro, según el contexto, la circunstancia o el uso que se le dé.

Dada la complejidad de todo el entramado de la vida, los cambios requieren su proceso, laborioso y delicado. La variabilidad y plasticidad son enormes. Y la capacidad explorativa del ser le puede llevar casi tan lejos como se atreva, dentro de un orden. Los experimentos bruscos no suelen resultar demasiado bien. De sólido a gaseoso sin pasar por los intermedios, volatilización instantánea. Puf, adiós muy buenas. No parece el camino más acertado.

Los problemas aparecen cuando el ser se alinea con la vida de manera disfuncional. Habitualmente por miedo, que confunde y ofusca, que fuerza una gestión errónea de nuestro potencial y recursos, que estorba y distorsiona nuestro trayecto. Y así luce el mundo como luce, hecho un asquito.

El miedo también es una consecuencia indirecta de la densidad o pesantez de esta dimensión. La aparente disociación de los elementos que componen la naturaleza, según el plano de consciencia desde el que se mire, deviene en una comprensión parcial, insuficiente y equívoca. Así: Separatismo, ombliguismo, cientifismo, etc.

Sólo el alienado, el enajenado, puede atentar contra sí mismo, desdeñando lo que él cree o considera como ajeno y extraño. Por eso esta dimensión nuestra es un lugar tan entretenido y divertido, lleno de dificultades y retos sin cuento, para que no nos falte ocasión ni tormento para nuestro crecimiento, jeje.

Aun cuando no lo sepamos apreciar o comprender, cada nivel tiene su fundamento y pertinencia necesarios, su virtud y función, siendo tal y como es. La vida no se prodiga en despropósitos ni insensateces precisamente, eso es tan sólo el reflejo de nuestra propia ignorancia, nada más.

Podemos ver esta dimensión como un campo de pruebas, un laboratorio, donde experimentar con el ser y forjar su desarrollo. De las demás dimensiones poco o nada acertaríamos a decir, y sería un error de bulto el entrar a compararlas o considerarlas desde nuestra escasa y limitada perspectiva y conocimiento actual.

Por eso la esperanza de una transformación radical y total de la tercera dimensión no está del todo bien fundada. Hay unas limitaciones intrínsecas a su propio material y corporalidad. Las pretensiones se han de ajustar más adecuadamente, con un conocimiento más calibrado y profundo, más sopesado y reposado, más cauto y sensato.

Aun así, siempre hay un generoso y amplio margen de acción. Cada nivel admite infinitas variaciones y gradaciones en su calidad vibracional y plasmación formal. Para nosotros, sólo dar un pasito hacia arriba ya supone un cambio enorme. Y lo mismo hacia abajo. Cielo e infierno están en nuestra mano. Y hay espacio para vivenciarlo todo.

Por eso hay gente que decide probar a ver qué pasa si hago tal o cual cosa. Hasta dónde puedo llegar. Si hay límite o no hay fondo para el daño y el horror, etc.

El mal tendría algo que ver con eso, aunque parecería más adecuado y conveniente considerar la cuestión como fuerzas que apuntan en direcciones opuestas. Diferencias de criterio, en suma. Pero, a la postre, el resultado se debe más bien al equilibrio de tales contrarios u opuestos.

En un sistema de ejes no hay polo bueno ni malo. Lo que hay es una escenificación de tensiones que conforman y configuran el conjunto. Y diay ya, tira a ver si lo arreglas, que igual se puede y todo, jeje.

Lo curioso son los procesos colectivos. Sólo aquí cabe el engaño, la mentira, la manipulación, el parasitismo. Nada de eso se puede dar en la cuarta dimensión. No al menos en grado tan marcado y descarado.
Cuando un sujeto decide disociarse del todo y obrar de forma aislada o desconsiderada, se le reconoce su derecho a tal y se le deja hacer, de tal forma que la consecuencia no tarda en llegar.

Quien desasiste su sustento cesa en su existencia. Quien reduce su vibración desciende de dimensión. No hay daños a terceros, el individuo alienado carece del poder suficiente como para afectar al todo y a sus habitantes. Es lo que tiene conectar con la fuente. Nadie se lleva a equívoco ni engaño, nada se pierde ni aliena. No hay posibilidad de subterfugio, embaucamiento, eclipse, substracción, espejismo ni triquiñuelas ni zarandajas de esas.

No hay escondrijo, ni escapatoria, ni secretos.

Lo gracioso es que, desde aquí, nos pensamos que eso no nos alcanza, como si la ignorancia o la materia fueran escudos suficientes. Como si las orejeras del burro borraran el mundo.
Y ojo, que esto en parte también es verdad, al menos para la parte que lo vive directamente. Quien se niega a ver se vuelve ciego.

Pero el que ve no puede ser obnubilado. Así, la cuarta dimensión vee y lee en nosotros cual si libro abierto de par en par.

Sólo aquí, en lo denso, el ser alienado puede embaucar y arrastrar a suficientes sujetos como para imprimir una huella considerable. Sin embargo, el alcance sigue siendo meramente ilusorio. O, también hay que decirlo, tal vez nos falta mayor detenimiento y reflexión al respecto. Es muy posible que lo que nosotros consideramos como grave no lo sea tanto visto desde el conjunto, y al revés, mucho de lo que nos parece tonto o anecdótico puede ser al final serio de veras, como para arrepentirnos muy mucho luego.

En fin, sea como sea, la realidad, la verdad, la esencia, es inalterable, inaprensible, inmarcesible, indisociable. Y mientras no tengamos una criterio más refinado, una noción más aproximada sobre ella, transitamos por la existencia como si a ciegas, sin saber muy bien lo que hacemos, ni adónde vamos, ni cómo, ni por qué ni nada de nada.

Mientras, descuidamos el planeta y van proliferando los parásitos.
La plaga de chupópteros que nos dirige y estafa. Esa carroña que nace y muere en su propia miseria, arrastrando con ellos a todo el que se deja engañar.

Síntoma notorio y evidente de lo muy dormido y perdido que anda el personal. Ya lo dice la medicina, la de verdad, la clásica, no esta parodia grotesca que se hace llamar tal cosa hoy día. Pues eso, ya lo dice la medicina: El terreno lo es todo. Si prolifera el parasitismo, es que hemos descuidado nuestro equilibrio, hemos desatendido nuestros deberes y responsabilidades colectivos, para con la globalidad, la naturaleza, la vida.

Y claro que somos indignos, nos hemos llevado hasta esta degradación y deterioro, hasta esta desidia irreverente, hasta esta parodia de calamidad de escoria viviente. Si apenas hay cuatro bebitos que abren un poco los ojitos y protestan por la mierda en que chapoteamos. Los demás, a callar y a tragar, no sea que aun encima les pase algo peor. Y claro que cada vez es peor, más y más peor. Cada vez es mayor la inmundicia a soportar, la indecencia a tolerar, por sumisos y cobardes.

Si aguantan es que se les puede apretar aún más. Así que venga ahí a atornillar, que nadie se escape ni salve, más madera, que siga la juerga. Marica el último que palme.

Y bueno, devaneos aparte, también hay que decir que es importante no ver esto de las diferentes dimensiones en un sentido demasiado jerárquico. La paradoja de la vida es que todas las dimensiones se dan al mismo tiempo y en el mismo plano. Sería un error pensarlas como lugares ajenos y estancos. Más bien conviene entenderlo como partes integrantes de un mismo organismo. Partes que nos son más aparentes y accesibles, más inmediatas, y partes que nos quedan aún ocultas y desconocidas, más remotas.

Lo sutil forma parte de lo denso. Lo denso forma parte de lo sutil.

Podemos visualizarlo como una cascada de energías que se van organizando, unas dentro de otras, a partir de infinidad de ajustes y voluntades implicadas. Cuanto más se considera al respecto, más tremendo, enorme y sublime se aprecia esto. Universo es una palabra cuyo sentido apenas recién iniciamos a asomarnos a intuir.

Aun así, no hay que perderse demasiado con lo lejano. La clave está en comprender que cada elemento tiene igual importancia. Por eso se ha de vivir centrado en el ser y su condición y circunstancia presente, sin caer en ansias erróneas ni en complejos injustificados.

Otro detalle que hay que examinar del sueño ese, es el hecho de que los visitantes compartan las cualidades intrínsecas de la cuarta dimensión. Esto puede llevarnos a pensar que es el propio lugar el que activa y despliega ese tipo de propiedades en sus moradores, sin necesidad de que estos tengan que hacer nada. Sin embargo, hay que tener cuidado con esta idea. El lugar influye y propicia sólo en parte, el otro requisito imprescindible es que los moradores propendan, se adapten y amolden al nivel vibracional, a la modalidad existencial.

Qué es primero, el huevo o la gallina?

La cuarta dimensión existe gracias a sus pobladores, que la generan y mantienen con la suma de sus estados elevados de vibración?
O, sus pobladores disfrutan de la cuarta dimensión porque han sabido sintonizar, asimilarse a sus condiciones y habitarla, asumiendo sus beneficios y responsabilidades?

Las dos cosas pueden ser, según se mire. En lo que a nosotros respecta, ambas opciones requieren igual esfuerzo, dedicación, entrega, constancia y voluntad. El cielo no baja a la tierra por arte de magia. Hay que saber atraerlo, llamarlo, crearlo, generarlo. Sostenerlo, cuidarlo, gestionarlo.

De todas formas, el sueño sólo describe una impresión muy leve e imprecisa. Sin duda, lo que yo capto como compartir al instante las cualidades y capacidades de los pobladores es burdo y desacertado. Como comparar a un novato con un maestro en la materia. Sí, igual ambos acceden y disponen de la misma herramienta, pero el provecho, alcance y pericia son incomparables, de todo punto. Como una manopla de cocina a un guante de cirujano.

Por otra parte, la luminiscencia emanada, percibida en la cuarta dimensión, denota la capacidad de amar, la apertura y cercanía a la fuente. Esto está relacionado con nuestro sentido de la belleza.

Por qué un bebé nos resulta instintivamente atractivo y hermoso?
Por su perfección y equilibrio, o lo que es lo mismo, su cercanía a la fuente de la que proviene. El bebé es amor puro, sin mácula, sin discurso, ni reservas, ni condiciones. Carece de filtros, compuertas, defensas. Mana luz y la vida le irá enseñando a proteger y contener en parte eso, a base de golpes y sinsabores.

Esta es una diferencia clave de nuestra dimensión. La materia da pie al dolor. Y el dolor da pie al miedo. Y eso nos va alejando de la esencia. Es un ciclo muy eficaz. Me distraigo, me hiero, me duelo, me resiento, me cierro, me traumo, me quejo, me victimizo, me egotizo, como dicen los de allende, me desquicio, etc.

El ciclo de la vida nos ha de llevar, supuestamente, de retorno a la fuente, sin embargo, es raro transitar por este plano y quedar incólume, de ahí que, durante nuestra existencia, la belleza emanante irá variando, mutando, brillando de formas más difusas o dispares, según nuestro tino y acierto. Ya se dice, que el amor ilumina, y, que el endemoniado muda espantosamente de aspecto. Bien se ve que fondo y superficie van siempre de la mano.

Sin embargo, esto de la belleza también tiene capas, y nosotros, aquí, apreciamos un nivel muy básico, apenas lo mero aparente y poco más. Pero allí se aprecia bastante más, muchos más matices y significados sutiles y tal. Por eso captan la calidad vibracional, la peculiaridad particular, el carácter, la personalidad, la intensidad y cercanía a la fuente, la longevidad, etc.

Además, no hay necesidad de juicios valorativos, la subjetividad se da de una manera leve y discreta, consciente y moderada, respetuosa, educada, considerada, hasta un grado solemne y exquisito, para nada comparable a lo que por aquí abunda y se acostumbra.

Se ha de apreciar esta cuestión de la sutileza. Una dimensión mayor implica eso, un grado de acción más atento y cuidadoso. Una sensibilidad de más amplio alcance y discernimiento. Un respeto más considerado y delicado.

No es gratuito que así sea. Una mayor conexión con el todo implica necesariamente mayor responsabilidad y más amplio ámbito de trabajo. El volumen de información, y su minuciosidad y profundidad que tal dimensión conlleva, es tal que ni somos capaz de imaginarnos. Suficiente para enloquecernos al instante.

Esto nos lleva a la dificultad de interrelación entre dimensiones. La diferencia hace que exista una barrera de protección. Una tensión superficial que mantiene a salvo ambas sustancias. Y los asomos son de cuidado.

El efecto ocasionado es diferente. Uno de la cuarta puede tener más habilidad o soltura a la hora de entablar un breve encuentro. Pero algunas reacciones de uno de la tercera le pueden ser aun así tremendamente desconcertantes o hasta traumatizantes. Simplemente hay incompatibilidades que son muy difíciles de salvar o sortear. Tan sencillo y peligroso como una reacción química. Lo que se gana, lo que se pierde y lo que supone peligro de muerte.

Un breve encuentro entre seres de diferentes dimensiones puede implicar y ocasionar hondo trastorno. Puede inspirar pasmo o pavor, como lo de los ovnis y tal, o asombro y entrega desmedidos, como en las apariciones marianas.

La aparición mariana da una buena idea de un ser de la cuarta dimensión. La devoción que despierta es natural, se debe a su propia constitución. Su presencia irradia y emana eso que llamamos divinidad, misticismo, espiritualidad. No puede ser de otro modo, si tenemos en cuenta las cualidades de la dimensión de donde proviene y que le conforman.

La clave de esos episodios está en su fugacidad. La convivencia es impensable. Hay que comprender bien el asunto. Saber ser vecinos no invasivos.

La disposición no es casual.

Vamos a suponer que, efectivamente, la tierra es hueca y que en su interior vive esta gente en la cuarta dimensión, tan ricamente.

Ellos se nos aparecen en puntos estratégicos y nos piden levantar iglesias y tal. Seguramente ellos hacen lo propio por su lado. Así, entre ambos, construimos una red para una mejor receptividad vibracional de la tierra para su conexión con el universo.

La tierra a su vez es un ser vivo de orden superior que nos contiene a ambos. La tierra cuida y mantiene el orden necesario.

Es interesante entonces considerar más detenidamente estas dos caras del planeta y lo que implican. La cara interior establece el escenario ideal para esto que hemos llamado la cuarta dimensión. Fíjate bien: Día perpetuo, sol estático, central, clima perfecto, horizonte convergente. El paraíso terreno. La cara exterior, por contra: Oscuridad alternante, sol distante, errante, clima cambiante, horizonte divergente.

Lo del horizonte es importante. Ponele que somos unos alfileritos clavados en una esfera. El eje vertical ascendente de cada sujeto termina entonces en un punto distinto del firmamento. Sin embargo, por la cara interior de la esfera esto no es así, sino que todos confluyen en un mismo punto, el centro geométrico, ocupado por el sol central.

Si relacionamos esas dinámicas con el pensamiento, tenemos que un entorno produce una cultura individualista y la otra, globalista, por no llamarla comunista. La consecuencia es evidente. El individualismo deriva en deterioro y mala distribución de los recursos. El globalismo lleva a uniformidad y equilibrio en la gestión de los recursos.

Ya puestos, no me resisto a remitirme a un ocurrente diseño que ejemplifica sugerentemente esta psicodivergencia esfericopolivalente, dicho así en plan pedantesco, jeje (http://dersonydraws.blogspot.com/2010/10/todosuno.html).

Así y todo, son muchos otros los factores a tener en cuenta, igual de importantes o más. Así que se ha de tomar este esquema con la prudencia oportuna.

No es cuestión de liarse a la conquista de un entorno que no nos es debido ni adecuado. Ya que, si el interior se eyecta sobre el exterior, o el exterior se inyecta en el interior, tal vez cabría interpretarlo como una mala señal, síntoma de que el organismo superior ha cesado en sus funciones y está en proceso de descomposición, en cuyo caso, bien poco duraríamos, tanto los unos como los otros.

Se pueden dar otras opciones, pero te dejo que las imagines por tu cuenta.

Un choque así se podría comparar con la conquista de América, allá por el nosetantos y pico. Parecería que lo denso triunfa sobre lo elevado. Sería nefasto.
Claro que, no estamos hablando de meros humanos ligeramente avanzados.

A buen seguro, la barrera que protege y separa ambos mundos es tal que sólo se puede atravesar si se cumple la condición necesaria, a saber, vibrar en su misma escala. O al menos así se espera y desea, para el bien de todos.

Es por esto, cabe aventurar, que no habrá encuentro ni descubrimiento, más allá de los leves e indirectos atisbos acostumbrados o acordados, los mínimos imprescindibles, es de suponer, mientras nuestros caminos no se armonicen y confluyan en algún punto del proceso existencial.

Y bueno, no se me ocurre nada más por ahora.
Tan sólo señalar que esto apenas sería un asomo tosco y mínimo de todo el invento. Seguro que yerro en mucho, y más que habría que considerar, pero claro, para ello habría que saber de lo que se habla, y mucho me temo que no sea el caso, jeje.

Pero bueno, ahí queda eso, peores cosas se han visto y se verán, si no hay remedio.

8 de diciembre de 2011

tres coma cinco joyas auténticas

-Mi boli:
UN BOLIGRAFO. Es un boligrafo de la marca SES semillas. pinta de color azul. De este color (Nota: Las palabras 'De este' están escritas a boli, el resto del texto, a lápiz. Fin de la nota). El material del que esta echo es plastico, hierro y metal. Cerrado mide unos 13'5 cm. Abierto unos 14 cm. Pretando fuerte 13'7 cm. Solo tiene un defecto que o no se cierra o no se abre. Por donde escribe tiene el cono rajado y un agujero que es por donde escribe. En el interior tiene una bolita de un milimetro de gruesa que es lo que permite que escriba. Encima de el cono tiene seis circulos de un centimetro de diametro. de diferentes colores. estos son: blanca la primera, amarilla la segunda, naranja la tercera, la cuarta roja, la quinta azul claro y la ultima azul osqura. La marca de el plástico es: _LECCEPEN. En su interior tiene un muelle, el tubo de tinta y unos objetos muy raros asi: (Nota: Aparecen dibujados de forma tosca y muy esquemática un par de elementos cilíndricos dentados y con hendiduras, que forman parte del mecanismo del bolígrafo. Fin de la nota).-Corricorriendo:
REDACCION. Yo tenia una manzana gigante, pero era de plastico. Ocupaba media habitacion, tenia una puerta y era mi secreto. Allí metia mis cosas. Un dia, era por la tarde y estaba merendado dentro de la manzana, cuando, noté que me lebantaban. Pero resulto que cambiaban de sitio la manzana. FIN. (Nota: La última frase está escrita con boli, lo demás, a lápiz. Fin de la nota).-(Por lo que sea) Un mal día:
-¡Venga, Sergio, levanta! Decia la madre de Sergio. Sergio, era un niño de 9 años, tenia muchos ami-gos, pero no muy fieles. Eran las 8 y media y se acababa de despertar-se de la cama. Se habia vestido y se disponia a ir a desayu-nar cuando, encuenta de abrir la puerta, izo ademan de abrirla pero no la abrió, y se atizo un golpe que le sorprendió y le espaviló, pero no mucho. Porque luego se fué a sentar en la silla y al alcanzar el tazón tropezo con la silla y cayó. En la escuela, hizo mal los problemas, cuando le preguntó la profesora la capital de Franci-a dijo: -La capital es Madrid. La profesora le castigó y se quedó sin recre-o. Al entrar a clase le tocaba musica. la asignatura que menos le gustaba, y falló en todo. Al medio dia se enfrió su comida y llegó tarde a clase. En clase suspendió 3 veces y tubo que copi-ar la lección. De 4 a cinco le tocaba gimbnasia. En gimbnasia se olbido el chanda y perdió la carrera. De buelta a casa se cayó en el barro y se perdió. Un señor lo encontró y le llevó a casa.-Año 2531:
Año: 2531. Mes: Enero. Epoca: otoño: se han cambiado las estaciones por causas del tiempo. Dia: 25. Hora: 9'15 minutos. Lugar: Sixílan (España, cambiada de nombre). C.A: Sevilla. C/: Jox, rey del Pasado Nº Tesilo 3º A. Una superficie negra es lo unico que se disipa, de repente una nave obalada, del tamaño de un cuaderno grande y del grosor de una puerta se ilumina, Se eleva y da cantidad de bueltas por el plano negro. Instantes despues una nave de tamaño parecido y triangular iluminose tambien. Ambas naves se disputan. La triangular, se coloca encima de la otra, luego abre unas puertecillas y saca un brazo mecanico con tenazas, estas agarran a la obalada por una manecilla. La nave obalada gira alrrededor suyo, cada vez más deprisa, el brazo se tienta a romper. La nave triangular gira, se eleva, se para, intenta todo pero, su luz blanca empieza a ponerse amarilla, su forma cambia a ser un boomerang, el brazo pierde las tenazas y se recoge, y empieza a emitir un pitido agudo y fuerte durante un minuto. Es el sistema de alarma. Este avisa cuando hay un problema, averia etc... Al rato se ve una linea blanca. Esta engorda lateralmente y se ve la silue-ta humana.Se ilumina todo, el hombre lleva barba y delante hay dos camas, En ellas 2 chicos con unos mandos. El más mayor dice: -Hola papá. -Hola, ¿qué ha pasado? -Que Jorge ha estropeado mi nave TRIA. Di-ce el pequeño. -Pero, el ha empezado capturando mi nave. Dice Jorge. -Bueno, mañana, ya veremos ahora acost-aos. Dice el padre. Otrabez se oscurece la habitacion. Los dos hermanos hablan: -Jo, Tom, te has pasado, podias haber para-do la nave. -Si, pero, no... me atreví. Ya sabes que no se manejarla muy bien y a demás no me gustan estos trastos. -Ni amí, pero, estamos en el siglo XXI y no hay remedio. -Sabes lo que te digo, que esto no va a quedar así. -Tienes razón. Responde Tom. Se callan y empiezan a pensar qué pasaria. Jorge, piensa, que esplotaria la Tierra. Tom, que arderia el mundo por lo del ozono. A la mañana siguiente, Despues de desayunar: -Mamá, que bajamos a la calle a Jugar.Once años que tenía entonces, casi ná...

6 de diciembre de 2011

cuadro léxico

La imagen muestra una cuadrícula con un sistema de coordenadas. La coordenada horizontal se sitúa en el borde superior, y la vertical, en el lateral izquierdo. Ambas coordenadas contienen los mismos elementos, las 27 letras del alfabeto en su orden habitual. A saber: A, Be, Ce, De, E, Efe, Ge, Hache, I, Jota, Ka, Ele, Eme, Ene, Eñe, O, Pe, Qu, Erre, Ese, Te, U, Uve, Uve doble, Equix, Y griega, y Zeta. Así pues, la cuadrícula tiene 27 cuadrados de ancho por 27 cuadrados de alto, por tanto, se compone en total de 729 casillas o cuadros. Repartidos por esta cuadrícula hay 47 números, del 1 al 47. La numeración indica el orden en que se ha de descodificar el mensaje. La localización de cada casilla se expresa mediante el par de letras del sistema de coordenadas con los que está alineada. Así, cada cifra forma una 'sílaba' o digrama, tomando primeramente la letra de la coordenada vertical y luego la de la horizontal. A continuación se enumeran todas las cifras con sus correspondientes coordenadas. 1, E, Ese. 2, Te, E. 3, Eme, E. 4, Ene, Ese. 5, A, Jota. 6, E, Ce. 7, O, Ene. 8, Te, I. 9, E, Ene. 10, E, E. 11, Ele, Eme. 12, A, Y griega. 13, O, Erre. 14, Ese, E. 15, Ce, Erre. 16, E, Te. 17, O, A. 18, Ese, A. 19, Be, E. 20, Erre, Qu. 21, U, E. 22, De, I. 23, O, Ese. 24, Be, A. 25, Jota, A. 26, Ce, A. 27, De, A. 28, Ene, O. 29, Ce, Hache. 30, E, Y griega. 31, Ele, A. 32, Eme, I. 33, Qu, U. 34, E, A. 35, Te, U. 36, Ce, U. 37, E, Erre. 38, Pe, O. 39, Ce, O. 40, Eme, O. 41, U, Ene. 42, Ge, A. 43, Te, O. 44, A, Ese. 45, U, Pe. 46, Erre, O. 47, Ele, E.

25 de noviembre de 2011

una postal de Rosa

Lee la mía en su blog (http://vanalaire.blogspot.com/2011/11/toctoctienes-una-postal.html).

arroz

Primero estoy de nuevo en el piso compartido. Mi compi vive ahora con su pareja y me siento bien recibido, aunque al mismo tiempo tengo una sensación como de invadir un espacio de intimidad.

Hay un álbum de fotos protagonizado por la compi, se supone que es un regalo, pero no sé precisar de quién ni para quién. En torno a dicho objeto gira cada vez más y más un torbellino de confusión y conturbamiento.

Ahora estoy en mi casa, en mi habitación, en mi cama. Me incorporo, es sábado por la mañana. Mi hermana y mi prima pequeña están sentadas ante mi escritorio, juegan a algún juego de sobremesa.

Salgo a la cocina, mi madre me manda llamar a mi prima para que se quede con ella un rato. Voy, se lo digo, va. Como ha quedado su sitio libre, me siento y empiezo una partida con mi hermana.

El tablero es como de ajedrez. Las fichas son como de damas pero cuadradas. Están repartidas de forma aleatoria por todo el tablero. Primero mueve ella, todas sus piezas, siempre en horizontal y de izquierda a derecha. El número de casillas que avanza es variable. Parece que el objetivo es que sus fichas queden alineadas sobre las mías para, en un siguiente turno, cambiar la dirección del movimiento, pasar sobre ellas y comérmelas así. Pero también hay algunas fichas que mueve en ele, sin ser diferentes a las otras.

Es mi turno. La partida va adquiriendo complejidad de forma gradual. Aparecen elementos extraños sin que ello sorprenda o inquiete. En realidad no tengo ni la más remota idea de cómo ni qué sea el juego, aunque eso es irrelevante, simplemente juego y ya.

Es una situación curiosa, mi parte lógica está perdida, pero calla y aguarda, deja hacer. Mientras, yo me desenvuelvo bastante bien al nivel al que se está dando todo, allí donde no hay palabras ni explicaciones, ni falta que hacen, pues todo es pura intuición.

Ha aparecido una pequeña luna artificial orbitando sobre el tablero, que también tiene su papel en el juego. Una de las fichas de mi hermana se ha convertido en un pequeño globo terráqueo. Una de mis fichas le dispara pequeños misiles o cohetes, haciendo que el globo terráqueo reviente como una burbuja y muestre en su interior otro globo terráqueo de tamaño menor. Así varias veces.

Entonces, el globo se pone a botar y se sale del tablero por un lado. Lo damos por perdido, porque resulta que donde termina el tablero no hay nada sino abismo. Pues, de forma inadvertida, el tablero ha adquirido escala real, de tal manera que es como si estuviéramos en una plaza de baldosas ajedrezadas.

Como decía, dábamos por perdido al globo (o balón hinchable de playa), pero justo por donde se ha ido resulta que hay otro tablero casi pegado al primero, que es donde ha ido a parar la pelota, traviesa y juguetona.

Tras la sorpresa, saltamos nosotros también para explorar ese nuevo territorio. Su superficie presenta un embaldosado que dibuja franjas horizontales, de tonos naranjas, que transmiten una deliciosa sensación de novedad y vitalidad. Al mismo tiempo, no es llano, sino que presenta suaves ondulaciones y pequeñas colinas a lo largo de toda su extensión.

Te hace sentir como un niño en un parque nuevo.

Tras dar unas vueltas por él regresamos, con un pequeño brinco para salvar el escaso abismo que separa ambos escenarios, de nuevo al terreno del juego, que ya parece haber concluido, pues no queda rastro de ficha ni elemento alguno. Mientras asimilamos el inesperado y fantástico hallazgo del nuevo sitio, voy saboreando el suceso, la situación.

A mi entender, eso forma parte del juego, pero es algo así como un mapa secreto, una zona que se muestra a modo de regalo añadido sólo cuando has completado el juego al completo, con todas sus misiones extras y tal.

El hecho de haberlo encontrado ya desvelado significa que alguien ha jugado anteriormente y lo ha terminado totalmente. Y es una suerte poder disfrutarlo, no por su valor en sí, que también, sino por lo que se aprecia tras la calidad que trasluce. A uno le embarga una alegría cálida y radiante, expansiva y hermanadora. Hay como una complicidad y admiración sinceras a la genialidad del artífice de todo eso. Una euforia apreciativa, típica de quien comparte los desvelos y quebrantos del arte de crear, en este campo o en cualquier otro.

Y el hecho de descubrir un secreto tampoco le quita encanto precisamente, claro.

Luego, es de noche, estamos en una plaza, con otros amigos y conocidos. Parece una reunión serena y conciliadora. Parecen estar presentes las principales personas de mi vida. Hay como una especie de absolución silenciosa común y recíproca.

Sin embargo, mi padre parece querer interceder en favor de una antigua relación mía. Su énfasis se me antoja inoportuno, innecesario, fuera de lugar. Pues, aun habiendo alcanzado cierta entente cordiale, no ha de procurarse un nuevo intento entre nosotros. El resultado sería, sin duda, una vez más, desaconsejable. Hay buenas voluntades que no conviene volver a mezclar.

El caso es que el interés de mi padre se debe a no sé qué historia con los genes comprimidos de ella, como si fueran muy idóneos para su ansiado ideal de descendencia o algo así. O sea, que para él se trata de una especie de pulsión vital intrínseca, que le sale de las entrañas. Triste anhelo trascendente desesperado.

Total que, nos aparta, los demás se van cada uno por su lado, y nos lleva hacia casa. Algo no va bien con la gravedad. Ella y yo avanzamos andando por las paredes exteriores del edificio, como si estuviera tumbado, mientras mi padre aguarda en la calle, con los pies en el suelo, como si tal cosa.

Entramos por la ventana. Dentro la gravedad es otra vez normal. Ella se queda en el salón mientras yo preparo la cena.

Estoy en la bañera, duchándome. Llevo entre las manos una escurridera con arroz, que se va cocinando al mismo tiempo.
Pero, en un momento dado, me percato de que se le ha abierto el fondo y se ha ido casi todo el arroz por el sumidero. Cierro la ducha y lamento el percance, no sin dejar de experimentar una cierta inquietud y fastidio por ello.

El arroz que queda es insuficiente para formar un plato siquiera.
Hurgo por el sumidero y trato de rescatar lo que buenamente puedo. Voy sacando pequeños puñados, que resbalan y se escurren de nuevo hacia el agujero. Tras varios intentos, logro reunir un pequeño montón.

Me cabe la mano bien por el agujero y los restos no parecen haberse ido muy lejos. Al menos por esto no tengo que atormentarme demasiado.
Llega un punto donde ya no sale más arroz y empieza a asomar otra cosa. Se trata de una maraña de tiras de zanahoria, pero de un color verde oscuro intenso. Me cuesta varias intentonas hasta que logro sacar la bola entera de hebras frescas, crujiente, casi diría hasta apetitosa.

Luego voy sacando otras cosas aún más inesperadas. Reglas de dibujo, grapas, utensilios, distintas cosas que se ven recién compradas, algunas incluso todavía en su bolsa o envoltorio. Hay hasta unos paquetitos de monedas, de cambio o suelto, para transacciones cotidianas... Ridículo, absurdo.

Y por último, lo que saco es una especie de cubilete de cartón, cilíndrico, justo del diámetro del sumidero, con lo que, al menos, ha servido para que quedara todo eso ahí retenido y sólo escapara el agua.

Me doy cuenta de que todo esto ha sido cosa de mi padre. Adivino que, en su propósito y proceder, ha tratado de tener todo listo y a punto para culminar su objetivo concerniente a nosotros. Y que su inseguridad e ignorancia le han llevado a comprar, torpe y grotescamente, cantidad de cosas innecesarias, que evidencian su total y absoluta impericia bienintencionada irritante.

Me mosqueo y me cabreo por esto, y ya me despierto.

el zielo es de pretoleo

El zielo es de pretoleo y por eso es negro.
Pero que no es en liquido porque si no ya no flotaria ya mas.
Y se cairia otra vez al suelo yobiendo.
Y menudo asco seria, imajinate.

Asique es de aire asi como las nubes que flotan en el zielo.
Y por eso esta ai a riba tol rato tan a lo lejos.

Andemas el umo de los coches tanbien se va ai al zielo.
Y poreso es nego.
Antes cuando no abia coches el zielo no era asi como aora.
No se deque color era pero negro creo que no, seria mejor seguro.

Y aora no se poede quitar porque sa ido todo a lo mas alto del techo.
Donde ai ya no yega mas naidie.
Y andemas que ai mas demasiao.

Y la culpa es de los coches conque fijate que lo sepas.
Que cagada de cagarruta, con perdon.
Por inbentarlos a sido todo la culpa.
Y eso ai que decirselo al inbentor para que no los inbente ya mas.
Porque an azido mucho mal al zielo.

Y ami no me gusta por la noche porque ace miedo.
Y seria mejor que no foera nergo el zielo.
Eso ai que decirle selo al inbentor para que lo sepa.
El pedo y la caca de mierda que son su el inbento, con perdon.

Y que le pueden meter a la carzel y todo poreso ademas, me parece.
Por malo y porque asi ya es peor.
Porque porla noche ya no se be y ai que enzender las luces.
Y andemas que no beas que eso lo que chupa.
Y todo por su culpa.

Y yo no se quien a sido el que a seido.
Pero menos mal que yo no poque si no a ber que.

Y si respiras pertoleo te mueres.
Poreso los astonaurtas yeban casco y todo.

Y el sol ace mas fuego porque tiene pretoleo.
Y asi ya no se gasta ya mas.
Pues porque como ai tan mu mucho pues no se acaba ya nunca.

Y las nabes son tontas porque no saven cojer el petoleo y ya bolar todo lo que quieran y mas con el.
Yo coando tenga una nabe ya beras ya.
Me ire asta donde lo mas lejos que me de la gana y mas y mas.
Por todos laos que se pueda.

Y ya me la estoi montando.
Pero me pasa que me falta saber como para subir a alli asta a riba.
Porque el suelo pesa todo el rato.
Es un plasta y un pesao que se te pega tol rato a los pies y todo.
Y que no te deja salir tu solo para irte bolando por el zielo.
Como el espaladrapo.
Jo que royo.

franela chunga

va de un tio que ba por ai por la selba y se pone a cazar animales porque si pero que no les ace nada pero a demas questa loco porque no tiene ninguna arma ni nada y le pueden morder o algo y enzima sienpre yeba la misma camisa con abujeros y todo y por eso se yama asi a si y luego dice tanbien muchas palabotras tol rato como si estubiera enfadao y nose por que si la selba esta tan guai y a demas cuando quiere se come lo que quiere y no pasa nada paque beas pero enzima que sabe mas muchas cosas que nadie de los animanles y todo como que los patos disparan paliyos enbenenados cuando se enfadan por los abujeros de la nariz y si te pican te quedas ai tieso clabao que no te puedes mober ni nada y luego se te pueden comer si quieren por eso no ay que enfadar a los pator porque son mucho de miedo y ojito cuidao con ellos ya mi ya no me gustan ya mas y por eso los indios saben acen lo mismo que tiran paliyos con una pajita javalina creo que se llama para cazar porque se copiaron de los patos porque son unos copiotas pero lo de los elesfantes no me a gustao porque no ai derecho que sean tan malos con los pobes elenfantes y yo no quiero que agan mas eso asique mas bale que no les piye que no les bea yo porque si no se ban a enterar que eso no eso caca eso mu mal y mu feo y no se puede poder acer y punto asique fin de la istoria y nada y punto y final

tele-visión

Soy de nuevo adolescente. Estoy en el instituto.
A la entrada hay como un quiosco de prensa, integrado con el recibidor.

Busco el número actual de una revista gratuita, que parece tener algo especial, no sé si relacionado con nuestro centro o conmigo o con qué. No sé si es el primer número que sacan, o sacamos. Sé que es de un formato inusitado, algo más grande del tamaño folio, papel de buen gramaje, a todo color, bastantes páginas, 50 o así.

Pero hay bastante ajetreo, gente que viene y va. No logro hacerme con ningún ejemplar, no porque se haya agotado sino porque no logro encontrar el montón.

Es primera hora de la mañana. Van a comenzar las clases.
Subo las escaleras. Me encuentro con un amigo.
Algo pasa relacionado con las perchas, ya no recuerdo qué.

Para la siguiente hora la profe nos dice que tenemos que salir afuera. Vamos a una calle cercana, no transitada, de las afueras, desde la que tenemos que observar algo en la lejanía.

Nos vamos sentando por el suelo y la acera, desperdigados.
Yo me siento apoyando mi espalda en un contenedor de la basura. Llevo un paraguas abierto, lo elevo hasta que la parte trasera del mismo descansa sobre la tapa del contenedor.

Lo que veo frente a mí es un edificio del que salen y entran personas. No tiene nada de especial.
Pero si levanto o bajo el paraguas ya no lo veo, desaparece la imagen y lo único que queda es el horizonte despejado y el cielo con nubes.

Tras varios intentos, constato y verifico que es el paraguas el que, de alguna manera, hace y obra semejante prodigio. Lo comento todo emocionado con la profe. Parece que esta es la lección que hemos venido a apreciar.

Otro compañero, que está de pie tras el contenedor, también puede ver esto a través de mi paraguas. Se me queja para que no lo mueva ya más.

Me exalta el asombro cuanto más me percato del inmenso alcance de esa especie de zoom inexplicable. Ese edificio, que veo como si estuviera apenas a unos pocos metros, cien o menos, se halla en realidad a miles y miles de metros, decenas de kilómetros tal vez. Tan lejos que ni se le adivina, allá por el horizonte.
Es increíble.

Incluso el más extraordinario de los portentos, el más fantástico de los ingenios, tendría que corregir la distorsión óptica y compensar la curvatura de la tierra, amén de otros muchos obstáculos igual de insalvables, para tratar de emular este fenómeno.

Y no sólo es esto, además encima también se percibe el sonido.
En realidad es como si se hubiera plegado el espacio, abolido la distancia, pues la escena se presenta ante nuestros ojos con total y absoluta realidad, presencia, corporalidad.

Ahora que me fijo, veo a un lado del edificio un pequeño bar con un toldo. El toldo es rojo y tiene impresas unas letras doradas, en tibetano, creo adivinar.

Es una lamasería, me viene a la mente, sin saber qué pueda ser eso.

De dicho local entran y salen monjes budistas con sus túnicas rojizas.
Uno de ellos me pide por señas que le acerque mi mano, la toma y se pone a tamborilear con sus dedos sobre mi palma abierta.

Parece seguir alguna coreografía preestablecida, concreta, una especie de digitopuntura cosquilleante y sutil, cuya finalidad o significado desconozco, aunque percibo como positivos.

7 de noviembre de 2011

ni Pepe ni Sole

Pepe y Sole son una pareja de codiciosos. Están en el desierto, tienen semillas y disponen de una pala. Bastaría con repartir adecuadamente las semillas por todo el terreno y atenderlas cuidadosamente para, en poco tiempo, disfrutar de un esplendoroso y fértil vergel, un oasis de dicha y bienaventura (como dicen los de allende) en pleno erial yermo.

Lamentablemente, tanto Pepe como Sole están infectados con un grave parásito que les roe el cerebro. Este desdichado evento les hace padecer una aguda esquizofrenia paranoide alienante que les impide comprender su situación. Así pues, su instinto les dicta una sola directriz: Sobrevivir por encima de todo.

Podría pensarse que son víctimas de tal circunstancia. Nada más lejos de la realidad, el parásito sólo prolifera cuando el terreno le invita a ello. Su locura es reversible.
Pero no es esa su intención.

Por tanto, huésped y parásito conforman una unidad bien avenida. Comparten lo esencial, el interés de medro a costa del prójimo.

Siendo así, no sorprende que Pepe y Sole se hayan embarcado en una competición suicida y sin sentido. Dado el contexto, la pala cobra máxima relevancia y protagonismo. Quien tiene la pala ostenta el poder, goza de ventaja y supremacía sobre el otro. Pero es una diferencia escasa.

Por eso hay que buscar una mayor distancia, otro elemento que suponga una distinción más eficaz y notable, incuestionable. Que le dé más estabilidad y autoridad al tirano, que le permita someter mejor a su lacayo. Algo que valide y justifique su imposición y sometimiento.

Mientras tanto, no les queda más remedio que soportarse y aguantarse respectivamente. Así, sus mentes albergan y ambicionan deseos y ansias insaciables, inconfesables. Unos delirios desquiciados que les llevan a codiciar los tesoros ocultos que intuyen, barruntan o imaginan aguardándoles bajo la tierra.

Y se ponen a cavar, claro. Y se pelean por el uso y manejo de la pala, y se turnan, mal que bien, y van profundizando.

Pasa el tiempo y se dan cuenta de que están atrapados en un pozo del que no alcanzan ya la salida. Han caído en su propia emboscada, se han metido en una trampa de la que no tienen escapatoria. Ahora la situación ya no es divertida. Ahora llegan los lamentos, los reproches, los agravios, la ira, el odio, la amargura, etc.

Cualquier humano, llegado a ese punto, comprende que es hora de cambiar de actitud, corrige el rumbo y salva el pellejo. Pero ellos no, Pepe y Sole hace tiempo que renunciaron a ser humanos, se creen más, se creen mejores, se creen por encima. Ironías de la vida, su soberbia les ha llevado a cavar su propia tumba.

Y de allí no han de salir.

Su mente parásita ni sabe ni contempla la vida en términos que no sean de competición y codicia, de depredación salvaje e inmadura. Su propia naturaleza es garantía de desaparición, autoextinción. Y en ese plan siguen, lanzándose desprecios e insultos el uno al otro, quitándose la pala de malas maneras. A ratos cavando, con la punzante codicia aguijoneando sus esperanzas, vanas e infundadas, de milagro o recompensa. A ratos impidiendo que el otro pueda cavar o tratar de escapar. Arrastrándose mutuamente, llevándose de la mano, haciéndose compañía en su descenso, ameno y entretenido, hasta el infierno.
Y tan ricamente.

Mientras tanto, las semillas, olvidadas y abandonadas en la superficie, han ido germinando por sí solas y contemplan, pacíficas y serenas, cómo se pudren y se descomponen hasta los huesos esos que tomaron camino tan estúpido y absurdo.

11 de octubre de 2011

una postal de Montse

Lee la mía en su blog (http://letrasparapasarunrato.blogspot.com/2011/10/una-postalpor-fin.html).

venganza se escribe con vaho

Explicación: Este microrrelato está presentado en forma de video. Un video muy minimalista, ya que se compone básicamente de texto. La escena se desarrolla a modo de diálogo, el protagonista se expresa y representa mediante carteles de texto estático, al estilo del cine mudo. El otro personaje consiste en una mano que va dibujando letras sobre un cristal empañado de vaho. Así, lenta y progresivamente, va formando las frases que contienen su mensaje. Fin de la explicación. -Estoy ante el espejo... Tras la ducha... Y veo que empiezan a dibujarse... Unas letras... Que dicen: -'Soy tu abuelo.' -Lo flipo... Si está muerto... -'Atiende.' 'Necesito tu ayuda.' -Estoy helao de miedo... -'Coge el tinte de tu madre.' 'Vacíalo.' 'Y llénalo con ácido.' 'El peor que puedas.' -Jo, yayo, eso no... -'A callar!' 'O me ayudas o...' 'Te asustaré.' 'Tantas noches como veces te di propina.' -Jobar, cómo te pasas... -'Hale, arreando!' -Vale, vale... 'Se va a acordar esa de mí.' -Le habrá sentao mal el entierro... O algo... No sé... Pufff... Vaya palo... Qué movida... Jope... Voy a tener que ponerle... Un antinieblas al espejo.

el gigante que se cortó las piernas para no ser tan gigante

Había una vez un chico que era muy rebelde, lo que pasa es que sus padres eran aún más malos, así que él hacía siempre al revés siempre. Ellos fumaban y él no, y así con todo. Por eso, en cuenta de hacerse chiquitajo escuchimirriado, se volvió más grande aún, pero luego ya se dio cuenta de que se había pasado un poco mucho, y ahora era ya más demasiado de grande.

Medía dos metros y pico, conque fíjate lo grande gigante que era en verdad. Lo malo es que ser gigante es un rollo, no cabes por ningún lado, la gente te mira todo el rato y siempre estás con hambre. Por eso estaba tan delgado, que se le veían los huesos y todo, pero que aun así no podía jugar al baloncesto, porque no era casi rápido y le costaba, además que no le gustaba hacer deporte, porque se cansaba mucho cansado.

El gigante lloraba por la noche porque ya no quería ser más un gigante, y encima ya no tenía a sus padres, porque se habían matado muertos al pincharse muchas drogas, además de otras más malas peor aún. Y él quería tener muchos amigos buenos y una novia por lo menos, pero las chicas le tenían más miedo aún, encima de que eran canijas canijisísimas, encima, ya ves.

El gigante ya estaba aburrido y se cansaba de bostezar siempre más solo que la una que para qué, así que se acordaba de cuando era un rebelde y se dio cuenta de que aún podía ser eso, de que ya no iba a estar más así todo el rato tan mal por culpa de ser tan gigante. Por eso que se fue a la vía del tren y se puso encima de las vías, para que le cortaran las piernas.

Y esto no lo tenéis que hacer, porque es muchísimo de peligroso en verdad de la buena y duele más aún, muchichísimo, además además que te puede salir mal el tren por encima y luego ya no tiene arreglo, no te creas, así que nada, hacedme caso y ya está.

Eso pasó, que pasó el tren y le cortó las piernas y ya luego se lo llevaron para el hospital y le cortaron el grifo de la herida porque se estaba quedando sin sangre a chorro fijo perdido. Luego ya le arreglaron más aún mejor y todo, y le regalaron unas muletas de esas que van pegadas al paralítico, de esas que son como esquís de esquiar, pero la punta más doblada, que lo he visto yo, que las he visto en la tele, y que puedes correr más aún, como el correcaminos ese.

El gigante se había cortado las piernas un poco más encima de las rodillas, por eso ya no tenía rodillas, por eso andaba como un pingüino, pero él aun así estaba más contento que chupillas, porque ya no era más un gigante, y ahora medía igual que los demás, un poco menos y todo.

Lo que pasa es que los brazos se le habían quedado igual de largos que antes, y el tronco igual era también un poco largo, así que se tenía que poner como un rapero de esos que cantan rap de cantar, con pantalones colgados de esos y camisolas de negrata y así ya no se notaba un poco ni nada, sólo mas que lo de andar.

Luego ya, el gigante estaba feliz otra vez y se hizo profesor de filosofía, porque era lo que a él más le gustaba, además que se llevaba taco de bien con los chavales, así que, ya está y nada más.

13 de septiembre de 2011

una postal de Anita Dinamita

Lee la mía en su blog (http://relatosdeandarporcasa.blogspot.com/2011/09/postal-de-dersony.html).

cómo es mi papa

Mi papa es un tovogan serio,
que solo te deja tirarte si te deja y si no no.
Mi papa es una montaña mu alta,
arriva se be el zielo y todo.
Mi papa pesca a las chicas con los dedos,
las coje por aí y las colga del techo.
Es para ver si tienen guebos o ban a poner un niño,
mi papa tiene manos de medico y por eso le dejan.
Mi papa puede contra todos, es el mas mejor,
mi profe se pone guapa cuando tiene tuto con el.
Mi papa es una manta de gustito,
anque los domingo pincha un poco.
Mejor aun, mi papa es un horno haziendo boyitos,
guele sienpre que ace hambre de rechupete.
A mi papa dan ganas sienpre de comerse a mi papa,
pero eso no se puede poder hacer porqe solos los caníbas.
Mi papa es mu bueno con las chicas avabdonadas en la calle,
las coje y las laba y las arregla bonitas y todo.
Las chicas mojadas se ponen vlanditas y pian como pajaritos,
mi papa les ace el nido asta que se ponen bien otra bez.
Eso es lo que mas le gusta a mi papa,
cuidar gatitos.
Ellas se meten en su cama trabiesas y mauyan y juegan,
pero ami no medejan toda bia.
Mi papa save curar el amor con una indicion majica,
creo que la pone con la pilila, eso me pareze.
Alas chicas les gusta mucho que mi papa les aga eso con su cosita,
luego se ponen buenas ya y ya no gritan.
Probezitas, casi sienpre tienen pesadiyas y a mi me dispiertan,
pero menos mal que mi papa sabe que ya no tengan mas miedo.
Mi papa es una atracion solo para mallores,
y yo quero crezer ya pontro pa montarme, pareze mu chuli.

Juan Muñón

Si te apellidas Muñón tienes todos los números para perder un brazo o algo así. Y esto es lo que le pasó a Juan Muñón.
Su apellido, no podía ser de otra manera, nació por una errata.
La saga de los Muñón ha sido breve.
No tuvo descendencia.

ayer fui Dios

Me desperté riendo y ya no fui al trabajo.
Me pasé todo el día en una nube, como aquél que dice.
Ser Dios es una pasada, lo más de lo más, claro, jeje.

Mola la forma tan normal y sin avisar en que te sucede.
No hace falta nada, abres los ojos y lo sabes.
Sabes que eres Dios y lo sabes todo.
La risa es inmediata.
Es una risa sublime, que nace del gozo, la maravilla, la omnisciencia.

Jospe, se ve todo tan claro cuando eres Dios, es una pasada.
Qué diferente a lo que pensamos los humanos.
Puf, hay tanto por explicar.
Podríamos pasarnos toda la eternidad y no terminaríamos.

Hoy ya no soy Dios.
Me queda el recuerdo, que aun así, es un subidón que no veas.
Así que, antes de que se me vaya del todo,
voy a tratar de extraer unas mínimas pistas.
Para ir puliendo algunas ideas, que buena falta nos hace.

Para empezar, Dios no es nadie.
Tenemos la estúpida idea de que Dios es una entidad externa, definida, concreta y mensurable. Un ser mítico, único y proverbial.
Algo así como un icono o un arquetipo. Un tío grande, vamos.

Es deliciosamente ingenuo que el hombre, en su inmadurez y cortedad de entendederas, piense así de Dios.
Claro, es natural, cada nivel se monta la película acorde a su alcance.
Y las consecuencias tampoco sorprenden.
La versión teletubi de Dios lleva a que la gente se monte cultos y ritos absurdos, ridículos, dañinos.
Luego vienen los lloros y las quejas.
Malo, Dios malo.

Pobres niños, no se dan cuenta de lo que hacen.
No se enteran de que son ellos los que se equivocan,
que Dios no es eso que se creen.
Pero ahí los tienes, jugando a decir lo que se vale y lo que no se vale.
Mi Dios es más mejor que el tuyo.
Y tú eres tonto y te pego, hala.

Y no te lo pierdas, que también hay otros que dicen:
Quita, quita, que de eso nada, que eso de Dios es un invento, que no existe, que yo no lo he visto.

Acabáramos, qué lumbreras, los tíos tienen que verlo para creerlo, jeje. Pues mala suerte chico, me parece que no va a poder ser. Por muy supermegachachis que te montes los telescopios y los aceleradores de partículas, nada. Vas listo.
Jopé.

Pero, dejemos tranquilos a los parvulitos y mejor vamos a lo que vamos.

A ver cómo te lo explico.
Dios es todo. No puede ser de otro modo, claro.
Dios es la existencia, Dios es la realidad. Ni tiene origen ni tiene fin.
Esto ya lo habrás oído mil veces, seguro.
La cosa es, hacerte a la idea.

Porque, qué significa al fin y al cabo esto?
Qué sentido tiene llamarlo con esa palabra?
Para qué sirve? Para qué nos sirve? Para qué me sirve?

Bueno, se trata de la vida, saber vivir y todo eso.
Forma parte del paquete.
Puedes hacer como que no, pero tampoco funciona.

Una forma interesante de enfocar el asunto es en cuanto a la conciencia.
Conforme el ser crece, va aumentando su conciencia.
Se da cuenta, empieza a apreciar más matices, se va formando una idea más elaborada de lo que le rodea y eso le lleva a adecuar su forma de ser y estar, la manera en que interactúa y participa con el todo y las partes.

Quiénes somos? De dónde venimos? Adónde vamos?
El conjunto cuenta. El todo juega un papel.
Estamos dentro y queremos entenderlo.
No es fácil.
No puedes desmontarlo, no puedes hacer trampa, no hay trucos.
Infinitos son los caminos.

Total, que llega un momento en que la conciencia te lleva a contemplar eso que está más allá de lo inmediato, más allá de lo evidente, tangible y calibrable.
No es ningún capricho esto. Esta ahí, el todo, y entonces, si prestas atención y te fijas, empiezas un diálogo con él.
Así aparece Dios.
Nace de ti, date cuenta. Se desprende de tu conciencia.
Claro que, esto es como lo del huevo y la gallina.
Estaba ahí ya antes de que tu agudeza te permitiera barruntarlo?
O es tu anhelo metafísico el que ha alumbrado tal fenómeno?
Cuidado, a la que le busques un orden ya la has liado.
Un enredo es un enredo es un enredo.

Sea.

Una vez que lo has visto, no puedes no verlo.
A no ser que te atices en el coco y te quedes tonto.
Es igual cómo lo llames, la cosa es que forma parte del juego.
Y el juego se llama: A ver cómo me lo monto.
La busca del sentido.

Podemos decir: Dios es un estado de conciencia.
Un estado en el que se es consciente de todo lo existente,
de la unión y conexión de todo el invento.
Por supuesto que sí.
Todo intento de definición que se haga es válido y verdadero.
No hay posibilidad de agotar ni de abarcar en su totalidad tal concepto.

Los limitados, aquellos que piensan sólo mediante silogismos rígidos y alienantes, optan por quedarse con la idea que más les interesa y conviene, a saber, que Dios es una paparruchada improbable, inútil y sin sentido alguno. Y bien que está eso, pues la vida devuelve, cual fiel espejo, el reflejo de cada uno, jeje.

A ver si me centro.
Sólo con poder imaginar esto así, que Dios es un estado de conciencia, el salto ya es inmenso. Piénsalo bien.
A partir de ahí podríamos adentrarnos en reflexiones más profundas, sobre la vida, la materia, la conciencia y su estrechísima relación inmanente, etc.

Hay que ir más allá de esa tendencia a pensar de forma lineal y excluyente. Dios no es una cosa concreta y localizable. No es un monolito vagando por el universo. No es una partícula elemental.
No es nada aislable, detectable, controlable.
Ni remota ni conceptual ni hipotéticamente.

Se entiende entonces que lo de rezar no es como pegar una llamada a un pavo y pedirle: Oye tío, que a ver si me echas un cable.
Hay que tener claro qué se busca, cómo y dónde.
Fórmulas, formalismos, maneras, poco importa.
Mantra, yoga, meditación, lo que sea.
El ser se reencuentra a sí mismo en el todo.
Se desprende de la maraña que le ofusca y confunde.
Destila su esencia. Renueva su propósito vital.
Tratas de tú a tú con tu verdadero yo.
No es como para ponerte a pedir un ferrari.

Si te descubres pidiendo tonterías está claro que no has encontrado el centro.
Algunos descuelgan el teléfono pero no saben establecer la comunicación. A unos les va el teatrillo, otros ni se dan cuenta.
Para gustos, los colores. Tampoco pasa nada.
El tonto juzga, el sabio respeta.

Ayer fui Dios, pero no menos que anteayer ni más que hoy.
En todo momento, todo lo que es participa en el todo.

Muchos estarán pensando: Sí, pero a ver cuándo me toca a mí ser Dios.
Pues cuando quieras, hombre.
La cosa es darte permiso, ahondar en tu ser, aprender en qué consiste ese fondo último, cómo se llega a ello y por qué todo.

La gracia es, que cuando te levantas con el Dios subido, ves tu vida y te das cuenta de que en todo momento eres Dios, solo que no te das cuenta. Y es así, aunque parezca increíble.

Esto no va por sorteo. Hoy yo y mañana tú.
De hecho, nadie tiene la exclusiva, nadie puede sentirse dueño ni señor único de nada en absoluto, nadie ostenta ningún cetro especial.
No hay favoritismo, sino todo lo contrario. El invento este está montado bien pero bien, lo que pasa es que hay que fijarse y estar atento para entenderlo. Curiosidad, perspicacia, agudeza, esas cosas.

Esto es como las células de tu cuerpo, todas trabajan en todo momento para un fin común, tanto si se dan cuenta como si no.
Todas son tú.
Solo que, igual que nosotros, a veces están más en lo que están y a veces están en las nubes. El ego y el ser se llevan un juego bastante interesante, aunque sería lioso entrar en eso ahora.

Imagina una ciudad por la noche, con miles de luces que se apagan y se encienden. Cada luz es un ser despierto y los demás duermen. Cada luz es alguien con el Dios subido. El mapa cambia constantemente. Por eso es inaprensible, entre otras cosas.

Por eso es un ente abstracto o indescriptible, al menos para nuestro estado actual. Por eso hay que entender bien de qué se trata, en qué consiste, qué cualidades cabe encontrar en ello. De otro modo equivocamos nuestro orientamiento, como dicen los de allende.

Otro ejemplo: Una inteligencia artificial que acaba llegando por sí sola al concepto de Dios. Qué pasaría entonces?
Unos dirían: Su diseño inicial ha condicionado el resultado, su creador ha proyectado subconscientemente su propia idiosincrasia.
Otros: Ha sido un error, ha sido de potra, esto no prueba nada, esto no nos aporta nada.

Pero sí que da pie a algunas reflexiones.

Tal evento, podría considerarse como prueba de auténtica inteligencia? Para unos así sería, para otros, todo lo contrario.

Aquellos que reniegan del concepto de Dios, consideran que la mente que alumbra tal idea ha caído en una trampa, una fantasía, un espejismo, un capricho atolondrado, una sandez, una equivocación que le ciega y confunde, que le limita y condiciona negativamente.

Los que creen, lógicamente, piensan lo mismo o por el estilo de los que desdeñan la idea de Dios.

Todo depende de qué entendemos por Dios. La clave está en el concepto. Si alguien cree poder prescindir o despreciar tal idea es porque la encuentra vana, sin ningún valor ni relevancia. Está por encima de ello. Claro que, si sobrepasas la idea de Dios, tal vez eso es señal de que tu idea de Dios no está lo suficiente formada o elaborada.

Sin embargo, también cabe decir, que tal vez nuestra idea de Dios nunca sea lo suficiente aproximada, al menos mientras no crezcamos un chirajo considerable. Por ahora nos resulta mayormente un concepto casi inconcebible. Un enigma sin solución.

Entonces, qué más da creer o no, si todos estamos equivocados? Pues sí, la verdá, pero hay maneras y maneras. Siempre que puedas seguir avanzando por ti mismo, vas bien.

Lo importante es darse cuenta de que todo esto depende de uno. Nace de ti, tú eres el primer y último responsable de tu vida.
Conoce tu camino, depura tu pensamiento, crece, integra, asimila. Comprende, entiende, respeta.

Si lo haces bien, verás que todo está en orden, que todo es bello, que la variedad comparte un fondo común y que ya no hacen falta las palabras.

Ayer, por ventura, desperté con la conciencia expandida.
Y vi, eso, que todo está ok, que todo es guachi, blablablá.
Ya sabes, se ha dicho y se dirá de mil maneras y por mil bocas mil.

La dicha gloriosa de la comprensión total no tiene igual.
Son infinitos los detalles sublimes que llenan de gozo en su apreciación.

Es como una cascada perfecta.

Qué sé yo, intentas describir una mínima parte, compartir un minúsculo atisbo y no te sale. Es de estas cosas que si no se viven no se entienden, no se captan. Cuanto digas se queda corto, porque detrás del mínimo detalle le sigue la cadena entera de lo demás. A la que tratas de sintetizarlo se desvirtúa. La magia está en el instante, imposible de reducir o articular. Lo auténtico no es extraíble según nuestras fórmulas acostumbradas. Todo intento resulta falaz.

Otros dirán: Jo, pues si yo fuera Dios, me pondría a hacer un montón de cosas, me haría rico y tendría un montón de poderes superchulos.

La cosa no funciona así, al menos para nuestro estrato actual.
Te da igual ser Dios como que no.
Cuando pides un deseo, todo el universo se tiene que poner en movimiento y coordinarse hasta llevarlo a cabo.
No es esto de chasco los dedos y ya. Vamos, ni de coña.

La única diferencia es, que si eres Dios, ves y entiendes cómo funciona todo esto. Es tremendo.
Cuando tienes en mente esto, tu comportamiento se vuelve más moderado, más sereno y atinado. Crecer es lo que tiene, que dejas de hacer el tonto, de desperdiciar energía y recursos malamente. Eres consciente de las implicaciones y consecuencias de cada acto. Desarrollas cada actividad con coherencia y atención a todos los niveles. Integridad, madurez, responsabilidad, dignidad, etc.

La verdad es que nos queda aún un montonazo así de grande por aprender. Pero así de grande que no me llegan ni los brazos,
fíjate bien lo que te digo, jeje.

Estamos aún en pañales.
Sobre todo en eso del pensar en paradoja.

Estamos muy engañados con el modelo este que nos hemos montado, que si la creación, que si el big bang, que si la evolución, que si la relatividad, que si la teoría de cuerdas.
Madre mía, qué corto se queda todo eso.

Valdría más la pena hacer borrón y cuenta nueva.

A ver cómo te lo explico.
No hay ayer ni mañana. No hay afuera ni adentro.
Nuestro entendimiento dimensional precisa una profunda revisión, para poder interconectar, interrelacionar lo que está entrelazado.

Si yo te contara de lo que hacen nuestros hermanos mayores, de su enorme labor en todos los planos, de su ir y venir de lo micro a lo macro, no me creerías, me tomarías por loco.

En fin, ayer fui Dios y moló un puñao,
pero hoy ya no y estoy cansao, así que, cambio y corto.