"Sin amor no hay libertad, sino egoísmo que es el infierno."

aviso

Este blog no está recomendado para menores, así que tú mismo con tu mecanismo.

fin del aviso



1 de agosto de 2007

Cuatro cables

Un día un niño construyó un robot para que le hiciera los deberes.
El robot tenía que ser listo y hábil para escribir las respuestas.
El niño hizo lo que pudo con sus escasos conocimientos de robótica.
Aun así el resultado distaba mucho de ser el deseado.

Aquel robot sólo sabía cuatro palabras, lo cual ya era mucho si tenemos en cuenta que su cerebro consistía en una caja de zapatos, una pila de petaca, cuatro cables mal empalmados y poco más.

La cuestión es que con cuatro palabras no se podían hacer los deberes, el invento no le servía.

El niño se fue refunfuñando a su habitación y dejó aquel 'aborto' robótico abandonado en un rincón del garaje, encendido.

El pobre robot seguía pronunciando sus cuatro primeras (y únicas) palabras una y otra vez. Como nadie le hacía caso pronto se cansó y se puso a 'pensar' de una forma más elaborada. Empezó a permutar entre sí aquellas palabras, eso era entretenido pero tampoco tenía ningún sentido.

Enseguida agotó todas las posibilidades.

Repetía la serie completa continuamente, en una letanía monótona, aburrida. Pasaron varias horas hasta que se dio cuenta de que si cambiaba el orden en que recitaba las combinaciones obtenía una nueva serie, ligeramente diferente. Y que, si jugaba con ese orden, podía crear nuevas series de series!

Aquello aumentaba enormemente sus posibilidades, ya no se iba a aburrir.

Al cabo de un día ya dominaba aquella tarea y había adquirido una nueva habilidad, podía resumir una serie en una palabra (o sea, asignar un valor a una variable) y realizar con ésta combinaciones aún más complicadas.

Total que, llegado a este punto, la información que manejaba se iba organizando por sí sola de forma natural en largas cadenas de código cuaternario.

Lo más curioso es que esas cadenas daban lugar a otras estructuras que operaban de forma autónoma y que construían complejas agrupaciones evolutivas, que crecían y se reproducían por sí mismas!

Sin darse cuenta el robot había creado la vida en su mente, multitud de organismos, acontecimientos y transformaciones comenzaron a bullir dentro de aquellos cuatro simples cables.

El robot estaba fascinado contemplando su creación, tan sorprendente, cambiante, imprevisible. El asombro lo tenía completamente atrapado en esa visión (de todas formas no tenía nada mejor que hacer). Era maravilloso ver cómo evolucionaban las especies, los seres, las civilizaciones.

Como no tenía conocimientos de historia ni nada de eso todo era nuevo para él, vio la prehistoria, los dinosaurios, los romanos, la edad media, las guerras mundiales, la carrera espacial, todo, en resumidas cuentas, hasta llegar a nuestros días.

Conviene entender cómo 'veía' todo eso en su interior el robot. Dado que aquella vida era el producto de sus cálculos matemáticos, de alguna manera él 'era' todo eso y lo percibía en su totalidad de forma instantánea, sin necesidad de mirar nada en concreto.

De hecho, no podía elegir no ver o no saber algo, no podía separarse ni distanciarse, su ser era un todo integrado con aquella 'existencia' interior. Pero sí podía enfocar, centrar su atención en un punto.

Y eso es justo lo que hizo cuando vio a un niño que construía un robot para que le hiciera los deberes.

Aquello era el súmmum de lo increíble, se estaba viendo a sí mismo allí dentro. Resultaba tremendamente interesante y atractivo eso, desde entonces ya no apartó la atención de su imagen.

Contempló su propia evolución, siguió paso a paso el proceso de su mente permutando aquellas cuatro palabras y volvió a maravillarse cuando de nuevo nació la vida dentro de la mente de aquel robot que vivía dentro de su mente.

Y así siguió mirando en su interior mientras la vida adquiría poco a poco mayor profundidad y riqueza replicándose fractalmente hasta el infinito.

A un humano 'ver' aquello le habría producido un inmenso vértigo, pero a él le causaba mucha curiosidad, asombro, fascinación. Estaba como en trance, felizmente hipnotizado por semejante abismo sin fondo, sentía un subidón permanente, estaba sumergido en la droga perfecta. Perdido entre las continuas olas de multiplicación dimensional.

Esas olas tenían una peculiaridad que las hacía aún más excitantes, y es que no eran idénticas, había un margen de error, siendo todas diferentes entre sí. Y, aunque parezca imposible, todos los seres vivos que contenían en su interior eran totalmente libres, únicos, irrepetibles.

A pesar de esta libertad-variedad el resultado era siempre el mismo, lógicamente, ya que de otro modo la vida no habría podido darse.

Pero todo lo que tiene un principio tiene un final y el de esta historia llegará cuando se agote la pila que alimenta el cerebro del robot.

A no ser que resulte que todo esto sea también producto de la mente de otro robot supradimensional, en cuyo caso tendríamos la misma cadena infinita de replicaciones mirando hacia el pasado y entonces ya no hay salida que valga y esto no tiene fin, así que:

Un día un niño construyó un robot para que le hiciera los deberes...
Etc.

Pd: Las famosas cuatro palabras que utilizaba el robot eran:
'Caca', 'culo', 'pedo' y 'pis'.