"Sin amor no hay libertad, sino egoísmo que es el infierno."

aviso

Este blog no está recomendado para menores, así que tú mismo con tu mecanismo.

fin del aviso



13 de septiembre de 2011

ayer fui Dios

Me desperté riendo y ya no fui al trabajo.
Me pasé todo el día en una nube, como aquél que dice.
Ser Dios es una pasada, lo más de lo más, claro, jeje.

Mola la forma tan normal y sin avisar en que te sucede.
No hace falta nada, abres los ojos y lo sabes.
Sabes que eres Dios y lo sabes todo.
La risa es inmediata.
Es una risa sublime, que nace del gozo, la maravilla, la omnisciencia.

Jospe, se ve todo tan claro cuando eres Dios, es una pasada.
Qué diferente a lo que pensamos los humanos.
Puf, hay tanto por explicar.
Podríamos pasarnos toda la eternidad y no terminaríamos.

Hoy ya no soy Dios.
Me queda el recuerdo, que aun así, es un subidón que no veas.
Así que, antes de que se me vaya del todo,
voy a tratar de extraer unas mínimas pistas.
Para ir puliendo algunas ideas, que buena falta nos hace.

Para empezar, Dios no es nadie.
Tenemos la estúpida idea de que Dios es una entidad externa, definida, concreta y mensurable. Un ser mítico, único y proverbial.
Algo así como un icono o un arquetipo. Un tío grande, vamos.

Es deliciosamente ingenuo que el hombre, en su inmadurez y cortedad de entendederas, piense así de Dios.
Claro, es natural, cada nivel se monta la película acorde a su alcance.
Y las consecuencias tampoco sorprenden.
La versión teletubi de Dios lleva a que la gente se monte cultos y ritos absurdos, ridículos, dañinos.
Luego vienen los lloros y las quejas.
Malo, Dios malo.

Pobres niños, no se dan cuenta de lo que hacen.
No se enteran de que son ellos los que se equivocan,
que Dios no es eso que se creen.
Pero ahí los tienes, jugando a decir lo que se vale y lo que no se vale.
Mi Dios es más mejor que el tuyo.
Y tú eres tonto y te pego, hala.

Y no te lo pierdas, que también hay otros que dicen:
Quita, quita, que de eso nada, que eso de Dios es un invento, que no existe, que yo no lo he visto.

Acabáramos, qué lumbreras, los tíos tienen que verlo para creerlo, jeje. Pues mala suerte chico, me parece que no va a poder ser. Por muy supermegachachis que te montes los telescopios y los aceleradores de partículas, nada. Vas listo.
Jopé.

Pero, dejemos tranquilos a los parvulitos y mejor vamos a lo que vamos.

A ver cómo te lo explico.
Dios es todo. No puede ser de otro modo, claro.
Dios es la existencia, Dios es la realidad. Ni tiene origen ni tiene fin.
Esto ya lo habrás oído mil veces, seguro.
La cosa es, hacerte a la idea.

Porque, qué significa al fin y al cabo esto?
Qué sentido tiene llamarlo con esa palabra?
Para qué sirve? Para qué nos sirve? Para qué me sirve?

Bueno, se trata de la vida, saber vivir y todo eso.
Forma parte del paquete.
Puedes hacer como que no, pero tampoco funciona.

Una forma interesante de enfocar el asunto es en cuanto a la conciencia.
Conforme el ser crece, va aumentando su conciencia.
Se da cuenta, empieza a apreciar más matices, se va formando una idea más elaborada de lo que le rodea y eso le lleva a adecuar su forma de ser y estar, la manera en que interactúa y participa con el todo y las partes.

Quiénes somos? De dónde venimos? Adónde vamos?
El conjunto cuenta. El todo juega un papel.
Estamos dentro y queremos entenderlo.
No es fácil.
No puedes desmontarlo, no puedes hacer trampa, no hay trucos.
Infinitos son los caminos.

Total, que llega un momento en que la conciencia te lleva a contemplar eso que está más allá de lo inmediato, más allá de lo evidente, tangible y calibrable.
No es ningún capricho esto. Esta ahí, el todo, y entonces, si prestas atención y te fijas, empiezas un diálogo con él.
Así aparece Dios.
Nace de ti, date cuenta. Se desprende de tu conciencia.
Claro que, esto es como lo del huevo y la gallina.
Estaba ahí ya antes de que tu agudeza te permitiera barruntarlo?
O es tu anhelo metafísico el que ha alumbrado tal fenómeno?
Cuidado, a la que le busques un orden ya la has liado.
Un enredo es un enredo es un enredo.

Sea.

Una vez que lo has visto, no puedes no verlo.
A no ser que te atices en el coco y te quedes tonto.
Es igual cómo lo llames, la cosa es que forma parte del juego.
Y el juego se llama: A ver cómo me lo monto.
La busca del sentido.

Podemos decir: Dios es un estado de conciencia.
Un estado en el que se es consciente de todo lo existente,
de la unión y conexión de todo el invento.
Por supuesto que sí.
Todo intento de definición que se haga es válido y verdadero.
No hay posibilidad de agotar ni de abarcar en su totalidad tal concepto.

Los limitados, aquellos que piensan sólo mediante silogismos rígidos y alienantes, optan por quedarse con la idea que más les interesa y conviene, a saber, que Dios es una paparruchada improbable, inútil y sin sentido alguno. Y bien que está eso, pues la vida devuelve, cual fiel espejo, el reflejo de cada uno, jeje.

A ver si me centro.
Sólo con poder imaginar esto así, que Dios es un estado de conciencia, el salto ya es inmenso. Piénsalo bien.
A partir de ahí podríamos adentrarnos en reflexiones más profundas, sobre la vida, la materia, la conciencia y su estrechísima relación inmanente, etc.

Hay que ir más allá de esa tendencia a pensar de forma lineal y excluyente. Dios no es una cosa concreta y localizable. No es un monolito vagando por el universo. No es una partícula elemental.
No es nada aislable, detectable, controlable.
Ni remota ni conceptual ni hipotéticamente.

Se entiende entonces que lo de rezar no es como pegar una llamada a un pavo y pedirle: Oye tío, que a ver si me echas un cable.
Hay que tener claro qué se busca, cómo y dónde.
Fórmulas, formalismos, maneras, poco importa.
Mantra, yoga, meditación, lo que sea.
El ser se reencuentra a sí mismo en el todo.
Se desprende de la maraña que le ofusca y confunde.
Destila su esencia. Renueva su propósito vital.
Tratas de tú a tú con tu verdadero yo.
No es como para ponerte a pedir un ferrari.

Si te descubres pidiendo tonterías está claro que no has encontrado el centro.
Algunos descuelgan el teléfono pero no saben establecer la comunicación. A unos les va el teatrillo, otros ni se dan cuenta.
Para gustos, los colores. Tampoco pasa nada.
El tonto juzga, el sabio respeta.

Ayer fui Dios, pero no menos que anteayer ni más que hoy.
En todo momento, todo lo que es participa en el todo.

Muchos estarán pensando: Sí, pero a ver cuándo me toca a mí ser Dios.
Pues cuando quieras, hombre.
La cosa es darte permiso, ahondar en tu ser, aprender en qué consiste ese fondo último, cómo se llega a ello y por qué todo.

La gracia es, que cuando te levantas con el Dios subido, ves tu vida y te das cuenta de que en todo momento eres Dios, solo que no te das cuenta. Y es así, aunque parezca increíble.

Esto no va por sorteo. Hoy yo y mañana tú.
De hecho, nadie tiene la exclusiva, nadie puede sentirse dueño ni señor único de nada en absoluto, nadie ostenta ningún cetro especial.
No hay favoritismo, sino todo lo contrario. El invento este está montado bien pero bien, lo que pasa es que hay que fijarse y estar atento para entenderlo. Curiosidad, perspicacia, agudeza, esas cosas.

Esto es como las células de tu cuerpo, todas trabajan en todo momento para un fin común, tanto si se dan cuenta como si no.
Todas son tú.
Solo que, igual que nosotros, a veces están más en lo que están y a veces están en las nubes. El ego y el ser se llevan un juego bastante interesante, aunque sería lioso entrar en eso ahora.

Imagina una ciudad por la noche, con miles de luces que se apagan y se encienden. Cada luz es un ser despierto y los demás duermen. Cada luz es alguien con el Dios subido. El mapa cambia constantemente. Por eso es inaprensible, entre otras cosas.

Por eso es un ente abstracto o indescriptible, al menos para nuestro estado actual. Por eso hay que entender bien de qué se trata, en qué consiste, qué cualidades cabe encontrar en ello. De otro modo equivocamos nuestro orientamiento, como dicen los de allende.

Otro ejemplo: Una inteligencia artificial que acaba llegando por sí sola al concepto de Dios. Qué pasaría entonces?
Unos dirían: Su diseño inicial ha condicionado el resultado, su creador ha proyectado subconscientemente su propia idiosincrasia.
Otros: Ha sido un error, ha sido de potra, esto no prueba nada, esto no nos aporta nada.

Pero sí que da pie a algunas reflexiones.

Tal evento, podría considerarse como prueba de auténtica inteligencia? Para unos así sería, para otros, todo lo contrario.

Aquellos que reniegan del concepto de Dios, consideran que la mente que alumbra tal idea ha caído en una trampa, una fantasía, un espejismo, un capricho atolondrado, una sandez, una equivocación que le ciega y confunde, que le limita y condiciona negativamente.

Los que creen, lógicamente, piensan lo mismo o por el estilo de los que desdeñan la idea de Dios.

Todo depende de qué entendemos por Dios. La clave está en el concepto. Si alguien cree poder prescindir o despreciar tal idea es porque la encuentra vana, sin ningún valor ni relevancia. Está por encima de ello. Claro que, si sobrepasas la idea de Dios, tal vez eso es señal de que tu idea de Dios no está lo suficiente formada o elaborada.

Sin embargo, también cabe decir, que tal vez nuestra idea de Dios nunca sea lo suficiente aproximada, al menos mientras no crezcamos un chirajo considerable. Por ahora nos resulta mayormente un concepto casi inconcebible. Un enigma sin solución.

Entonces, qué más da creer o no, si todos estamos equivocados? Pues sí, la verdá, pero hay maneras y maneras. Siempre que puedas seguir avanzando por ti mismo, vas bien.

Lo importante es darse cuenta de que todo esto depende de uno. Nace de ti, tú eres el primer y último responsable de tu vida.
Conoce tu camino, depura tu pensamiento, crece, integra, asimila. Comprende, entiende, respeta.

Si lo haces bien, verás que todo está en orden, que todo es bello, que la variedad comparte un fondo común y que ya no hacen falta las palabras.

Ayer, por ventura, desperté con la conciencia expandida.
Y vi, eso, que todo está ok, que todo es guachi, blablablá.
Ya sabes, se ha dicho y se dirá de mil maneras y por mil bocas mil.

La dicha gloriosa de la comprensión total no tiene igual.
Son infinitos los detalles sublimes que llenan de gozo en su apreciación.

Es como una cascada perfecta.

Qué sé yo, intentas describir una mínima parte, compartir un minúsculo atisbo y no te sale. Es de estas cosas que si no se viven no se entienden, no se captan. Cuanto digas se queda corto, porque detrás del mínimo detalle le sigue la cadena entera de lo demás. A la que tratas de sintetizarlo se desvirtúa. La magia está en el instante, imposible de reducir o articular. Lo auténtico no es extraíble según nuestras fórmulas acostumbradas. Todo intento resulta falaz.

Otros dirán: Jo, pues si yo fuera Dios, me pondría a hacer un montón de cosas, me haría rico y tendría un montón de poderes superchulos.

La cosa no funciona así, al menos para nuestro estrato actual.
Te da igual ser Dios como que no.
Cuando pides un deseo, todo el universo se tiene que poner en movimiento y coordinarse hasta llevarlo a cabo.
No es esto de chasco los dedos y ya. Vamos, ni de coña.

La única diferencia es, que si eres Dios, ves y entiendes cómo funciona todo esto. Es tremendo.
Cuando tienes en mente esto, tu comportamiento se vuelve más moderado, más sereno y atinado. Crecer es lo que tiene, que dejas de hacer el tonto, de desperdiciar energía y recursos malamente. Eres consciente de las implicaciones y consecuencias de cada acto. Desarrollas cada actividad con coherencia y atención a todos los niveles. Integridad, madurez, responsabilidad, dignidad, etc.

La verdad es que nos queda aún un montonazo así de grande por aprender. Pero así de grande que no me llegan ni los brazos,
fíjate bien lo que te digo, jeje.

Estamos aún en pañales.
Sobre todo en eso del pensar en paradoja.

Estamos muy engañados con el modelo este que nos hemos montado, que si la creación, que si el big bang, que si la evolución, que si la relatividad, que si la teoría de cuerdas.
Madre mía, qué corto se queda todo eso.

Valdría más la pena hacer borrón y cuenta nueva.

A ver cómo te lo explico.
No hay ayer ni mañana. No hay afuera ni adentro.
Nuestro entendimiento dimensional precisa una profunda revisión, para poder interconectar, interrelacionar lo que está entrelazado.

Si yo te contara de lo que hacen nuestros hermanos mayores, de su enorme labor en todos los planos, de su ir y venir de lo micro a lo macro, no me creerías, me tomarías por loco.

En fin, ayer fui Dios y moló un puñao,
pero hoy ya no y estoy cansao, así que, cambio y corto.