En las noches de luna intermitente... Un hombre muda su aspecto y se convierte en... El Hombre Cebra!
El Hombre Cebra es una criatura temible que... Bueno, bien mirado da bastante pena, la verdad. Pero fíjate tú qué pintas me lleva el tío. Jopé, si es que esto no es serio, así no hay manera, que te lo digo yo.
En fin, prosigamos. A ver, qué vamos a hacer si no. Cuenta la leyenda que, una noche de estas de luna parpadeante, estaba el guarda del zoológico haciendo su ronda habitual, cuando, de repente, sin avisar ni nada, que menudo susto le dio al pobre, asomó la cabeza una cebra por entre las rejas de su jaula y se puso a lametonearle la mano al asustado guarda.
La cebra se ve que tenía insomnio y estaba trastornada por eso de la luna enciende y apaga que te enciende y apaga, sin pausa ni descanso. Qué culpa va a tener la pobre, y quién no se alteraría con algo así, a ver. Si es que, mira que se les avisó y requeteavisó a los científicos, que dejaran en paz a la luna, que no les había hecho nada, que no se sabía lo que podría pasar si le hacían algo así, y tal y que cual. Pero nada, ni caso tú. Los tíos ahí todo emperrados en probar su experimento. Y mira que es tonto el invento, manda narices. A quién se le ocurre, vamos.
Y ya lo estás viendo, estas son las consecuencias, esto es lo que pasa por dejarles hacer y deshacer a sus anchas, que digo yo que ya vale con la tontería, que ya la broma se pasa de mala un rato. A saber qué horrores nos esperan y aguardan como sigamos a merced del capricho de estos papanatas descerebrados, que es que no se les puede llamar otra cosa. Menudos pirados, tanto inventito y tanto librito para acabar más mal de la azotea que para qué.
Si es que, así nos va. Y bien merecido que lo tenemos, oye. Ahí manga ancha, venga carta blanca sin talento y ellos hala a liarla y pifiarla a lo grande. Claro, si es que encima aún les animan a superarse y todo. Madre mía. Si está más claro que el agua que estos no carburan bien de la sesera, que tienen el tarro averiado, que te lo digo yo. Y más nos valdría atarlos bien corto, porque como sigamos así no sé dónde vamos a ir a parar con sus locuras. Están hechos unos destalentados de aquí te espero, de mucho cuidado, pero que mucho. Ojito con ellos. No te puedes fiar ni un pelo. O si no ya lo ves, no ganamos para disgustos, qué ruina y qué desastre. Al loro con estos, tú hazme caso.
En fin, a lo que iba, el caso es que algo le debió de pegar la cebra al guarda y ya lo ves al desdichado, pobre diablo, qué triste estampa.
Al tío este, cada noche le entra un nosequé-queseyó y se transforma en esta aberración de la naturaleza, en esta ridícula y absurda criatura, que ni da miedo ni nada, más bien todo lo contrario.
Ahí tan peludito y a rayas, con esa cara de equináceo, como dicen los de allende, que no se la aguanta. Y encima se pone a ramonear en el césped, y como mucho de vez en cuando suelta algún relincho o como se diga el sonido ese que hacen las cebras.
Penoso, ya lo ves. No vale ni como leyenda. Eso no es maldición ni es nada. A ver qué haces con algo así, si es que no da ni para un cuento. Lo cuentas y quedas como un pardillo de primera, patético. Y como esto siga así yo es que dimito, vamos. Quién me mandaría a mí. Hazte narrador, hazte, que es mu bonito. Sí, tu tía, con esta basura de material a ver qué vas a hacer. Menudo primo. Me ha tocado la china pero bien. Anda que, si lo sé... Asco de oficio. Leches.
En fin, a ver si termino ya y me voy para casa a hacer algo de provecho. Mejor que esto cualquier cosa. Qué manera de perder el tiempo. Señor.
Pues eso, que ya verás tú lo que tardan los del zoológico en convertirlo en reclamo de feria en cuanto lo descubran. Y si al menos vale para hacer caja, pues aún tira que te va, ya puede darse con un canto en los dientes el tío, que menudo panorama se le presenta.
Y es que al final todo se reduce a esto, al pecunio. Y ya que San Corrupto Salvador no se digna a sacarnos de la crisis, pues algo hay que hacer. Que aquí el que no corre vuela, y si no te sacas las castañas del fuego vas tú listo. Sí, miau! Aviados estamos, vamos. Anda que, vaya plan que tenemos...
Dan ganas de que te chupe una cabra, digo una cebra, o lo que sea, ya no sé ni lo que me hablo, qué más da, y a la porra con todo. Hala, a hacer gárgaras. A tomar el viento fresco, que es gratis.
De momento.