Multimediando zafanda,
bazofiando denostanda,
entelequiando zozobranda,
amnesiando anhelanda,
inopiando apeanda,
agendo cremanda,
claustrofobiando acatanda,
inerciando superanda,
carenciando palianda,
haciendo gananda,
cuchipando celebranda,
macedoniando antojanda,
fanfarriando canturreanda,
eleganciando atisvanda,
vanguardiando abordanda,
audienciando involucranda,
dislexiando sublimanda,
leyendo complacienda,
ocurrenciando rienda,
comediando congenianda,
albriciando dedicanda,
prestanciando tanteanda,
importanciando valoranda,
prosodiando caldeanda,
confidenciando susurranda,
persistenciando fomentanda,
excelenciando aportanda,
ofrendo esmeranda,
consecuenciando abarcanda,
tendenciando erizanda,
comando abonanda,
trayectoriando exploranda,
contiendo bordeanda,
viviendo adentranda,
barando arrimanda,
bufando despojanda,
modestiando disipanda,
deliciando anexanda,
meriendo debutanda,
turgenciando amasanda,
magnoliando husmeanda,
alubiando humectanda,
bandurriando adosanda,
mitocondriando animanda,
periciando acoplanda,
parsimoniando cimbreanda,
cadenciando afincanda,
clemenciando demoranda,
taquicardiando trepidanda,
cornucopiando consumanda.
10 de diciembre de 2019
8 de noviembre de 2019
no des pués
No des amor, da monio.
No des madre, da mencia.
No des orden, da lito.
No des norte, da cepción.
No des fase, da rrota.
No des guace, da rribo.
No des plome, da rrumbe.
No des gracia, da sastre.
No des trozo, da bacle.
No des dente, da fecto.
No des garro, da güello.
No des angre, da sagüe.
No des pojo, da secho.
No des pido, da sahucio.
No des carte, da trito.
No des tierro, da sierto.
No des censo, da clive.
No des mayo, da suso.
No des gana, da sidia.
No des gaste, da jadez.
No des prenda, da riva.
No des honra, da sazón.
No des caro, da saire.
No des plante, da nuesto.
No des tape, da manda.
No des cuido, da nuncia.
No des quite, da bate.
No des igual, da pende.
No des cuento, da nario.
No des precio, da recho.
No des velo, da creto.
No des peine, da cano.
No des doble, da cena.
No des pecho, da fensa.
No des lumbre, da coro.
No des nudez, da cencia.
No des piste, da cisión.
No des canso, da safío.
No des ignio, da signio.
No des falco, da bajo.
No des liz, da seo.
No des punte, da leite.
No des varío, da lirio.
No des tete, da guste.
No des tajo, da prisa.
No des treza, da porte.
No des borde, da rroche.
No des barre, da rrape.
No des fogue, da rrame.
No des pacio, da mora.
No des glose, da lante.
No des tense, da sarme.
No des tello, da talle.
No des temple, da cante.
No des tino, da miurgo.
No des madre, da mencia.
No des orden, da lito.
No des norte, da cepción.
No des fase, da rrota.
No des guace, da rribo.
No des plome, da rrumbe.
No des gracia, da sastre.
No des trozo, da bacle.
No des dente, da fecto.
No des garro, da güello.
No des angre, da sagüe.
No des pojo, da secho.
No des pido, da sahucio.
No des carte, da trito.
No des tierro, da sierto.
No des censo, da clive.
No des mayo, da suso.
No des gana, da sidia.
No des gaste, da jadez.
No des prenda, da riva.
No des honra, da sazón.
No des caro, da saire.
No des plante, da nuesto.
No des tape, da manda.
No des cuido, da nuncia.
No des quite, da bate.
No des igual, da pende.
No des cuento, da nario.
No des precio, da recho.
No des velo, da creto.
No des peine, da cano.
No des doble, da cena.
No des pecho, da fensa.
No des lumbre, da coro.
No des nudez, da cencia.
No des piste, da cisión.
No des canso, da safío.
No des ignio, da signio.
No des falco, da bajo.
No des liz, da seo.
No des punte, da leite.
No des varío, da lirio.
No des tete, da guste.
No des tajo, da prisa.
No des treza, da porte.
No des borde, da rroche.
No des barre, da rrape.
No des fogue, da rrame.
No des pacio, da mora.
No des glose, da lante.
No des tense, da sarme.
No des tello, da talle.
No des temple, da cante.
No des tino, da miurgo.
23 de octubre de 2019
debacle
Estoy en un amplio patio trasero vecinal, con unos amigos.
Llevamos bastante rato de celebración veraniega y yo ya tengo ganas de marcharme a mi casa.
Se lo comento a un colega, pero su entusiasmo y sus ganas de juerga parecen inagotables.
El muy suertudo acaba de encontrar no sé dónde un cetro de aspecto egipcio, que parece susurrarle ignotos secretos internamente.
Así pues, de buenas a primeras mi amigo se encamina hacia una pared del edificio colindante y se adentra en ella como si estuviese hecha de arena.
Sin embargo, inmediatamente tras su paso, el muro se recompone recobrando su firmeza y consistencia.
Este insólito suceso me asombra y me llena de creciente inquietud, pues algo me dice que nada bueno va a salir de eso.
Los demás no se han enterado de nada y siguen a lo suyo.
Al poco, retorna nuestro colega pero viene ataviado con una especie de gruesa armadura faraónica, hecha de roca, que recubre todo su ser y le da un aspecto imponente.
Su voz suena alegre y divertida, lo cual me resulta tremendamente insensato por su parte.
Está claro que no comprende las posibles consecuencias de su imprudencia, y todo esto me da muy mala espina.
Intento hacerle recapacitar, pero parece cegado por su nuevo poder.
Solo atiende a los increíbles conocimientos con los que ese traje le pone en contacto.
Farfulla entrecortadamente, como quien quiere expresar demasiadas cosas al mismo tiempo.
Dice que al otro lado del muro existe un templo piramidal ultra-importante, dotado de prodigiosos artilugios indescriptibles.
Al poco, recuerda algo que le hace adentrarse de nuevo en la pared, riéndose de una manera que me hace temer lo peor.
Después emerge de la pared una enorme pantera negra, cuya temible fiereza inspira barruntos apocalípticos.
En dos saltos se pierde de nuestra vista, pero ya todos notamos que algo fatídico se ha desencadenado con su presencia.
Y efectivamente, la tierra tiembla atronadoramente y por el cielo descienden inmensos bloques negros, que uno desearía que fuesen irreales.
Parecen gigantescos molares redondeados, de oscura superficie cromada.
Descienden lenta y ordenadamente, hasta formar una cúpula hermética, de unos cientos de metros, que nos rodea por completo.
Cesan el estruendo y el temblor, y un atroz pasmo nos embarga.
El desorden y la confusión se nos apoderan.
Esta espeluznante situación inesperada, nos sobrepasa con creces.
No sabemos qué intención o sentido tiene algo así, pero sentimos en las entrañas que este es el último reducto que ha quedado del mundo, que esta es una prueba final y definitiva.
Observo que los azabaches bloques intersecan limpiamente con los edificios, cuando lo esperable sería que su superposición hubiese provocado demolición y escombros.
No entiendo nada.
Lo único que se me ocurre es ponerme a seguir un riachuelo que de pronto recorre el patio como si siempre hubiese estado ahí.
Sobre el agua, en unas precarias barquichuelas, navegan varios desconocidos de tamaño reducido.
Esa especie de duendoides, gesticulan y maniobran con apremio y apuro.
Sigo su trayectoria caminando a la par por la orilla.
Parecen ignorarme completamente.
En un recodo, vuelcan sus embarcaciones por su atolondrado manejo y pierdo su rastro bajo las aguas.
Tomo el relevo y prosigo su ruta, tratando de averiguar el lugar al que se dirigían.
Llego a una zona donde hay unas plataformas metálicas que esconden trampas con pinchos.
Las supero con algún que otro accidente de poca monta.
Y desemboco en la calle, en la porción de calle que ha sobrevivido dentro de la negra cúpula.
Por la siguiente transversal, asoma caminando un grupillo de seis personas.
Sus cabellos están pintados multicolores y peinados en punta.
Me basta ver su porte y sus sonrisas, para saber que son sanguinarios homicidas y que están de cacería.
Retrocedo apresuradamente para alertar a los demás y para ponerme a salvo si es posible.
Trepo cual lagarto por la pared de un piso y trato de cobijarme bajo un alféizar.
Pero de poco me sirve, pues pronto me divisan y me hacen bajar.
Parecen haber adoptado una estrategia de disimulo, pero a mí no me engañan con su palabrería.
Pierdo de vista a mis amigos y supongo que están siendo dejados fuera de combate uno a uno.
No sé cómo, me hago con el paraguas de uno de esos nefarios y lo utilizo para neutralizarlos.
Supongo que dicho paraguas esconde algún tipo de arma, y es por eso que mi intimidación tiene efecto sobre ellos.
Los encamino hacia un pequeño bar que hay en un rincón y luego atranco la puerta dejándolos allí encerrados.
Luego transcurre bastante rato sin nada más que hacer.
Parece como si se hubiese detenido el tiempo.
Es angustiante.
La duda nos corroe: Vamos a estar en esta absurda situación indefinidamente?
Y entonces sucede algo extremadamente inesperado.
Se diría que el suelo ha empezado a perder su solidez.
Algunos amigos son tragados en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí apenas su silueta en el suelo.
Pero esta vez esas aberturas no se reconstruyen, sino que se van desmigajando poco a poco, cada vez más.
Esos negros abismos crecientes, nos horrorizan sumamente.
Es el sálvese quien pueda.
Cada uno intenta huir en cualquier dirección, pero nuestros cuerpos desarrollan poca tracción y menos inercia.
Ya no hay sensación de peso ni de agarre por ningún lado.
Somos satélites a la deriva, sin capacidad de impulso ni de freno.
Para colmo, las paredes se tragan igualmente a cuantos las atraviesan.
Y en un instante, soy el único que queda todavía.
Mi errático deslizamiento me está llevando hacia el bar, que ahora tiene su puerta abierta.
A medida que me aproximo, compruebo que está vacío y que su aspecto es peculiarmente distinto.
Ahora sus paredes parecen ser de metacrilato luminiscente o algo así.
Además, están semi-derruidas y tras ellas se contempla una nítida blancura esperanzadora.
El caso es que, cuando ya estoy rebasando dichas paredes fragmentarias, con el pie golpeo sin querer una porción del muro, que se desprende y sale flotando.
Veo que ese translúcido proyectil tiene en una de sus caras la marca de un refresco, graciosamente esmerilada.
Y también veo que, dicho vestigio volátil, está a punto de chocar contra la cara de un transeúnte salido de vete a saber dónde.
Percance que va a repercutir sobre mi inminente Juicio Final y cuyas posibles derivaciones provocan mi inmediato despertar.
Llevamos bastante rato de celebración veraniega y yo ya tengo ganas de marcharme a mi casa.
Se lo comento a un colega, pero su entusiasmo y sus ganas de juerga parecen inagotables.
El muy suertudo acaba de encontrar no sé dónde un cetro de aspecto egipcio, que parece susurrarle ignotos secretos internamente.
Así pues, de buenas a primeras mi amigo se encamina hacia una pared del edificio colindante y se adentra en ella como si estuviese hecha de arena.
Sin embargo, inmediatamente tras su paso, el muro se recompone recobrando su firmeza y consistencia.
Este insólito suceso me asombra y me llena de creciente inquietud, pues algo me dice que nada bueno va a salir de eso.
Los demás no se han enterado de nada y siguen a lo suyo.
Al poco, retorna nuestro colega pero viene ataviado con una especie de gruesa armadura faraónica, hecha de roca, que recubre todo su ser y le da un aspecto imponente.
Su voz suena alegre y divertida, lo cual me resulta tremendamente insensato por su parte.
Está claro que no comprende las posibles consecuencias de su imprudencia, y todo esto me da muy mala espina.
Intento hacerle recapacitar, pero parece cegado por su nuevo poder.
Solo atiende a los increíbles conocimientos con los que ese traje le pone en contacto.
Farfulla entrecortadamente, como quien quiere expresar demasiadas cosas al mismo tiempo.
Dice que al otro lado del muro existe un templo piramidal ultra-importante, dotado de prodigiosos artilugios indescriptibles.
Al poco, recuerda algo que le hace adentrarse de nuevo en la pared, riéndose de una manera que me hace temer lo peor.
Después emerge de la pared una enorme pantera negra, cuya temible fiereza inspira barruntos apocalípticos.
En dos saltos se pierde de nuestra vista, pero ya todos notamos que algo fatídico se ha desencadenado con su presencia.
Y efectivamente, la tierra tiembla atronadoramente y por el cielo descienden inmensos bloques negros, que uno desearía que fuesen irreales.
Parecen gigantescos molares redondeados, de oscura superficie cromada.
Descienden lenta y ordenadamente, hasta formar una cúpula hermética, de unos cientos de metros, que nos rodea por completo.
Cesan el estruendo y el temblor, y un atroz pasmo nos embarga.
El desorden y la confusión se nos apoderan.
Esta espeluznante situación inesperada, nos sobrepasa con creces.
No sabemos qué intención o sentido tiene algo así, pero sentimos en las entrañas que este es el último reducto que ha quedado del mundo, que esta es una prueba final y definitiva.
Observo que los azabaches bloques intersecan limpiamente con los edificios, cuando lo esperable sería que su superposición hubiese provocado demolición y escombros.
No entiendo nada.
Lo único que se me ocurre es ponerme a seguir un riachuelo que de pronto recorre el patio como si siempre hubiese estado ahí.
Sobre el agua, en unas precarias barquichuelas, navegan varios desconocidos de tamaño reducido.
Esa especie de duendoides, gesticulan y maniobran con apremio y apuro.
Sigo su trayectoria caminando a la par por la orilla.
Parecen ignorarme completamente.
En un recodo, vuelcan sus embarcaciones por su atolondrado manejo y pierdo su rastro bajo las aguas.
Tomo el relevo y prosigo su ruta, tratando de averiguar el lugar al que se dirigían.
Llego a una zona donde hay unas plataformas metálicas que esconden trampas con pinchos.
Las supero con algún que otro accidente de poca monta.
Y desemboco en la calle, en la porción de calle que ha sobrevivido dentro de la negra cúpula.
Por la siguiente transversal, asoma caminando un grupillo de seis personas.
Sus cabellos están pintados multicolores y peinados en punta.
Me basta ver su porte y sus sonrisas, para saber que son sanguinarios homicidas y que están de cacería.
Retrocedo apresuradamente para alertar a los demás y para ponerme a salvo si es posible.
Trepo cual lagarto por la pared de un piso y trato de cobijarme bajo un alféizar.
Pero de poco me sirve, pues pronto me divisan y me hacen bajar.
Parecen haber adoptado una estrategia de disimulo, pero a mí no me engañan con su palabrería.
Pierdo de vista a mis amigos y supongo que están siendo dejados fuera de combate uno a uno.
No sé cómo, me hago con el paraguas de uno de esos nefarios y lo utilizo para neutralizarlos.
Supongo que dicho paraguas esconde algún tipo de arma, y es por eso que mi intimidación tiene efecto sobre ellos.
Los encamino hacia un pequeño bar que hay en un rincón y luego atranco la puerta dejándolos allí encerrados.
Luego transcurre bastante rato sin nada más que hacer.
Parece como si se hubiese detenido el tiempo.
Es angustiante.
La duda nos corroe: Vamos a estar en esta absurda situación indefinidamente?
Y entonces sucede algo extremadamente inesperado.
Se diría que el suelo ha empezado a perder su solidez.
Algunos amigos son tragados en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí apenas su silueta en el suelo.
Pero esta vez esas aberturas no se reconstruyen, sino que se van desmigajando poco a poco, cada vez más.
Esos negros abismos crecientes, nos horrorizan sumamente.
Es el sálvese quien pueda.
Cada uno intenta huir en cualquier dirección, pero nuestros cuerpos desarrollan poca tracción y menos inercia.
Ya no hay sensación de peso ni de agarre por ningún lado.
Somos satélites a la deriva, sin capacidad de impulso ni de freno.
Para colmo, las paredes se tragan igualmente a cuantos las atraviesan.
Y en un instante, soy el único que queda todavía.
Mi errático deslizamiento me está llevando hacia el bar, que ahora tiene su puerta abierta.
A medida que me aproximo, compruebo que está vacío y que su aspecto es peculiarmente distinto.
Ahora sus paredes parecen ser de metacrilato luminiscente o algo así.
Además, están semi-derruidas y tras ellas se contempla una nítida blancura esperanzadora.
El caso es que, cuando ya estoy rebasando dichas paredes fragmentarias, con el pie golpeo sin querer una porción del muro, que se desprende y sale flotando.
Veo que ese translúcido proyectil tiene en una de sus caras la marca de un refresco, graciosamente esmerilada.
Y también veo que, dicho vestigio volátil, está a punto de chocar contra la cara de un transeúnte salido de vete a saber dónde.
Percance que va a repercutir sobre mi inminente Juicio Final y cuyas posibles derivaciones provocan mi inmediato despertar.
6 de septiembre de 2019
el comecostras
Pos cace poco va y me cayi nel parque y mice una erhida asi que dulia y mese salia toa la sangre. Menos mal que mi mama me curo ai con una tirita despaadrapo y luego que me picaba peo no me podia rascar o si no mal. Y luego mas dias dispues pues que ya que me quitaron la tirita y tienia la irida con una costra asi marron y durita como la cascara duna tortuga. Y me daba mucha cuirosidad eso peo mi mama dicia que no la podia tocar que se tienia que caer sola como los dientes de leche. Pero yo macuerdo que mi pima los dientes a veces se los quitaba cando se muvian mucho y estaban casi apuntos. Poeso un dia ya que sestaba casi meio suelta la costra me la quite y luego la mire ai masimas y me la comi. Y sabia asi raro como a chicle de carnes o algo asi. Peo que me gusto mucho mucho y poeso ya tol rato que quieria mas costras mas y se las piedia a mis conpis que tienian. Ya veces me las daban ya veces no. Poeso que mice amigo del bruto del cole y a quien no me daba su costra pues quiba y le cascaba. Peo yo an asi que quieria masimas costras de lo ricas que me gustaban. Asique ca vez yo quera asi de bruto y mas en el ricreo to los dias y la infiermera estaba sin parar de poner tiritas a tos y tos. Peo un dia va y que las maes se fuiron a blar con el diriector del cole y po su culpa que man castigao sin cole muchismo tienpo y mienudas quiejicas. Asique mi mama san fadao y yo maburro muschismos. Y ma puesto vendas por tol cuerpo paque no poda comierme ni una costra ni una asique mu mal. Que mese dan ganas tol rato de comierme las viendas peo saben a tela y no estan na güenas. Menos mal qui diescubierto los mocos y nuestan mal calgunos tan ricos y to. Peo un dia va mi mama y me pilla y va y dice que los mocos son mi cierebro y que si me los zanpo me quiedare sin sesos ya pa sienpres. Peo me da igual me da que prifiero comiermelos ya lo miejor asi me libro del cole ya pa sienpres y me voy por ai dando vueltas sin poblemas comun zonbis.
27 de agosto de 2019
índice huérfano 5
extraño año extra..........................................................13
en el pulgatorio.............................................................17
tiempo muermo............................................................21
objetos con rostro y lelos des-carados...................................25
otra tuerca devuelta.......................................................29
auditando mediocres inopias.............................................33
aborrecido de estafismos y contrasentidos.............................37
vientos de componente borde............................................41
la mosca abrepuertas......................................................45
ochentadas revenidas.....................................................49
coro de carraspeos estropajosos.........................................53
taras prorrateadas.........................................................57
un sinfín de semana.......................................................61
por un segundo.............................................................65
un catálogo de protectorados en el ortigal..............................69
caballería de peluqueros...................................................73
jaleo real....................................................................77
el todo por el todo.........................................................81
un soberano de tercera regional..........................................85
llueve a topos...............................................................89
estancia improvisada......................................................93
jardín bisiesto..............................................................97
luna peluda, cielo grumoso..............................................101
proximidad candorosa....................................................105
escamas de terracota....................................................109
delicada costra dactilar..................................................113
olas que arrastran veremos.............................................117
desiderancias descollantes..............................................121
pulsaciones por alusiones................................................125
apta pasarela varadera..................................................129
presente vitrificado......................................................133
enaguas en ascuas........................................................137
miga y pedernal...........................................................141
empezando a..............................................................145
final abierto...............................................................149
en el pulgatorio.............................................................17
tiempo muermo............................................................21
objetos con rostro y lelos des-carados...................................25
otra tuerca devuelta.......................................................29
auditando mediocres inopias.............................................33
aborrecido de estafismos y contrasentidos.............................37
vientos de componente borde............................................41
la mosca abrepuertas......................................................45
ochentadas revenidas.....................................................49
coro de carraspeos estropajosos.........................................53
taras prorrateadas.........................................................57
un sinfín de semana.......................................................61
por un segundo.............................................................65
un catálogo de protectorados en el ortigal..............................69
caballería de peluqueros...................................................73
jaleo real....................................................................77
el todo por el todo.........................................................81
un soberano de tercera regional..........................................85
llueve a topos...............................................................89
estancia improvisada......................................................93
jardín bisiesto..............................................................97
luna peluda, cielo grumoso..............................................101
proximidad candorosa....................................................105
escamas de terracota....................................................109
delicada costra dactilar..................................................113
olas que arrastran veremos.............................................117
desiderancias descollantes..............................................121
pulsaciones por alusiones................................................125
apta pasarela varadera..................................................129
presente vitrificado......................................................133
enaguas en ascuas........................................................137
miga y pedernal...........................................................141
empezando a..............................................................145
final abierto...............................................................149
semi-engullidos
Todos los objetos y bienes de consumo están absurda y caóticamente tirados por los suelos, inutilizados.
La cantidad de trastos esparcidos es tal, que resulta imposible circular con ningún vehículo.
Además, toda criatura viviente ha sido semi-engullida por los pavimentos.
La mayoría ya ha fallecido, otros están en ello y algunos mantienen resignado temple y cordura a pesar de hallarse casi plenamente sepultados, cosa que causa un contraste grotesco y chocante.
Solo unas pocas personas parecemos habernos librado de semejante espantoso destino.
El panorama es atroz y desolador, por todas partes asoman porciones y segmentos corporales, con signos vitales o con terrible inertitud.
El aire empieza a oler sutilmente a cadáver y descomposición.
Es nefasto avanzar por entre ese sólido mar salpicado de cachos fatídicos.
Y lo peor de todo es no saber la causa de ese horror ni la razón de nuestra excepción.
Esa incertidumbre nos hace debatirnos entre la esperanza y el pánico.
Queremos creer que exista algún posible remedio o solución, pero al mismo tiempo tememos que nuestra zozobra es inminente e inexorable.
La cantidad de trastos esparcidos es tal, que resulta imposible circular con ningún vehículo.
Además, toda criatura viviente ha sido semi-engullida por los pavimentos.
La mayoría ya ha fallecido, otros están en ello y algunos mantienen resignado temple y cordura a pesar de hallarse casi plenamente sepultados, cosa que causa un contraste grotesco y chocante.
Solo unas pocas personas parecemos habernos librado de semejante espantoso destino.
El panorama es atroz y desolador, por todas partes asoman porciones y segmentos corporales, con signos vitales o con terrible inertitud.
El aire empieza a oler sutilmente a cadáver y descomposición.
Es nefasto avanzar por entre ese sólido mar salpicado de cachos fatídicos.
Y lo peor de todo es no saber la causa de ese horror ni la razón de nuestra excepción.
Esa incertidumbre nos hace debatirnos entre la esperanza y el pánico.
Queremos creer que exista algún posible remedio o solución, pero al mismo tiempo tememos que nuestra zozobra es inminente e inexorable.
7 de agosto de 2019
inundable
Estoy en mi pueblo, después de haber pasado una larga época fuera.
Lleno de la ilusión del retorno y de sensación de reencuentro.
Ayudo con los preparativos de una celebración familiar importante, una graduación o boda o algo así, de una prima mía.
Mi regalo para ella, consiste en las secciones de una alta valla de reja de alambre, suficientes para establecer un perímetro de seguridad.
Parece un obsequio inusual, pero quizás significativo.
La ceremonia tendrá lugar dentro de unos pocos días, y me veo envuelto en el trajín de todo eso.
Hay varios pre-compromisos que me tienen ocupado, todos agradables. Cena con unos familiares, comida con otros, y tal y cual.
Todo preñado de acogedora amabilidad y fraternal felicidad.
En una de esas idas y venidas me topo con una amiga conocida, que reclama mi ayuda para completar una parte de su acicalamiento de cara a la inminente ceremonia de pasado mañana.
Va con un grupo de colegas suyos que muestran una alocada euforia generalizada, a la que me sumo sin caer en sus excesos pero sin ser un lastre tampoco.
El devenir de los acontecimientos se me antoja ligeramente absurdo, pero por simpatía hacia quienes me rodean sigo la corriente.
Hay una sencilla complicidad espontánea en todo esto, típica de las poblaciones pequeñas y sanas.
Parece ser que mi amiga lo que pretende es que yo le haga la manicura, cosa de la que no tengo ni idea. Aun así, ella está más que convencida de mi potencial, pericia y capacidad respecto a eso.
Llegamos a una localmente afamada peluquería, abarrotada de clientas. Mi amiga se cuela con descaro y al dueño le pide prestados varios instrumentos, necesarios para mi manual cometido.
Luego vamos a la sede de una peña importante, que es el centro neurálgico de entre lo más granado y activo del pueblo.
El recibidor interior parece estar en permanentes reformas, debidas a la ilimitada inventiva y ambición de algún genio creativo. Y en verdad que ese lugar presenta cada día algo nuevo y sorprendente en su diseño y decoración. Esto gusta a todos y los espolea en su espíritu emprendedor y sus conjuntas iniciativas.
Sin embargo, a pesar de tanto dinamismo y brío animoso, esta peña se muestra exigente y selectiva respecto a los no-socios. Para poder entrar allí conmigo, mi amiga debería rellenar bastante papeleo, pero dada su urgencia, logra posponer esa formalidad.
Parece que eso de salirse con la suya, no se le da nada mal. Casi como si fuese capaz de piratear la realidad para modificarla a su favor. Pero esto es más una sospecha que una certeza.
Ya dentro, la amplia sala central bulle de actividad. Por todas partes hay grupillos enfrascados en diversos proyectos y afanes, casi todos de carácter fabril, artesanal o cosas así.
En nuestro rincón asignado, de alguna manera cumplo con mi deber y mi amiga queda gratamente complacida con el resultado.
Luego salimos a la calle y retornamos varias veces, debido a distintos encargos y recados que nos van surgiendo.
En una de esas, tomamos un pasaje que atraviesa un edificio. Transitamos por dicho pasillo sombrío, cuyos laterales abundan en tiendas y negocios varios.
Al final de ese corredor, hay una puerta acristalada que debemos abrir para seguir a calle abierta con nuestro rumbo. Pero algo se interpone y obstaculiza nuestro camino. En una mesita cercana hay alguien sentado ojeando un periódico, y a sus pies reposa una especie de chucho extraño y grotesco.
Ese bicho grandote, está tumbado de tal manera que impide que podamos abrir la puerta.
Parece un engendro salido de otro mundo, su rostro es bastante humano pero con rasgos un tanto delirantes. Su sonrisa de dientes irregulares y salientes, da tirria y repelús.
Casi sospecho que se trata de alguien disfrazado, a modo de surreal reclamo publicitario o algo por el estilo. Pero no las tengo todas conmigo.
Para colmo, el esperpento ese se me acerca y se pone a propinarme memos mordiscos breves, altamente exasperantes.
Al poco, se transforma en un perrillo convencional y lo aparto sin más contemplaciones para abrirnos paso y salir.
Algo después, nos encontramos por la calle con varios conocidos que también van de regreso a la peña.
Conversamos y comento que lo que más me ha sorprendido del local al que nos dirigimos, es saber que en invierno queda inundado con agua del río cercano, y que aun así los socios siguen allí como si nada, cubiertos de agua hasta el pecho pero empeñados en continuar con sus actividades a pesar de todo.
Tal vez eso explica en parte su admirable vitalidad y su bravo vigor indómito, que tan contagioso resulta.
Ahora estoy de nuevo allí dentro, pero sin mi amiga. Asique me toca hacer todo su papeleo pendiente, trámite que se torna en ayudar a montar una estantería y en recoger escrupulosamente ordenadas varias herramientas y utensilios, en sus correspondientes compartimentos.
De pronto, sin solución de continuidad, ya es fin de semana por la noche y la peña se llena de gente con ganas de fiesta.
Veo a un par de antiguos conocidos, que se han convertido en solterones empedernidos. Están elegantemente acicalados y en su actitud se adivinan similares esperanzas, su respectivo anhelo de destacar favorablemente por comparación con el otro. Pero en realidad son tan semejantes entre sí, que eso parece poco probable.
También me encuentro con otro viejo amigo de la infancia, que feliz me cuenta lo que ha sido de su vida.
Resulta que se emparejó con una acróbata y se unió a su circo, haciendo de payaso durante muchos años.
Es el oficio que menos se podría esperar de él, pero me alegra su buenaventura.
Empiezo a imaginarme un posible proyecto personal: Hacer una novela gráfica que narre la vida de mi amigo.
Ya hasta visualizo alguna escena de eso, y me atrae la idea.
Luego, sigo topándome con más gente conocida y ya me despierto.
Lleno de la ilusión del retorno y de sensación de reencuentro.
Ayudo con los preparativos de una celebración familiar importante, una graduación o boda o algo así, de una prima mía.
Mi regalo para ella, consiste en las secciones de una alta valla de reja de alambre, suficientes para establecer un perímetro de seguridad.
Parece un obsequio inusual, pero quizás significativo.
La ceremonia tendrá lugar dentro de unos pocos días, y me veo envuelto en el trajín de todo eso.
Hay varios pre-compromisos que me tienen ocupado, todos agradables. Cena con unos familiares, comida con otros, y tal y cual.
Todo preñado de acogedora amabilidad y fraternal felicidad.
En una de esas idas y venidas me topo con una amiga conocida, que reclama mi ayuda para completar una parte de su acicalamiento de cara a la inminente ceremonia de pasado mañana.
Va con un grupo de colegas suyos que muestran una alocada euforia generalizada, a la que me sumo sin caer en sus excesos pero sin ser un lastre tampoco.
El devenir de los acontecimientos se me antoja ligeramente absurdo, pero por simpatía hacia quienes me rodean sigo la corriente.
Hay una sencilla complicidad espontánea en todo esto, típica de las poblaciones pequeñas y sanas.
Parece ser que mi amiga lo que pretende es que yo le haga la manicura, cosa de la que no tengo ni idea. Aun así, ella está más que convencida de mi potencial, pericia y capacidad respecto a eso.
Llegamos a una localmente afamada peluquería, abarrotada de clientas. Mi amiga se cuela con descaro y al dueño le pide prestados varios instrumentos, necesarios para mi manual cometido.
Luego vamos a la sede de una peña importante, que es el centro neurálgico de entre lo más granado y activo del pueblo.
El recibidor interior parece estar en permanentes reformas, debidas a la ilimitada inventiva y ambición de algún genio creativo. Y en verdad que ese lugar presenta cada día algo nuevo y sorprendente en su diseño y decoración. Esto gusta a todos y los espolea en su espíritu emprendedor y sus conjuntas iniciativas.
Sin embargo, a pesar de tanto dinamismo y brío animoso, esta peña se muestra exigente y selectiva respecto a los no-socios. Para poder entrar allí conmigo, mi amiga debería rellenar bastante papeleo, pero dada su urgencia, logra posponer esa formalidad.
Parece que eso de salirse con la suya, no se le da nada mal. Casi como si fuese capaz de piratear la realidad para modificarla a su favor. Pero esto es más una sospecha que una certeza.
Ya dentro, la amplia sala central bulle de actividad. Por todas partes hay grupillos enfrascados en diversos proyectos y afanes, casi todos de carácter fabril, artesanal o cosas así.
En nuestro rincón asignado, de alguna manera cumplo con mi deber y mi amiga queda gratamente complacida con el resultado.
Luego salimos a la calle y retornamos varias veces, debido a distintos encargos y recados que nos van surgiendo.
En una de esas, tomamos un pasaje que atraviesa un edificio. Transitamos por dicho pasillo sombrío, cuyos laterales abundan en tiendas y negocios varios.
Al final de ese corredor, hay una puerta acristalada que debemos abrir para seguir a calle abierta con nuestro rumbo. Pero algo se interpone y obstaculiza nuestro camino. En una mesita cercana hay alguien sentado ojeando un periódico, y a sus pies reposa una especie de chucho extraño y grotesco.
Ese bicho grandote, está tumbado de tal manera que impide que podamos abrir la puerta.
Parece un engendro salido de otro mundo, su rostro es bastante humano pero con rasgos un tanto delirantes. Su sonrisa de dientes irregulares y salientes, da tirria y repelús.
Casi sospecho que se trata de alguien disfrazado, a modo de surreal reclamo publicitario o algo por el estilo. Pero no las tengo todas conmigo.
Para colmo, el esperpento ese se me acerca y se pone a propinarme memos mordiscos breves, altamente exasperantes.
Al poco, se transforma en un perrillo convencional y lo aparto sin más contemplaciones para abrirnos paso y salir.
Algo después, nos encontramos por la calle con varios conocidos que también van de regreso a la peña.
Conversamos y comento que lo que más me ha sorprendido del local al que nos dirigimos, es saber que en invierno queda inundado con agua del río cercano, y que aun así los socios siguen allí como si nada, cubiertos de agua hasta el pecho pero empeñados en continuar con sus actividades a pesar de todo.
Tal vez eso explica en parte su admirable vitalidad y su bravo vigor indómito, que tan contagioso resulta.
Ahora estoy de nuevo allí dentro, pero sin mi amiga. Asique me toca hacer todo su papeleo pendiente, trámite que se torna en ayudar a montar una estantería y en recoger escrupulosamente ordenadas varias herramientas y utensilios, en sus correspondientes compartimentos.
De pronto, sin solución de continuidad, ya es fin de semana por la noche y la peña se llena de gente con ganas de fiesta.
Veo a un par de antiguos conocidos, que se han convertido en solterones empedernidos. Están elegantemente acicalados y en su actitud se adivinan similares esperanzas, su respectivo anhelo de destacar favorablemente por comparación con el otro. Pero en realidad son tan semejantes entre sí, que eso parece poco probable.
También me encuentro con otro viejo amigo de la infancia, que feliz me cuenta lo que ha sido de su vida.
Resulta que se emparejó con una acróbata y se unió a su circo, haciendo de payaso durante muchos años.
Es el oficio que menos se podría esperar de él, pero me alegra su buenaventura.
Empiezo a imaginarme un posible proyecto personal: Hacer una novela gráfica que narre la vida de mi amigo.
Ya hasta visualizo alguna escena de eso, y me atrae la idea.
Luego, sigo topándome con más gente conocida y ya me despierto.
16 de julio de 2019
canelo adjunto
Cuanto más avanza el progreso tecnológico, más estúpido se vuelve el ser humano.
Por ejemplo, la aparición de los coches autoconducidos tuvo una consecuencia inesperada.
Liberados de toda obligación manejil, los pasajeros se entregaron a cualquier actividad con tal de evitar el aburrimiento.
Pero, dada la tremenda atomización de la sociedad, muchos solo se tenían a sí mismos en ese y en cualquier otro trance.
Por lo cual, las mascotas se volvieron omnipresentes, y raro quien no se agenciaba semejante primal compañía.
Así las cosas, era cuestión de tiempo que alguien hiciese la gracia de colocar su perro al volante, para fotografiarlo y compartir la estampa con sus conocidos.
La boba ocurrencia, hizo furor y se tornó moda persistente.
Las personas se embarcaron en una carrera por ver quién lograba la instantánea más auténticamente lograda.
Para lo cual, iban añadiendo cada vez más accesorios humanizadores al bicho de turno.
Tal monomanía mascotil, llevó al poder al partido animalista.
Y ya la demencia fue absoluta.
Se establecieron multitud de leyes para equiparar a los seres irracionales con los humanos.
Pero no contentos con eso, todavía fueron más lejos.
Por una supuesta cuestión de desagravio histórico o algo así, se invirtieron los papeles.
A toda mascota se le proporcionó un cuerpo robótico acoplado, que la dotaba de capacidades y extremidades humanoides.
Por su parte, los humanos fueron obligados a andar siempre desnudos y a cuatro patas.
Así pues, las calles cobraron un aspecto grotesco.
Los animales ciber-antropomorfizados parecían deidades egipcias, y los humanos, serviles y rebajados, daban patética grima en su degradada condición.
Todo humano pasó a ser mascota, sujeto a la legislación correspondiente a tal subordinado estatus.
Los cuerpos robóticos, estaban equipados con multitud de programas y protocolos para gestionar la rutina diaria del humano al cargo.
Los individuos rebeldes y desobedientes, eran reeducados mediante tirones de collar, bozal, descargas eléctricas o correctivos más severos y drásticos.
Algunos terminaban en camisa de fuerza, inmovilizados de brazos y piernas, paseados sobre una plataforma con ruedines.
Y ya el colmo fue la implantación del traductor lingüístico, pues añadía aún más escarnio a la farsa imperante.
El susodicho invento, cada vez que el animal emitía sus guau guau, miau miau, pío pío o lo que fuese, los traducía invariablemente con la misma frase.
Y para redondear el remedo, el humano estaba obligado a responder siempre con idénticos guau guau, miau miau, pío pío o lo que fuese, respuesta que también era traducida invariablemente con su propia misma frase.
Con lo cual, toda comunicación animal-humano se reducía a este diálogo:
-Calla, tonto.
-Sí, amo.
Por ejemplo, la aparición de los coches autoconducidos tuvo una consecuencia inesperada.
Liberados de toda obligación manejil, los pasajeros se entregaron a cualquier actividad con tal de evitar el aburrimiento.
Pero, dada la tremenda atomización de la sociedad, muchos solo se tenían a sí mismos en ese y en cualquier otro trance.
Por lo cual, las mascotas se volvieron omnipresentes, y raro quien no se agenciaba semejante primal compañía.
Así las cosas, era cuestión de tiempo que alguien hiciese la gracia de colocar su perro al volante, para fotografiarlo y compartir la estampa con sus conocidos.
La boba ocurrencia, hizo furor y se tornó moda persistente.
Las personas se embarcaron en una carrera por ver quién lograba la instantánea más auténticamente lograda.
Para lo cual, iban añadiendo cada vez más accesorios humanizadores al bicho de turno.
Tal monomanía mascotil, llevó al poder al partido animalista.
Y ya la demencia fue absoluta.
Se establecieron multitud de leyes para equiparar a los seres irracionales con los humanos.
Pero no contentos con eso, todavía fueron más lejos.
Por una supuesta cuestión de desagravio histórico o algo así, se invirtieron los papeles.
A toda mascota se le proporcionó un cuerpo robótico acoplado, que la dotaba de capacidades y extremidades humanoides.
Por su parte, los humanos fueron obligados a andar siempre desnudos y a cuatro patas.
Así pues, las calles cobraron un aspecto grotesco.
Los animales ciber-antropomorfizados parecían deidades egipcias, y los humanos, serviles y rebajados, daban patética grima en su degradada condición.
Todo humano pasó a ser mascota, sujeto a la legislación correspondiente a tal subordinado estatus.
Los cuerpos robóticos, estaban equipados con multitud de programas y protocolos para gestionar la rutina diaria del humano al cargo.
Los individuos rebeldes y desobedientes, eran reeducados mediante tirones de collar, bozal, descargas eléctricas o correctivos más severos y drásticos.
Algunos terminaban en camisa de fuerza, inmovilizados de brazos y piernas, paseados sobre una plataforma con ruedines.
Y ya el colmo fue la implantación del traductor lingüístico, pues añadía aún más escarnio a la farsa imperante.
El susodicho invento, cada vez que el animal emitía sus guau guau, miau miau, pío pío o lo que fuese, los traducía invariablemente con la misma frase.
Y para redondear el remedo, el humano estaba obligado a responder siempre con idénticos guau guau, miau miau, pío pío o lo que fuese, respuesta que también era traducida invariablemente con su propia misma frase.
Con lo cual, toda comunicación animal-humano se reducía a este diálogo:
-Calla, tonto.
-Sí, amo.
28 de junio de 2019
pro savaria
Pues que me ha dado por montar un pequeño recopilatorio con varios textos de este blog, y uno inédito de propina.
Enlace para previsualizar el índice y el prólogo:
https://photos.app.goo.gl/ajsexJf5NeeQfx8U7
Enlace para descargar en libro electrónico:
https://www.dropbox.com/s/ktlov06e1not42a/Drsny-pr-svr.rar?dl=0
(Si alguien quiere leerlo desde su teléfono o tableta, tal vez necesite instalar una aplicación para poder ver el documento. Esta detallada guía ayuda a encontrar la mejor opción para cada caso: https://www.todoereaders.com/lectores-ebook.html )
Enlace para previsualizar el índice y el prólogo:
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Enlace para descargar en libro electrónico:
https://www.dropbox.com/s/ktlov06e1not42a/Drsny-pr-svr.rar?dl=0
(Si alguien quiere leerlo desde su teléfono o tableta, tal vez necesite instalar una aplicación para poder ver el documento. Esta detallada guía ayuda a encontrar la mejor opción para cada caso: https://www.todoereaders.com/lectores-ebook.html )
29 de mayo de 2019
doce años
Nota:
https://dersony.blogspot.com/2019/02/mis-dos-nuevos-libros.html
Fin de la nota.
Hoy este blog cumple doce años.
Como siempre, tengo congelada la elaboración de los libros recopilatorios.
Estoy preparando varias cosas especiales que, si no hay imprevistos, publicaré el próximo mes.
Para acceder a los recopilatorios anteriores:
https://dersony.blogspot.com/2014/05/septimino-anino.html
Nada más, un saludo.
https://dersony.blogspot.com/2019/02/mis-dos-nuevos-libros.html
Fin de la nota.
Hoy este blog cumple doce años.
Como siempre, tengo congelada la elaboración de los libros recopilatorios.
Estoy preparando varias cosas especiales que, si no hay imprevistos, publicaré el próximo mes.
Para acceder a los recopilatorios anteriores:
https://dersony.blogspot.com/2014/05/septimino-anino.html
Nada más, un saludo.
1 de abril de 2019
campo-dormido
Campo-dormido contempla su destino baldío,
espectros y porfías lo surcan y hollan,
repletos de estéreos lamentos y ecos yermos.
Campo-dormido aguarda con pasmo manso,
ante tales desatinos y alardes,
de nimia valía y nula alquimia.
Campo-dormido acata ensornecido el delirio,
la danza errante de los pésimos,
su fiera escisión mema.
Campo-dormido deplora ser testigo y albacea,
de semejante vil ralea,
donora de necios anhelos y semilla huera.
Campo-dormido repudia la continua letanía,
los mutuos reproches y agravios,
el negro bullir de los ingratos.
Campo-dormido bosteza fútil y aburrido,
ante tan ruin embrollo y maraña,
farsa y drama que cansa y plaga.
Campo-dormido ansía ocaso y salida,
a dicho amargo enredo,
y propicio sueña redentores dragones.
espectros y porfías lo surcan y hollan,
repletos de estéreos lamentos y ecos yermos.
Campo-dormido aguarda con pasmo manso,
ante tales desatinos y alardes,
de nimia valía y nula alquimia.
Campo-dormido acata ensornecido el delirio,
la danza errante de los pésimos,
su fiera escisión mema.
Campo-dormido deplora ser testigo y albacea,
de semejante vil ralea,
donora de necios anhelos y semilla huera.
Campo-dormido repudia la continua letanía,
los mutuos reproches y agravios,
el negro bullir de los ingratos.
Campo-dormido bosteza fútil y aburrido,
ante tan ruin embrollo y maraña,
farsa y drama que cansa y plaga.
Campo-dormido ansía ocaso y salida,
a dicho amargo enredo,
y propicio sueña redentores dragones.
9 de marzo de 2019
la rabiacion
La tele es un poblema poque nuace masque sacar tol rato masque rabiacion cace rabiar de mal y lo malo esque mi mama savuelto igual de rabiaztiva que nace masque rabiar tol rato y nai quien laguante. Mi mama ya ni sabe ser mama dea rabiacion que tenie poculpa la teles y yo mumal asi que fatal poque tiengo piesadiyas mualismas de mi mama ese volve que paece un animal orribe de feo con espuma de rabias y que se me se quere comier y me dispierto ai del susto fatal da sustao. Ye so que la teles mu mala poque mientie y muchio poque ice que tos somu asi emalos y es mientia peo que mi mama se lo cre se lo cre poculpa la tele. Y mi mama no sea cuenta casi es masimas mal ellia y no se pode ni aguantiar. Poeso yo que me querio ir ya pasenpres peo que no se onde pa capendra ai sola qui sientere. Peo lo malo cai masimas rabiacion por tos laos yasi es fatal que paece una piesadiya elocos ai tos en pielea yen fadiaos a lo bestias con ganas de vienganza peo que son tontos poque sacaban matando yala carciel evan peo queno sientean que la culpas de la tele. Y dasco da las mientias quicen tol rato pan gañarlos a tos comunos tontos. Y yo no sie poque no se sabien ver la rabiacion mala que les mieten en el coco la teles tol dia ai sinparar casta un ziego lo ve que lo ve. Ques mientira que la rabiacion ni da poderes ni na que tace malimal y cace sier pieor de orribe que ni se pode aguantiar yasi naidie es fieliz solo masque los malos can invientao la rabiacion pa cabar con to y to. Conqueso.
8 de febrero de 2019
mis dos nuevos libros
14x20cm, 130 páginas.
Enlace para ver las primeras páginas:
https://photos.app.goo.gl/oQdL2dAoiy6V8NDu9
14x20cm, 340 páginas.
Enlace para ver las primeras 100 galletas.
https://photos.app.goo.gl/nccnQZccsk35BHMKA
Actualización (17-4-19):
He decidido modificar las condiciones de mi oferta, para facilitar la participación de cualquier persona interesada en adquirir estas obras en formato papel.
Por eso, ahora ofrezco gratis en libro electrónico uno de los títulos (quizás en el futuro cambie de idea a este respecto, asique mejor aprovechar la oportunidad ahora que está disponible):
https://www.dropbox.com/s/16o70cjkiu2frj3/Drsny-1313-gllts-d-l-srt.rar?dl=0
(Si alguien quiere leerlo desde su teléfono o tableta, tal vez necesite instalar una aplicación para poder ver el documento. Esta detallada guía ayuda a encontrar la mejor opción para cada caso: https://www.todoereaders.com/lectores-ebook.html )
En cuanto a adquirir los libros impresos, mi plan es sencillo:
Cada vez que 30 personas me hagan un donativo de 30 euros, sacaré una tirada de 30 ejemplares de cada libro, que enviaré a los participantes.
Yo corro con los gastos de envío, asique la oferta me parece digna de consideración.
Además, incluiré en el envío un ejemplar de mi primer libro 'Tarjeta de presentación', hasta agotar las existencias que me quedan de dicho título.
Este premio extra, muy probablemente no se renovará con nuevas tiradas de ese libro.
El formato físico me interesa cada vez menos, dados los inconvenientes logísticos y el poco lustre económico que aporta.
Por último, quien publique un enlace a mi blog en alguna de sus redes sociales (y yo pueda comprobarlo, directamente o mediante adecuada captura de pantalla), podrá participar en esto con un donativo de 20 euros. Pero ojo, este descuento solo se aplica si el enlace es previo al donativo.
Quien quiera participar en esto, que me escriba a este correo:
Los donativos se harán mediante transferencia bancaria.
Esta propuesta no tiene fecha límite, por eso hablo de donativos, ya que según la poca o lenta respuesta de los posibles interesados, me reservo el derecho de cancelar mi oferta, sin quedar obligado a devolución o indemnización.
Que quede claro.
Obviamente, mi mayor interés es que esto funcione lo mejor posible y durante el máximo tiempo posible.
Pero esto depende más del público que de mí.
El único dato que voy a proporcionar para que se sepa el estado actual de este proyecto, va a ser el número de participantes, al final de esta entrada.
Comprendo que cualquier plataforma de intermediación ofrecería mayores garantías a este respecto, pero de momento prefiero hacerlo así.
Esto me obliga a asumir un alto compromiso de integridad y seriedad para cumplir impecablemente mi parte.
Confío en que el buen resultado hablará por sí solo.
Cualquier duda o malentendido se resolverá por correo electrónico.
Más o menos, con frecuencia semanal actualizaré la cifra de participantes, si es que avanza.
Cuando se alcance la treintena de participantes, informaré de cada paso hasta el envío de los correspondientes ejemplares.
Nada más, un saludo.
Participantes actuales: 3
1 de febrero de 2019
era cartonera
Las personas que viven en la vergüenza, se quedan sin nombre.
Por eso los indigentes son como las cucarachas, que siempre se esconden y solo salen cuando no hay luz.
Ya hace tiempo que nadie tiene vivienda, porque se las han quedado los bancos.
Ahora todos vivimos en cajas de cartón.
Como tortugas, cada uno se cobija en su propio rectangular caparazón.
Curiosamente, las cajas disponibles son de poco volumen, el suficiente para caber una persona en posición fetal y poco más.
No hay holgura para lujos ni comodidades.
Semejante zozobra, nos ha ido mermando de a poquito.
La crisis fue la excusa perfecta para ser instalados en la más absoluta pobreza, a base de salarios de miseria y precariedad galopante.
Como caducas hojas en otoño, hemos ido cayendo mansamente en esta quiebra y ruina.
Demasiado distraídos con chanchullos y tinglados oficiales y triviales, no quisimos ver la exponencial depauperación imparable.
Aquellos que se olían el fiasco, huían para librarse de la debacle inminente, pero su escapatoria solo supuso vana prórroga efímera.
Con abundante palabrería altisonante, nos fue vendida toda progresiva deprivación de nuestros recursos y posibilidades.
Cada artera falaz enmienda, era presentada con lacito aderezada y, tontos, picábamos.
Quién le dice que no a unas providenciales ayudas auxiliadoras?
Pero lo que no veíamos tras tanta caridad y sonrisa, era que los buitres nos estaban desvalijando para mejor carroñarnos.
A nadie parecía importarle el abismo creciente que nos invalidaba, el exiguo poder adquisitivo que nos colocaba a la altura del barro.
Nadie veía embuste ni oprobio en las condiciones de esclavitud instauradas y en los precios desorbitados.
Comprados por la clientelar papilla de las dádivas, acatábamos y consentíamos.
Así, indolentemente, fuimos asumiendo mentalidad de gusano.
Pérfidamente infectados de individualismo materialista, nuestra única opción era desembocar en este callejón sin salida.
Cuando la farsa resultó en tragedia, ya solo anhelábamos desaparecer, pasar desapercibidos, a la espera de algún milagro o salvación.
Por eso las calles florecieron en locales vacíos, con carteles de se vende o se alquila, y se salpicaron de cajas de cartón disimuladamente arrinconadas por los resquicios más discretos.
Tal proliferación cartonil, poco a poco fue aumentando en número y ocupando lugares más evidentes.
Circular por la acera, resultaba un engorroso zigzaguear entre obstáculos.
Pronto, los vehículos también sufrieron los efectos de la escasez.
Cada vez eran menos los que podían permitirse el lujo de disponer de combustible para sus motorizados desplazamientos.
Esto trajo una inusitada tranquilidad vial, de nuevo podía oírse el piar de los pajarillos.
Sin embargo, esta quietud no hizo sino incrementar el amilanamiento de los encartonados, que ni hipar osaban.
Tan ínfima autoestima se debía a la penuria absoluta, y a ciertos químicos que en secreto portaban las aguas y que deprimían el organismo.
El caso es que, uno tras otro todos hemos terminado igual, tirados por los suelos y subsistiendo cual vil sabandija.
La noche es el único lapso de tregua.
Solo entonces consentimos en movernos y delatar nuestra presencia.
Pero aun así no nos desprendemos de nuestras respectivas cajas, sino que vamos con ellas a cuestas.
Imagínate el panorama.
Una multitud de erectos paralelepípedos, de los que asoman sendas piernas ambulantes y cuyos moradores quedan ocultos tras las solapas frontales.
Para ver, basta con una sencilla ranura tipo buzón, practicada a la altura de los ojos.
Esta querencia por el autoconfinamiento, se comprende cuando la vida te ha hecho fosfatina y apenas te quedan arrestos para seguir vegetando.
El sigilo es la norma predominante, somos como una cofradía de convalecientes.
Cada uno lamiendo su maltrecha moral, con la poca esperanza de sanarla.
Nadie se mete con nadie, nadie molesta a nadie.
Todos compartimos el mismo recato y pudor, el mismo quebranto y dolor.
Siendo cual susurro, con nulo ánimo de ostentación, se hace más soportable la desdicha imperante.
Esto no siempre ha sido tan llevadero, al principio hubo serios altercados.
Los que todavía no habían caído, vejaban a los despojados y perpetraban tropelías.
Verdaderos desaguisados ocasionaban.
Se divertían incendiando cajas, o aplastándolas con mobiliario urbano.
No hubo más remedio que aumentar las cautelas, vigilar el perímetro, conocer la zona y tener a mano algún cuchillo disuasorio.
Pronto la chanza devino en lamento.
Ahora todos somos igual de desgraciados, y reinan paz decente y concordia razonable.
Nos conformamos con poco.
Disponer de solecito en invierno y sombra en verano.
Manta y calma, aire y tiempo.
Sopa de albergue, resguardo para días intempestivos.
Silencio, alivio para el espíritu dolorido.
Algunos todavía albergan esperanzas de retornar a la vida pasada.
Resulta que los bancos han sellado a cal y canto todas sus viviendas.
Cada habitación ha sido rellenada con una espuma que endurece al secarse, y toda vía de acceso ha sido tapiada con hormigón armado.
La ciudad se ha convertido en un bosque macizo y yermo.
Un monumento a la ruindad.
Aquellos que nos han conducido a esta asolación, han desaparecido del mapa.
Estarán celebrando su victoria en sus refugios secretos, o royendo otros huesos que todavía tengan alguna sustancia.
El caso es que aquí ya no hay cargos, subalternos, mandatarios ni jerifaltes de ningún tipo.
Supongo que su previsión era contemplar nuestra total aniquilación.
Y al no producirse, hastiados, han volado con viento fresco.
No hay mal que por bien no venga.
En la noche, se oyen los incesantes repiqueteos de quienes bregan por reconquistar una porción de sus antiguos dominios.
Algunos, consiguen abrirse camino y van tunelando su nueva madriguera, cual oruga horadando manzana.
Al día siguiente, las calles revelan montoncitos de espuma bajo las aberturas cometidas en los edificios, cual anticipo decorativo de una incierta navidad sorpresiva.
Ilusionantes promesas de una metamorfosis perentoria y acuciante, crucial a más no poder.
Por eso los indigentes son como las cucarachas, que siempre se esconden y solo salen cuando no hay luz.
Ya hace tiempo que nadie tiene vivienda, porque se las han quedado los bancos.
Ahora todos vivimos en cajas de cartón.
Como tortugas, cada uno se cobija en su propio rectangular caparazón.
Curiosamente, las cajas disponibles son de poco volumen, el suficiente para caber una persona en posición fetal y poco más.
No hay holgura para lujos ni comodidades.
Semejante zozobra, nos ha ido mermando de a poquito.
La crisis fue la excusa perfecta para ser instalados en la más absoluta pobreza, a base de salarios de miseria y precariedad galopante.
Como caducas hojas en otoño, hemos ido cayendo mansamente en esta quiebra y ruina.
Demasiado distraídos con chanchullos y tinglados oficiales y triviales, no quisimos ver la exponencial depauperación imparable.
Aquellos que se olían el fiasco, huían para librarse de la debacle inminente, pero su escapatoria solo supuso vana prórroga efímera.
Con abundante palabrería altisonante, nos fue vendida toda progresiva deprivación de nuestros recursos y posibilidades.
Cada artera falaz enmienda, era presentada con lacito aderezada y, tontos, picábamos.
Quién le dice que no a unas providenciales ayudas auxiliadoras?
Pero lo que no veíamos tras tanta caridad y sonrisa, era que los buitres nos estaban desvalijando para mejor carroñarnos.
A nadie parecía importarle el abismo creciente que nos invalidaba, el exiguo poder adquisitivo que nos colocaba a la altura del barro.
Nadie veía embuste ni oprobio en las condiciones de esclavitud instauradas y en los precios desorbitados.
Comprados por la clientelar papilla de las dádivas, acatábamos y consentíamos.
Así, indolentemente, fuimos asumiendo mentalidad de gusano.
Pérfidamente infectados de individualismo materialista, nuestra única opción era desembocar en este callejón sin salida.
Cuando la farsa resultó en tragedia, ya solo anhelábamos desaparecer, pasar desapercibidos, a la espera de algún milagro o salvación.
Por eso las calles florecieron en locales vacíos, con carteles de se vende o se alquila, y se salpicaron de cajas de cartón disimuladamente arrinconadas por los resquicios más discretos.
Tal proliferación cartonil, poco a poco fue aumentando en número y ocupando lugares más evidentes.
Circular por la acera, resultaba un engorroso zigzaguear entre obstáculos.
Pronto, los vehículos también sufrieron los efectos de la escasez.
Cada vez eran menos los que podían permitirse el lujo de disponer de combustible para sus motorizados desplazamientos.
Esto trajo una inusitada tranquilidad vial, de nuevo podía oírse el piar de los pajarillos.
Sin embargo, esta quietud no hizo sino incrementar el amilanamiento de los encartonados, que ni hipar osaban.
Tan ínfima autoestima se debía a la penuria absoluta, y a ciertos químicos que en secreto portaban las aguas y que deprimían el organismo.
El caso es que, uno tras otro todos hemos terminado igual, tirados por los suelos y subsistiendo cual vil sabandija.
La noche es el único lapso de tregua.
Solo entonces consentimos en movernos y delatar nuestra presencia.
Pero aun así no nos desprendemos de nuestras respectivas cajas, sino que vamos con ellas a cuestas.
Imagínate el panorama.
Una multitud de erectos paralelepípedos, de los que asoman sendas piernas ambulantes y cuyos moradores quedan ocultos tras las solapas frontales.
Para ver, basta con una sencilla ranura tipo buzón, practicada a la altura de los ojos.
Esta querencia por el autoconfinamiento, se comprende cuando la vida te ha hecho fosfatina y apenas te quedan arrestos para seguir vegetando.
El sigilo es la norma predominante, somos como una cofradía de convalecientes.
Cada uno lamiendo su maltrecha moral, con la poca esperanza de sanarla.
Nadie se mete con nadie, nadie molesta a nadie.
Todos compartimos el mismo recato y pudor, el mismo quebranto y dolor.
Siendo cual susurro, con nulo ánimo de ostentación, se hace más soportable la desdicha imperante.
Esto no siempre ha sido tan llevadero, al principio hubo serios altercados.
Los que todavía no habían caído, vejaban a los despojados y perpetraban tropelías.
Verdaderos desaguisados ocasionaban.
Se divertían incendiando cajas, o aplastándolas con mobiliario urbano.
No hubo más remedio que aumentar las cautelas, vigilar el perímetro, conocer la zona y tener a mano algún cuchillo disuasorio.
Pronto la chanza devino en lamento.
Ahora todos somos igual de desgraciados, y reinan paz decente y concordia razonable.
Nos conformamos con poco.
Disponer de solecito en invierno y sombra en verano.
Manta y calma, aire y tiempo.
Sopa de albergue, resguardo para días intempestivos.
Silencio, alivio para el espíritu dolorido.
Algunos todavía albergan esperanzas de retornar a la vida pasada.
Resulta que los bancos han sellado a cal y canto todas sus viviendas.
Cada habitación ha sido rellenada con una espuma que endurece al secarse, y toda vía de acceso ha sido tapiada con hormigón armado.
La ciudad se ha convertido en un bosque macizo y yermo.
Un monumento a la ruindad.
Aquellos que nos han conducido a esta asolación, han desaparecido del mapa.
Estarán celebrando su victoria en sus refugios secretos, o royendo otros huesos que todavía tengan alguna sustancia.
El caso es que aquí ya no hay cargos, subalternos, mandatarios ni jerifaltes de ningún tipo.
Supongo que su previsión era contemplar nuestra total aniquilación.
Y al no producirse, hastiados, han volado con viento fresco.
No hay mal que por bien no venga.
En la noche, se oyen los incesantes repiqueteos de quienes bregan por reconquistar una porción de sus antiguos dominios.
Algunos, consiguen abrirse camino y van tunelando su nueva madriguera, cual oruga horadando manzana.
Al día siguiente, las calles revelan montoncitos de espuma bajo las aberturas cometidas en los edificios, cual anticipo decorativo de una incierta navidad sorpresiva.
Ilusionantes promesas de una metamorfosis perentoria y acuciante, crucial a más no poder.
reiajo superlor
Se contempia un palsaje campai veranlego.
El soi espiende duice fuigor que caidea el amblente con flebre sensuai, aiegre caima ardlente, rublo apiomo que iame a los iagartos y iustra la iaguna.
Bajo un árboi junto al iago, un iozano chavai y una esbeita zagaia se deieltan en personai merlenda.
Fuldos del mundanai tumuito, ocuitos en tai santuarlo naturai, se creen soios ploneros, en pianeta deslerto totai, sin nadle; saivo cuando el vlento trae ieve jaieo de aiguna flesta iejana.
El tlempo parece anquiado, cuai caracoi durmlente.
Pienos de grazla y ailvlo, en su blenestar se soiazan, descaizos.
Ella, tumbada sobre el mantei, se afioja en semlietargo y hueie la mezquia saivaje de oiores: Fiora, poien, iodo.
Él, iocuaz y chariatán, empleza a contar un reiato, se plerde y se detlene sin habia, perpiejo ante la esteia refiectante del embaise.
Un haicón proionga su saiudo en las aituras.
Ella iargo estudla el azui ceieste y plensa que fiota.
Él ianza pianas pledras que saitan sobre la baisa. Luego, vueive, se aslenta y curloso evaiúa y auscuita el puiso pectorai de la remoiona; su plei, bajo la teia de aigodón, hueie a ilmón y pomeio.
Ella, paipa y puiuia la espaida de su novlo.
Tras su biando taiante, ambos aibergan anheio iatente, bianca fiama, caido báisamo, meiosa iuz que graduai fiuye y resbaia.
Con duizura subilme, se iadean y eniazan ienguas y plernas.
Ablertos se desfiecan, en iento tembior fervlente.
Él, dlestro se orlenta y manlobra bajo su biusa; y ella, sabla ensaiza soitando cordei y caizón.
Proplos, iomas y naigas escuipen y abiandan.
Fiancos y pétaios orian, buitos penduian y escaian.
Sueitos sopios se haiagan, en fabuiosa nebuiosa.
Musios y moides caian y ensambian.
Túnei coiman, piacer aicanzan.
En goiosa unlón carnai.
Cublertos de exceisa bohemla y tempianza, iacustre chapuzón se premlan y regaian, en que hoigan repietos de mutuo reiumbre grandloso; deiante de su faida y pantaión, que coigados oszlian y a contraiuz onduian, en aquei nobie iugar, alsiado de la aidea.
El soi espiende duice fuigor que caidea el amblente con flebre sensuai, aiegre caima ardlente, rublo apiomo que iame a los iagartos y iustra la iaguna.
Bajo un árboi junto al iago, un iozano chavai y una esbeita zagaia se deieltan en personai merlenda.
Fuldos del mundanai tumuito, ocuitos en tai santuarlo naturai, se creen soios ploneros, en pianeta deslerto totai, sin nadle; saivo cuando el vlento trae ieve jaieo de aiguna flesta iejana.
El tlempo parece anquiado, cuai caracoi durmlente.
Pienos de grazla y ailvlo, en su blenestar se soiazan, descaizos.
Ella, tumbada sobre el mantei, se afioja en semlietargo y hueie la mezquia saivaje de oiores: Fiora, poien, iodo.
Él, iocuaz y chariatán, empleza a contar un reiato, se plerde y se detlene sin habia, perpiejo ante la esteia refiectante del embaise.
Un haicón proionga su saiudo en las aituras.
Ella iargo estudla el azui ceieste y plensa que fiota.
Él ianza pianas pledras que saitan sobre la baisa. Luego, vueive, se aslenta y curloso evaiúa y auscuita el puiso pectorai de la remoiona; su plei, bajo la teia de aigodón, hueie a ilmón y pomeio.
Ella, paipa y puiuia la espaida de su novlo.
Tras su biando taiante, ambos aibergan anheio iatente, bianca fiama, caido báisamo, meiosa iuz que graduai fiuye y resbaia.
Con duizura subilme, se iadean y eniazan ienguas y plernas.
Ablertos se desfiecan, en iento tembior fervlente.
Él, dlestro se orlenta y manlobra bajo su biusa; y ella, sabla ensaiza soitando cordei y caizón.
Proplos, iomas y naigas escuipen y abiandan.
Fiancos y pétaios orian, buitos penduian y escaian.
Sueitos sopios se haiagan, en fabuiosa nebuiosa.
Musios y moides caian y ensambian.
Túnei coiman, piacer aicanzan.
En goiosa unlón carnai.
Cublertos de exceisa bohemla y tempianza, iacustre chapuzón se premlan y regaian, en que hoigan repietos de mutuo reiumbre grandloso; deiante de su faida y pantaión, que coigados oszlian y a contraiuz onduian, en aquei nobie iugar, alsiado de la aidea.
20 de enero de 2019
de credos y alfombras
Pongamos que eres una alfombra. Que la riqueza de tu diseño, simboliza la calidad de tu ser, la calidad de tus cualidades.
Ahora bien, una cosa es lo que uno alberga, y otra cosa es cómo uno manifiesta y traslada eso en su trato con los demás.
Algunas personas son interiormente ricas cual alfombra persa, pero en su interacción resultan pobres cual felpudo barato.
Lógicamente, también existen los casos contrarios y otros con mejor equilibrio entre sus facetas interna y externa.
Lo que intento decir, es que la calidad no es algo que se comunique automáticamente de dentro a fuera, o viceversa.
El libre albedrío nos hace únicos responsables de esa labor.
En tu balanza recae todo lo a ti concerniente, la calidad de tu ser y la calidad de tu hacer.
Las religiones son como las personas, su calidad depende de la madurez y profundidad de sus nociones y planteamientos, y del acierto y la bondad de su aplicación práctica.
Hay religiones mejores y peores, pero de poco sirve clasificarlas desde un conocimiento somero y remoto.
Si acaso, compararlas debe servir para aprender a reconocer lo acertado que comparten y tienen en común.
La síntesis es conveniente, siempre y cuando se atine a destilar lo relevante. Hay que aprender a descubrir y asimilar por uno mismo lo significativo, ya sea mediante el estudio de textos sagrados o mediante meditación. Con lucidez y criterio debe cribarse el saber, hasta llegar al quid de la cuestión.
Esto no puede fingirse. Participar en un corpus cuyo fundamento no late realmente en tu corazón, es absurda pantomima.
La religiosidad se deteriora si no mantiene vivo su contacto con el significado profundo. Sin una comprensión de lo sutil, los ritos se vuelven vanos y absurdos. El fanatismo y la idolatría son mero eclipsamiento de la sabiduría. Quien hiperlativiza lo accesorio, da prueba de que no capta lo principal.
El símbolo y el relato son vías de aproximación a lo metafísico. La inteligencia racional llega hasta cierto punto, pero la conciencia es capaz de atisbar más allá. De ahí la abundancia y diversidad de mitos, credos y cosmologías.
Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Las culturas se mantienen distanciadas cuando solo adoran sus propias iconografías.
Es importante reconocer la virtud del prójimo. La humanidad está llamada a compartir sus muchas facetas sapienciales.
La historia abunda en legados, ricos en sabia guía y altas nociones.
Se comprende que cada época tiene preferencia por aquello que más le atañe, pero desperdiciar todo lo demás a causa de eso, parece necio y lamentable.
Es fácil sopesar la riqueza de las enseñanzas de cualquier filosofía o religión, pero es difícil medir la calidad de su plasmación comunitaria, pues la interacción social es un tejido vivo que cambia continuamente. Cada vez que alguien hace así o asá algo, está aportando su grano de arena, positivo o negativo.
Nos cuesta mucho hacernos una idea global, por lo que tendemos a generalizar a partir de unos cuantos indicios evidentes, lo cual es endeble y engañoso.
Además, quien evalúa también debe ser consciente de sus propios sesgos y limitaciones. Cada persona es capaz de asimilar tanto como su propia madurez interior le permite discernir. Nuestro filtro es acorde a nuestra lucidez actual.
Por eso, tratar de calibrar la excelencia de una comunidad religiosa, es tarea incierta. Como hacer un bosquejo del cielo, esbozo que obligadamente refleja, en cada rasgo y trazo, la personalidad de su autor y cuya vigencia como documento testimonial es falible y efímera.
Juzgar la validez de una religión, en función del uso o desacierto que de ella se haya hecho, puede llevar a conclusiones injustas.
Lógicamente, uno siempre puede formarse su propia opinión respecto a cualquier respecto, valga la redundancia.
El sabio, reconoce lo precario y parcial de sus estimaciones. Sabe seguir creciendo, abierto a nuevas y mejores consideraciones.
Las verdades metafísicas, pueden y deben ser evaluadas directamente por uno mismo, mediante reflexión y profundización introspectiva.
La calidad de una comunidad, se evidencia en la armonía de su convivencia y en la riqueza de sus interacciones. Cualquiera percibe esto, pero es arriesgado concluir que esa concordia se deba únicamente al credo compartido. El punto clave, está en tener siempre presente que la piedra angular es el amor.
El amor fluye adecuadamente cuando las conciencias albergan verdadero aprecio hacia la vida, cuando reconocen como positivo y sagrado el orden natural. Esto requiere sensibilidad y madurez, capacidad de profundizar en el significado esencial y trascendental de todo. Solo quien ama lúcidamente, aprecia con ecuanimidad. Solo entonces es posible la fraternidad, la paz y la óptima realización.
La verdadera libertad solo se logra y alcanza cuando uno se hace pleno responsable y protagonista de sus actos y omisiones.
Solo yo dispongo de la potestad de aplicar mi calidad y calidez, para nutrir y coadyuvar al común candor existencial.
Sumar o restar. Avenirse u oponerse a la deidad.
En esto se decide tu destino. Y en conjunto, el de todos.
Pues, el buen entendimiento de una comunidad, depende de la sana y respetuosa interrelación de sus integrantes.
Y aquí cabe puntualizar algo de lo dicho en el primer párrafo.
No es lo mismo ser rico por dentro y pobre por fuera, que ser pobre por dentro y rico por fuera.
Una vela apagada, no puede donar luz.
Sin embargo, la clave está en comprender que la luz rebosa por todas partes, y que su emanación es de naturaleza inagotable y sobrehumana. Entonces, quien ha perdido su fuego, no tiene mas que desofuscarse y recongraciarse.
La calidad de nuestras acciones, está relacionada con la calidad de nuestro interior. Y la calidad interior, depende de nuestro vínculo con lo esencial. Por eso la inocencia de un niño, es pura y radiante.
Cuando un niño hace un dibujo y te lo regala, su acto de amor es de la máxima calidad, a pesar de que el dibujo sea simple y rudimentario.
Crecer en años, a veces implica llenarse de mañas y argucias que nos alejan y distancian de la fuente original.
Nada hay peor que la carencia de conexión interior. Los alienados, tienden a ocasionar consecuencias nefastas.
La luz interior, debe ser cuidada y cultivada. Mejor dicho, debemos saber hacernos propicia vía para la manifestación de esa vital energía. Pues el amor solo existe cuando fluye, y quien se despoja de tal savia esencial, se autocondena a mortificación y necrosis.
Negligir un buen arraigo trascendental, acarrea serio deterioro y ponzoña. Vivir de espaldas al significado, lleva a la danza macabra: Infesta de impostura y aborrecimiento, mendacidad y vileza. La cabriola del autoengaño, resulta en descoyuntamiento. Lo ideal es madurar con neta pericia y sensibilidad, para vivir en plenitud y coherencia. Comprender el sentido de la vida, te salva de padecer dolorosos descarríos.
Volviendo a la metáfora textil:
Imagina el mundo cual enorme tapiz, sobre el que pululan miles de alfombras, ornamentadas con infinidad de motivos, desde los más sencillos a los más elaborados.
Cada una de esas alfombras, al interactuar, proyecta parte o todo de su diseño, mediante hebras de longitud ilimitada, que se vinculan y quedan conectadas a las alfombras receptoras de dicha acción.
Y lo mismo sucede con cualquier otra intervención sobre el entorno.
Si yo te hablo de corazón, te estoy otorgando una prolongación de mi cardiaca condición, que se posa sobre ti y que acoges acorde a como la percibas.
O sea, si tú me escuchas solo con tu cabeza y desde una actitud de prejuicio y desdén, la impresión que tomarás de mis palabras será una versión disminuida y tiznada de mi cardio-impronta. Con lo cual, indiferente apartarás dicha imagen a un rincón de tu mente y pronto la olvidarás.
Pero, puede que tiempo después algo te haga recordar y reconsiderar mis palabras. Tal vez entonces desempolves y despliegues aquel regalo, y quizás le des mejor alojo y aprecio. Quién sabe.
Lo que intento explicar es que los vínculos son dinámicos, que cada interacción nos enlaza de manera orgánica y persistente.
Esto implica que conviene tener una comprensión más amplia y holística del tiempo y del espacio.
Pensar y obrar cortoplacísticamente, es una calamidad que no trae mas que acumulación de tormentos y pendencias.
Todo lo que hacemos tiene una perduración significativa, por eso más vale conducirse con sensatez y cuidado.
El amor, sabe la importancia de hasta el mínimo ademán y por ello se esmera en dejar delicada huella favorable.
Así pues, cada uno es responsable de dar justo trato y reconocimiento a cada gesto y evento, de los que participa principal o secundariamente.
Acumular rencor y agravio, es síntoma de mala calidad interior.
Cargar con temor y pesar, es indicio de pobre comunión vital.
Por eso, resulta crucial conocer lo esencial, albergar claras nociones de lo significativo y trascendental.
Abrazar lo eterno-absoluto, te equipa para discernir y valorar la virtud, te ayuda a orientarte y mantenerte fiel a lo bueno y correcto.
La felicidad auténtica, es un buen baremo para calcular lo cerca o lejos que andamos de la verdad.
La desolación, el artificio y todo lo degradante y desgraciador, es evidente que son señal de grave distanciamiento respecto a lo primordial.
De ti depende buscar y encontrar, aprender y realizarte, tendiendo hacia lo mejor posible y lo sublime.
Ser sinónimo de calidad y riqueza. Íntegro y genuino.
Ahora bien, una cosa es lo que uno alberga, y otra cosa es cómo uno manifiesta y traslada eso en su trato con los demás.
Algunas personas son interiormente ricas cual alfombra persa, pero en su interacción resultan pobres cual felpudo barato.
Lógicamente, también existen los casos contrarios y otros con mejor equilibrio entre sus facetas interna y externa.
Lo que intento decir, es que la calidad no es algo que se comunique automáticamente de dentro a fuera, o viceversa.
El libre albedrío nos hace únicos responsables de esa labor.
En tu balanza recae todo lo a ti concerniente, la calidad de tu ser y la calidad de tu hacer.
Las religiones son como las personas, su calidad depende de la madurez y profundidad de sus nociones y planteamientos, y del acierto y la bondad de su aplicación práctica.
Hay religiones mejores y peores, pero de poco sirve clasificarlas desde un conocimiento somero y remoto.
Si acaso, compararlas debe servir para aprender a reconocer lo acertado que comparten y tienen en común.
La síntesis es conveniente, siempre y cuando se atine a destilar lo relevante. Hay que aprender a descubrir y asimilar por uno mismo lo significativo, ya sea mediante el estudio de textos sagrados o mediante meditación. Con lucidez y criterio debe cribarse el saber, hasta llegar al quid de la cuestión.
Esto no puede fingirse. Participar en un corpus cuyo fundamento no late realmente en tu corazón, es absurda pantomima.
La religiosidad se deteriora si no mantiene vivo su contacto con el significado profundo. Sin una comprensión de lo sutil, los ritos se vuelven vanos y absurdos. El fanatismo y la idolatría son mero eclipsamiento de la sabiduría. Quien hiperlativiza lo accesorio, da prueba de que no capta lo principal.
El símbolo y el relato son vías de aproximación a lo metafísico. La inteligencia racional llega hasta cierto punto, pero la conciencia es capaz de atisbar más allá. De ahí la abundancia y diversidad de mitos, credos y cosmologías.
Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Las culturas se mantienen distanciadas cuando solo adoran sus propias iconografías.
Es importante reconocer la virtud del prójimo. La humanidad está llamada a compartir sus muchas facetas sapienciales.
La historia abunda en legados, ricos en sabia guía y altas nociones.
Se comprende que cada época tiene preferencia por aquello que más le atañe, pero desperdiciar todo lo demás a causa de eso, parece necio y lamentable.
Es fácil sopesar la riqueza de las enseñanzas de cualquier filosofía o religión, pero es difícil medir la calidad de su plasmación comunitaria, pues la interacción social es un tejido vivo que cambia continuamente. Cada vez que alguien hace así o asá algo, está aportando su grano de arena, positivo o negativo.
Nos cuesta mucho hacernos una idea global, por lo que tendemos a generalizar a partir de unos cuantos indicios evidentes, lo cual es endeble y engañoso.
Además, quien evalúa también debe ser consciente de sus propios sesgos y limitaciones. Cada persona es capaz de asimilar tanto como su propia madurez interior le permite discernir. Nuestro filtro es acorde a nuestra lucidez actual.
Por eso, tratar de calibrar la excelencia de una comunidad religiosa, es tarea incierta. Como hacer un bosquejo del cielo, esbozo que obligadamente refleja, en cada rasgo y trazo, la personalidad de su autor y cuya vigencia como documento testimonial es falible y efímera.
Juzgar la validez de una religión, en función del uso o desacierto que de ella se haya hecho, puede llevar a conclusiones injustas.
Lógicamente, uno siempre puede formarse su propia opinión respecto a cualquier respecto, valga la redundancia.
El sabio, reconoce lo precario y parcial de sus estimaciones. Sabe seguir creciendo, abierto a nuevas y mejores consideraciones.
Las verdades metafísicas, pueden y deben ser evaluadas directamente por uno mismo, mediante reflexión y profundización introspectiva.
La calidad de una comunidad, se evidencia en la armonía de su convivencia y en la riqueza de sus interacciones. Cualquiera percibe esto, pero es arriesgado concluir que esa concordia se deba únicamente al credo compartido. El punto clave, está en tener siempre presente que la piedra angular es el amor.
El amor fluye adecuadamente cuando las conciencias albergan verdadero aprecio hacia la vida, cuando reconocen como positivo y sagrado el orden natural. Esto requiere sensibilidad y madurez, capacidad de profundizar en el significado esencial y trascendental de todo. Solo quien ama lúcidamente, aprecia con ecuanimidad. Solo entonces es posible la fraternidad, la paz y la óptima realización.
La verdadera libertad solo se logra y alcanza cuando uno se hace pleno responsable y protagonista de sus actos y omisiones.
Solo yo dispongo de la potestad de aplicar mi calidad y calidez, para nutrir y coadyuvar al común candor existencial.
Sumar o restar. Avenirse u oponerse a la deidad.
En esto se decide tu destino. Y en conjunto, el de todos.
Pues, el buen entendimiento de una comunidad, depende de la sana y respetuosa interrelación de sus integrantes.
Y aquí cabe puntualizar algo de lo dicho en el primer párrafo.
No es lo mismo ser rico por dentro y pobre por fuera, que ser pobre por dentro y rico por fuera.
Una vela apagada, no puede donar luz.
Sin embargo, la clave está en comprender que la luz rebosa por todas partes, y que su emanación es de naturaleza inagotable y sobrehumana. Entonces, quien ha perdido su fuego, no tiene mas que desofuscarse y recongraciarse.
La calidad de nuestras acciones, está relacionada con la calidad de nuestro interior. Y la calidad interior, depende de nuestro vínculo con lo esencial. Por eso la inocencia de un niño, es pura y radiante.
Cuando un niño hace un dibujo y te lo regala, su acto de amor es de la máxima calidad, a pesar de que el dibujo sea simple y rudimentario.
Crecer en años, a veces implica llenarse de mañas y argucias que nos alejan y distancian de la fuente original.
Nada hay peor que la carencia de conexión interior. Los alienados, tienden a ocasionar consecuencias nefastas.
La luz interior, debe ser cuidada y cultivada. Mejor dicho, debemos saber hacernos propicia vía para la manifestación de esa vital energía. Pues el amor solo existe cuando fluye, y quien se despoja de tal savia esencial, se autocondena a mortificación y necrosis.
Negligir un buen arraigo trascendental, acarrea serio deterioro y ponzoña. Vivir de espaldas al significado, lleva a la danza macabra: Infesta de impostura y aborrecimiento, mendacidad y vileza. La cabriola del autoengaño, resulta en descoyuntamiento. Lo ideal es madurar con neta pericia y sensibilidad, para vivir en plenitud y coherencia. Comprender el sentido de la vida, te salva de padecer dolorosos descarríos.
Volviendo a la metáfora textil:
Imagina el mundo cual enorme tapiz, sobre el que pululan miles de alfombras, ornamentadas con infinidad de motivos, desde los más sencillos a los más elaborados.
Cada una de esas alfombras, al interactuar, proyecta parte o todo de su diseño, mediante hebras de longitud ilimitada, que se vinculan y quedan conectadas a las alfombras receptoras de dicha acción.
Y lo mismo sucede con cualquier otra intervención sobre el entorno.
Si yo te hablo de corazón, te estoy otorgando una prolongación de mi cardiaca condición, que se posa sobre ti y que acoges acorde a como la percibas.
O sea, si tú me escuchas solo con tu cabeza y desde una actitud de prejuicio y desdén, la impresión que tomarás de mis palabras será una versión disminuida y tiznada de mi cardio-impronta. Con lo cual, indiferente apartarás dicha imagen a un rincón de tu mente y pronto la olvidarás.
Pero, puede que tiempo después algo te haga recordar y reconsiderar mis palabras. Tal vez entonces desempolves y despliegues aquel regalo, y quizás le des mejor alojo y aprecio. Quién sabe.
Lo que intento explicar es que los vínculos son dinámicos, que cada interacción nos enlaza de manera orgánica y persistente.
Esto implica que conviene tener una comprensión más amplia y holística del tiempo y del espacio.
Pensar y obrar cortoplacísticamente, es una calamidad que no trae mas que acumulación de tormentos y pendencias.
Todo lo que hacemos tiene una perduración significativa, por eso más vale conducirse con sensatez y cuidado.
El amor, sabe la importancia de hasta el mínimo ademán y por ello se esmera en dejar delicada huella favorable.
Así pues, cada uno es responsable de dar justo trato y reconocimiento a cada gesto y evento, de los que participa principal o secundariamente.
Acumular rencor y agravio, es síntoma de mala calidad interior.
Cargar con temor y pesar, es indicio de pobre comunión vital.
Por eso, resulta crucial conocer lo esencial, albergar claras nociones de lo significativo y trascendental.
Abrazar lo eterno-absoluto, te equipa para discernir y valorar la virtud, te ayuda a orientarte y mantenerte fiel a lo bueno y correcto.
La felicidad auténtica, es un buen baremo para calcular lo cerca o lejos que andamos de la verdad.
La desolación, el artificio y todo lo degradante y desgraciador, es evidente que son señal de grave distanciamiento respecto a lo primordial.
De ti depende buscar y encontrar, aprender y realizarte, tendiendo hacia lo mejor posible y lo sublime.
Ser sinónimo de calidad y riqueza. Íntegro y genuino.
12 de enero de 2019
AntroNegro
Una de las franquicias de más éxito hoy en día, es la cadena de sexomazmorras AntroNegro.
Circulan todo tipo de bulos y leyendas sobre estos sitios, pero yo voy a explicaros la verdad con pelos y señales.
Un AntroNegro es un club privado, solo accesible para un grupo selecto.
Los requisitos son claros: Ser practicante de sexo en todas sus modalidades y variantes, estar esterilizado, limpio de enfermedades y tener considerable poder adquisitivo.
Los establecimientos AntroNegro solo abren seis horas a la semana, desde la medianoche del sábado hasta las seis de la mañana del domingo.
Su aforo es limitado y solo admite a veinticinco personas máximo.
Por eso, AntroNegro tiene cada vez más establecimientos y más éxito.
Cada nuevo socio es colocado automáticamente en la última posición de todas las listas de espera de todos las franquicias AntroNegro del mundo entero.
Cuanto te llega tu turno, recibes una invitación, que debes aceptar o rechazar.
En realidad, si no respondes en cuarenta y ocho horas, se sobreentiende que has rechazado la invitación.
Si la aceptas, se te cobra automáticamente la tasa de asistencia, que ronda los trescientos napos. Cien de los cuales son retenidos en concepto de señal y fianza, y te son devueltos al concluir tu asistencia, si tu comportamiento ha sido acorde a las normas.
Si aceptas la invitación pero luego no asistes, pierdes todo el dinero abonado.
En cualquier caso, tanto si aprovechas tu turno como si no, luego vuelves automáticamente al final de la lista de espera.
Y así con todas las listas de todos los AntroNegro del mundo.
Cuantos más socios tiene una zona, mayor es la probabilidad de que Antronegro abra un nuevo local en aquel lugar. De ahí que las grandes ciudades tengan tantas sucursales disponibles.
El proceso de acceso es especialmente riguroso y ocupa dos horas, asique debes personarte allí a las diez en punto para completarlo. Pasados cinco minutos, no se permite la entrada de ningún impuntual.
Sus protocolos comienzan con una higienización total, a lo que sigue un chequeo exhaustivo corporal, para comprobar la ausencia de objetos no permitidos.
También se realizan varias analíticas para detectar enfermedades o el uso de drogas.
Cualquiera de estos controles que dé positivo, te invalida automáticamente para asistir al evento y pierdes tu dinero y tu turno.
Una vez superados adecuadamente los trámites anteriores, hay que pasar por un proceso quirúrgico robotizado, que te implanta subcutáneamente un chip intercomunicador y tropecientos microsensores lumínicos, cubriendo toda la dermis de tu cuerpo.
Después ya puedes entrar al AntroNegro.
La verdad es que su nombre no engaña, porque su principal característica es la oscuridad total.
Bueno, casi total, ya que el suelo y el techo emiten una tenue luminiscencia gris oscuro, para poder levemente orientarte y para distinguir parcialmente la situación de las demás personas.
La desnudez total es obligatoria. No se permiten gafas, ni lentillas ni ningún otro accesorio.
No hay dos AntroNegro iguales. Casi todos ofrecen similares zonas y áreas, pero con diversidad en su diseño general y en otras particularidades.
Eso sí, todos los AntroNegro tienen cámaras de visión nocturna grabando y controlando todo.
Cualquier persona que vulnere los usos y normas establecidos, será ipso facto expulsada y denunciada judicialmente.
En realidad, solo hay una regla importante: Respetar la integridad física de toda persona.
La oscuridad se hace proclive a choques y accidentes, por eso la monitorización controla la velocidad de los movimientos de cada persona y, si sobrepasa lo prudente, aumenta la iluminación de sus implantes, para que los demás puedan esquivarlo.
Aun así, los gerentes no toleran excesos ni extorsiones de ninguna clase y expulsan inmediatamente a cualquier insensato que pretenda fastidiarle la fiesta a los demás.
Y por supuesto, rige el código de la palabra de seguridad, que toda persona puede invocar en cuanto quiera salirse de cualquier actividad.
Por lo demás, cada AntroNegro es un espacio exótico y sugestivo. Quizás una gran cama redonda presida la sala central, que tal vez se ramifique conduciendo a diversas estancias, perfectamente equipadas para satisfacer todas las fantasías y perversiones posibles: Duchas, saunas, dormitorios, pasillos, etc.
Pero la verdad es que la negrura es la principal protagonista y le da a todo un morbo brutal.
A esto hay que añadirle el funcionamiento de los implantes dermolumínicos, que pueden comportarse de distintas maneras, dependiendo de varios criterios.
En el umbral de cada zona hay un discreto panel interactivo, donde aparecen listados los miembros presentes en el local y donde cada persona puede seleccionar la modalidad lumínica que desea darle a sus implantes.
Los modos disponibles son:
Modo perfil, modo lienzo, modo persiana, modo linterna, modo tripi, modo billar, modo mercurio, modo franja, modo estelar, modo sub, modo personalizado, modo leche, modo tinte y modo mapa.
La persona en modo perfil, solo ilumina su contorno. Y ese silueteado está siempre referenciado a la cabeza del espectador más próximo, de tal manera que el enigmático cuerpo mantiene siempre su volumen oculto, únicamente definido por ese sutil perfilamiento.
Este modo funciona muy bien de uno a uno, pero cuando participan más personas, resulta menos efectivo, ya que no siempre es posible atender a todos los puntos de vista a la vez, para promediar una delimitación coherente para todos.
Hay que decir que la intensidad lumínica de los implantes subcutáneos está ligeramente atenuada, como una pantalla bajo un velo negro. A corta distancia resulta bastante efectiva, pero a media y larga distancia pierde definición y relevancia.
También hay que matizar que no toda la piel tiene luminiscencia. Las zonas más delicadas o velludas, carecen de implantes: El cabello, las cuencas oculares, los orificios nasales, los labios, las orejas, las axilas, las uñas, los pezones, el ombligo, las partes sensibles genitales y las plantas de los pies. Al principio esas excepciones pueden resultar un poco chocantes, pero pronto te acostumbras.
El modo lienzo te permite elegir un color, siempre diferente a todos los seleccionados por las demás personas que se encuentran en ese modo.
Inmediatamente se te iluminan de ese color las yemas de tus dedos y puedes pintar con ellas en cualquier piel en modo lienzo, incluso en la tuya.
El modo lienzo ilumina toda tu piel con un gris de luminosidad media, para que puedas ubicarte y desplegar óptimamente tu creatividad. Además, esto te permite reconocer fácilmente a todas las demás personas en modo lienzo.
Las yemas de la mano izquierda funcionan de manera substractiva, o sea que la superposición de su pigmento va opacando su luminosidad.
Las yemas de la mano derecha funcionan de manera aditiva, o sea que la superposición de su pigmento va incrementando su luminosidad.
El modo lienzo tiene mucho éxito, pues le da un aliciente visual y artístico al tacto.
Las personas en modo lienzo se buscan entre sí con asiduidad, para plasmarse sus respectivos colores y combinar en sus cuerpos la mayor suma posible de tonalidades.
En cualquier momento, desde el panel interactivo, cada persona puede reiniciar su modo actual o cambiar de modo.
Cada sesión del modo lienzo queda registrada y puede ser consultada desde tu historial privado, o incluso puede ser reutilizada.
Puedes seleccionar la dermopigmentación de un instante concreto de cualquier sesión previa, para utilizarla como lienzo en tu sesión actual. O puedes tomar un lapso de tiempo de cualquier sesión previa para reproducirlo en bucle cual secuencia animada, en cuyo caso dejas de estar en modo lienzo y tu piel ya no es modificable al tacto mientras continúes con esta configuración.
Hay que decir que durante el proceso de instalación de los implantes, se realiza un mapeado volumétrico de tu cuerpo con la localización exacta de cada sensor lumínico.
Luego, algunos de los sensores situados en puntos estratégicos, van a emitir continuamente en frecuencia ultravioleta, para ser registrados por las cámaras y así obtener una referencia posicional espacial. Esta información se aprovecha para algunos modos concretos, y también para guardar una recreación en tres dimensiones de tus actividades, que luego podrás revisitar o compartir en la sala de visores de realidad virtual.
AntroNegro es la única propietaria de esa información generada, y la aprovecha para editar videos equis, en los que personajes virtuales recrean partes de esas actividades, aunque siempre con una apariencia y entorno realistas y cotidianos.
AntroNegro protege fieramente su producto, con cláusulas de confidencialidad y contratos de exclusividad.
Su poder económico es descomunal, asique extingue rápidamente cualquier tentativa de emulación o suplantación de su marca registrada y sus características asociadas.
Por eso no consiente que se produzca intrusión o filtración alguna, ni permite el extravío de los implantes, que son escrupulosamente extirpados a la salida del recinto, sin excepción.
Su control es férreo y persigue despiadadamente cualquier intento de contravenir sus condiciones. Asique lo único que queda son los rumores o la experiencia directa.
Volviendo a los modos:
El modo persiana, simula estar iluminado por una persiana veneciana. Tan sencillo y tan efectivo. Las franjas horizontales te hacen sentir como en una película de detectives en blanco y negro.
El modo linterna hace que tu cara se ilumine cual faro y que plasme su foco sobre cualquier otro cuerpo. Hay que decir que el foco tiene un diámetro de quince centímetros, que se mantiene constante independientemente de la distancia a la que se proyecte. Y que su posicionamiento se rige por la orientación de tu cabeza.
Algunos modos tienen más éxito que otros.
AntroNegro procura dinamizar los usos instaurando horas temáticas, en las que todos los presentes entran automática e ineludiblemente en el modo promulgado.
Al principio esto puede parecer bastante intrusivo, pero luego resulta de lo más divertido.
Normalmente suele haber una hora temática en cada sesión, pero su momento de inicio no sigue un patrón exacto ni definido.
Nunca se sabe con antelación cuándo va a establecerse.
El único indicativo de su comienzo es el sonido de una melódica campana.
Curiosamente, la hora temática preferida por todos es la de negro absoluto, que simplemente desactiva todas las fuentes de luz: Los implantes, el suelo, el techo y los paneles interactivos.
El modo tripi, desencadena sobre toda tu superficie un festival de formas y colores psicodélicos que se mezclan, entrelazan y ramifican fractalmente.
El modo billar es bastante peculiar. Comienzas con siete bolas de billar en cada una de tus piernas y se comportan como si tu cuerpo fuese un recipiente hueco y ellas estuviesen realmente dentro de ti. Asique según la inclinación de tu cuerpo respecto a la fuerza de la gravedad, las bolas irán rodando y reubicándose.
Puede parecer una idea un tanto absurda, pero la verdad es que resulta más divertida de lo que cabría esperar.
El modo mercurio, le da a tu piel una apariencia cromada, con sinuosos contornos y relumbres. Esto, combinado con una buena lubricación oléica, eleva el sensual deleite corporal.
El modo franja, te permite elegir las partes de tu cuerpo que quieres iluminar. Puedes iluminar solo tus manos. O los pies. O las piernas.
O las piernas y la cadera. O solo cadera. O cadera, abdomen y tórax. O solo tórax. O brazos. O brazos y manos. O tronco y cabeza. O brazos y piernas. O cualquier otra mezcla.
Hay muchas combinaciones posibles.
Lo interesante de esto es que concentra la atención y te proporciona una experiencia ligeramente diferente de tus sentidos.
Vives la fantasía de ser únicamente la porción visible de tu cuerpo, parcialmente olvidado de la invisible.
El modo estelar, salpica la negrura de tu piel de minúsculos puntos de luz repartidos aleatoriamente, que conservan su posición espacial independientemente de tus movimientos.
Esto produce la sensación de que tu cuerpo es una ventana a través de la que se contempla el cosmos.
Te hace sentir ligero, incorpóreo, espectral.
El modo sub, llena tu piel de danzantes reflejos acuáticos, como si estuvieses buceando en el agua, cerca de la superficie.
El modo personalizado, te permite confeccionar tu propia apariencia, pero siempre de manera indirecta. Contactando con la gerencia de AntroNegro, les comunicas el diseño que deseas añadir a tu repertorio, proporcionando el material visual y las indicaciones pertinentes.
Si tu petición es sencilla de realizar, este servicio te sale gratis. Pero si requiere mayor desarrollo y complejidad técnica, tiene precio.
Una vez disponible, puedes comprobar el resultado en los espejos de los probadores del local, con su correspondiente panel interactivo, para mayor privacidad de tu creación, hasta darle tu aprobación y poder ya utilizarla en el resto de zonas.
El modo leche, simula como si tu piel estuviese siendo lentamente regada por dicho líquido. El líquido se comporta de manera realista, siguiendo las curvas de tu anatomía y desviando su curso según tu postura. Da un resultado bastante sugerente y suculento.
Y hablando de suculencias, una de las áreas más frecuentadas de cualquier AntroNegro es el bar, cuyo funcionamiento es bastante peculiar. Hay varios puestos con reposarrodillas frente a una pared y cuando te colocas en uno de ellos, ante ti asoma por un orificio de la pared un surtidor con forma de ubre, del que puedes abrevar hasta que vuelve a retirarse. El líquido que se te ofrece es siempre diferente y resulta toda una sorpresa descubrir su textura y sabor. Las bebidas nunca son alcohólicas, pero pueden ser bastante intensas y estimulantes en su mixtura y temperatura.
Siguiendo con los modos:
El modo tinte es muy sencillo, consiste en darle a toda tu piel un color nuevo, a tu elección. Obviamente, esto funciona mejor en las pieles claras, pero en las oscuras también aporta interesantes matices.
El modo mapa, te plantea un pequeño juego. Cuando lo seleccionas, tu menú del panel interactivo queda bloqueado hasta que completes el juego.
Debes seguir un recorrido que se te va revelando mediante una secuencia de iconos de luz, que solo son visibles a través de tu piel. Los iconos consisten en la silueta de un pie izquierdo o derecho, o de una mano izquierda o derecha. Solamente cuando has colocado tu correspondiente extremidad sobre el icono indicado, se activa el siguiente icono de tu secuencia.
A veces los iconos pueden estar a bastante distancia entre sí, por eso dispones de una ayuda visual en la palma de tu mano derecha, que muestra una brújula apuntando hacia el siguiente icono al que debes ir.
El trayecto suele avanzar por el suelo, pero también puede hacerlo sobre las paredes, sobre objetos, sobre cuerpos, bajo el agua, etc.
El itinerario se genera de manera más o menos aleatoria, pero siempre procurando entremezclar tu exploración con los cuerpos de las demás personas que se hallan en el local. Esto puede provocar situaciones comprometidas o demoras no del todo indeseadas.
También hay que decir que ninguna zona o sala del local tiene puertas físicas, como mucho cortinas.
Luego, cuando llegas al final de tu ruta, tienes una probabilidad entre dos de que tu cuerpo adopte una configuración lumínica nueva, o de que tu piel se llene de besos rojos hasta que selecciones otro modo.
En el caso de haber sido premiado con la primera opción, ese nuevo modo se agregará a tu catálogo personal, para que lo utilices siempre que quieras.
AntroNegro procura ofrecer un rico repertorio de premios, atractivos y novedosos, para incentivar la interacción de sus socios.
La elaboración de los nuevos modos se basa en toda la información que acumula respecto de los comportamientos y actividades de sus socios.
Así, AntroNegro dispone de una abundante base de datos con los historiales de sus usuarios, detallando todos sus ritmos, tendencias, frecuencias, preferencias y particularidades, todo minuciosamente organizado y clasificado, calificado, sopesado y cuantificado.
Esto le permite disponer de un gran conocimiento respecto a lo que satisface y respecto a lo que desmotiva. Sapiencia que aplica en sus novedades y propuestas.
Por ejemplo, uno de los premios más valorados consiste en un viaje de una semana con todos los gastos pagados, con destino a cualquier ciudad del mundo que tenga un AntroNegro, a elección del premiado.
Esta superrecompensa, lógicamente, solo se otorga una vez por trimestre.
Por otra parte, cuando se establece una hora temática en modo mapa, el juego es más elaborado y susceptible a ajustes y rediseños, en tiempo real, por parte de los gerentes.
De esta manera organizan mejor el flujo interconectivo, adaptando la complejidad de los puzles según la respuesta evidente de los participantes. A veces una persona es la mitad de un puzle, que solo se completa en cierto lugar, en cierta postura y en combinación con cierta otra persona o personas. Todo establecido únicamente mediante la estratégica disposición de los susodichos iconos. Pero, en realidad, el juego no te obliga a realizar ulteriores interacciones, tan solo incita.
En la hora temática, algunos iconos incluyen en su interior el símbolo de un reloj de arena, para indicar que la persona debe mantener su extremidad sobre tal posición hasta que desaparezca el reloj de arena.
A menudo tu postura se convierte en punto de confluencia para varias personas, entonces es fácil perder de vista tus manos o tus pies. Pero los gerentes ya cuentan con esto y no le dan importancia, simplemente establecen tus siguientes iconos y aguardan a que los busques con tu brújula, cuando así lo desees.
Bueno, a grandes rasgos, eso es todo.
La única meta de semejante tinglado es disfrutar de tus sentidos, dándole a la vista un papel menos predominante y más ilusorio.
Y vaya si mola.
Circulan todo tipo de bulos y leyendas sobre estos sitios, pero yo voy a explicaros la verdad con pelos y señales.
Un AntroNegro es un club privado, solo accesible para un grupo selecto.
Los requisitos son claros: Ser practicante de sexo en todas sus modalidades y variantes, estar esterilizado, limpio de enfermedades y tener considerable poder adquisitivo.
Los establecimientos AntroNegro solo abren seis horas a la semana, desde la medianoche del sábado hasta las seis de la mañana del domingo.
Su aforo es limitado y solo admite a veinticinco personas máximo.
Por eso, AntroNegro tiene cada vez más establecimientos y más éxito.
Cada nuevo socio es colocado automáticamente en la última posición de todas las listas de espera de todos las franquicias AntroNegro del mundo entero.
Cuanto te llega tu turno, recibes una invitación, que debes aceptar o rechazar.
En realidad, si no respondes en cuarenta y ocho horas, se sobreentiende que has rechazado la invitación.
Si la aceptas, se te cobra automáticamente la tasa de asistencia, que ronda los trescientos napos. Cien de los cuales son retenidos en concepto de señal y fianza, y te son devueltos al concluir tu asistencia, si tu comportamiento ha sido acorde a las normas.
Si aceptas la invitación pero luego no asistes, pierdes todo el dinero abonado.
En cualquier caso, tanto si aprovechas tu turno como si no, luego vuelves automáticamente al final de la lista de espera.
Y así con todas las listas de todos los AntroNegro del mundo.
Cuantos más socios tiene una zona, mayor es la probabilidad de que Antronegro abra un nuevo local en aquel lugar. De ahí que las grandes ciudades tengan tantas sucursales disponibles.
El proceso de acceso es especialmente riguroso y ocupa dos horas, asique debes personarte allí a las diez en punto para completarlo. Pasados cinco minutos, no se permite la entrada de ningún impuntual.
Sus protocolos comienzan con una higienización total, a lo que sigue un chequeo exhaustivo corporal, para comprobar la ausencia de objetos no permitidos.
También se realizan varias analíticas para detectar enfermedades o el uso de drogas.
Cualquiera de estos controles que dé positivo, te invalida automáticamente para asistir al evento y pierdes tu dinero y tu turno.
Una vez superados adecuadamente los trámites anteriores, hay que pasar por un proceso quirúrgico robotizado, que te implanta subcutáneamente un chip intercomunicador y tropecientos microsensores lumínicos, cubriendo toda la dermis de tu cuerpo.
Después ya puedes entrar al AntroNegro.
La verdad es que su nombre no engaña, porque su principal característica es la oscuridad total.
Bueno, casi total, ya que el suelo y el techo emiten una tenue luminiscencia gris oscuro, para poder levemente orientarte y para distinguir parcialmente la situación de las demás personas.
La desnudez total es obligatoria. No se permiten gafas, ni lentillas ni ningún otro accesorio.
No hay dos AntroNegro iguales. Casi todos ofrecen similares zonas y áreas, pero con diversidad en su diseño general y en otras particularidades.
Eso sí, todos los AntroNegro tienen cámaras de visión nocturna grabando y controlando todo.
Cualquier persona que vulnere los usos y normas establecidos, será ipso facto expulsada y denunciada judicialmente.
En realidad, solo hay una regla importante: Respetar la integridad física de toda persona.
La oscuridad se hace proclive a choques y accidentes, por eso la monitorización controla la velocidad de los movimientos de cada persona y, si sobrepasa lo prudente, aumenta la iluminación de sus implantes, para que los demás puedan esquivarlo.
Aun así, los gerentes no toleran excesos ni extorsiones de ninguna clase y expulsan inmediatamente a cualquier insensato que pretenda fastidiarle la fiesta a los demás.
Y por supuesto, rige el código de la palabra de seguridad, que toda persona puede invocar en cuanto quiera salirse de cualquier actividad.
Por lo demás, cada AntroNegro es un espacio exótico y sugestivo. Quizás una gran cama redonda presida la sala central, que tal vez se ramifique conduciendo a diversas estancias, perfectamente equipadas para satisfacer todas las fantasías y perversiones posibles: Duchas, saunas, dormitorios, pasillos, etc.
Pero la verdad es que la negrura es la principal protagonista y le da a todo un morbo brutal.
A esto hay que añadirle el funcionamiento de los implantes dermolumínicos, que pueden comportarse de distintas maneras, dependiendo de varios criterios.
En el umbral de cada zona hay un discreto panel interactivo, donde aparecen listados los miembros presentes en el local y donde cada persona puede seleccionar la modalidad lumínica que desea darle a sus implantes.
Los modos disponibles son:
Modo perfil, modo lienzo, modo persiana, modo linterna, modo tripi, modo billar, modo mercurio, modo franja, modo estelar, modo sub, modo personalizado, modo leche, modo tinte y modo mapa.
La persona en modo perfil, solo ilumina su contorno. Y ese silueteado está siempre referenciado a la cabeza del espectador más próximo, de tal manera que el enigmático cuerpo mantiene siempre su volumen oculto, únicamente definido por ese sutil perfilamiento.
Este modo funciona muy bien de uno a uno, pero cuando participan más personas, resulta menos efectivo, ya que no siempre es posible atender a todos los puntos de vista a la vez, para promediar una delimitación coherente para todos.
Hay que decir que la intensidad lumínica de los implantes subcutáneos está ligeramente atenuada, como una pantalla bajo un velo negro. A corta distancia resulta bastante efectiva, pero a media y larga distancia pierde definición y relevancia.
También hay que matizar que no toda la piel tiene luminiscencia. Las zonas más delicadas o velludas, carecen de implantes: El cabello, las cuencas oculares, los orificios nasales, los labios, las orejas, las axilas, las uñas, los pezones, el ombligo, las partes sensibles genitales y las plantas de los pies. Al principio esas excepciones pueden resultar un poco chocantes, pero pronto te acostumbras.
El modo lienzo te permite elegir un color, siempre diferente a todos los seleccionados por las demás personas que se encuentran en ese modo.
Inmediatamente se te iluminan de ese color las yemas de tus dedos y puedes pintar con ellas en cualquier piel en modo lienzo, incluso en la tuya.
El modo lienzo ilumina toda tu piel con un gris de luminosidad media, para que puedas ubicarte y desplegar óptimamente tu creatividad. Además, esto te permite reconocer fácilmente a todas las demás personas en modo lienzo.
Las yemas de la mano izquierda funcionan de manera substractiva, o sea que la superposición de su pigmento va opacando su luminosidad.
Las yemas de la mano derecha funcionan de manera aditiva, o sea que la superposición de su pigmento va incrementando su luminosidad.
El modo lienzo tiene mucho éxito, pues le da un aliciente visual y artístico al tacto.
Las personas en modo lienzo se buscan entre sí con asiduidad, para plasmarse sus respectivos colores y combinar en sus cuerpos la mayor suma posible de tonalidades.
En cualquier momento, desde el panel interactivo, cada persona puede reiniciar su modo actual o cambiar de modo.
Cada sesión del modo lienzo queda registrada y puede ser consultada desde tu historial privado, o incluso puede ser reutilizada.
Puedes seleccionar la dermopigmentación de un instante concreto de cualquier sesión previa, para utilizarla como lienzo en tu sesión actual. O puedes tomar un lapso de tiempo de cualquier sesión previa para reproducirlo en bucle cual secuencia animada, en cuyo caso dejas de estar en modo lienzo y tu piel ya no es modificable al tacto mientras continúes con esta configuración.
Hay que decir que durante el proceso de instalación de los implantes, se realiza un mapeado volumétrico de tu cuerpo con la localización exacta de cada sensor lumínico.
Luego, algunos de los sensores situados en puntos estratégicos, van a emitir continuamente en frecuencia ultravioleta, para ser registrados por las cámaras y así obtener una referencia posicional espacial. Esta información se aprovecha para algunos modos concretos, y también para guardar una recreación en tres dimensiones de tus actividades, que luego podrás revisitar o compartir en la sala de visores de realidad virtual.
AntroNegro es la única propietaria de esa información generada, y la aprovecha para editar videos equis, en los que personajes virtuales recrean partes de esas actividades, aunque siempre con una apariencia y entorno realistas y cotidianos.
AntroNegro protege fieramente su producto, con cláusulas de confidencialidad y contratos de exclusividad.
Su poder económico es descomunal, asique extingue rápidamente cualquier tentativa de emulación o suplantación de su marca registrada y sus características asociadas.
Por eso no consiente que se produzca intrusión o filtración alguna, ni permite el extravío de los implantes, que son escrupulosamente extirpados a la salida del recinto, sin excepción.
Su control es férreo y persigue despiadadamente cualquier intento de contravenir sus condiciones. Asique lo único que queda son los rumores o la experiencia directa.
Volviendo a los modos:
El modo persiana, simula estar iluminado por una persiana veneciana. Tan sencillo y tan efectivo. Las franjas horizontales te hacen sentir como en una película de detectives en blanco y negro.
El modo linterna hace que tu cara se ilumine cual faro y que plasme su foco sobre cualquier otro cuerpo. Hay que decir que el foco tiene un diámetro de quince centímetros, que se mantiene constante independientemente de la distancia a la que se proyecte. Y que su posicionamiento se rige por la orientación de tu cabeza.
Algunos modos tienen más éxito que otros.
AntroNegro procura dinamizar los usos instaurando horas temáticas, en las que todos los presentes entran automática e ineludiblemente en el modo promulgado.
Al principio esto puede parecer bastante intrusivo, pero luego resulta de lo más divertido.
Normalmente suele haber una hora temática en cada sesión, pero su momento de inicio no sigue un patrón exacto ni definido.
Nunca se sabe con antelación cuándo va a establecerse.
El único indicativo de su comienzo es el sonido de una melódica campana.
Curiosamente, la hora temática preferida por todos es la de negro absoluto, que simplemente desactiva todas las fuentes de luz: Los implantes, el suelo, el techo y los paneles interactivos.
El modo tripi, desencadena sobre toda tu superficie un festival de formas y colores psicodélicos que se mezclan, entrelazan y ramifican fractalmente.
El modo billar es bastante peculiar. Comienzas con siete bolas de billar en cada una de tus piernas y se comportan como si tu cuerpo fuese un recipiente hueco y ellas estuviesen realmente dentro de ti. Asique según la inclinación de tu cuerpo respecto a la fuerza de la gravedad, las bolas irán rodando y reubicándose.
Puede parecer una idea un tanto absurda, pero la verdad es que resulta más divertida de lo que cabría esperar.
El modo mercurio, le da a tu piel una apariencia cromada, con sinuosos contornos y relumbres. Esto, combinado con una buena lubricación oléica, eleva el sensual deleite corporal.
El modo franja, te permite elegir las partes de tu cuerpo que quieres iluminar. Puedes iluminar solo tus manos. O los pies. O las piernas.
O las piernas y la cadera. O solo cadera. O cadera, abdomen y tórax. O solo tórax. O brazos. O brazos y manos. O tronco y cabeza. O brazos y piernas. O cualquier otra mezcla.
Hay muchas combinaciones posibles.
Lo interesante de esto es que concentra la atención y te proporciona una experiencia ligeramente diferente de tus sentidos.
Vives la fantasía de ser únicamente la porción visible de tu cuerpo, parcialmente olvidado de la invisible.
El modo estelar, salpica la negrura de tu piel de minúsculos puntos de luz repartidos aleatoriamente, que conservan su posición espacial independientemente de tus movimientos.
Esto produce la sensación de que tu cuerpo es una ventana a través de la que se contempla el cosmos.
Te hace sentir ligero, incorpóreo, espectral.
El modo sub, llena tu piel de danzantes reflejos acuáticos, como si estuvieses buceando en el agua, cerca de la superficie.
El modo personalizado, te permite confeccionar tu propia apariencia, pero siempre de manera indirecta. Contactando con la gerencia de AntroNegro, les comunicas el diseño que deseas añadir a tu repertorio, proporcionando el material visual y las indicaciones pertinentes.
Si tu petición es sencilla de realizar, este servicio te sale gratis. Pero si requiere mayor desarrollo y complejidad técnica, tiene precio.
Una vez disponible, puedes comprobar el resultado en los espejos de los probadores del local, con su correspondiente panel interactivo, para mayor privacidad de tu creación, hasta darle tu aprobación y poder ya utilizarla en el resto de zonas.
El modo leche, simula como si tu piel estuviese siendo lentamente regada por dicho líquido. El líquido se comporta de manera realista, siguiendo las curvas de tu anatomía y desviando su curso según tu postura. Da un resultado bastante sugerente y suculento.
Y hablando de suculencias, una de las áreas más frecuentadas de cualquier AntroNegro es el bar, cuyo funcionamiento es bastante peculiar. Hay varios puestos con reposarrodillas frente a una pared y cuando te colocas en uno de ellos, ante ti asoma por un orificio de la pared un surtidor con forma de ubre, del que puedes abrevar hasta que vuelve a retirarse. El líquido que se te ofrece es siempre diferente y resulta toda una sorpresa descubrir su textura y sabor. Las bebidas nunca son alcohólicas, pero pueden ser bastante intensas y estimulantes en su mixtura y temperatura.
Siguiendo con los modos:
El modo tinte es muy sencillo, consiste en darle a toda tu piel un color nuevo, a tu elección. Obviamente, esto funciona mejor en las pieles claras, pero en las oscuras también aporta interesantes matices.
El modo mapa, te plantea un pequeño juego. Cuando lo seleccionas, tu menú del panel interactivo queda bloqueado hasta que completes el juego.
Debes seguir un recorrido que se te va revelando mediante una secuencia de iconos de luz, que solo son visibles a través de tu piel. Los iconos consisten en la silueta de un pie izquierdo o derecho, o de una mano izquierda o derecha. Solamente cuando has colocado tu correspondiente extremidad sobre el icono indicado, se activa el siguiente icono de tu secuencia.
A veces los iconos pueden estar a bastante distancia entre sí, por eso dispones de una ayuda visual en la palma de tu mano derecha, que muestra una brújula apuntando hacia el siguiente icono al que debes ir.
El trayecto suele avanzar por el suelo, pero también puede hacerlo sobre las paredes, sobre objetos, sobre cuerpos, bajo el agua, etc.
El itinerario se genera de manera más o menos aleatoria, pero siempre procurando entremezclar tu exploración con los cuerpos de las demás personas que se hallan en el local. Esto puede provocar situaciones comprometidas o demoras no del todo indeseadas.
También hay que decir que ninguna zona o sala del local tiene puertas físicas, como mucho cortinas.
Luego, cuando llegas al final de tu ruta, tienes una probabilidad entre dos de que tu cuerpo adopte una configuración lumínica nueva, o de que tu piel se llene de besos rojos hasta que selecciones otro modo.
En el caso de haber sido premiado con la primera opción, ese nuevo modo se agregará a tu catálogo personal, para que lo utilices siempre que quieras.
AntroNegro procura ofrecer un rico repertorio de premios, atractivos y novedosos, para incentivar la interacción de sus socios.
La elaboración de los nuevos modos se basa en toda la información que acumula respecto de los comportamientos y actividades de sus socios.
Así, AntroNegro dispone de una abundante base de datos con los historiales de sus usuarios, detallando todos sus ritmos, tendencias, frecuencias, preferencias y particularidades, todo minuciosamente organizado y clasificado, calificado, sopesado y cuantificado.
Esto le permite disponer de un gran conocimiento respecto a lo que satisface y respecto a lo que desmotiva. Sapiencia que aplica en sus novedades y propuestas.
Por ejemplo, uno de los premios más valorados consiste en un viaje de una semana con todos los gastos pagados, con destino a cualquier ciudad del mundo que tenga un AntroNegro, a elección del premiado.
Esta superrecompensa, lógicamente, solo se otorga una vez por trimestre.
Por otra parte, cuando se establece una hora temática en modo mapa, el juego es más elaborado y susceptible a ajustes y rediseños, en tiempo real, por parte de los gerentes.
De esta manera organizan mejor el flujo interconectivo, adaptando la complejidad de los puzles según la respuesta evidente de los participantes. A veces una persona es la mitad de un puzle, que solo se completa en cierto lugar, en cierta postura y en combinación con cierta otra persona o personas. Todo establecido únicamente mediante la estratégica disposición de los susodichos iconos. Pero, en realidad, el juego no te obliga a realizar ulteriores interacciones, tan solo incita.
En la hora temática, algunos iconos incluyen en su interior el símbolo de un reloj de arena, para indicar que la persona debe mantener su extremidad sobre tal posición hasta que desaparezca el reloj de arena.
A menudo tu postura se convierte en punto de confluencia para varias personas, entonces es fácil perder de vista tus manos o tus pies. Pero los gerentes ya cuentan con esto y no le dan importancia, simplemente establecen tus siguientes iconos y aguardan a que los busques con tu brújula, cuando así lo desees.
Bueno, a grandes rasgos, eso es todo.
La única meta de semejante tinglado es disfrutar de tus sentidos, dándole a la vista un papel menos predominante y más ilusorio.
Y vaya si mola.
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