Lo prometido es deuda.
Aquí os dejo los textos de estos 6 añitos para que podáis disfrutarlos en condiciones con vuestros dispositivos.
Los he agrupado por secciones, me ha parecido interesante y apropiado.
Si preferís otro formato, ya que lo convierta cada cual con el Calibre.
El enlace:
http://dersony.blogspot.com/2014/05/septimino-anino.html
Saludos.
Nota (1-7-13): He actualizado el archivo por haber pulido algunos fallos y mejorado la visualización del texto 'Girado'.
30 de junio de 2013
tartas
Estoy en mi pueblo, con un amigo, de nuevo en la edad de los estudios avanzados. Es denoches, como dicen los de allende, vamos a una plaza donde hay montado un escenario redondo. Hay bastante gente reunida en torno a él, de pies.
El escenario está rodeado por un amplio enrejillado, formado con listones de madera, que da un efecto como de grandes ventanales, a través de los que se ve sin mayor problema el interior.
En cada uno de esos huecos aparece un ideograma complejo diferente, tal vez chino o japonés. Con la misma textura, consistencia y grosor que los listones de madera. Los ideogramas están animados, aumentan, disminuyen, giran levemente en una dirección o en otra, desaparecen, aparecen otros nuevos, etc.
Con lo que se colige que se trata de algún tipo de proyección holográfica o algo así, pero de gran realismo y corporeidad.
Me viene a la mente que los organizadores de esto son coreanos. Y no es un error de identificación de los ideogramas, sino que está en coherencia con la lógica interna del sueño.
Pues bien, resulta que se trata de un concurso de belleza muy importante a nivel mundial, el que más de todos, me parece, que ha decidido celebrar la final aquí.
Lo curioso es que el escenario está vacío de personas.
Justo frente a él hay unas mesas con un montón de tartas y se encuentra el presentador que se pone a explicarnos cómo va a ir la cosa y tal.
Nosotros estamos en primerísima fila, porque mi amigo se ha ganado alguna reputación en esto de evaluar bellezas.
El presentador habla cual maestro de ceremonias exaltado y entusiasmado. Extasiado, intenso y grandilocuente. Nos explica que cada tarta se ha elaborado con algún fluido corporal de una participante. Y nosotros debemos catar y comparar todas para elegir la que más nos gusta.
La idea es sugerente a la par que repugnante.
Solo cuando se tenga el resultado final saldrán las bellezas al escenario, para comprobar a quién le ha correspondido cada premio.
Hay tres tipos de tarta por cada aspirante. Una amarilla y ovalada, otra verde y redonda y otra violeta y almendrada. La forma sirve para adivinar la procedencia de cada sustancia. La primera es claramente de saliva, la segunda se refiere a los pezones, aunque no sabría decir qué aroma o esencia han tomado para su elaboración, y la tercera es, evidentemente, la más íntima y perturbadora.
El color, sin embargo, solo se encuentra en la base y es meramente decorativo. El cuerpo de las tartas es enteramente transparente y tiene una consistencia entre sólida y gelatinosa.
Mi amigo tiene el privilegio de ser el primero en comenzar la cata.
Se inclina sobre la primera tarta, pasa su lengua lenta y diametralmente, se endereza, paladea, evalúa mentalmente y se dirige hacia la tarta de al lado. Viene otro, se inclina sobre la primera, limpia la superficie con un pañuelo de papel, pasa su lengua y le cede el puesto al siguiente. Así todo el rato.
Ya desde el principio he decidido que no voy a participar, así que me alejo y me mezclo entre el gentío. Entonces veo a un lado, en lo alto, una pantalla gigante que está proyectando dibujos animados orientales, del año la pera, protagonizados por animalillos antropomorfizados. Esto me lleva a una serie de reflexiones sobre el tema, sin mayor relevancia.
También se escucha al presentador decir por los altavoces que todos los presentes deberemos hacer una aportación económica considerable, para cubrir los gastos del evento, y que nadie podrá abandonar la plaza hasta que no concluya la ceremonia.
Menuda encerrona.
Esto me fastidia, pero no demasiado, pues para entonces ya sé que estoy en un sueño, así que me dedico a seguir la trama de los dibujos. Y tanto me adentro, que el sueño continúa luego por ahí un rato, hasta cambiar a otro sitio y escena diferentes, etc.
El escenario está rodeado por un amplio enrejillado, formado con listones de madera, que da un efecto como de grandes ventanales, a través de los que se ve sin mayor problema el interior.
En cada uno de esos huecos aparece un ideograma complejo diferente, tal vez chino o japonés. Con la misma textura, consistencia y grosor que los listones de madera. Los ideogramas están animados, aumentan, disminuyen, giran levemente en una dirección o en otra, desaparecen, aparecen otros nuevos, etc.
Con lo que se colige que se trata de algún tipo de proyección holográfica o algo así, pero de gran realismo y corporeidad.
Me viene a la mente que los organizadores de esto son coreanos. Y no es un error de identificación de los ideogramas, sino que está en coherencia con la lógica interna del sueño.
Pues bien, resulta que se trata de un concurso de belleza muy importante a nivel mundial, el que más de todos, me parece, que ha decidido celebrar la final aquí.
Lo curioso es que el escenario está vacío de personas.
Justo frente a él hay unas mesas con un montón de tartas y se encuentra el presentador que se pone a explicarnos cómo va a ir la cosa y tal.
Nosotros estamos en primerísima fila, porque mi amigo se ha ganado alguna reputación en esto de evaluar bellezas.
El presentador habla cual maestro de ceremonias exaltado y entusiasmado. Extasiado, intenso y grandilocuente. Nos explica que cada tarta se ha elaborado con algún fluido corporal de una participante. Y nosotros debemos catar y comparar todas para elegir la que más nos gusta.
La idea es sugerente a la par que repugnante.
Solo cuando se tenga el resultado final saldrán las bellezas al escenario, para comprobar a quién le ha correspondido cada premio.
Hay tres tipos de tarta por cada aspirante. Una amarilla y ovalada, otra verde y redonda y otra violeta y almendrada. La forma sirve para adivinar la procedencia de cada sustancia. La primera es claramente de saliva, la segunda se refiere a los pezones, aunque no sabría decir qué aroma o esencia han tomado para su elaboración, y la tercera es, evidentemente, la más íntima y perturbadora.
El color, sin embargo, solo se encuentra en la base y es meramente decorativo. El cuerpo de las tartas es enteramente transparente y tiene una consistencia entre sólida y gelatinosa.
Mi amigo tiene el privilegio de ser el primero en comenzar la cata.
Se inclina sobre la primera tarta, pasa su lengua lenta y diametralmente, se endereza, paladea, evalúa mentalmente y se dirige hacia la tarta de al lado. Viene otro, se inclina sobre la primera, limpia la superficie con un pañuelo de papel, pasa su lengua y le cede el puesto al siguiente. Así todo el rato.
Ya desde el principio he decidido que no voy a participar, así que me alejo y me mezclo entre el gentío. Entonces veo a un lado, en lo alto, una pantalla gigante que está proyectando dibujos animados orientales, del año la pera, protagonizados por animalillos antropomorfizados. Esto me lleva a una serie de reflexiones sobre el tema, sin mayor relevancia.
También se escucha al presentador decir por los altavoces que todos los presentes deberemos hacer una aportación económica considerable, para cubrir los gastos del evento, y que nadie podrá abandonar la plaza hasta que no concluya la ceremonia.
Menuda encerrona.
Esto me fastidia, pero no demasiado, pues para entonces ya sé que estoy en un sueño, así que me dedico a seguir la trama de los dibujos. Y tanto me adentro, que el sueño continúa luego por ahí un rato, hasta cambiar a otro sitio y escena diferentes, etc.
hipermercado
Después de varias escenas callejeando, me encuentro en un hipermercado.
Es temprano por la mañana, aún no han abierto o falta poco para que abran. Sin embargo ya hay bastante movimiento de clientes pululando por todos lados. Me paseo tranquilamente por las diferentes secciones, buscando algo.
En la sección de electrónica me llama la atención una gran piscina refrigerador que hay en el centro, de esas donde se pone el pescado y tal. Pero esto en sí no me parece lo raro, sino un perro que está ahí cerca levantando el hocico, discretamente, para captar los efluvios que emanan y adivinar lo que este dispensario ofrece y alberga, por si hubiera algo apetecible o afín a su paladar. Su porte es cívico y educado, su vestimenta canina transmite sobriedad y elegancia. Parece un ciudadano más, semejante y con plenos derechos.
Sigo caminando y llego a la sección de repostería. Me parece que aún no he desayunado, pues se me hace la boca agua al contemplar la abundancia y variedad de delicias tentadoras. A pesar incluso de la caótica disposición que presentan, pues no llevan envases ni envoltorios y se encuentran un tanto entremezcladas. Dulce, salado, galletas, bollos, empanadillas, todo ahí disperso a la buena de dios por los expositores.
Tantos bocados daría, que no me decido. Entonces oigo a mis espaldas las voces de dos o tres familiares, que hablan entre sí. Por sus palabras adivino que uno se marcha y los otros le despiden, con parabienes y encomiendas. Me alegro por él, pero no me vuelvo y sigo a lo mío.
Vago y ando al azar, vagando y explorando las secciones y demás. Creo que trato de orientarme o formarme un mapa del conjunto, aunque no parece que me esté funcionando.
Llego a unas puertas amplias, tapadas por gruesas cortinas oscuras, me asomo tras ellas. Una revisora me impide el paso, pero veo que son los cines, así que no me interesa.
Luego desando un poco, y voy, y vengo, pero no encuentro el camino por donde he venido. Creo estar en una zona lejana o apartada y lo que quiero es encontrar la salida para marcharme de aquí ya.
El pasillo es sombrío y silencioso. Frente a las cortinas del cine hay otras cortinas iguales que conducen a otra zona, similar de inaccesible a estas horas. Hay una ligera incomodidad por estar aquí solo, ante esas cortinas, privativas, indiscretas. Una pareja con una chiquilla salen de una de ellas y se vuelven rápido hacia la zona comercial, reconociendo su breve extravío. Hago mención de seguirles, pero no me arranco.
Acabo de descubrir, justo por el otro lado, unas escaleras, descendentes y no mecánicas, que parecen conducir a una posible salida. Veo al final de ellas a una maruja llevando un carro de la compra, así que pienso que ahí se encuentra el súper de alimentación y que tendrá una salida directa a la calle, que es lo que quiero.
Aunque, desde donde estoy no se ve más que pasillo allí al fondo. La luz que por él llega tiene toda la calidad y calidez del sol, así que me decido y empiezo a bajar.
Los peldaños son extrañamente grandes, de un metro de ancho y alto cada uno. Esto me inquieta y sorprende, sobre todo porque la sensación de descenso se hace más acentuada, acusada. Para colmo el último peldaño no termina como debería, sino a seis o siete metros del suelo. Y encima no es horizontal, sino que tiene una ligera pendiente hacia la izquierda, que termina igualmente en el vacío, pues a ese lado la escalera no está pegada con la pared, sino separada metro o metro y pico.
Total que me sostengo in extremis, los pies en el borde, los brazos en la pared, y menos mal, que si no...
Lo malo es que esta situación es bastante precaria, pues a la que intente incorporarme me voy a ir para abajo. Y no quiero caer, sobre todo tengo claro esto.
Me cabrea exponerme al riesgo de, una vez abajo, descubrir que no hay salida y no poder ya retroceder por culpa de estas condenadas escaleras, que maldito el desgraciado que las ha diseñado. Eso sin contar el trastorno que pueda suponer la caída, que no es cualquier tontería, desde luego.
Por fortuna, al momento comprendo que estoy en un sueño y me despierto. Contento por haber encontrado la salida que estaba buscando, sin necesidad de sobresalto y bien oportuno, jeje.
Es temprano por la mañana, aún no han abierto o falta poco para que abran. Sin embargo ya hay bastante movimiento de clientes pululando por todos lados. Me paseo tranquilamente por las diferentes secciones, buscando algo.
En la sección de electrónica me llama la atención una gran piscina refrigerador que hay en el centro, de esas donde se pone el pescado y tal. Pero esto en sí no me parece lo raro, sino un perro que está ahí cerca levantando el hocico, discretamente, para captar los efluvios que emanan y adivinar lo que este dispensario ofrece y alberga, por si hubiera algo apetecible o afín a su paladar. Su porte es cívico y educado, su vestimenta canina transmite sobriedad y elegancia. Parece un ciudadano más, semejante y con plenos derechos.
Sigo caminando y llego a la sección de repostería. Me parece que aún no he desayunado, pues se me hace la boca agua al contemplar la abundancia y variedad de delicias tentadoras. A pesar incluso de la caótica disposición que presentan, pues no llevan envases ni envoltorios y se encuentran un tanto entremezcladas. Dulce, salado, galletas, bollos, empanadillas, todo ahí disperso a la buena de dios por los expositores.
Tantos bocados daría, que no me decido. Entonces oigo a mis espaldas las voces de dos o tres familiares, que hablan entre sí. Por sus palabras adivino que uno se marcha y los otros le despiden, con parabienes y encomiendas. Me alegro por él, pero no me vuelvo y sigo a lo mío.
Vago y ando al azar, vagando y explorando las secciones y demás. Creo que trato de orientarme o formarme un mapa del conjunto, aunque no parece que me esté funcionando.
Llego a unas puertas amplias, tapadas por gruesas cortinas oscuras, me asomo tras ellas. Una revisora me impide el paso, pero veo que son los cines, así que no me interesa.
Luego desando un poco, y voy, y vengo, pero no encuentro el camino por donde he venido. Creo estar en una zona lejana o apartada y lo que quiero es encontrar la salida para marcharme de aquí ya.
El pasillo es sombrío y silencioso. Frente a las cortinas del cine hay otras cortinas iguales que conducen a otra zona, similar de inaccesible a estas horas. Hay una ligera incomodidad por estar aquí solo, ante esas cortinas, privativas, indiscretas. Una pareja con una chiquilla salen de una de ellas y se vuelven rápido hacia la zona comercial, reconociendo su breve extravío. Hago mención de seguirles, pero no me arranco.
Acabo de descubrir, justo por el otro lado, unas escaleras, descendentes y no mecánicas, que parecen conducir a una posible salida. Veo al final de ellas a una maruja llevando un carro de la compra, así que pienso que ahí se encuentra el súper de alimentación y que tendrá una salida directa a la calle, que es lo que quiero.
Aunque, desde donde estoy no se ve más que pasillo allí al fondo. La luz que por él llega tiene toda la calidad y calidez del sol, así que me decido y empiezo a bajar.
Los peldaños son extrañamente grandes, de un metro de ancho y alto cada uno. Esto me inquieta y sorprende, sobre todo porque la sensación de descenso se hace más acentuada, acusada. Para colmo el último peldaño no termina como debería, sino a seis o siete metros del suelo. Y encima no es horizontal, sino que tiene una ligera pendiente hacia la izquierda, que termina igualmente en el vacío, pues a ese lado la escalera no está pegada con la pared, sino separada metro o metro y pico.
Total que me sostengo in extremis, los pies en el borde, los brazos en la pared, y menos mal, que si no...
Lo malo es que esta situación es bastante precaria, pues a la que intente incorporarme me voy a ir para abajo. Y no quiero caer, sobre todo tengo claro esto.
Me cabrea exponerme al riesgo de, una vez abajo, descubrir que no hay salida y no poder ya retroceder por culpa de estas condenadas escaleras, que maldito el desgraciado que las ha diseñado. Eso sin contar el trastorno que pueda suponer la caída, que no es cualquier tontería, desde luego.
Por fortuna, al momento comprendo que estoy en un sueño y me despierto. Contento por haber encontrado la salida que estaba buscando, sin necesidad de sobresalto y bien oportuno, jeje.
Los mandao
Los mandao son un pueblo sumiso.
Tan sumiso que no tienen ni voz ni voto.
Y claro, están bajo la tutela de los pabilao.
Los mandao son felices así.
Para ellos es muy fácil vivir de esta manera.
Echar cuatro ratos obedeciendo y luego a verlas venir.
Lo malo es que no se dan cuenta de lo que provocan con esto.
Con el tiempo los rasgos se acentúan.
Lo blando se reblandece y lo duro se endurece.
Entonces pasa que la relación que mantienen se recrudece.
Se montan una explotación cada vez más abusiva y descarada.
Descarnada.
Empieza la fricción, la tensión, la incomodidad.
Las quejas y las protestas.
Pero de nada sirve.
Los pabilao han sabido desempeñar muy bien su papel.
Ya desde el principio se preocuparon en mejorar.
No se fiaron, no se acomodaron.
Investigaron y aprendieron.
Diseñaron un plan a largo plazo.
Estudiaron la mente de los mandao.
Buscaron las maneras de volverlo aún más manso y obediente.
Para esto secuestraban algunos ejemplares y experimentaban.
Así empezó lo de los desaparecidos.
Materia prima no retornable.
Mermas insignificantes y asumibles.
El trabajo les fue provechoso.
Encontraron la manera de moldearlos a capricho.
Introduciendo los cambios poco a poco.
Muy poco a poco.
Pero sin desviarse ni un ápice.
Vendiéndoles la moto con mil argucias y cautelas.
Con mañas y engaños sin fin.
Ahora los mandao se ven apresados y enjaulados.
Y no les gusta, claro.
Pero amigo, intenta contarles que son ellos los únicos responsables.
No lo quieren ver.
No quieren reconocer que su comodidad les ha traído este castigo.
Por eso adoptan el papel de víctima.
Papel que les va de perlas a los pabilao para seguir a lo suyo.
Los mandao tienen mucho que aprender si quieren crecer.
Si quieren volver a ser seres hechos y derechos.
Íntegros.
El pozo lo han cavado con sus manos.
Ahora habrá que ver si aciertan a salir de él.
Ya lo dice la medicina, el terreno lo es todo.
La enfermedad solo aparece cuando las condiciones le son favorables.
Los mandao han sembrado su propia ruina.
Y luego lamentan el resultado.
Es como un sonámbulo que construye un rascacielos.
Se sube a lo alto.
Salta al vacío.
Y a mitad de la caída se despierta por fin de su trance.
Y ve con horror y pasmosa velocidad el suelo viniendo hacia él.
Ay, qué cosas pasan, hay que ver.
Tan sumiso que no tienen ni voz ni voto.
Y claro, están bajo la tutela de los pabilao.
Los mandao son felices así.
Para ellos es muy fácil vivir de esta manera.
Echar cuatro ratos obedeciendo y luego a verlas venir.
Lo malo es que no se dan cuenta de lo que provocan con esto.
Con el tiempo los rasgos se acentúan.
Lo blando se reblandece y lo duro se endurece.
Entonces pasa que la relación que mantienen se recrudece.
Se montan una explotación cada vez más abusiva y descarada.
Descarnada.
Empieza la fricción, la tensión, la incomodidad.
Las quejas y las protestas.
Pero de nada sirve.
Los pabilao han sabido desempeñar muy bien su papel.
Ya desde el principio se preocuparon en mejorar.
No se fiaron, no se acomodaron.
Investigaron y aprendieron.
Diseñaron un plan a largo plazo.
Estudiaron la mente de los mandao.
Buscaron las maneras de volverlo aún más manso y obediente.
Para esto secuestraban algunos ejemplares y experimentaban.
Así empezó lo de los desaparecidos.
Materia prima no retornable.
Mermas insignificantes y asumibles.
El trabajo les fue provechoso.
Encontraron la manera de moldearlos a capricho.
Introduciendo los cambios poco a poco.
Muy poco a poco.
Pero sin desviarse ni un ápice.
Vendiéndoles la moto con mil argucias y cautelas.
Con mañas y engaños sin fin.
Ahora los mandao se ven apresados y enjaulados.
Y no les gusta, claro.
Pero amigo, intenta contarles que son ellos los únicos responsables.
No lo quieren ver.
No quieren reconocer que su comodidad les ha traído este castigo.
Por eso adoptan el papel de víctima.
Papel que les va de perlas a los pabilao para seguir a lo suyo.
Los mandao tienen mucho que aprender si quieren crecer.
Si quieren volver a ser seres hechos y derechos.
Íntegros.
El pozo lo han cavado con sus manos.
Ahora habrá que ver si aciertan a salir de él.
Ya lo dice la medicina, el terreno lo es todo.
La enfermedad solo aparece cuando las condiciones le son favorables.
Los mandao han sembrado su propia ruina.
Y luego lamentan el resultado.
Es como un sonámbulo que construye un rascacielos.
Se sube a lo alto.
Salta al vacío.
Y a mitad de la caída se despierta por fin de su trance.
Y ve con horror y pasmosa velocidad el suelo viniendo hacia él.
Ay, qué cosas pasan, hay que ver.
La Gente
La Gente son idiotas porque pasan de todo.
La Gente viven a su bola y no se preocupan de nada.
La Gente son egoístas y no les importa lo de los demás.
La Gente no quieren problemas de ningún tipo.
La Gente no ven ni reconocen su parte de responsabilidad en todo.
La Gente se quejan y protestan pero no hacen nada.
La Gente no quieren alterar de ninguna manera su vida.
La Gente no tienen conciencia ni dignidad.
La Gente no tienen ética ni vergüenza.
La Gente no respetan nada que no sea su inmaduro egoísmo.
La Gente viven como unos animales, sin educación ni cuidado.
La Gente desprecian y abusan sobre cuanto les rodea.
La Gente maldicen y critican todo y a todos.
La Gente matarían antes que perder su costumbre.
La Gente morirían antes que crecer y aprender.
La Gente son de tal ruindad y mezquindad que se dan asco y todo.
La Gente son tan miserables que siempre eligen lo peor de lo peor.
La Gente son de tal insolidaridad que antes revientan que ayudar.
La Gente son tan cobardes que se esconden en su rutina.
La Gente se atrincheran en su ignorancia y de ahí no se cantean.
La Gente prefieren sufrir lo indecible con tal de no cambiar.
La Gente se degradan y padecen las consecuencias que se merecen.
La Gente envidian y desean el mal al que se hace notar.
La Gente se someten por pura bellaquería y villanía.
La Gente odian a muerte a La Gente.
Yo soy idiota porque paso de todo.
Yo vivo a mi bola y no me preocupo de nada.
Yo soy egoísta y no me importa lo de los demás.
Yo no quiero problemas de ningún tipo.
Yo no veo ni reconozco mi parte de responsabilidad en todo.
Yo me quejo y protesto pero no hago nada.
Yo no quiero alterar de ninguna manera mi vida.
Yo no tengo conciencia ni dignidad.
Yo no tengo ética ni vergüenza.
Yo no respeto nada que no sea mi inmaduro egoísmo.
Yo vivo como un animal, sin educación ni cuidado.
Yo desprecio y abuso sobre cuanto me rodea.
Yo maldigo y critico todo y a todos.
Yo mataría antes que perder mi costumbre.
Yo moriría antes que crecer y aprender.
Yo soy de tal ruindad y mezquindad que me doy asco y todo.
Yo soy tan miserable que siempre elijo lo peor de lo peor.
Yo soy de tal insolidaridad que antes reviento que ayudar.
Yo soy tan cobarde que me escondo en mi rutina.
Yo me atrinchero en mi ignorancia y de ahí no me canteo.
Yo prefiero sufrir lo indecible con tal de no cambiar.
Yo me degrado y padezco las consecuencias que me merezco.
Yo envidio y deseo el mal al que se hace notar.
Yo me someto por pura bellaquería y villanía.
Yo me odio a muerte a mí mismo.
La Gente viven a su bola y no se preocupan de nada.
La Gente son egoístas y no les importa lo de los demás.
La Gente no quieren problemas de ningún tipo.
La Gente no ven ni reconocen su parte de responsabilidad en todo.
La Gente se quejan y protestan pero no hacen nada.
La Gente no quieren alterar de ninguna manera su vida.
La Gente no tienen conciencia ni dignidad.
La Gente no tienen ética ni vergüenza.
La Gente no respetan nada que no sea su inmaduro egoísmo.
La Gente viven como unos animales, sin educación ni cuidado.
La Gente desprecian y abusan sobre cuanto les rodea.
La Gente maldicen y critican todo y a todos.
La Gente matarían antes que perder su costumbre.
La Gente morirían antes que crecer y aprender.
La Gente son de tal ruindad y mezquindad que se dan asco y todo.
La Gente son tan miserables que siempre eligen lo peor de lo peor.
La Gente son de tal insolidaridad que antes revientan que ayudar.
La Gente son tan cobardes que se esconden en su rutina.
La Gente se atrincheran en su ignorancia y de ahí no se cantean.
La Gente prefieren sufrir lo indecible con tal de no cambiar.
La Gente se degradan y padecen las consecuencias que se merecen.
La Gente envidian y desean el mal al que se hace notar.
La Gente se someten por pura bellaquería y villanía.
La Gente odian a muerte a La Gente.
Yo soy idiota porque paso de todo.
Yo vivo a mi bola y no me preocupo de nada.
Yo soy egoísta y no me importa lo de los demás.
Yo no quiero problemas de ningún tipo.
Yo no veo ni reconozco mi parte de responsabilidad en todo.
Yo me quejo y protesto pero no hago nada.
Yo no quiero alterar de ninguna manera mi vida.
Yo no tengo conciencia ni dignidad.
Yo no tengo ética ni vergüenza.
Yo no respeto nada que no sea mi inmaduro egoísmo.
Yo vivo como un animal, sin educación ni cuidado.
Yo desprecio y abuso sobre cuanto me rodea.
Yo maldigo y critico todo y a todos.
Yo mataría antes que perder mi costumbre.
Yo moriría antes que crecer y aprender.
Yo soy de tal ruindad y mezquindad que me doy asco y todo.
Yo soy tan miserable que siempre elijo lo peor de lo peor.
Yo soy de tal insolidaridad que antes reviento que ayudar.
Yo soy tan cobarde que me escondo en mi rutina.
Yo me atrinchero en mi ignorancia y de ahí no me canteo.
Yo prefiero sufrir lo indecible con tal de no cambiar.
Yo me degrado y padezco las consecuencias que me merezco.
Yo envidio y deseo el mal al que se hace notar.
Yo me someto por pura bellaquería y villanía.
Yo me odio a muerte a mí mismo.
de amor y cucharas
La vida es amor.
Todo lo que nos conforma y rodea es amor.
Nosotros somos cucharas.
Nuestra forma y diseño definen y configuran una posición funcional.
Que es mirando hacia arriba.
Solo así una cuchara aloja y contiene lo que recibe.
Cuando una cuchara es conforme a su ser se abre al amor.
Amor que resuena con la vida y se condensa en su interior.
Esta es la miel de la felicidad.
La miel solo se disfruta al transmutarla.
La vida tiene un sistema para esto.
Por eso las cucharas forman parejas.
Las parejas bailan y combinan su miel mutuamente en la intimidad.
Esta danza es muy delicada.
Precisa verdadero amor recíproco para realizarse con éxito.
Se debe realizar con cuidado, respeto y equilibrio.
Cuando hay armonía y entendimiento se da el mayor gozo.
El amor crece, la vida se ensancha.
Aparecen las cucharillas.
Pero esa no es la única consecuencia, ni mucho menos.
La miel trae bien.
La miel da fuerza.
La miel es poder.
Ya hemos dicho que es amor concentrado, vida condensada.
Existimos para vivir y vivimos para existir.
La vida se expresa a través de nosotros en su máxima calidad.
Cuando amamos.
El amor llena, eleva, da luz, da calor.
Rico es quien ama y sabe amar.
Amar es dar y recibir, entregar y compartir.
Por eso la pareja, por eso la danza, por eso la miel.
Pero hay que hacerlo bien.
La miel tiene su proceso de mantenimiento y maduración.
Se puede estropear o desperdiciar.
Las cucharas deben aprender cuidadosamente esto.
O jamás conocerán la felicidad.
Sin embargo, la vida es también libertad, capacidad de decisión.
Algunas cucharas prefieren mirar hacia abajo.
Esto tiene numerosas consecuencias.
El amor resbala y ya no se concentra.
La cuchara invertida se siente vacía por dentro.
Y siente el amor solo por fuera.
Una caricia efímera y pasajera.
La cuchara invertida no encuentra lo que busca entre sus iguales.
Así que se lanza en una carrera desesperada.
Una huída hacia delante.
Con la vana esperanza de encontrar la miel ansiada.
La miel ingrata y esquiva que le burla y escapa.
La cuchara invertida es promiscua y superficial por definición.
La cuchara invertida es débil y estéril.
Siente la vida fría y ajena, lejana y despiadada.
No le queda más remedio que esforzarse y luchar.
Y como mira al suelo solo cuenta con eso.
Así pues, toma la materia, la posee y la moldea.
De ahí nacen los inventos y prodigios.
Esto apenas sacia su necesidad, apenas alivia su frustración.
De ahí la eterna codicia y rapiña.
Sin embargo, a la desesperada, se agudiza su ingenio.
Y sabe quién tiene miel en abundancia.
Así que urde estrategias para apropiarse o privarles de ella.
Tienta y provoca, seduce y embauca.
Y las cucharas dichosas poco a poco van cayendo en el enredo.
El canto vistoso y llamativo de los cacharros.
Se embrollan y entrampan, se arrastran y engañan.
Se extravían y desorientan.
Se someten y degradan.
Pierden su miel y quedan a disposición de los artífices.
Entonces descubren el verdadero rostro de ese mundo.
Oscuro y despiadado, violento y descarnado.
Por el que han abandonado su amor y felicidad.
La tristeza y la desdicha son insondables.
Todo es dolor y tormento.
Todo es abuso y miseria.
Todo es perdición y ponzoña.
El veneno de los invertidos ciega y confunde, arrasa y corroe.
La miel es cada vez más escasa.
Las cucharas danzan agitadas y alocadas.
Así las parejas ni se sustentan ni se mantienen.
Peor aún, se deforman y traicionan su ser.
Adoptan una cultura cruel y salvaje, parásita e inhumana.
Mientras, los aprovechados inyectan sus mentiras infectas.
El resultado lo ves.
La solución es el retorno al amor.
La pesadilla termina cuando se sale de ella.
Cuando cesa la connivencia.
Si no, la destrucción no tendrá límite.
La degradación solo concluirá con la extinción.
El horror adoptará todas las formas posibles.
La galería de monstruos y aberraciones no tendrá fin.
La perversión se alienta a sí misma, prolifera en sí misma.
El colmo se supera día a día.
Se promociona la incultura.
Se premia la inmadurez.
Se incentiva la irresponsabilidad.
Se promueve la indignidad.
Se impulsa la negligencia.
Se inventan todo tipo de argucias y falacias.
Todo tipo de manipulaciones, adulteraciones, desnaturalizaciones.
Las cucharillas se trituran a voluntad.
Las cucharas se mutilan y transmutan a capricho.
La vanidad reina y prepondera.
La iniquidad abunda y predomina.
Así y todo, nada de esto puede triunfar.
El castillo muere y se derrumba por su propia inconsistencia.
La vida solo tiene un camino, un destino.
El amor vence por la verdad, y viceversa.
Lo real permanece, lo demás se desvanece.
Toda cuchara es libre.
Toda cuchara decide hacia dónde mira.
La clave está en la lucidez y el amor.
La sociedad adulta y responsable cuida y cultiva, vela y repara.
Bella y serena.
Hay hermosos ejemplos en el pasado.
Legados dignos de ser adoptados.
Sus mayores riquezas nunca fueron materiales.
Y mira cómo se les aplastó y masacró, con inquina y saña.
Por pura maldad y envidia.
Pura ignominia y vileza.
La historia ha sido una continua violación de lo inocente y puro.
Esa miel que también llamamos alma, corazón, esencia humana.
Ese amor que nos envuelve y compone.
Esa vida que nos habita y arrebata.
Eso a lo que servimos o contra lo que luchamos.
Según del lado que nos pongamos.
Así que, cómo lo ves? Tú adónde miras?
Todo lo que nos conforma y rodea es amor.
Nosotros somos cucharas.
Nuestra forma y diseño definen y configuran una posición funcional.
Que es mirando hacia arriba.
Solo así una cuchara aloja y contiene lo que recibe.
Cuando una cuchara es conforme a su ser se abre al amor.
Amor que resuena con la vida y se condensa en su interior.
Esta es la miel de la felicidad.
La miel solo se disfruta al transmutarla.
La vida tiene un sistema para esto.
Por eso las cucharas forman parejas.
Las parejas bailan y combinan su miel mutuamente en la intimidad.
Esta danza es muy delicada.
Precisa verdadero amor recíproco para realizarse con éxito.
Se debe realizar con cuidado, respeto y equilibrio.
Cuando hay armonía y entendimiento se da el mayor gozo.
El amor crece, la vida se ensancha.
Aparecen las cucharillas.
Pero esa no es la única consecuencia, ni mucho menos.
La miel trae bien.
La miel da fuerza.
La miel es poder.
Ya hemos dicho que es amor concentrado, vida condensada.
Existimos para vivir y vivimos para existir.
La vida se expresa a través de nosotros en su máxima calidad.
Cuando amamos.
El amor llena, eleva, da luz, da calor.
Rico es quien ama y sabe amar.
Amar es dar y recibir, entregar y compartir.
Por eso la pareja, por eso la danza, por eso la miel.
Pero hay que hacerlo bien.
La miel tiene su proceso de mantenimiento y maduración.
Se puede estropear o desperdiciar.
Las cucharas deben aprender cuidadosamente esto.
O jamás conocerán la felicidad.
Sin embargo, la vida es también libertad, capacidad de decisión.
Algunas cucharas prefieren mirar hacia abajo.
Esto tiene numerosas consecuencias.
El amor resbala y ya no se concentra.
La cuchara invertida se siente vacía por dentro.
Y siente el amor solo por fuera.
Una caricia efímera y pasajera.
La cuchara invertida no encuentra lo que busca entre sus iguales.
Así que se lanza en una carrera desesperada.
Una huída hacia delante.
Con la vana esperanza de encontrar la miel ansiada.
La miel ingrata y esquiva que le burla y escapa.
La cuchara invertida es promiscua y superficial por definición.
La cuchara invertida es débil y estéril.
Siente la vida fría y ajena, lejana y despiadada.
No le queda más remedio que esforzarse y luchar.
Y como mira al suelo solo cuenta con eso.
Así pues, toma la materia, la posee y la moldea.
De ahí nacen los inventos y prodigios.
Esto apenas sacia su necesidad, apenas alivia su frustración.
De ahí la eterna codicia y rapiña.
Sin embargo, a la desesperada, se agudiza su ingenio.
Y sabe quién tiene miel en abundancia.
Así que urde estrategias para apropiarse o privarles de ella.
Tienta y provoca, seduce y embauca.
Y las cucharas dichosas poco a poco van cayendo en el enredo.
El canto vistoso y llamativo de los cacharros.
Se embrollan y entrampan, se arrastran y engañan.
Se extravían y desorientan.
Se someten y degradan.
Pierden su miel y quedan a disposición de los artífices.
Entonces descubren el verdadero rostro de ese mundo.
Oscuro y despiadado, violento y descarnado.
Por el que han abandonado su amor y felicidad.
La tristeza y la desdicha son insondables.
Todo es dolor y tormento.
Todo es abuso y miseria.
Todo es perdición y ponzoña.
El veneno de los invertidos ciega y confunde, arrasa y corroe.
La miel es cada vez más escasa.
Las cucharas danzan agitadas y alocadas.
Así las parejas ni se sustentan ni se mantienen.
Peor aún, se deforman y traicionan su ser.
Adoptan una cultura cruel y salvaje, parásita e inhumana.
Mientras, los aprovechados inyectan sus mentiras infectas.
El resultado lo ves.
La solución es el retorno al amor.
La pesadilla termina cuando se sale de ella.
Cuando cesa la connivencia.
Si no, la destrucción no tendrá límite.
La degradación solo concluirá con la extinción.
El horror adoptará todas las formas posibles.
La galería de monstruos y aberraciones no tendrá fin.
La perversión se alienta a sí misma, prolifera en sí misma.
El colmo se supera día a día.
Se promociona la incultura.
Se premia la inmadurez.
Se incentiva la irresponsabilidad.
Se promueve la indignidad.
Se impulsa la negligencia.
Se inventan todo tipo de argucias y falacias.
Todo tipo de manipulaciones, adulteraciones, desnaturalizaciones.
Las cucharillas se trituran a voluntad.
Las cucharas se mutilan y transmutan a capricho.
La vanidad reina y prepondera.
La iniquidad abunda y predomina.
Así y todo, nada de esto puede triunfar.
El castillo muere y se derrumba por su propia inconsistencia.
La vida solo tiene un camino, un destino.
El amor vence por la verdad, y viceversa.
Lo real permanece, lo demás se desvanece.
Toda cuchara es libre.
Toda cuchara decide hacia dónde mira.
La clave está en la lucidez y el amor.
La sociedad adulta y responsable cuida y cultiva, vela y repara.
Bella y serena.
Hay hermosos ejemplos en el pasado.
Legados dignos de ser adoptados.
Sus mayores riquezas nunca fueron materiales.
Y mira cómo se les aplastó y masacró, con inquina y saña.
Por pura maldad y envidia.
Pura ignominia y vileza.
La historia ha sido una continua violación de lo inocente y puro.
Esa miel que también llamamos alma, corazón, esencia humana.
Ese amor que nos envuelve y compone.
Esa vida que nos habita y arrebata.
Eso a lo que servimos o contra lo que luchamos.
Según del lado que nos pongamos.
Así que, cómo lo ves? Tú adónde miras?
conciencia de lo inimaginable
El mal existe? Claro que sí, lo mismo que el bien.
Pero, es un ser? una entidad? Depende, según se mire.
Tiene voluntad y personalidad un átomo? Quién sabe.
Que a nosotros nos parezca que tienen o no esas cualidades no significa que así sea en realidad.
Sin una comprensión clara del conjunto, no se pueden entender algunas partes.
Los misterios comparten un núcleo que tal vez nos sea imposible de desentrañar, pero podemos intentar aproximaciones, hipótesis, suposiciones.
La cuestión es que no sabemos hasta qué punto podemos o no empatizar y ponernos en el lugar de cada cosa. Al mismo tiempo, vemos que de continuo nos proyectamos sobre cuanto observamos y nos rodea. Por eso la objetividad nos es incierta. Es más, habría que empezar a considerar que en su búsqueda nos llevamos hacia la alienación, psicopatía y esquizofrenia.
La vida es un asunto que se debe manejar con respeto y cuidado, para no caer en extremos problemáticos. Por eso el trabajo esencial es íntimo y privado. Mide y pesa tu deseo antes de traducirlo en gestos y gestas. A menudo nos complicamos sin necesidad, por necedad.
Como decía, para conocer verdaderamente algo se ha de ser ese algo, o establecer un vínculo, una comunión, que nos haga prácticamente indiscernibles de él.
La paradoja es que, tal vez, en cierta manera, ya somos todo. Pero nuestra conciencia está adaptada y amoldada bajo esta forma en la que hemos venido a existir y eso nos dificulta en parte manejarnos más allá de nosotros mismos. Sobre todo según en qué modos y planos, pues acaso no nos sea oportuno o conveniente aún.
El bien y el mal podemos decir que son un eje mediante el que definimos algunas cualidades y propiedades de la vida.
Nos sirve para evaluar cuándo algo funciona y se manifiesta de acuerdo con lo que entendemos que es propio y adecuado.
Toda conceptualización humana de estos elementos es necesariamente parcial y subjetiva. Esto no quiere decir que no existan parámetros referenciales específicos y considerables.
Por eso nuestro deber es comprender nuestros esfuerzos imperfectos, sin desistir en el empeño de conocer la vida y su comportamiento, su naturaleza y sus atributos, su esencia inherente, inefable e indisociable.
Aquí vemos otra paradoja. La parcialidad confunde nuestro rumbo y la totalidad nos es virtualmente inaprensible. No tenemos que complicarnos con menudencias y tampoco podemos reducir el conjunto. La realidad escapa a toda imperfección. Está hecha a prueba de inmaduros, jeje.
El pez desconoce su pecera. El pez sueña secretamente con superar toda frontera, sobrepasar los límites de su pecera. El pez no comprende su propio sentido ni cometido. No ve que forma parte de un todo, no imagina que su conciencia pueda crecer hasta ser la pecera. No ve que la pecera vela y trabaja para el pez, que se deben entre sí mutua y recíprocamente. Ni sospecha que la pecera pueda ser a su vez pez dentro de otra pecera aún mayor, en progresión infinita, indefinidamente. Y por sobre todo debe aprender que la única vía para trascender es mediante la conciencia. Todo otro camino termina en fiasco y tragedia.
La empatía es un asunto curioso, del que poco sabemos ciertamente. Puede ser un camino de error o una llave de salvación. El caso es que la conciencia puede en parte conectar y asomarse a otros puntos de vista. Con esto podemos madurar y crecer o evadirnos y extraviarnos. La calidad de las consecuencias viene dada por la calidad de la conciencia en cada momento y acto.
La droga, natural o sintética, permite algún tipo de experiencia en este sentido, sin embargo, tiene otros inconvenientes que la desaconsejan seriamente. El que abusa de muleta queda cojo merecidamente.
La conciencia es nuestra esencia, es con ella y a través de ella como se ha de avanzar, sin accesorios ni aditamentos.
Fíjate que no son precisos maximalismos empíricos ni empirismos maximalistas para conectar y unirse al todo, más bien al revés. Conocimiento y experiencia se derivan de una correcta aplicación y empleo de la conciencia. No es pienso luego existo, sino existo luego pienso.
Por eso los perdidos no alumbran sino absurdos esperpentos, grotescas monstruosidades aberrantes. Y así tenemos el circo que tenemos. La mente enajenada es como un estúpido pachinco, los datos caen, chocan y pasan, pero el sujeto los procesa y asimila de la manera más parca y burda. Por su empeño aislacionista. Así da lugar a la más pobre y triste visión del mundo. Tan lejana y distante, tan fría y despiadada.
Caos, muerte, sinsentido.
No es de extrañar entonces los blasfemos horrores que nacen de semejante semillero.
Volviendo al maligno, sería algo así como el efecto mariposa, más o menos. Una mariposa bate las alas y a lo lejos nace un huracán. Así pues, cuando las consecuencias retornan, y siempre retornan, la alcanzan de lleno y lo vive con no poca sorpresa, sin comprender su parte de responsabilidad y participación en ello.
Pero claro, la vida no es tan lineal ni sencilla.
Si uno lee de manera superficial el esquema, llega a un sistema mecánico de causas y efectos, de juicios y culpables. Cuando de lo que se trata es de considerar de manera integrativa las interacciones vivas y las dinámicas vivientes del conjunto. Siguiendo los procesos y las transformaciones todo lo que se pueda, con respeto y prudencia.
Lo principal es apreciar cómo, cualquier acto, por inocuo que parezca, puede dar lugar a distintos tipos de energías y tal, que van a seguir sus caminos. Y puede haber asuntos que vayamos acumulando y arrastrando sin darnos ni cuenta. El mal podría ser algo de eso. La cuestión es que se precisa mayor visión global y estudio del conjunto.
El reto está en aplicar bien la conciencia, pues si nos olvidamos de ella y nos volcamos en los instrumentos, dejamos de avanzar y llegamos a resultados vacuos y vanos, como el acelerador de partículas y cosas así.
Además, la conciencia se debe incluir a sí misma en su examen. Esta es la clave principal. Esta es la diferencia significativa.
Es por esto que el producto y resultado es mayor conciencia y no otra cosa. De lo cual se deriva mayor responsabilidad y conexión, implicación y dedicación. Elevación y crecimiento, calidad y dicha.
Como se ve, es la conciencia la que transforma definitiva y absolutamente la vida, en la medida en que aprendemos a existir para ella y a través de ella.
Nadie está libre del mal, pero el sabio lo conoce y reconoce hasta tal punto que nada ya teme de él, pues le da el cauce y la salida oportunos para cada ocasión en que se encuentran. Tanto da que se manifieste como ente abstracto o viviente, le es indiferente.
Todo lo que pertenece a la vida es viviente.
Pero nuestra percepción solo aprecia o distingue un espectro limitado de todo eso. Vemos una piedra y nos parece inerte.
Por eso pensar en el mal como un ente viviente nos perturba y desconcierta bastante.
Porque no hemos estudiado lo suficiente la vida como para comprender a fondo todas sus implicaciones y posibilidades.
Lo que más nos ciega y confunde es cuando miramos la vida como algo ajeno y separado. Todas las estúpidas polémicas en torno a dios y el maligno vienen de esa alienación.
La conciencia, sin embargo, tiene la facultad de centrar y conectar. El que es, sabe y comprende. Sin necesidad de palabrerías ni ornamentos.
Es la paradoja la que une y disuelve misterios y dilemas.
La verdad es inefable. La realidad es inenarrable.
La conciencia entiende cuál es su camino. El pensamiento se asoma, sopesa y contempla posibilidades. Con serena madurez. Sin engañarse ni pretender poseer nada.
Esta es la clave. Solo se yerra cuando el ser juega a ser el amo del universo y sus secretos. Y sin embargo, de alguna manera, también eso tiene su parte de verdad.
En lo fractal vemos que esto es así. Por eso la paradoja acude y permanece una y otra vez. Quien busca a dios, se busca a sí mismo.
La vida es una. El universo es uno. Tú eres uno.
Tú eres tú. Tú eres el universo. Tú eres la vida.
No puedes ser otra cosa que no sea esto. No puedes ser menos que todo. Ni más. Es virtualmente imposible.
Pero esto no se ve si uno no reflexiona profunda y detenidamente.
Grandes corrientes y maestros lo han tratado brillante y hermosamente.
Así pues, conviene entrenar la capacidad de evaluar nuestra vida y lo que nos rodea desde esta conciencia. Dentro y fuera es lo mismo. Todo es espejo de todo.
Cuando estás presente, eres, existes, centrado y equilibrado. Entonces encuentras y hallas sentido y significado a cuanto deviene y acontece. No hace falta que sea un hondo entendimiento siempre. No hace falta que sea absolutamente personal y relevante siempre. Pero ahí está.
La gran virtud de cultivar esta presencia es que te salva de equivocarte y extraviarte. El engaño solo se instala en los perdidos, solo se posa en los nidos que le son propicios, descuidados, desaliñados, desmañados.
Esto se ve muy bien cuando la televisión emite su paquete diario de doctrinas disfrazadas de noticias. El dormido se deja arrastrar por lo que se le comunica, se proyecta y refuerza su visión parcial y dañina de lo tratado. Ahí se ve que su conciencia es pobre y limitada. A la menor incitación vuela y se altera. Ideal para ser manipulado y conducido por donde se quiera o convenga.
La conciencia se amplía conforme se emplea y entrena. Tiene diferentes alcances y fortalezas. Se busca y se aplica con ayuda de la reflexión y la meditación.
El uso de la paradoja es inevitable. Pues la conciencia crece y se sustenta a partir de sí misma. Una rosa es una rosa es una rosa.
El discurso de quien se aventura y adentra por esta senda evoluciona en la medida en que va añadiendo conciencia a todos y cada uno de sus gestos y elementos. Soy consciente de mi discurso. Soy consciente de mí mismo emitiendo mi discurso. Soy consciente de que soy consciente. Soy consciente de los elementos de los que me sirvo para construir y elaborar mi discurso. Soy consciente de la secuencia y los procesos en los que estoy participando para articular y modular esto. Soy consciente de lo que me rodea. Soy consciente del momento actual y presente. Soy consciente de la vida y el universo. Soy consciente de las implicaciones y reflexiones a las que puede llevar y desencadenar cada gesto, etc.
Y mira que ser consciente no es lo mismo que tener un conocimiento preciso y concreto, insisto. El pensamiento en palabras apenas refleja ni representa una mínima parte de todo eso. Para trabajar con la conciencia se debe aprender a escuchar y valorar todo lo que está y va más allá del discurso mental. Lo que preña y llena el vacío. Lo que habita el silencio.
La paradoja nos salva y ayuda a no caer en un solo punto de vista. La incertidumbre nos abre los ojos a lo desconocido. Ningún pensamiento es válido ni certero por sí solo. Ni mucho menos de forma excluyente ni lineal. Toda afirmación admite la posibilidad de su negación. La vida es flexible. La conciencia sobre la vida debe ser igual. Toda rigidez evidencia detenimiento, estancamiento, yerro.
El que afirma una sola cosa como válida e indiscutible, demuestra el límite de su conciencia, su atascamiento que le reportará los pertinentes inconvenientes hasta que acierte a desatascarse o sucumba bajo su propia cortedad.
Lo bueno de esta flexibilidad es que te permite contemplar las cosas con una riqueza, libertad y versatilidad inigualables. La vida fluye verdaderamente cuando está en sintonía con su natural forma de ser, que es cambiante, vibrante, incesante, sensible, creativa, interactiva, participativa, etc.
Se ha de apreciar entonces la posición privilegiada desde la que experimentas la vida. La dicha y el gozo que supone y representa esta capacidad y todas sus posibilidades. No se puede pedir más. Más aún cuando todo te ha sido dado completa y genuinamente.
El universo está a tu disposición y servicio, y los hay que ni se enteran.
Esto les pasa porque no han aprendido a manejar su atención, que es la guía con la que se inicia la andadura. Es la herramienta principal para abrirse paso y avanzar en conciencia.
Hay que conocerla bien.
Por eso se me ocurre un ejemplo.
Imagina que eres un faro plantado en un arrecife frente al océano. Tu luz gira en la noche e ilumina una porción del paisaje a cada momento. Tu atención ilumina allí donde miras.
Lo fascinante de esto es que a partir de esta experiencia tu ser se construye su propia versión y entendimiento de lo que le rodea.
Si nunca ves barcos, para ti el universo está vacío. Si por ventura contemplas percances y naufragios, para ti la vida es caos y pesadilla.
Es más, si solo eres consciente de la porción donde se deposita tu atención, tu idea del mundo será necesariamente parcial y subjetiva.
Si solo ves océano iluminado y no tienes en cuenta los otros seis octavos de panorama nocturno que te rodean, tu visión va a ser superficial y errónea.
Esto les pasa mucho a los positivistas y materialistas. Los que se ponen las orejeras y se niegan a ver más allá de lo que tienen delante de sus narices.
A nivel psicológico esto tiene una lectura interesante.
El iluso se cree que vive en un lugar por completo luminoso y maravilloso. Pero la vida es cambio. En ocasiones la conciencia de tu ser no se alinea perfectamente con tu atención. A veces ves el mundo con el foco medio descentrado. Esto puede ayudarte a formarte una idea más completa de lo que te rodea. O puede confundirte y trastornarte.
El efecto y la consecuencia de cada momento depende de la gestión de tu ser, tu atención y tu conciencia para con la vida, propia y circundante.
A veces sucede que el ser se extravía fatalmente y solo ve oscuridad y tiniebla en torno a sí. El faro ha perdido la guía de su foco y solo ve noche eterna, tormento, vacío.
Como el que se viste su cuerpo del revés y todo le confunde y marea.
Y esto lo dice muy bien Facundo Cabral: No estás deprimido, estás distraído.
Pero ojo, la depresión también tiene un lado bioquímico que conviene conocer bien y tener presente, para identificar correctamente ciertos síntomas y corregir buenamente las carencias o desequilibrios corporales.
Así pues, algunos faros lo ven todo blanco, o todo negro, o una mezcla extraña y desconexa, como dicen los de allende. Otros faros optan por homogeneizar y deciden que ni lo uno ni lo otro, que el mundo es gris uniforme. Imagínatelo, un faro plantado en medio de un océano sin profundidad ni volumen, sin brillos ni sombras. Espeluznante.
Fíjate que partiendo de una misma situación, un faro puede ver el mundo de maneras muy diferentes y pasar de una a otra según su interés o el momento.
El truco para no caer ni arrastrarse por esta noria delirante se encuentra en la conciencia. La conciencia te permite ampliar tu perspectiva, incluyendo mayor panorama, así uno no se engaña ni confunde respecto a su centro y propósito.
Porque esa conciencia contempla lo que le rodea con ojos amorosos y benignos. Con la confianza y entrega del que se reconoce y encuentra. El que sabe que es uno con la vida y todo.
Aquí entra en escena el poder de la intención, el ho'oponopono (http://golosinasparaelalma.com) y todo eso.
La paradoja fractal dimensional nos lleva a comprender el universo como un dentro-fuera, como un todo que trabaja armónicamente bajo la tutela y consejo del responsable primero y último, que eres tú, tu conciencia, por así decirlo.
El universo atiende a tu voluntad al igual que lo hace cada célula de tu cuerpo. La voluntad de la vida es servir a la máxima expresión de su propia voluntad. Tu estás ahí en medio. Tienes un papel destacado, que puedes aprovechar bien o cagarla estrepitosamente.
No es una cuestión personal, y al mismo tiempo lo es absolutamente.
Tu responsabilidad radica en comprender bien el sentido de tu existencia. Caer en inmaduros infantilismos o burdas simplificaciones no te va a traer ningún bien, sino todo lo contrario.
No hay dos personas iguales. No hay dos células iguales. No hay dos átomos iguales, etc. Cada uno tenemos nuestras peculiaridades.
Conócete a ti mismo es el mandato esencial para poder dar la mejor salida posible a tus particularidades. La dicha y el gozo de la vida está en reconocer y ser reconocido. En ser y crear genuinamente. Por ti mismo y conjuntamente.
El universo a su vez fluye y adopta diferentes configuraciones a cada instante. El arte supremo está en leer y conjugar tu ser con cada momento.
Así pues, tu relación con la vida y el universo es simple y compleja al mismo tiempo, directa e indirecta a la vez. Sois un niño que vuela una cometa. A veces eres el niño y a veces la cometa.
Tus deseos se transmiten y materializan de diferentes maneras según el contexto, según el viento, la posición, los reflejos, etc.
No es pulsar un botón y ya.
Hay que conocer los distintos lenguajes a través de los cuales viajan y se reciben las voluntades. A veces para llegar a un objetivo te toca pasar por algún percance indeseado.
Los caminos del señor son inexpugnables. Pero se puede ir aprendiendo a comprenderlos si uno se aplica bien y con tiento.
Para esto hay que considerar también las dimensiones paralelas. Las infinitas ramificaciones de posibilidades.
Estamos mal acostumbrados a pensar que lo que somos se limita a lo que vemos de nuestro cuerpo. Y no es así.
Del mismo modo que el universo que nos rodea nos integra y conforma, igual pasa con esto otro. De hecho esto otro no es algo separado. Las dimensiones que llamamos paralelas no están fuera del universo, forman parte de él, están dentro, irremediablemente.
Es por eso que percibimos y recibimos algunos ecos provenientes de allí. Así pues, eres un abanico andante de versiones y variaciones de ti mismo. Esto es lo que permite el libre albedrío, la libertad de elección. Tus divergencias más inmediatas te son perfectamente reconocibles y comprensibles. Te sientes cómodo con ellas y ellas contigo, pues lo que os une y asemeja es prácticamente todo. Sois gemelos y vuestra sintonía es casi perfecta.
Pero, conforme las ramas se distancian y evolucionan por diferentes caminos, la cosa se complica. Cambia la mentalidad, cambia la actitud, cambia todo. Hasta tal punto que casi ni te reconocerías.
Y son los extremos remotos los más peliagudos. Directamente puede haber conflicto. Tu yo arruinado puede considerar que su ruina proviene de donde tú te encuentras. Y puede proyectar algún tipo de represalia que de alguna manera repercuta sobre ti, intencionada o inadvertidamente.
La gracia está en que las ramas distantes apenas tienen capacidad ni peso para intervenir o afectar sobre ti. Sin embargo, una parte de tus posibilidades puede incluir versiones de ti que sí son conscientes de las otras dimensiones paralelas. Y que sí han aprendido a trabajar o modificar a sus otros yo. Ahí ya estás a merced de su sentido de la ética y su respeto hacia sus otros yo, etc.
Aquí la paradoja cobra interés. Tus valores tienen vida propia a través de tus ramificaciones, y eso está actuando y participando en el universo, aunque no lo percibas. Las posibilidades son siempre infinitas, sin embargo tu conciencia hace de director de orquesta. Tú repartes y distribuyes la energía. Tú das y quitas el poder. Las consecuencias serán las que deban ser. Estar en el epicentro de la vida implica una responsabilidad que se ha de comprender y asumir decidida y maduramente.
De nuevo la conciencia juega un papel clave en esto. Actúa de árbitro, de filtro, de organizador, ya que alcanza y repercute sobre el conjunto.
La meditación y relajación ayudan a que la conciencia se expanda y esparza armónicamente entre todo y todos. Tu paz es la paz de tus posibilidades.
Si tú estás centrado, sereno y en equilibrio, tus ramificaciones se despliegan suavemente, fluyen adecuadamente. Tu amor pasa y llega de uno a otro y todos os encontráis bien en vuestro sitio.
Pero cuando hay caos y premura en tu vida, se distorsiona la ordenación de tus posibilidades. Por eso el miedo interfiere y perjudica en la toma de decisiones. Por eso el miedo paraliza y sirve para controlar a la gente. Obstaculiza, retiene, impide, dificulta la vida. Tu comunicación con el universo se interrumpe y quedas un poco a merced de los elementos, más o menos.
Por eso el amor es la principal y más importante medida para todas las dificultades y problemas. Pues garantiza el perfecto apoyo y amparo de la vida. La vida es amor y el amor es vida. Todos remamos en la misma dirección cuando compartimos esto. Este es el único y verdadero poder. Por eso los usurpadores se empeñan en confundir, distraer y engañar, para que nadie acierte a sustentarse de nuevo en la fuente primordial.
La cosa es que el amor hace de escudo. El mal se encuentra y ve que tiene interrumpido su camino, pues no puede proliferar si las condiciones no le son favorables. Por eso la sombra se esconde donde no alcanza nuestra atención y conciencia.
Tu amor hondo y verdadero pasa a y perdura en tus variaciones, protegiéndote de instancias, eventos y calamidades.
Pero ya hemos dicho que la vida no es tan sencilla. A veces pasa que se abren canales y ventanas inoportunas.
Entonces puedes tener un encuentro con lo desconocido, más o menos anecdótico o traumático, según hayas cultivado tus principios y respetos.
Buena parte de lo paranormal puede deberse a algo así.
Esto se intuye levemente en los casos de poltergeist y tal. A menudo se considera que alguna de las personas del hogar hace de catalizador o desencadenante. Presumiblemente, esa persona desata inadvertidamente los sucesos, por haber proyectado abundante energía de baja calidad hacia sus ramificaciones, o algo así. De tal manera, que acaba retornando a ella en esta forma, para que pueda procesarla de nuevo y adecuadamente. A menudo es la frustración y el vivir sin atención ni conciencia lo que abona el terreno.
Claro, cuando hablamos de las posibilidades y tal, tendemos a visualizarlo de manera figurada, te ves a ti mismo que has tomado otro camino y eso. Pero no es únicamente eso. Porque ya hemos dicho que tú no eres solo lo que ves de ti, sino el universo entero. Así pues, tus posibilidades pueden no tener una forma definida concreta, pueden ser más bien como una sopa de energías entremezcladas, portadoras de caos o amor.
Además, la vida es siempre conjunta y colectiva. Tu sopa hace de punto de encuentro para otros que portan mejunjes similares. El duende es en parte tuyo y en parte suyo. Al igual que tú eres en parte de ti y en parte de la vida y el universo. No hay fronteras claras en esto. No hay pertenencia o propiedad concreta y definida.
Así que el juego es incesante e inagotable. La interacción te lleva a hacerte cómplice o víctima, según tu presteza y talante.
Lo interesante de la vida es esta riqueza simbólica, esa versatilidad y variabilidad en los campos de manifestación. Tus conflictos los puedes resolver en infinitas dimensiones y modalidades diferentes. Y por contra, si no los atiendes, te pueden venir por infinitos medios y caminos diversos.
Lo principal es tener en cuenta que eso está ahí y que el poner atención y cuidado permanente en el presente ayuda para que nuestro ser no se vea comprometido entre tensiones, conflictos y demás movidas.
Y fíjate que todo esto es prácticamente inaprensible, difícilmente demostrable directamente, aunque sí constatable mediante la experiencia propia. Se ha de trabajar pues desde y con las suposiciones, para ver cuánto pueden tener de fundadas o cuánto se entremezclan sin sentido aparente.
Sin embargo, cabe señalar que la imaginación también tiene su pertinente eco y reflejo en el universo. Nada de lo que piensas ni sospechas sucede fuera ni separado ni aislado del universo.
Lo mismo pasa con el alma. Pero ya te imaginas cómo funciona eso, tampoco quiero abusar más ahora.
A la postre, lo que sucede es que casi todo se entiende o explica de manera parecida. Y eso es fascinante, pues evidencia que ciencia y religión se funden a la que profundizas en ello.
Si lo piensas, no puede ser de otro modo. O sería bastante extraño eso. Un espiritualidad totalmente disociada de la existencia sería un completo sinsentido, absurdo y grotesco. Algo accesorio, gratuito, superfluo, irrelevante, sobrante, erróneo.
Claro, muchos es así precisamente como ven los cultos y dogmas, ni más ni menos. Pero obviamente, no hay que confundir las instituciones, formalizaciones y concrecciones deficientes derivadas con los misterios que laten y persisten tras eso y todo. Además quienes así miran lo hacen desde una distancia impostada y conveniente. Apropiada para ver la cáscara, la farsa, la mascarada y nada más, sin asomarse al otro lado, no sea que se asusten, los pobres.
Otro tanto pasa con la ciencia, que imita y comparte los peores vicios y defectos de la iglesia, hermanas en su corrupción y degeneración.
Y mientras tanto, los unos por los otros, a los perdidos se les tima y estafa sin parar, con la mayor indecencia y desvergüenza.
Que me vengan a mí con el timo de la estampita y el cuento del sida, no te jode.
A lo que iba, que ya que nada es seguro ni irrefutable, haremos bien en aplicar nuestra conciencia con igual consideración hacia todas las posibilidades, hasta las más increíbles, improbables e inimaginables. Entre otras cosas porque, en haciendo esto, repercutimos considerablemente sobre nosotros y cuanto nos rodea.
El respeto y la prudencia han de ser los mismos hacia todo lo conocido y por conocer. No podemos dar nada por sentado. A la que te posicionas y decantas por una hipótesis o teoría estás dejando de lado otras cuestiones que van a venir hacia ti de una manera u otra.
Si te empeñas en permanecer ciego te van a llover bofetadas por todas las caras.
A todo esto, la cosa venía por lo de si el demonio existe o no. Yo lo que digo es que no lo sabemos. Pero que debemos ir más allá. Incluso aún sin saberlo, debemos considerar las posibilidades. Y en cuanto empiezas a atender eso, tarde o temprano, inevitablemente llegas a algún tipo de relación y conexión. A saber, que nada es externo ni ajeno a la vida. Y todo lo que forma parte de la vida nos incumbe y atañe. Si hay algo que llamar demonio, en buena medida participa y se debe a nuestra propia falta de atención y conciencia. Su aparente voluntad o entidad puede ser circunstancial o accesoria, en tanto en cuanto que lo que nos atañe es lo que nos vincula y relaciona con su naturaleza y existencia.
Claro, el tema merece mayor profundidad de análisis y extensión, pero ya si eso para otro día. Como ves, casi siempre prefiero andarme por las ramas, manías que tiene uno, jeje.
PD: Ah, sí, se me olvidaba.
La cosa esta de que la vida se traduce y manifiesta en función de nuestra conciencia y tal, también tiene que tener en cuenta el papel de la sociedad y el conjunto. El poder de la masa. A la fuerza, hay mucho que nos es común y compartido. Tenemos ahí flotando asuntillos problemáticos etéreos. Que se vienen a posar donde mejor pueden y a la que pillan. Lo que quiero decir es que a lo mejor habría que empezar a leer los eventos siempre desde diferentes perspectivas.
Especialmente hay que tener en cuenta que las ramificaciones de posibilidades incorporan tus vínculos y relaciones personales. Ese universo social también se configura en función a sus propias particularidades y se comporta de distintas maneras según el momento y la circunstancia. Todo esto puede valorarse y aproximarse mediante el estudio.
Una idea curiosa al respecto es que tu personalidad se modula en parte arreglo a cómo te ven los demás. Alguien que a ti te importa piensa de ti que eres torpe y de repente se te cae lo que llevas en las manos. Tú no lo sabes, pero has reaccionado por simpatía. Tu cuerpo es más voluntarioso y reactivo de lo que crees.
En todo momento estamos en contacto con ese océano cambiante de etiquetas y opiniones. Y participamos y respondemos a él según nuestro grado de implicación y conciencia.
Continuamente hay una negociación subjetiva entre los vínculos y sus integrantes. Una alquimia sensible y pulsátil que nos une en la dicha o en la miseria, según te lo montes y nos lo montemos.
Además de la esfera social, también están todas las otras. Biológica, psicológica, espiritual. Política, geográfica, ambiental. Cósmica, astral, sideral. Etc.
Muchas cosas se podrían y deberían considerar al respecto. Pero ya estamos fuera de tiempo, así que.
Solo una última patochada más.
Por ejemplo, los desastres naturales y tal. Es la tierra quien desencadena tales procesos? O acaso el inconsciente colectivo participa de alguna manera también en eso?
Puede haber un cableado que una y conecte nuestro ser con la tierra que nos nutre y sustenta?
Puedes imaginar un mundo donde la frustración se convierta en tempestad y tormenta? O en otro tipo de manifestaciones menores? Más discretas? A menor escala?
Cómo se traducen los elementos? Cuánto participamos sin enterarnos? Deberíamos estar más atentos?
Yo qué sé, esto parece que no lo termino de ver, así que no me hagas mucho caso.
Palos de ciego, que damos y regalamos, jeje.
Pero, es un ser? una entidad? Depende, según se mire.
Tiene voluntad y personalidad un átomo? Quién sabe.
Que a nosotros nos parezca que tienen o no esas cualidades no significa que así sea en realidad.
Sin una comprensión clara del conjunto, no se pueden entender algunas partes.
Los misterios comparten un núcleo que tal vez nos sea imposible de desentrañar, pero podemos intentar aproximaciones, hipótesis, suposiciones.
La cuestión es que no sabemos hasta qué punto podemos o no empatizar y ponernos en el lugar de cada cosa. Al mismo tiempo, vemos que de continuo nos proyectamos sobre cuanto observamos y nos rodea. Por eso la objetividad nos es incierta. Es más, habría que empezar a considerar que en su búsqueda nos llevamos hacia la alienación, psicopatía y esquizofrenia.
La vida es un asunto que se debe manejar con respeto y cuidado, para no caer en extremos problemáticos. Por eso el trabajo esencial es íntimo y privado. Mide y pesa tu deseo antes de traducirlo en gestos y gestas. A menudo nos complicamos sin necesidad, por necedad.
Como decía, para conocer verdaderamente algo se ha de ser ese algo, o establecer un vínculo, una comunión, que nos haga prácticamente indiscernibles de él.
La paradoja es que, tal vez, en cierta manera, ya somos todo. Pero nuestra conciencia está adaptada y amoldada bajo esta forma en la que hemos venido a existir y eso nos dificulta en parte manejarnos más allá de nosotros mismos. Sobre todo según en qué modos y planos, pues acaso no nos sea oportuno o conveniente aún.
El bien y el mal podemos decir que son un eje mediante el que definimos algunas cualidades y propiedades de la vida.
Nos sirve para evaluar cuándo algo funciona y se manifiesta de acuerdo con lo que entendemos que es propio y adecuado.
Toda conceptualización humana de estos elementos es necesariamente parcial y subjetiva. Esto no quiere decir que no existan parámetros referenciales específicos y considerables.
Por eso nuestro deber es comprender nuestros esfuerzos imperfectos, sin desistir en el empeño de conocer la vida y su comportamiento, su naturaleza y sus atributos, su esencia inherente, inefable e indisociable.
Aquí vemos otra paradoja. La parcialidad confunde nuestro rumbo y la totalidad nos es virtualmente inaprensible. No tenemos que complicarnos con menudencias y tampoco podemos reducir el conjunto. La realidad escapa a toda imperfección. Está hecha a prueba de inmaduros, jeje.
El pez desconoce su pecera. El pez sueña secretamente con superar toda frontera, sobrepasar los límites de su pecera. El pez no comprende su propio sentido ni cometido. No ve que forma parte de un todo, no imagina que su conciencia pueda crecer hasta ser la pecera. No ve que la pecera vela y trabaja para el pez, que se deben entre sí mutua y recíprocamente. Ni sospecha que la pecera pueda ser a su vez pez dentro de otra pecera aún mayor, en progresión infinita, indefinidamente. Y por sobre todo debe aprender que la única vía para trascender es mediante la conciencia. Todo otro camino termina en fiasco y tragedia.
La empatía es un asunto curioso, del que poco sabemos ciertamente. Puede ser un camino de error o una llave de salvación. El caso es que la conciencia puede en parte conectar y asomarse a otros puntos de vista. Con esto podemos madurar y crecer o evadirnos y extraviarnos. La calidad de las consecuencias viene dada por la calidad de la conciencia en cada momento y acto.
La droga, natural o sintética, permite algún tipo de experiencia en este sentido, sin embargo, tiene otros inconvenientes que la desaconsejan seriamente. El que abusa de muleta queda cojo merecidamente.
La conciencia es nuestra esencia, es con ella y a través de ella como se ha de avanzar, sin accesorios ni aditamentos.
Fíjate que no son precisos maximalismos empíricos ni empirismos maximalistas para conectar y unirse al todo, más bien al revés. Conocimiento y experiencia se derivan de una correcta aplicación y empleo de la conciencia. No es pienso luego existo, sino existo luego pienso.
Por eso los perdidos no alumbran sino absurdos esperpentos, grotescas monstruosidades aberrantes. Y así tenemos el circo que tenemos. La mente enajenada es como un estúpido pachinco, los datos caen, chocan y pasan, pero el sujeto los procesa y asimila de la manera más parca y burda. Por su empeño aislacionista. Así da lugar a la más pobre y triste visión del mundo. Tan lejana y distante, tan fría y despiadada.
Caos, muerte, sinsentido.
No es de extrañar entonces los blasfemos horrores que nacen de semejante semillero.
Volviendo al maligno, sería algo así como el efecto mariposa, más o menos. Una mariposa bate las alas y a lo lejos nace un huracán. Así pues, cuando las consecuencias retornan, y siempre retornan, la alcanzan de lleno y lo vive con no poca sorpresa, sin comprender su parte de responsabilidad y participación en ello.
Pero claro, la vida no es tan lineal ni sencilla.
Si uno lee de manera superficial el esquema, llega a un sistema mecánico de causas y efectos, de juicios y culpables. Cuando de lo que se trata es de considerar de manera integrativa las interacciones vivas y las dinámicas vivientes del conjunto. Siguiendo los procesos y las transformaciones todo lo que se pueda, con respeto y prudencia.
Lo principal es apreciar cómo, cualquier acto, por inocuo que parezca, puede dar lugar a distintos tipos de energías y tal, que van a seguir sus caminos. Y puede haber asuntos que vayamos acumulando y arrastrando sin darnos ni cuenta. El mal podría ser algo de eso. La cuestión es que se precisa mayor visión global y estudio del conjunto.
El reto está en aplicar bien la conciencia, pues si nos olvidamos de ella y nos volcamos en los instrumentos, dejamos de avanzar y llegamos a resultados vacuos y vanos, como el acelerador de partículas y cosas así.
Además, la conciencia se debe incluir a sí misma en su examen. Esta es la clave principal. Esta es la diferencia significativa.
Es por esto que el producto y resultado es mayor conciencia y no otra cosa. De lo cual se deriva mayor responsabilidad y conexión, implicación y dedicación. Elevación y crecimiento, calidad y dicha.
Como se ve, es la conciencia la que transforma definitiva y absolutamente la vida, en la medida en que aprendemos a existir para ella y a través de ella.
Nadie está libre del mal, pero el sabio lo conoce y reconoce hasta tal punto que nada ya teme de él, pues le da el cauce y la salida oportunos para cada ocasión en que se encuentran. Tanto da que se manifieste como ente abstracto o viviente, le es indiferente.
Todo lo que pertenece a la vida es viviente.
Pero nuestra percepción solo aprecia o distingue un espectro limitado de todo eso. Vemos una piedra y nos parece inerte.
Por eso pensar en el mal como un ente viviente nos perturba y desconcierta bastante.
Porque no hemos estudiado lo suficiente la vida como para comprender a fondo todas sus implicaciones y posibilidades.
Lo que más nos ciega y confunde es cuando miramos la vida como algo ajeno y separado. Todas las estúpidas polémicas en torno a dios y el maligno vienen de esa alienación.
La conciencia, sin embargo, tiene la facultad de centrar y conectar. El que es, sabe y comprende. Sin necesidad de palabrerías ni ornamentos.
Es la paradoja la que une y disuelve misterios y dilemas.
La verdad es inefable. La realidad es inenarrable.
La conciencia entiende cuál es su camino. El pensamiento se asoma, sopesa y contempla posibilidades. Con serena madurez. Sin engañarse ni pretender poseer nada.
Esta es la clave. Solo se yerra cuando el ser juega a ser el amo del universo y sus secretos. Y sin embargo, de alguna manera, también eso tiene su parte de verdad.
En lo fractal vemos que esto es así. Por eso la paradoja acude y permanece una y otra vez. Quien busca a dios, se busca a sí mismo.
La vida es una. El universo es uno. Tú eres uno.
Tú eres tú. Tú eres el universo. Tú eres la vida.
No puedes ser otra cosa que no sea esto. No puedes ser menos que todo. Ni más. Es virtualmente imposible.
Pero esto no se ve si uno no reflexiona profunda y detenidamente.
Grandes corrientes y maestros lo han tratado brillante y hermosamente.
Así pues, conviene entrenar la capacidad de evaluar nuestra vida y lo que nos rodea desde esta conciencia. Dentro y fuera es lo mismo. Todo es espejo de todo.
Cuando estás presente, eres, existes, centrado y equilibrado. Entonces encuentras y hallas sentido y significado a cuanto deviene y acontece. No hace falta que sea un hondo entendimiento siempre. No hace falta que sea absolutamente personal y relevante siempre. Pero ahí está.
La gran virtud de cultivar esta presencia es que te salva de equivocarte y extraviarte. El engaño solo se instala en los perdidos, solo se posa en los nidos que le son propicios, descuidados, desaliñados, desmañados.
Esto se ve muy bien cuando la televisión emite su paquete diario de doctrinas disfrazadas de noticias. El dormido se deja arrastrar por lo que se le comunica, se proyecta y refuerza su visión parcial y dañina de lo tratado. Ahí se ve que su conciencia es pobre y limitada. A la menor incitación vuela y se altera. Ideal para ser manipulado y conducido por donde se quiera o convenga.
La conciencia se amplía conforme se emplea y entrena. Tiene diferentes alcances y fortalezas. Se busca y se aplica con ayuda de la reflexión y la meditación.
El uso de la paradoja es inevitable. Pues la conciencia crece y se sustenta a partir de sí misma. Una rosa es una rosa es una rosa.
El discurso de quien se aventura y adentra por esta senda evoluciona en la medida en que va añadiendo conciencia a todos y cada uno de sus gestos y elementos. Soy consciente de mi discurso. Soy consciente de mí mismo emitiendo mi discurso. Soy consciente de que soy consciente. Soy consciente de los elementos de los que me sirvo para construir y elaborar mi discurso. Soy consciente de la secuencia y los procesos en los que estoy participando para articular y modular esto. Soy consciente de lo que me rodea. Soy consciente del momento actual y presente. Soy consciente de la vida y el universo. Soy consciente de las implicaciones y reflexiones a las que puede llevar y desencadenar cada gesto, etc.
Y mira que ser consciente no es lo mismo que tener un conocimiento preciso y concreto, insisto. El pensamiento en palabras apenas refleja ni representa una mínima parte de todo eso. Para trabajar con la conciencia se debe aprender a escuchar y valorar todo lo que está y va más allá del discurso mental. Lo que preña y llena el vacío. Lo que habita el silencio.
La paradoja nos salva y ayuda a no caer en un solo punto de vista. La incertidumbre nos abre los ojos a lo desconocido. Ningún pensamiento es válido ni certero por sí solo. Ni mucho menos de forma excluyente ni lineal. Toda afirmación admite la posibilidad de su negación. La vida es flexible. La conciencia sobre la vida debe ser igual. Toda rigidez evidencia detenimiento, estancamiento, yerro.
El que afirma una sola cosa como válida e indiscutible, demuestra el límite de su conciencia, su atascamiento que le reportará los pertinentes inconvenientes hasta que acierte a desatascarse o sucumba bajo su propia cortedad.
Lo bueno de esta flexibilidad es que te permite contemplar las cosas con una riqueza, libertad y versatilidad inigualables. La vida fluye verdaderamente cuando está en sintonía con su natural forma de ser, que es cambiante, vibrante, incesante, sensible, creativa, interactiva, participativa, etc.
Se ha de apreciar entonces la posición privilegiada desde la que experimentas la vida. La dicha y el gozo que supone y representa esta capacidad y todas sus posibilidades. No se puede pedir más. Más aún cuando todo te ha sido dado completa y genuinamente.
El universo está a tu disposición y servicio, y los hay que ni se enteran.
Esto les pasa porque no han aprendido a manejar su atención, que es la guía con la que se inicia la andadura. Es la herramienta principal para abrirse paso y avanzar en conciencia.
Hay que conocerla bien.
Por eso se me ocurre un ejemplo.
Imagina que eres un faro plantado en un arrecife frente al océano. Tu luz gira en la noche e ilumina una porción del paisaje a cada momento. Tu atención ilumina allí donde miras.
Lo fascinante de esto es que a partir de esta experiencia tu ser se construye su propia versión y entendimiento de lo que le rodea.
Si nunca ves barcos, para ti el universo está vacío. Si por ventura contemplas percances y naufragios, para ti la vida es caos y pesadilla.
Es más, si solo eres consciente de la porción donde se deposita tu atención, tu idea del mundo será necesariamente parcial y subjetiva.
Si solo ves océano iluminado y no tienes en cuenta los otros seis octavos de panorama nocturno que te rodean, tu visión va a ser superficial y errónea.
Esto les pasa mucho a los positivistas y materialistas. Los que se ponen las orejeras y se niegan a ver más allá de lo que tienen delante de sus narices.
A nivel psicológico esto tiene una lectura interesante.
El iluso se cree que vive en un lugar por completo luminoso y maravilloso. Pero la vida es cambio. En ocasiones la conciencia de tu ser no se alinea perfectamente con tu atención. A veces ves el mundo con el foco medio descentrado. Esto puede ayudarte a formarte una idea más completa de lo que te rodea. O puede confundirte y trastornarte.
El efecto y la consecuencia de cada momento depende de la gestión de tu ser, tu atención y tu conciencia para con la vida, propia y circundante.
A veces sucede que el ser se extravía fatalmente y solo ve oscuridad y tiniebla en torno a sí. El faro ha perdido la guía de su foco y solo ve noche eterna, tormento, vacío.
Como el que se viste su cuerpo del revés y todo le confunde y marea.
Y esto lo dice muy bien Facundo Cabral: No estás deprimido, estás distraído.
Pero ojo, la depresión también tiene un lado bioquímico que conviene conocer bien y tener presente, para identificar correctamente ciertos síntomas y corregir buenamente las carencias o desequilibrios corporales.
Así pues, algunos faros lo ven todo blanco, o todo negro, o una mezcla extraña y desconexa, como dicen los de allende. Otros faros optan por homogeneizar y deciden que ni lo uno ni lo otro, que el mundo es gris uniforme. Imagínatelo, un faro plantado en medio de un océano sin profundidad ni volumen, sin brillos ni sombras. Espeluznante.
Fíjate que partiendo de una misma situación, un faro puede ver el mundo de maneras muy diferentes y pasar de una a otra según su interés o el momento.
El truco para no caer ni arrastrarse por esta noria delirante se encuentra en la conciencia. La conciencia te permite ampliar tu perspectiva, incluyendo mayor panorama, así uno no se engaña ni confunde respecto a su centro y propósito.
Porque esa conciencia contempla lo que le rodea con ojos amorosos y benignos. Con la confianza y entrega del que se reconoce y encuentra. El que sabe que es uno con la vida y todo.
Aquí entra en escena el poder de la intención, el ho'oponopono (http://golosinasparaelalma.com) y todo eso.
La paradoja fractal dimensional nos lleva a comprender el universo como un dentro-fuera, como un todo que trabaja armónicamente bajo la tutela y consejo del responsable primero y último, que eres tú, tu conciencia, por así decirlo.
El universo atiende a tu voluntad al igual que lo hace cada célula de tu cuerpo. La voluntad de la vida es servir a la máxima expresión de su propia voluntad. Tu estás ahí en medio. Tienes un papel destacado, que puedes aprovechar bien o cagarla estrepitosamente.
No es una cuestión personal, y al mismo tiempo lo es absolutamente.
Tu responsabilidad radica en comprender bien el sentido de tu existencia. Caer en inmaduros infantilismos o burdas simplificaciones no te va a traer ningún bien, sino todo lo contrario.
No hay dos personas iguales. No hay dos células iguales. No hay dos átomos iguales, etc. Cada uno tenemos nuestras peculiaridades.
Conócete a ti mismo es el mandato esencial para poder dar la mejor salida posible a tus particularidades. La dicha y el gozo de la vida está en reconocer y ser reconocido. En ser y crear genuinamente. Por ti mismo y conjuntamente.
El universo a su vez fluye y adopta diferentes configuraciones a cada instante. El arte supremo está en leer y conjugar tu ser con cada momento.
Así pues, tu relación con la vida y el universo es simple y compleja al mismo tiempo, directa e indirecta a la vez. Sois un niño que vuela una cometa. A veces eres el niño y a veces la cometa.
Tus deseos se transmiten y materializan de diferentes maneras según el contexto, según el viento, la posición, los reflejos, etc.
No es pulsar un botón y ya.
Hay que conocer los distintos lenguajes a través de los cuales viajan y se reciben las voluntades. A veces para llegar a un objetivo te toca pasar por algún percance indeseado.
Los caminos del señor son inexpugnables. Pero se puede ir aprendiendo a comprenderlos si uno se aplica bien y con tiento.
Para esto hay que considerar también las dimensiones paralelas. Las infinitas ramificaciones de posibilidades.
Estamos mal acostumbrados a pensar que lo que somos se limita a lo que vemos de nuestro cuerpo. Y no es así.
Del mismo modo que el universo que nos rodea nos integra y conforma, igual pasa con esto otro. De hecho esto otro no es algo separado. Las dimensiones que llamamos paralelas no están fuera del universo, forman parte de él, están dentro, irremediablemente.
Es por eso que percibimos y recibimos algunos ecos provenientes de allí. Así pues, eres un abanico andante de versiones y variaciones de ti mismo. Esto es lo que permite el libre albedrío, la libertad de elección. Tus divergencias más inmediatas te son perfectamente reconocibles y comprensibles. Te sientes cómodo con ellas y ellas contigo, pues lo que os une y asemeja es prácticamente todo. Sois gemelos y vuestra sintonía es casi perfecta.
Pero, conforme las ramas se distancian y evolucionan por diferentes caminos, la cosa se complica. Cambia la mentalidad, cambia la actitud, cambia todo. Hasta tal punto que casi ni te reconocerías.
Y son los extremos remotos los más peliagudos. Directamente puede haber conflicto. Tu yo arruinado puede considerar que su ruina proviene de donde tú te encuentras. Y puede proyectar algún tipo de represalia que de alguna manera repercuta sobre ti, intencionada o inadvertidamente.
La gracia está en que las ramas distantes apenas tienen capacidad ni peso para intervenir o afectar sobre ti. Sin embargo, una parte de tus posibilidades puede incluir versiones de ti que sí son conscientes de las otras dimensiones paralelas. Y que sí han aprendido a trabajar o modificar a sus otros yo. Ahí ya estás a merced de su sentido de la ética y su respeto hacia sus otros yo, etc.
Aquí la paradoja cobra interés. Tus valores tienen vida propia a través de tus ramificaciones, y eso está actuando y participando en el universo, aunque no lo percibas. Las posibilidades son siempre infinitas, sin embargo tu conciencia hace de director de orquesta. Tú repartes y distribuyes la energía. Tú das y quitas el poder. Las consecuencias serán las que deban ser. Estar en el epicentro de la vida implica una responsabilidad que se ha de comprender y asumir decidida y maduramente.
De nuevo la conciencia juega un papel clave en esto. Actúa de árbitro, de filtro, de organizador, ya que alcanza y repercute sobre el conjunto.
La meditación y relajación ayudan a que la conciencia se expanda y esparza armónicamente entre todo y todos. Tu paz es la paz de tus posibilidades.
Si tú estás centrado, sereno y en equilibrio, tus ramificaciones se despliegan suavemente, fluyen adecuadamente. Tu amor pasa y llega de uno a otro y todos os encontráis bien en vuestro sitio.
Pero cuando hay caos y premura en tu vida, se distorsiona la ordenación de tus posibilidades. Por eso el miedo interfiere y perjudica en la toma de decisiones. Por eso el miedo paraliza y sirve para controlar a la gente. Obstaculiza, retiene, impide, dificulta la vida. Tu comunicación con el universo se interrumpe y quedas un poco a merced de los elementos, más o menos.
Por eso el amor es la principal y más importante medida para todas las dificultades y problemas. Pues garantiza el perfecto apoyo y amparo de la vida. La vida es amor y el amor es vida. Todos remamos en la misma dirección cuando compartimos esto. Este es el único y verdadero poder. Por eso los usurpadores se empeñan en confundir, distraer y engañar, para que nadie acierte a sustentarse de nuevo en la fuente primordial.
La cosa es que el amor hace de escudo. El mal se encuentra y ve que tiene interrumpido su camino, pues no puede proliferar si las condiciones no le son favorables. Por eso la sombra se esconde donde no alcanza nuestra atención y conciencia.
Tu amor hondo y verdadero pasa a y perdura en tus variaciones, protegiéndote de instancias, eventos y calamidades.
Pero ya hemos dicho que la vida no es tan sencilla. A veces pasa que se abren canales y ventanas inoportunas.
Entonces puedes tener un encuentro con lo desconocido, más o menos anecdótico o traumático, según hayas cultivado tus principios y respetos.
Buena parte de lo paranormal puede deberse a algo así.
Esto se intuye levemente en los casos de poltergeist y tal. A menudo se considera que alguna de las personas del hogar hace de catalizador o desencadenante. Presumiblemente, esa persona desata inadvertidamente los sucesos, por haber proyectado abundante energía de baja calidad hacia sus ramificaciones, o algo así. De tal manera, que acaba retornando a ella en esta forma, para que pueda procesarla de nuevo y adecuadamente. A menudo es la frustración y el vivir sin atención ni conciencia lo que abona el terreno.
Claro, cuando hablamos de las posibilidades y tal, tendemos a visualizarlo de manera figurada, te ves a ti mismo que has tomado otro camino y eso. Pero no es únicamente eso. Porque ya hemos dicho que tú no eres solo lo que ves de ti, sino el universo entero. Así pues, tus posibilidades pueden no tener una forma definida concreta, pueden ser más bien como una sopa de energías entremezcladas, portadoras de caos o amor.
Además, la vida es siempre conjunta y colectiva. Tu sopa hace de punto de encuentro para otros que portan mejunjes similares. El duende es en parte tuyo y en parte suyo. Al igual que tú eres en parte de ti y en parte de la vida y el universo. No hay fronteras claras en esto. No hay pertenencia o propiedad concreta y definida.
Así que el juego es incesante e inagotable. La interacción te lleva a hacerte cómplice o víctima, según tu presteza y talante.
Lo interesante de la vida es esta riqueza simbólica, esa versatilidad y variabilidad en los campos de manifestación. Tus conflictos los puedes resolver en infinitas dimensiones y modalidades diferentes. Y por contra, si no los atiendes, te pueden venir por infinitos medios y caminos diversos.
Lo principal es tener en cuenta que eso está ahí y que el poner atención y cuidado permanente en el presente ayuda para que nuestro ser no se vea comprometido entre tensiones, conflictos y demás movidas.
Y fíjate que todo esto es prácticamente inaprensible, difícilmente demostrable directamente, aunque sí constatable mediante la experiencia propia. Se ha de trabajar pues desde y con las suposiciones, para ver cuánto pueden tener de fundadas o cuánto se entremezclan sin sentido aparente.
Sin embargo, cabe señalar que la imaginación también tiene su pertinente eco y reflejo en el universo. Nada de lo que piensas ni sospechas sucede fuera ni separado ni aislado del universo.
Lo mismo pasa con el alma. Pero ya te imaginas cómo funciona eso, tampoco quiero abusar más ahora.
A la postre, lo que sucede es que casi todo se entiende o explica de manera parecida. Y eso es fascinante, pues evidencia que ciencia y religión se funden a la que profundizas en ello.
Si lo piensas, no puede ser de otro modo. O sería bastante extraño eso. Un espiritualidad totalmente disociada de la existencia sería un completo sinsentido, absurdo y grotesco. Algo accesorio, gratuito, superfluo, irrelevante, sobrante, erróneo.
Claro, muchos es así precisamente como ven los cultos y dogmas, ni más ni menos. Pero obviamente, no hay que confundir las instituciones, formalizaciones y concrecciones deficientes derivadas con los misterios que laten y persisten tras eso y todo. Además quienes así miran lo hacen desde una distancia impostada y conveniente. Apropiada para ver la cáscara, la farsa, la mascarada y nada más, sin asomarse al otro lado, no sea que se asusten, los pobres.
Otro tanto pasa con la ciencia, que imita y comparte los peores vicios y defectos de la iglesia, hermanas en su corrupción y degeneración.
Y mientras tanto, los unos por los otros, a los perdidos se les tima y estafa sin parar, con la mayor indecencia y desvergüenza.
Que me vengan a mí con el timo de la estampita y el cuento del sida, no te jode.
A lo que iba, que ya que nada es seguro ni irrefutable, haremos bien en aplicar nuestra conciencia con igual consideración hacia todas las posibilidades, hasta las más increíbles, improbables e inimaginables. Entre otras cosas porque, en haciendo esto, repercutimos considerablemente sobre nosotros y cuanto nos rodea.
El respeto y la prudencia han de ser los mismos hacia todo lo conocido y por conocer. No podemos dar nada por sentado. A la que te posicionas y decantas por una hipótesis o teoría estás dejando de lado otras cuestiones que van a venir hacia ti de una manera u otra.
Si te empeñas en permanecer ciego te van a llover bofetadas por todas las caras.
A todo esto, la cosa venía por lo de si el demonio existe o no. Yo lo que digo es que no lo sabemos. Pero que debemos ir más allá. Incluso aún sin saberlo, debemos considerar las posibilidades. Y en cuanto empiezas a atender eso, tarde o temprano, inevitablemente llegas a algún tipo de relación y conexión. A saber, que nada es externo ni ajeno a la vida. Y todo lo que forma parte de la vida nos incumbe y atañe. Si hay algo que llamar demonio, en buena medida participa y se debe a nuestra propia falta de atención y conciencia. Su aparente voluntad o entidad puede ser circunstancial o accesoria, en tanto en cuanto que lo que nos atañe es lo que nos vincula y relaciona con su naturaleza y existencia.
Claro, el tema merece mayor profundidad de análisis y extensión, pero ya si eso para otro día. Como ves, casi siempre prefiero andarme por las ramas, manías que tiene uno, jeje.
PD: Ah, sí, se me olvidaba.
La cosa esta de que la vida se traduce y manifiesta en función de nuestra conciencia y tal, también tiene que tener en cuenta el papel de la sociedad y el conjunto. El poder de la masa. A la fuerza, hay mucho que nos es común y compartido. Tenemos ahí flotando asuntillos problemáticos etéreos. Que se vienen a posar donde mejor pueden y a la que pillan. Lo que quiero decir es que a lo mejor habría que empezar a leer los eventos siempre desde diferentes perspectivas.
Especialmente hay que tener en cuenta que las ramificaciones de posibilidades incorporan tus vínculos y relaciones personales. Ese universo social también se configura en función a sus propias particularidades y se comporta de distintas maneras según el momento y la circunstancia. Todo esto puede valorarse y aproximarse mediante el estudio.
Una idea curiosa al respecto es que tu personalidad se modula en parte arreglo a cómo te ven los demás. Alguien que a ti te importa piensa de ti que eres torpe y de repente se te cae lo que llevas en las manos. Tú no lo sabes, pero has reaccionado por simpatía. Tu cuerpo es más voluntarioso y reactivo de lo que crees.
En todo momento estamos en contacto con ese océano cambiante de etiquetas y opiniones. Y participamos y respondemos a él según nuestro grado de implicación y conciencia.
Continuamente hay una negociación subjetiva entre los vínculos y sus integrantes. Una alquimia sensible y pulsátil que nos une en la dicha o en la miseria, según te lo montes y nos lo montemos.
Además de la esfera social, también están todas las otras. Biológica, psicológica, espiritual. Política, geográfica, ambiental. Cósmica, astral, sideral. Etc.
Muchas cosas se podrían y deberían considerar al respecto. Pero ya estamos fuera de tiempo, así que.
Solo una última patochada más.
Por ejemplo, los desastres naturales y tal. Es la tierra quien desencadena tales procesos? O acaso el inconsciente colectivo participa de alguna manera también en eso?
Puede haber un cableado que una y conecte nuestro ser con la tierra que nos nutre y sustenta?
Puedes imaginar un mundo donde la frustración se convierta en tempestad y tormenta? O en otro tipo de manifestaciones menores? Más discretas? A menor escala?
Cómo se traducen los elementos? Cuánto participamos sin enterarnos? Deberíamos estar más atentos?
Yo qué sé, esto parece que no lo termino de ver, así que no me hagas mucho caso.
Palos de ciego, que damos y regalamos, jeje.
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