[...] Hermes. Pero no vacilaré en hablar de lo que me viene al pensamiento. [...] Pues según el punto de vista al que me conduce mi pensamiento, es deber del hombre no mostrar la aquiescencia en su estado. [...]
Te diré, hijo mío, lo que oí decir al Agathos Daimon. Si hubiese puesto por escrito lo que dijo, habría conferido un gran beneficio a la raza humana. [...]
Vino a verme un ser de vasta e ilimitada [...],que me llamó por mi nombre y me dijo: [...]
Quién eres tú? [...]
Al momento, el Rey se alzó de su asiento y dijo: [...], es tiempo para mí de que cuide del entretenimiento de mis invitados. [...] Y entonces ellos escucharon, se reunieron alrededor de mí en común acuerdo. Y yo dije: [...]
Oh hombres! Adónde sois barridos? Estáis borrachos; habéis bebido la fuerte bebida, [...] os ha dominado, y ahora estáis vomitando [...]
Cuán ciegos son los hombres! Cuán impíos, cuán obtusos! [...]
Y algunos de ellos mofáronse de mis palabras, y se distanciaron. [...] Qué necios son los hombres! [...]
Pero otros me buscaron para ser enseñados, y se arrojaron a mis pies. [...]
Y cuando ellos hubieron realizado [...] cada uno de ellos se retiró a su propio lecho. [...] Y me hallé enormemente contento, pues estaba plenamente saciado con aquello que anhelaba. [...]
Y Poimandres habló para que yo lo escuchara, y me dijo: 'Entiendes el significado de lo que has visto?' [...]
Pero dime, dije yo. [...]
Calla, ordenó Poimandres, aún no acabé de explicar esta primera cosa. Ve que estoy callado, respondí yo. [...]
Oh, hombre, [...] no hables de ese modo. [...]
Y ahora te diré aquello que has estado anhelando escuchar. [...]
Aprende lo que quiero decir, dijo él. [...]
Y a ello dije yo: Ahora en verdad, Poimandres, mi deseo es fuerte [...]
Cuando hubo obtenido a aquel de quien estaba enamorado, lo envolvió en su abrazo, y se mezclaron en uno solo; pues estaban enamorados el uno del otro. [...]
Con manos poderosas, como si dijéramos, arrancando de las plantas los olores más dulces. [...]
[...] Muy bien me has enseñado todo, [...], dije yo, tal como lo deseaba. [...]
Y Poimandres dijo: Este es el secreto que ha sido mantenido oculto hasta este día. [...]
Así habló Poimandres. Pero dime también esto, dije yo. [...]
Oh, hombre, respondió él, parece que no has atendido a lo que has escuchado. No te conminé a que tomaras cuenta de mis palabras? Así lo hago, admití yo, y guardo en la memoria lo que me has dicho, y más aún, te estoy agradecido por ello. [...]
Oh, hombre, dijo él, has entendido correctamente. [...]
Dije yo: Te doy las gracias por esto. [...]
Y así, si los hombres captan con su pensamiento lo que he dicho, lo creerán; pero si no lo captan con su pensamiento, no lo creerán. [...]
Ascl. Así es. [...]
Acabo de confesar mi debilidad; pero me parece [...] que voy a hacer una música correcta y agradable. [...]
Pues si tienes buen cuidado en poner a un lado los argumentos contenciosos, hijo mío, descubrirás que en verdad [...]
Incluso aquellos que son capaces de embeberse algo más que otros [...] son sumidos una y otra vez [...]
Como dije, pues han obtenido de los daimones las semillas de las que [...]
Brotan de raíces que ascienden desde abajo. [...]
Aquellas [...] tienen raíces que se extienden hacia abajo desde lo alto en dirección a ellas [...]
Pues, al igual que un buen campesino, les da la renovación sembrando la semilla [...]
Mira un campesino sembrando la semilla, aquí trigo, allí cebada, y en otro sitio algún otro tipo de semilla. Mira cómo planta ahora una vid, luego un manzano, y árboles de otras especies. [...]
Y por encima de todo la investigación de aquello que es más elevado y comprensivo; y de esa suerte es aquello que afecta a nuestro presente examen. [...]
Pues ello tiene un poder peculiar en sí mismo; se posesiona de quienes han alcanzado la visión de ello, y los atrae hacia arriba, igual que los hombres dicen que la piedra imán atrae al hierro. [...]
Capta el significado de mis palabras; pues si lo captas, aquello que a los muchos les parece oculto, devendrá muy manifiesto para ti. Pues todo lo que es manifiesto ha sido traído a la existencia; pues ha sido manifestado. [...]
Hasta aquí [...] te he mostrado la verdad. Piensa en todo lo demás de modo semejante por ti mismo, y no te engañarás. [...]
Pero esto lo aprenderás de mi discurso de hoy, si escuchas con solícita atención. [...]
Atiende, pues, Asclepio. [...]
Ascl. De acuerdo. [...]
Esto es una filosofía no mancillada por los anhelos intrusos de un conocimiento inútil. [...]
Ascl. Correcto y cierto, Trismegisto. [...]
Y que a partir de su energía sempiterna suministra a este mundo también su parte asignada de duración interminable... [...]
Ascl. Con seguridad. [...]
Mezclando y fusionando porciones de cada una de estas sustancias en la medida adecuada [...]
Las de un tipo son alimentadas con dos clases de alimentos; el otro tipo, con alimento de una sola clase. [...]
Y es eso lo que mueve tanto al cuerpo de quien porta una cosa, como al cuerpo de la cosa portada. [...]
Ascl. Ciertamente debe serlo. [...]
Cada uno de los inteligibles es uno, y la mismidad es su esencia [...]
Es un objeto del pensamiento ante todo para sí mismo, pero [...] es un objeto del pensamiento para nosotros, no para sí mismo. [...]
Es, por consiguiente, apropiado para nosotros pensar, y así pensando, maravillarnos, y maravillándonos, considerarnos bendecidos. [...]
Ascl. Coincide con lo que dices [...]
Por ejemplo, en los cuadros vemos las cimas de las montañas que se alzan, aunque el cuadro mismo sea liso y plano [...]
El mismo pintor puede hacer cielos y tierra y mar, dioses y hombres, y bestias de todo tipo. [...]
Ascl. Ese ejemplo aclara la cuestión, Trismegisto. [...]
Sí, pero algunos no pueden creer esto; y algunos lo consideran como un cuento vano; y a algunos, quizá les parezca una burla. [...]
Capta esta enseñanza mía, pues [...] y mantén en la memoria lo que te digo. [...]
Sobre este asunto, pues, sea suficiente con esta explicación. [...]
Pero veo, Asclepio, que te hallas ansioso e impaciente por que se te [...]
Y del mismo modo creo que pasa conmigo. [...]
Y tus olas sagradas no sólo serán manchadas, sino por completo ensuciadas con sangre coagulada. [...]
Con aguda penetración [...]
Gimes ante esto, Asclepio? [...]
Ascl. Estoy asombrado, Trismegisto, pero contento. [...]
Atiende pues, hijo mío, y te contaré cómo [...]
Es liberada de sus tegumentos. [...]
Está despojada de su vestimenta. [...]
Y busca un cuerpo [...] en el que poder entrar. [...]
Grita y chilla: 'Estoy ardiendo, estoy toda en llamas'. [...]
Es mas penetrante que [...]
Ascl. Qué es pues esa cosa [...]? [...]
Te refieres a [...], Trismegisto?
Sí, Asclepio, observa cómo incluso tú dejas sitio a la duda! [...]
Ascl. Grande en verdad debe ser tal [...], Trismegisto. [...]
Tienes razón, Asclepio, en hacer esa pregunta. [...]
Y más aún [...]
Recibámosla, hijo mío, con mucho agrado. [...]
Y ahora que hemos introducido el [...], permíteme que te diga, Asclepio [...]
Sabe pues, hijo mío [...]
Es un gran secreto el que estoy a punto de desvelar, un santo misterio que estoy a punto de revelarte. [...]
Ascl. Qué quieres decir, Trismegisto? [...]
Una vez le oí decir... Piensa en estas palabras, y aplica esta enseñanza a la pregunta que acabas de plantearme [...]
Y les hizo dar vueltas, viajando desde un punto de partida no fijo hasta una meta no determinada; pues su revolución se inicia donde acaba. [...]
Ascl. Qué quieres decir, Trismegisto? Cuando leños y piedras [...]
Cuán rápidamente, Asclepio, has perdido la verdadera doctrina! [...]
No deberías decir eso, Asclepio. [...]
Lo que te he dicho, Asclepio, lo estimarás verdadero [...] pero si no es así no lo creerás. [...]
Sea esto suficiente. Lo que te he enseñado hoy, Asclepio [...]
Ascl. No te contradigo, Trismegisto. [...]
Pero ve un momento, Asclepio, y llama a Tat para que se una a nosotros. [...]
Ascl. Sí. [...]
Tat. Te pido [...] que me aclares esta cuestión. A ti, y sólo a ti, creeré, si me muestras la verdad acerca de ello. [...]
En estos bosquejos, hijo mío, he trazado para ti una semejanza [...]
Y ahora préstame toda tu atención, ejerciendo al máximo el poder de tu pensamiento y la agudeza de tu inteligencia. [...]
Permanece callado pues, hijo mío, y escucha. [...]
Hay términos que deben ser tomados en un sentido peculiar de las cosas de las que se habla; y de esto, lo que estoy diciendo ahora es un ejemplo. [...]
Tat. Qué quieres decir con esto, tres veces grande? [...]
No digas eso, hijo mío. Te ves confundido por los términos que aplican los hombres a aquello que tiene lugar [...]
No debes permitir que te confundas por el uso de estos términos; 'pero no hay daño alguno en utilizar la expresión que mejor 'suena'. [...]
Tat. Qué quieres decir, padre? [...]
Te acabo de explicar qué es aquello [...]
Tat. Te pregunto una vez más, padre, qué quieres decir con ello?
[...]
Hijo mío, quien aprende debería participar de los pensamientos de su instructor; debería ser más rápido en su escucha que el instructor en su discurso. [...]
Piensa en ti mismo y verás que es así. [...]
Y si las cosas hechas varían en cualidad, no por eso vaciles. [...]
Tat. No, padre. [...]
Has explicado la cuestión del modo más claro, padre. [...]
Y ahora, Asclepio, te deseo escuches con firme esfuerzo del pensamiento [...] aquello que estoy a punto de exponerte. [...]
Escucha pues, Asclepio. [...]
Llenó un gran bacín con [...]
Ascl. Pero, Qué dirías, Trismegisto, de una jarra [...]?
Cómo? Debes de haber estado dormido, [...]; no puedes haber oído todo lo que te he estado diciendo todo este rato. [...]
Ciertamente que no, Asclepio. [...]
Con seguridad nada de eso! [...]
De ninguna manera; no. [...]
Hasta qué punto te hallas en el error, Asclepio! [...]
Ese es un error muy grande. [...]
Este error es el que conduce el tren de todos los errores. [...]
Calla, calla, Asclepio, es el colmo de la impiedad pensar algo así. [...]
Incluso en esto te equivocas. [...]
Debes, por tanto, entender que es de este modo [...]
Tales, Asclepio, son las cosas [...]
Capta en tu pensamiento todo esto al mismo tiempo [...]
Tat. Yo también, padre, gustoso quisiera ser bañado en ese bacín [...]
Qué felicidad sería, hijo mío! [...]
Tat. Y dónde la colocó? [...]
Bien dicho, hijo mío! Tu pregunta muestra el espíritu correcto, y es justo que te responda [...]
Y si captas esta concepción con atrevimiento, obtendrás una noción más verdadera [...]
Tat. Esta enseñanza, padre, es divina; es a la vez veraz y útil. Pero queda aún otra cosa que debo pedirte [...]
Tras tu charla conmigo, te supliqué que me permitieras [...], pero consideraste adecuado [...] en aquel momento; dijiste: cuando estés preparado, entonces te [...].
Ahora estoy preparado para recibirla [...] y te suplico que me suministres lo que me falta, como dijiste que harías. [...]
Quisiera que nosotros también, padre mío. [...]
Hijo mío, haces bien en buscar eso. [...]
No tenía intención de dártelo a conocer tan pronto. [...]
También esta doctrina, Tat, te expondré, de modo que no permanezcas no iniciado [...]
Pero primero debes arrancar ese vestido que portas [...]
Y ahora, hijo mío, no hables, sino mantén solemne silencio. [...]
Sé lo que deseas, pues en verdad estoy contigo [...]
Regocíjate ahora, hijo mío, [...]
Y no es difícil, hijo mío [...]
Y ahora, ya no más; pues ambos hemos hecho lo bastante como para satisfacer lo que queríamos. [...]
Me regocijo, hijo mío, de que vas a producir fruto. De la verdad brotará en ti el polluelo inmortal. [...]
Tat. Padre, me has dado mi porción de esta visión buena y muy bella; y el ojo de mi [...] está casi cegado por el esplendor de la visión.
[...]
Te doy las gracias, padre. [...]
Ahora que has aprendido esto de mí, hijo mío, debes prometer que guardarás silencio, y no revelarás a nadie [...], de modo que no seamos considerados pervertidores del universo. [...]
Deberíamos, pues, librarnos de la charla superflua y ociosa y mantener nuestros pensamientos fijos sobre [...]
Tat. Cómo, padre, tengo torturadores dentro de mí? [...]
Sí, hijo mío, y no pocos; son terribles y son muchos. [...]
Tat. No los conozco. [...]
Se les toma por locos y son objeto de escarnio [...]
Y son sumamente adorables [...]
Tat. Pero si eso es así, padre, parecería que [...]
Calla! No hables de algo que no puede ser; sería impío decir eso. Se ha cegado el ojo de tu [...]? [...]
Tat. En tus discursos generales, padre, hablaste en forma de acertijos, y no pusiste claro lo que querías decir, [...]
Qué significa, padre, cuando dices [...]? [...]
Nada, hijo mío. [...]
Y las preguntas que hemos de considerar son estas: [...]
Quién ha horadado los orificios de las narices? [...]
Tat. Tus palabras son acertijos, padre; no me hablas como un padre a un hijo. [...]
Pero el que trabaja el metal no hizo el orín, ni hizo la suciedad. [...]
Tat. Debo, en verdad, haberme vuelto loco, padre; he perdido la inteligencia que poseía. Creía que tu enseñanza me había hecho sabio, pero cuando pusiste este pensamiento ante mí, mis sentidos se detuvieron. [...]
Hijo mío, no te aventures de modo incauto. [...]
La cosa en sí no se encuentra en lugar alguno. [...]
Tat. Pero lo que dices, padre, es imposible; violenta el sentido común. Cuando me tratas así tengo buenos motivos para preguntar: Soy extraño a la raza de mi padre? No me niegues esta dádiva, padre; soy tu verdadero hijo; explícame [...]
Está más allá de mi poder, padre? [...]
Qué puedo decir, hijo mío? Esta cosa no puede ser enseñada [...]. No puedo decirte sino esto. [...]
Tat. Ahora en verdad, padre, me has reducido a un asombro incapaz de articular palabra. [...]
Este tipo de cosas no pueden ser enseñadas, hijo mío. [...]
Tat. Padre, me has conducido a la locura desvariante. [...]
Así es, hijo mío. [...]