"Sin amor no hay libertad, sino egoísmo que es el infierno."

aviso

Este blog no está recomendado para menores, así que tú mismo con tu mecanismo.

fin del aviso



31 de diciembre de 2013

la chuleta perfecta

De cómo las hamburguesas vencieron a los móviles.

Pues resulta que con tanta tecnología la gente se estaba volviendo lista, o menos tonta, y estaban cambiando sus costumbres alimentarias. Eso fue bueno para su salud y malo para el negocio de las hamburguesas.

Así que las hamburguesas no estaban nada contentas. Se gastaban una pasta en anuncios, se esforzaban por ofrecer la mayor calidad y el máximo de garantías, regalaban mil chorradas para atraer clientes. Todo para nada, su parte del pastel menguaba inmisericorde y sin tregua.

A la desesperada contrataron a un experto inexperto. Bueno, eso, el típico listo recién titulado. El mejor de su promoción, para más señas. Casualmente familia del jefazo, casualmente.

Pues bueno, el pipiolo va y presenta un plan descabellado a más no poder. La inversión y el esfuerzo eran demenciales. Se lo jugaban todo a una carta. Además, se estaban quedando sin margen de maniobra a marchas forzadas. Así que le dieron luz verde.

De la noche a la mañana las hamburguesas se deshicieron de todos sus contratos cárnicos y a cambio construyeron unas mega-instalaciones bioquímicas, vamos, unos laboratorios del copón, mazo grandes y punteros.

Allí producían como por arte de magia la materia prima para sus hamburguesas. Y no solo eso, encima habían encontrado la manera de mejorar sus propiedades, y no solo las organolépticas.
No sé cómo, los tíos habían conseguido que el alimento modificara tu organismo. Y eso tenía interesantes aplicaciones.

Básicamente podían fabricar cualquier hamburguesa que activara o desarrollara cualquier tipo de propiedad o habilidad humana elevada a la máxima potencia.

Pero se guardaron muy mucho de ofertar las cualidades más importantes. Más bien se centraron en todas aquellas que les permitían competir con los móviles.

Empezaron poco a poco, con metas discretas y humildes.
El primer gran éxito fue la calcu-burguer.
Los críos estaban como locos con ella. No es para menos, claro. Con un consumo moderado y frecuente, te proporcionaba todas las habilidades de cálculo de una máquina. Y luego ríete tú de las matemáticas.
Después vinieron la lengu-burguer, la mnemo-burguer, la gimno-burguer, en fin, el sueño de todo retaco.

Luego pasaron a otras más de ocio y tal, psicodelia, telepatía, sinestesia, levitación y más flipadas tope flipantes.

Con esto, las hamburguesas conquistaron y se zamparon por completo el mercado que les habían robado los móviles. Ya nadie se acordaba de esos aparatos. Para qué? Si podías hacer todo por ti mismo y sin ningún trasto o cacharro.

Y así fue que pasó. El experto tuvo suerte y le salió bien la jugada, así que se ganó un buen sueldo y un peazo despacho. Lo malo fue luego, cuando empezaron los problemas y las complicaciones.
Pero eso ya te imaginas cómo terminó. Lo típico de siempre, para qué te voy a contar.