Paseaba un día el perfecto caballero por el bosque cuando, en un claro, se encontró con un ovni. El ovni estaba posado sobre sus patas y parecía abandonado. Tenía una puerta que estaba ligeramente entreabierta.
El perfecto caballero la empujó con delicadeza y asomó la cabeza al interior. Dentro olía como a recién fregado; De hecho, el suelo brillaba como si estuviera mojado.
El perfecto caballero dejó la puerta como la había encontrado y continuó con su paseo. Su perfecta educación le había arruinado, una vez más, una experiencia.