El señor jubilado se levanta cada mañana muy temprano y sale a pasear. Llega al Museo del Prado, entra (gratis, por supuesto) y se acerca hasta la sala donde están expuestas Las Meninas. Y, justo delante, mira al suelo y escupe; Así cada día.
'El Señor jubilado' se ha convertido en el artista más importante del siglo XXI. La gente va al museo para ver y fotografiar su escupitajo.
La crítica y los académicos lo desprecian (por supuesto), pero el público adora su genial obra.
A menudo El Señor Jubilado se queda a firmar autógrafos o a hacerse fotos con sus admiradores, pero nunca ha pensado en sacar ningún beneficio económico de su prestigiosa obra: "Sabía que yo tenía mucho que aportar a este mundo. Lo hago de forma totalmente desinteresada; Por amor al arte, como se suele decir, jeje."
Pero, un día, fue a escupir y no le salió nada. La gente quedó decepcionada y ahí se acabó la historia.
Años más tarde llegó la noticia de su muerte. Entonces (por supuesto) la crítica y los académicos lo encumbraron a lo más alto. Lo alabaron como el más grande artista de todos los tiempos.
Y ahora la baldosa, que conserva restos de su magna obra, es expuesta en los mejores museos de todo el mundo, junto a sus fotos y autógrafos.