Soy una manta de agua, me poso en los planetas y descanso en ellos.
Es un placer poder dormir sobre tierra firme, ya que cuando vago por el cosmos no tengo donde apoyarme y no logro dormirme (sufro de insomnio crónico).
Flotar en medio de la nada no resulta divertido en absoluto. En cuanto cierro los ojos me entra vértigo, una angustia como quien va a la deriva o cae en un pozo infinito. Es lo que tiene el vacío, que juega malas pasadas y cuesta lo suyo acostumbrarse a ese miedo instintivo.
Pero sobre tierra firme es otra historia, la cosa es mucho más sencilla y placentera, basta con recostarse delicadamente y sumirse en un plácido trance sedante, somnoliento, relajante. Mecerse tranquilamente, dejarse ir, disolverse, fluir, flotar.
Es una curiosa paradoja que precisamente uno no pueda hacer eso cuando nada lo constriñe y sí cuando algo lo retiene.
Total que, mientras duermo, mi cuerpo se balancea y respira suave, lenta, rítmicamente. Y dicen que mis orillas encandilan, seducen, hipnotizan a quien las mira. Aunque a veces me agita o inquieta algún leve tormento interior.
A cambio de este lecho apacible (acogedor, estable, seguro) yo dejo que mis bordes se deshilachen un poco y den origen a la vida. Cosa que siempre alegra y divierte un montón a los planetas. Lo malo es que la vida trae consigo otras consecuencias, algunos inconvenientes y molestias. Conforme crece y evoluciona se vuelve un problema, afecta a mi pacífico reposo, a mi merecido descanso.
A nadie le gusta verse pisoteado, manchado, troceado, triturado, aprisionado, estrujado, explotado, etc. Pero para mí lo peor de todo es que me fundan los polos. Ese es mi final, pues esas masas de hielo son las que me sujetan a la tierra y sin ellas simplemente resbalo y caigo de nuevo al espacio sideral, donde flotaré perdida infinitos eones hasta que pueda volver a posarme (si así lo quiere el azar) sobre otro planeta.
Y fastidia bastante que a una la despierten así de su sueño. Además, que la vida es bien tonta, pues en cuanto me despachan de ese modo, de esa manera, no les queda más remedio que desaparecer, pues no pueden vivir sin mí. Y se permiten el lujo de expulsarme...
Qué te parece eso? No hay quien los entienda, la verdad.