1 de febrero de 2009
mejor o peor?
Ya me falta poco para terminar en la escuela y pasar al instituto con los chicos mayores, y ahora estoy creciendo bastante y mi madre se queja porque no para de comprarme ropa y luego se me queda pequeña. Lo que pasa es que a veces no veo la pizarra y por eso el otro día tuve que ir al oculista. Me dejaron ir solo, como a una persona mayor, porque ya sabía donde era y porque mis padres tenían que trabajar.
Así que pude salir un poco antes de clase y llegué a la óptica a las 12.
Me atendió una mujer mayor, de la edad de mi tía (trenta años) o un poco menos, y que era muy amable y muy guapa.
Enseguida supo quién era yo y cerró y todo la óptica para que pudiéramos estar más tranquilos, me dijo, y me guiñó un ojo.
Luego fuimos a una habitación con máquinas muy raras y grandes y a mí me dio un poco de miedo pero creo que no me se notó nada.
Ella me dijo que me sentara en un sillón grande y me estuvo mirando un rato desde cerca los ojos con una pequeña linterna, me dijo que ya era todo un hombrecito y me sonrió, entonces me puso un aparato delante con dos agujeros para mirar y luego apagó un poco la luz y puso una diapositiva con letras y me dijo que fuera leyéndolas.
Pero a la mitad cambió de idea y se puso ella enmedio de la luz, entonces se soltó el pelo, que lo llevaba en una coleta y me preguntó:
-Mejor o peor?
-Mejor, dije yo.
Entonces se desabrochó la bata que tenía puesta y no llevaba ropa debajo, sólo un sujetador y las bragas, ah y unas medias, todo de color blanco.
-Mejor... o peor? dijo.
-(glup) ...Mejor, dije yo.
Pero la verdad es que estaba un poco nervioso porque mi cosa se me estaba empinando (a veces me pasa) y no quería que se diera cuenta, por eso me tapé mis partes con las manos. Entonces se me acercó y con mucho cariño me apartó las manos a un lado.
-Tranquilo, no pasa nada, me dijo.
Yo estaba como atontado porque no hacía más que mirar su sujetador, que era muy bonito, así como de ganchillo, como lo que hace mi abuela, y entonces ella se pegó mucho a mí y puso una pierna entre las mías y la otra por fuera. Y se movía todo el rato, muy despacio, de detrás a delante, de atrás alante, todo el rato, y me rozaba el paquete y yo no quería que eso le molestara, por eso me senté mejor, pero ella puso sus manos en mi culo y me volvió a empujar hacia fuera.
-Relájate, tu déjate llevar, dijo.
-Mira, toca mis medias si quieres, añadió.
Y puso mis manos en su pierna. Eso me gustó mucho y ya no me importaba que me rozara todo el rato.
-Hm... Mejor, o, peor? dijo ella.
-Mejor, creo... dije yo.
Entonces metió sus manos por su espalda, se desabrochó el sujetador y, no sé cómo, se lo sacó sin quitarse la bata. Y tenía unas tetas muy bonitas. Tanto que me quede con la boca abierta y ella se rió un poquito de la cara que puse.
-Mejorr ...o... peorr? dijo.
-Muh, m- me-jor, dije yo.
Luego se quitó las medias y me dijo que tocara sus piernas por el lado de adentro. Estaban muy suaves y calientes, yo tenía cuidado de no rozar sus bragas, aunque tenía ganas de tocarle el culo. Y probé a tocarlo un poco y no se enfadó.
-Lo haces muy bien, sigue así, me dijo.
Y ahora tenía su cara muy cerca de la mía y yo notaba su aliento calentito en mi nariz y me gustaba. Entonces me dio un beso, pero era un poco raro porque metió su lengua en mi boca y parecía que buscaba algo, y yo moví la mía también por si era eso o podía ayudarla a encontrar lo que fuera.
Entonces puso mis manos en sus tetas.
-Mmejob o beob? dijo ella, sin dejar de besarme.
-Mbjob, dije yo.
Estaba totalmente alucinado tocando sus tetas que eran estupendas porque no me cansaba nunca y era como si no pudiera dejar de hacer cosas con ellas, acariciarlas, sentirlas, notar su forma, su peso, su sabor, su olor, su todo. Madre mía si me gustaron, no me voy a olvidar de ellas nunca en la vida. Y mientras, ella también me tocaba a mí por todo el cuerpo y me desabrochó los pantalones y se puso a menear mi cola.
Luego me dijo que me tumbara en la camilla para terminar de examinarme. Y me desnudó del todo y ella también se quitó las bragas y se puso encima de mí. Era divertido porque con la bata parecía que estábamos dentro de una tienda de campaña y entraba una luz muy suave. Además era curioso porque ella se había puesto al revés que yo y sólo veía delante de mí sus partes que me daban un poco de miedo porque tenían mucho pelo. Entonces ella se metió en la boca mi cola que estaba muy tiesa y eso me dio mucho gustirrinín y además sus pelos me hacían cosquillas por las piernas.
Y me dijo que le acariciara su rajita y yo lo hacía con mucho cuidado pero ella me cogió la mano y me enseñó como quería que se lo hiciera, y era raro porque estaba muy caliente y algo mojada por dentro. Después también me pidió que le diera besitos allí y que chupara con la lengua, como un gato que lame leche. Yo probé a hacerlo un rato pero me daba un poco de asco porque tenía un sabor extraño, que no es que fuera malo pero casi casi y encima no sabía bien como tenía que hacerlo y me cansaba, aunque su olor sí que me gustaba, pero los pelos rizados eran un rollo, se me metían por todas partes y me picaban un poco.
Menos mal que luego se levantó un momento, cogió un pequeño sobre, como de un supositorio, lo abrió y me puso en la cola una funda de plástico trasparente, entonces se subió otra vez a la camilla, pero ahora ya bien, mirando hacia mí, y se metió mi cosa en su rajita y me dio mucho gustito y empezó a moverse de arriba abajo, como si tuviera un muelle y yo hacía lo mismo, me apretaba y me alejaba y a ella también le gustaba.
Y es curioso porque la funda ya no la notaba y era como si no llevara nada. Y ella se agachó mientras a mirarme y me dijo que tengo unos ojos muy bonitos y sus tetas se rozaban con mi cuerpo y me dejó chupar sus pezones, que estaban duritos, y tocárselas un poco más y ella me besó otra vez. Y cada vez se movía más deprisa y yo parecía que me iba a quedar sin respiración pero entonces mi cola escupió algo y yo me quedé más agusto que nunca.
Ella me dio muchos besos por todas partes y me acariciaba todo el rato, luego se sacó mi cola de su rajita, me quitó la funda y cogió una toallita húmeda para limpiar mi cosa y me la pasó, con mucho cuidado porque me dolía un poco de tanto placer que había tenido, por todos lados hasta que quedó limpia del todo y ya se me puso otra vez blanda y chiquitita.
Después ella se vistió, y yo también, y me ayudó a peinarme bien y me dijo que iba a tener que ponerme gafas pero que no me preocupara, que eran de muy pocas miopías y que de lo demás estaba muy bien, que me pasara con mis padres a recogerlas dentro de una semana y que me había portado muy bien y había sido muy valiente.
Así terminó mi primera visita al oculista y no sé por qué a la gente no le gusta tanto mirarse la vista si, jo, menuda pasada que es.
Así que pude salir un poco antes de clase y llegué a la óptica a las 12.
Me atendió una mujer mayor, de la edad de mi tía (trenta años) o un poco menos, y que era muy amable y muy guapa.
Enseguida supo quién era yo y cerró y todo la óptica para que pudiéramos estar más tranquilos, me dijo, y me guiñó un ojo.
Luego fuimos a una habitación con máquinas muy raras y grandes y a mí me dio un poco de miedo pero creo que no me se notó nada.
Ella me dijo que me sentara en un sillón grande y me estuvo mirando un rato desde cerca los ojos con una pequeña linterna, me dijo que ya era todo un hombrecito y me sonrió, entonces me puso un aparato delante con dos agujeros para mirar y luego apagó un poco la luz y puso una diapositiva con letras y me dijo que fuera leyéndolas.
Pero a la mitad cambió de idea y se puso ella enmedio de la luz, entonces se soltó el pelo, que lo llevaba en una coleta y me preguntó:
-Mejor o peor?
-Mejor, dije yo.
Entonces se desabrochó la bata que tenía puesta y no llevaba ropa debajo, sólo un sujetador y las bragas, ah y unas medias, todo de color blanco.
-Mejor... o peor? dijo.
-(glup) ...Mejor, dije yo.
Pero la verdad es que estaba un poco nervioso porque mi cosa se me estaba empinando (a veces me pasa) y no quería que se diera cuenta, por eso me tapé mis partes con las manos. Entonces se me acercó y con mucho cariño me apartó las manos a un lado.
-Tranquilo, no pasa nada, me dijo.
Yo estaba como atontado porque no hacía más que mirar su sujetador, que era muy bonito, así como de ganchillo, como lo que hace mi abuela, y entonces ella se pegó mucho a mí y puso una pierna entre las mías y la otra por fuera. Y se movía todo el rato, muy despacio, de detrás a delante, de atrás alante, todo el rato, y me rozaba el paquete y yo no quería que eso le molestara, por eso me senté mejor, pero ella puso sus manos en mi culo y me volvió a empujar hacia fuera.
-Relájate, tu déjate llevar, dijo.
-Mira, toca mis medias si quieres, añadió.
Y puso mis manos en su pierna. Eso me gustó mucho y ya no me importaba que me rozara todo el rato.
-Hm... Mejor, o, peor? dijo ella.
-Mejor, creo... dije yo.
Entonces metió sus manos por su espalda, se desabrochó el sujetador y, no sé cómo, se lo sacó sin quitarse la bata. Y tenía unas tetas muy bonitas. Tanto que me quede con la boca abierta y ella se rió un poquito de la cara que puse.
-Mejorr ...o... peorr? dijo.
-Muh, m- me-jor, dije yo.
Luego se quitó las medias y me dijo que tocara sus piernas por el lado de adentro. Estaban muy suaves y calientes, yo tenía cuidado de no rozar sus bragas, aunque tenía ganas de tocarle el culo. Y probé a tocarlo un poco y no se enfadó.
-Lo haces muy bien, sigue así, me dijo.
Y ahora tenía su cara muy cerca de la mía y yo notaba su aliento calentito en mi nariz y me gustaba. Entonces me dio un beso, pero era un poco raro porque metió su lengua en mi boca y parecía que buscaba algo, y yo moví la mía también por si era eso o podía ayudarla a encontrar lo que fuera.
Entonces puso mis manos en sus tetas.
-Mmejob o beob? dijo ella, sin dejar de besarme.
-Mbjob, dije yo.
Estaba totalmente alucinado tocando sus tetas que eran estupendas porque no me cansaba nunca y era como si no pudiera dejar de hacer cosas con ellas, acariciarlas, sentirlas, notar su forma, su peso, su sabor, su olor, su todo. Madre mía si me gustaron, no me voy a olvidar de ellas nunca en la vida. Y mientras, ella también me tocaba a mí por todo el cuerpo y me desabrochó los pantalones y se puso a menear mi cola.
Luego me dijo que me tumbara en la camilla para terminar de examinarme. Y me desnudó del todo y ella también se quitó las bragas y se puso encima de mí. Era divertido porque con la bata parecía que estábamos dentro de una tienda de campaña y entraba una luz muy suave. Además era curioso porque ella se había puesto al revés que yo y sólo veía delante de mí sus partes que me daban un poco de miedo porque tenían mucho pelo. Entonces ella se metió en la boca mi cola que estaba muy tiesa y eso me dio mucho gustirrinín y además sus pelos me hacían cosquillas por las piernas.
Y me dijo que le acariciara su rajita y yo lo hacía con mucho cuidado pero ella me cogió la mano y me enseñó como quería que se lo hiciera, y era raro porque estaba muy caliente y algo mojada por dentro. Después también me pidió que le diera besitos allí y que chupara con la lengua, como un gato que lame leche. Yo probé a hacerlo un rato pero me daba un poco de asco porque tenía un sabor extraño, que no es que fuera malo pero casi casi y encima no sabía bien como tenía que hacerlo y me cansaba, aunque su olor sí que me gustaba, pero los pelos rizados eran un rollo, se me metían por todas partes y me picaban un poco.
Menos mal que luego se levantó un momento, cogió un pequeño sobre, como de un supositorio, lo abrió y me puso en la cola una funda de plástico trasparente, entonces se subió otra vez a la camilla, pero ahora ya bien, mirando hacia mí, y se metió mi cosa en su rajita y me dio mucho gustito y empezó a moverse de arriba abajo, como si tuviera un muelle y yo hacía lo mismo, me apretaba y me alejaba y a ella también le gustaba.
Y es curioso porque la funda ya no la notaba y era como si no llevara nada. Y ella se agachó mientras a mirarme y me dijo que tengo unos ojos muy bonitos y sus tetas se rozaban con mi cuerpo y me dejó chupar sus pezones, que estaban duritos, y tocárselas un poco más y ella me besó otra vez. Y cada vez se movía más deprisa y yo parecía que me iba a quedar sin respiración pero entonces mi cola escupió algo y yo me quedé más agusto que nunca.
Ella me dio muchos besos por todas partes y me acariciaba todo el rato, luego se sacó mi cola de su rajita, me quitó la funda y cogió una toallita húmeda para limpiar mi cosa y me la pasó, con mucho cuidado porque me dolía un poco de tanto placer que había tenido, por todos lados hasta que quedó limpia del todo y ya se me puso otra vez blanda y chiquitita.
Después ella se vistió, y yo también, y me ayudó a peinarme bien y me dijo que iba a tener que ponerme gafas pero que no me preocupara, que eran de muy pocas miopías y que de lo demás estaba muy bien, que me pasara con mis padres a recogerlas dentro de una semana y que me había portado muy bien y había sido muy valiente.
Así terminó mi primera visita al oculista y no sé por qué a la gente no le gusta tanto mirarse la vista si, jo, menuda pasada que es.
el beneficio de la duda
Sólo sé que no sé nada.
Esta idea debe acompañarnos, ir con nosotros, en todo momento.
Será nuestro centro, nuestra guía, nuestro mantra.
No la perderemos de vista ni la olvidaremos, así evitaremos caer en el frecuente y típico error de creer que sabemos algo.
Naturalmente sabemos alguna (o varias) cosas y podemos llegar a saber muchas otras. Pero hay que hacer una distinción importante respecto a todo ese 'conocimiento': No es exacto, ni verdadero, ni definitivo ni inmutable. Ni lo será nunca: Es parcial y como tal hay que tomarlo.
De hecho el principio más evidente que se nos manifiesta a través de la naturaleza, de lo que nos rodea, es el de que todo cambia, continuamente, y se transforma, se reconfigura, convirtiéndose en otra cosa.
Así la realidad 'juega' y se deleita con nuestros vanos intentos de apresarla, definirla. Y es normal esto, pues nuestra función no es hacer de 'árbitros'. Nuestros esquemas no ordenan nada, nuestras disecciones no revelan nada. Desmigajar lo que nos rodea no nos ayuda a comprenderlo, no son esos los ojos con los que hay que mirar.
(Somos libres de jugar a 'médicos' o 'científicos' si queremos pero sería un error creernos esos papeles. Lo que nosotros entendemos por 'sapiencia' empírica apenas es un simulacro infantiloide comparado con la fuente profunda de saber que únicamente alcanzan los auténticos iniciados. Seguir esta vía de crecimiento (la de los iniciados) supone reconocer que todo lo que 'sabemos' no es cierto y desprendernos de ello para así poder profundizar más allá. Quien cree que ya lo sabe todo nunca se molestará en cruzar ese umbral, ni siquiera sabrá de su existencia.)
Por todo esto se entiende que la 'sabiduría' imperante es precisamente la más sesgada e inexacta, así que no estaría mal el ser prudentes en su manejo.
El truco es sencillo, basta con no aceptar nada como totalmente verdadero ni exacto. No hay problema en contemplar las cosas como provisionalmente válidas, pero siempre dejando una puerta abierta a la incertidumbre.
La incógnita nunca ha de desaparecer ni quedar resuelta.
Aprendamos a vivir con ella. La duda es una buena amiga (incluso nos traerá sorpresas y nos llevará a nuevos hallazgos).
Todo (y cuando digo 'todo' es TODO) admite múltiples puntos de vista, diferentes formas de consideración e infinitos matices sutiles a observar y tener en cuenta. Con lo cual cada paso, cada idea, cada gesto, reflexión, principio, fórmula, axioma, etc. contiene en su interior todo lo demás, su opuesto, su contrario, su alterno, su negativo, su inverso, su reverso, su enantiómero, etc. (como un fractal sin principio ni fin.)
De esta forma, sólo quien no profundiza es capaz de creer en la 'veracidad' y 'certeza' de sus principios.
Por lo tanto lo más juicioso será no juzgar. Lo más sensato será no tomarse en serio nada, ni lo que uno piensa, ni lo que uno dice, ni lo que uno ve u oye. De otro modo el trompazo no tardará en alcanzarnos (chocamos con la realidad cuando nos separamos de ella, y esto lo hacemos al construir nuestros esquemas mentales, así que mantén tu mente abierta y flexible y nunca tendrás que sufrir fracturas. Recuerda la metáfora de los juncos, pequeño saltamontes.)
Aquí creo que iría bien una pequeña distinción: Hay dos formas de dudar, una excluyente y otra incluyente (descartar o no descartar, esa es la cuestión).
La que excluye dice: No lo tengo claro, dudo de mi capacidad de asimilación y discernimiento así que me abstengo de intentarlo, prefiero no pronunciarme, no correr riesgos, mientras tanto me quedo con lo seguro, con lo que ya sé, no quiero parecer (o que se vea que soy) tonto, además no me gusta pensar demasiado, rechazo lo que se sale o escapa de mis esquemas y me niego a considerarlo siquiera.
Esta actitud es típica de las mentes pasivas, acomodadizas, conformistas, simplistas, superficiales, mediocres, retrógradas, medrosas, conservadoras, fundamentalistas, cerradas, monotemáticas, aburridas, soberbias, intolerantes, que eluden los problemas, no afrontan la realidad y por tanto apenas evolucionan, son predecibles y fácilmente manipulables (desde su ciego 'fanatismo'), constituyen un material de primera para formar una masa pánfila y aborregada.
Luego la forma incluyente de dudar: Esto puede ser así o asá, de esta manera o de esta otra, etc. No descarto ninguna opción, contemplo y acepto todas las posibilidades y sus implicaciones, en la medida en que alcanzo a imaginarlas y concebirlas (soy consciente de mis limitaciones pero no por eso dejo de hacer uso de mis capacidades).
Esta actitud es típica de mentes activas, expansivas, inquietas, creativas, profundas, tenaces, laboriosas, ácratas, valientes, vivas.
Propias de personas despiertas, alegres, innovadoras, curiosas, detallistas, minuciosas, polifacéticas, inconformistas, abiertas, naturales, libres de ataduras y cargas innecesarias, limpias, puras, inocentes, que miran el mundo sin prejuicios y abrazan la vida de todo corazón, avanzan sin miedos ni preocupaciones, sin necesidad de someterse a patéticos dogmas ni de abrazar convencionalismos sectarios.
Lógicamente es este último ejemplo el que desde aquí se quiere promover y recomendar.
Para terminar, permítaseme insistir en las virtudes que esta actitud ofrece. Ya que estamos (tal vez) demasiado mal acostumbrados (a causa de nuestro proceso de educación) a dar por sentados muchos argumentos e ideas preconcebidas que actúan como base sobre la que edificamos nuestros razonamientos (cual mecanos) con esa apariencia de solidez, respetabilidad y fiabilidad 'contrastadas' que tanta seguridad y tranquilidad nos inspiran y proporcionan.
Pero que, sin embargo, son pura fachada, pues como se ha dicho anteriormente, todo es provisional y transitorio y por tanto el prestigio que otorgamos a esa base es inmerecido e inadecuado y haremos bien en despojar esas ideas (y todas las demás) de su falaz envoltura. Prescindiremos de 'creer' en la inmovilidad y exclusividad de etiquetas, categorías y jerarquías, ya que la realidad carece de tales (y de cualesquiera otros) atributos. Así pues debemos ser valientes y socavar por completo esos cimientos que impiden y constriñen nuestro crecimiento.
Hay que vencer el acomodamiento y eliminar toda esa rigidez, esa maraña de creencias ciegas adquiridas, que no queremos reconocer en nuestro interior ni permitir que cualquier ignorante de la vida del tres al cuarto nos discuta o ponga en entredicho.
(Y en el fondo es triste aferrarse así a lo que uno cree, a lo que uno 'piensa', como si desprenderse de lo 'firme' nos fuera a hundir en lo 'irracional' y nos fueran a engullir los monstruos (cuando el único monstruo que hay es el hombre (qué horror, cuánto miedo a lo desconocido, jeje))).
Total que cuanto más te empeñas en defender tus 'esquemas' más en evidencia te pones. Así que me vas a permitir que ponga en duda todo aquello que promulgas ufano (yo me aplico el mismo cuento, claro está) y a ver si así desaprendemos algo, que buena falta nos hace.
Bueno, más o menos creo que se capta la idea, no?
Pues eso: que dos más dos no son cuatro.
Esta idea debe acompañarnos, ir con nosotros, en todo momento.
Será nuestro centro, nuestra guía, nuestro mantra.
No la perderemos de vista ni la olvidaremos, así evitaremos caer en el frecuente y típico error de creer que sabemos algo.
Naturalmente sabemos alguna (o varias) cosas y podemos llegar a saber muchas otras. Pero hay que hacer una distinción importante respecto a todo ese 'conocimiento': No es exacto, ni verdadero, ni definitivo ni inmutable. Ni lo será nunca: Es parcial y como tal hay que tomarlo.
De hecho el principio más evidente que se nos manifiesta a través de la naturaleza, de lo que nos rodea, es el de que todo cambia, continuamente, y se transforma, se reconfigura, convirtiéndose en otra cosa.
Así la realidad 'juega' y se deleita con nuestros vanos intentos de apresarla, definirla. Y es normal esto, pues nuestra función no es hacer de 'árbitros'. Nuestros esquemas no ordenan nada, nuestras disecciones no revelan nada. Desmigajar lo que nos rodea no nos ayuda a comprenderlo, no son esos los ojos con los que hay que mirar.
(Somos libres de jugar a 'médicos' o 'científicos' si queremos pero sería un error creernos esos papeles. Lo que nosotros entendemos por 'sapiencia' empírica apenas es un simulacro infantiloide comparado con la fuente profunda de saber que únicamente alcanzan los auténticos iniciados. Seguir esta vía de crecimiento (la de los iniciados) supone reconocer que todo lo que 'sabemos' no es cierto y desprendernos de ello para así poder profundizar más allá. Quien cree que ya lo sabe todo nunca se molestará en cruzar ese umbral, ni siquiera sabrá de su existencia.)
Por todo esto se entiende que la 'sabiduría' imperante es precisamente la más sesgada e inexacta, así que no estaría mal el ser prudentes en su manejo.
El truco es sencillo, basta con no aceptar nada como totalmente verdadero ni exacto. No hay problema en contemplar las cosas como provisionalmente válidas, pero siempre dejando una puerta abierta a la incertidumbre.
La incógnita nunca ha de desaparecer ni quedar resuelta.
Aprendamos a vivir con ella. La duda es una buena amiga (incluso nos traerá sorpresas y nos llevará a nuevos hallazgos).
Todo (y cuando digo 'todo' es TODO) admite múltiples puntos de vista, diferentes formas de consideración e infinitos matices sutiles a observar y tener en cuenta. Con lo cual cada paso, cada idea, cada gesto, reflexión, principio, fórmula, axioma, etc. contiene en su interior todo lo demás, su opuesto, su contrario, su alterno, su negativo, su inverso, su reverso, su enantiómero, etc. (como un fractal sin principio ni fin.)
De esta forma, sólo quien no profundiza es capaz de creer en la 'veracidad' y 'certeza' de sus principios.
Por lo tanto lo más juicioso será no juzgar. Lo más sensato será no tomarse en serio nada, ni lo que uno piensa, ni lo que uno dice, ni lo que uno ve u oye. De otro modo el trompazo no tardará en alcanzarnos (chocamos con la realidad cuando nos separamos de ella, y esto lo hacemos al construir nuestros esquemas mentales, así que mantén tu mente abierta y flexible y nunca tendrás que sufrir fracturas. Recuerda la metáfora de los juncos, pequeño saltamontes.)
Aquí creo que iría bien una pequeña distinción: Hay dos formas de dudar, una excluyente y otra incluyente (descartar o no descartar, esa es la cuestión).
La que excluye dice: No lo tengo claro, dudo de mi capacidad de asimilación y discernimiento así que me abstengo de intentarlo, prefiero no pronunciarme, no correr riesgos, mientras tanto me quedo con lo seguro, con lo que ya sé, no quiero parecer (o que se vea que soy) tonto, además no me gusta pensar demasiado, rechazo lo que se sale o escapa de mis esquemas y me niego a considerarlo siquiera.
Esta actitud es típica de las mentes pasivas, acomodadizas, conformistas, simplistas, superficiales, mediocres, retrógradas, medrosas, conservadoras, fundamentalistas, cerradas, monotemáticas, aburridas, soberbias, intolerantes, que eluden los problemas, no afrontan la realidad y por tanto apenas evolucionan, son predecibles y fácilmente manipulables (desde su ciego 'fanatismo'), constituyen un material de primera para formar una masa pánfila y aborregada.
Luego la forma incluyente de dudar: Esto puede ser así o asá, de esta manera o de esta otra, etc. No descarto ninguna opción, contemplo y acepto todas las posibilidades y sus implicaciones, en la medida en que alcanzo a imaginarlas y concebirlas (soy consciente de mis limitaciones pero no por eso dejo de hacer uso de mis capacidades).
Esta actitud es típica de mentes activas, expansivas, inquietas, creativas, profundas, tenaces, laboriosas, ácratas, valientes, vivas.
Propias de personas despiertas, alegres, innovadoras, curiosas, detallistas, minuciosas, polifacéticas, inconformistas, abiertas, naturales, libres de ataduras y cargas innecesarias, limpias, puras, inocentes, que miran el mundo sin prejuicios y abrazan la vida de todo corazón, avanzan sin miedos ni preocupaciones, sin necesidad de someterse a patéticos dogmas ni de abrazar convencionalismos sectarios.
Lógicamente es este último ejemplo el que desde aquí se quiere promover y recomendar.
Para terminar, permítaseme insistir en las virtudes que esta actitud ofrece. Ya que estamos (tal vez) demasiado mal acostumbrados (a causa de nuestro proceso de educación) a dar por sentados muchos argumentos e ideas preconcebidas que actúan como base sobre la que edificamos nuestros razonamientos (cual mecanos) con esa apariencia de solidez, respetabilidad y fiabilidad 'contrastadas' que tanta seguridad y tranquilidad nos inspiran y proporcionan.
Pero que, sin embargo, son pura fachada, pues como se ha dicho anteriormente, todo es provisional y transitorio y por tanto el prestigio que otorgamos a esa base es inmerecido e inadecuado y haremos bien en despojar esas ideas (y todas las demás) de su falaz envoltura. Prescindiremos de 'creer' en la inmovilidad y exclusividad de etiquetas, categorías y jerarquías, ya que la realidad carece de tales (y de cualesquiera otros) atributos. Así pues debemos ser valientes y socavar por completo esos cimientos que impiden y constriñen nuestro crecimiento.
Hay que vencer el acomodamiento y eliminar toda esa rigidez, esa maraña de creencias ciegas adquiridas, que no queremos reconocer en nuestro interior ni permitir que cualquier ignorante de la vida del tres al cuarto nos discuta o ponga en entredicho.
(Y en el fondo es triste aferrarse así a lo que uno cree, a lo que uno 'piensa', como si desprenderse de lo 'firme' nos fuera a hundir en lo 'irracional' y nos fueran a engullir los monstruos (cuando el único monstruo que hay es el hombre (qué horror, cuánto miedo a lo desconocido, jeje))).
Total que cuanto más te empeñas en defender tus 'esquemas' más en evidencia te pones. Así que me vas a permitir que ponga en duda todo aquello que promulgas ufano (yo me aplico el mismo cuento, claro está) y a ver si así desaprendemos algo, que buena falta nos hace.
Bueno, más o menos creo que se capta la idea, no?
Pues eso: que dos más dos no son cuatro.
abuela
Nos preparamos para acudir al entierro de mi abuela. Pero lo más curioso es que ella también tiene que ir: Aún está viva.
La fecha de su entierro la decide la iglesia, barruntando próximo su fallecimiento, por el estado de su salud, etc.
De ahí nuestra prisa por arreglarnos, avisan con muy poca antelación (una hora?). Es de noche, mi padre me explica la ceremonia mientras se ajusta el elegante traje negro que ya lleva puesto:
Se celebra la misa concienciando a la sujeto de que ha llegado su hora y se alarga el oficio tanto como tarde ella en morir (no aguantan mucho, los (moribundos) obstinados no suelen pasar de diez horas).
No entiendo qué pasa si uno no quiere morir aún. Eso no sucede, me explica: El fin se asume por la vergüenza que supone causar esa molestia a los otros y por no contradecir lo que se te pide tan bien, tan razonablemente. Todos dan por hecho tu fin y tú lo asumes, ellos lo solicitan con solemnidad, pero no existe piedad ni clemencia.
Se la coloca en el altar y se la ve sufrir de continuo (ay... ay...), se la empuja (mentalmente), todos contra ella, para que rinda su vida.
La moral se consume rápido, las ganas de vivir se apagan con la luz de sus ojos. Ningún viejo aguanta tal combate (perdido de antemano) por mucho tiempo.
Yo no encuentro mi traje negro para ir al entierro, prisas, nervios, etcétera...
La fecha de su entierro la decide la iglesia, barruntando próximo su fallecimiento, por el estado de su salud, etc.
De ahí nuestra prisa por arreglarnos, avisan con muy poca antelación (una hora?). Es de noche, mi padre me explica la ceremonia mientras se ajusta el elegante traje negro que ya lleva puesto:
Se celebra la misa concienciando a la sujeto de que ha llegado su hora y se alarga el oficio tanto como tarde ella en morir (no aguantan mucho, los (moribundos) obstinados no suelen pasar de diez horas).
No entiendo qué pasa si uno no quiere morir aún. Eso no sucede, me explica: El fin se asume por la vergüenza que supone causar esa molestia a los otros y por no contradecir lo que se te pide tan bien, tan razonablemente. Todos dan por hecho tu fin y tú lo asumes, ellos lo solicitan con solemnidad, pero no existe piedad ni clemencia.
Se la coloca en el altar y se la ve sufrir de continuo (ay... ay...), se la empuja (mentalmente), todos contra ella, para que rinda su vida.
La moral se consume rápido, las ganas de vivir se apagan con la luz de sus ojos. Ningún viejo aguanta tal combate (perdido de antemano) por mucho tiempo.
Yo no encuentro mi traje negro para ir al entierro, prisas, nervios, etcétera...
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