Ugambo era un negro del Congo (un conguito bien negrito) que sólo tenía un deseo en su vida: Ser blanco.
Todos le decían que era tonto, que eso era imposible. Pero él nada, ni caso. Seguía emperrado en que quería ser blanco.
Y su deseo era tan tan grande que un día acabó materializándose en su cuerpo. Lo curioso es la forma en que lo hizo.
Se instaló dentro de su ojo derecho. Al principio no era más que un pequeño puntito flotando. Pero luego, poco a poco, fue creciendo y Ugambo vio que su empeño había tomado la forma de un feto y eso lo asustó un poco porque no sabía en qué terminaría la cosa.
Al poco ya le tapaba por completo la visión de su ojo derecho y el engendro seguía aumentando de tamaño, resultando cada vez más y más molesto y doloroso. Pues iba progresivamente oprimiendo y desplazando los órganos que estorbaban a su crecimiento.
Así Ugambo enseguida quedó ciego e inválido ante el despiadado empuje de los piececillos de la 'criatura' producto de su deseo. Que crecía a sus anchas y que ya había despachado el cerebro llevándolo hacia abajo. Con lo que al pobre Ugambo se le había montado una aglomeración de órganos en el tronco que le producían una abultada barriga que (ironías del destino) le daban aspecto de embarazado.
El caso es que, después de mucho sufrir y padecer, aquel agente invasor había ocupado por completo el interior de su cuerpo, expulsando todo lo que le sobraba, hasta tal punto que la piel era lo único que quedaba 'suyo'.
Total que era bastante rara la situación pues le hacía sentirse como si llevara puesto un traje ajustado, ceñido, justo de su talla.
Y claro, enseguida le dieron ganas de quitárselo, así que se arrancó la piel y descubrió que su nuevo cuerpo era blanco inmaculado, lo que siempre había anhelado.
De esta manera fue como Ugambo logró hacer realidad su deseo y al fin pudo ser feliz por siempre jamás, amén.
Oye, espera un momento...
Y qué pasa con la maldición del título, eh?
Epa, es verdad. Que me he embalado y me olvidaba de eso:
Bueno, pues resulta que a los pocos días, el flamante y albo nuevo cuerpo de Ugambo se fue poniendo moreno de tanto exponerse al duro sol congoleño (o congolino, como dicen los de allende) y enseguida se volvió otra vez negro del todo.
Ugambo entonces se sumió en la amargura y la desesperación y de nuevo deseó con todas sus fuerzas volver a ser blanco.
Por lo que su ruego o petición germinó en su interior (esta vez en el ojo izquierdo) y así hubo de pasar por todo el doloroso y atroz proceso una vez más.
Esta era su maldición, pues estaba condenado a repetir la misma historia sin llegar nunca a alcanzar definitivamente su objetivo.
Y tal tortura no habría de cesar ni de desaparecer, a no ser...
A no ser dejara de alimentar y perseguir su deseo y lo abandonara para siempre, momento en cual quedaría inmediatamente liberado de su pena eterna, libre para envejecer (porque a todo esto, con tanto 'reciclado' de cuerpo siempre estaba joven y no envejecía) y morir en paz como cualquier hijo de vecino.
Pero todavía no se sabe cuando se decidirá el maldito Ugambo a cejar en su empeño y reconocer su tonto error.
Muchos calculan que, por terco, cuando muera le tocará reencarnar en cebra, como castigo. Aunque no se si creérmelo porque suena un poco a invento de las malas lenguas.