(Dedicado a Pepe Mediavilla)
Amigo, hermano, compadre, permíteme que te confiese mi mayor deseo:
Anhelo ser inmortal.
Quiero yacer inmóvil por siempre, para que el Sol se me coma lentamente. Sentirlo decapando mi piel, notarlo lamiendo en silencio mi ser, hasta convertirme en una fina voluta de polvo interminable, que flota disperso y liviano por los aires.
Vivir siendo la más insignificante partícula errante. Llegar a todos los rincones de este mundo, y encontrar reposo dentro de cada criatura viva.
Quiero ser una inofensiva y minúscula mota de polvo, pequeña y microscópica, para colarme dentro de ti, viajar hasta tu corazón y allí recostarme, al abrigo de tu tierno candor, mecido por tu íntimo latido. Tan agustito, y mejor que bien.
Así de feliz me harás, que te regalaré mi inmortalidad:
Yo, el puntito diminuto, me encenderé cual brasa viva, y prenderé en tu corazón el fuego mayor, el máximo amor, que te liberará de las cadenas mortales y te dará el poder para cumplir tu sumo deseo, o para trascender hasta el Cielo.
Luego, después, más adelante, coincidiremos en la eternidad y compartiremos experiencias y comentaremos peripecias, como buenos conocidos, como viejos amigos, como viejos buenos amigos conocidos.
(Intrahistoria: Hace año y pico descubrí el canal de Pepe (https://www.youtube.com/channel/UCKpefaVqOKPjXyqbOf6n85g) y me causó tal impresión, que me inspiró escribir este poemilla. Incluso llegué a contactar con él, para ver si querría recitarlo. Tuve buena respuesta por su parte, pero su tarifa sobrepasaba lo asumible por mi economía de entonces. Asique el proyecto quedó pospuesto hasta mejor ocasión. Justo este año me disponía a retomar la comunicación para completar esto, cuando me sorprendió la noticia de su fallecimiento. Queda pues este texto inaudito, sin la voz para la que fue escrito.)