Costrado
va de ido por la vida,
va de herido por la herida.
La vida le roe la piel
a cada segundo.
Así crece, nace,
su armadura,
la su andadura.
Costrado,
parece saurio o cansado,
por lento y escamado.
A cada paso cruje y se resquebraja
su coraza,
que cae y se desmigaja.
Dejando tras de sí
singular rastro estelado.
Cada pedacito es un poema, una balada,
que nadie lee ni alaba.
Mas las hormigas,
que cogen y aprovechan,
pa sus cosas suyas.
Costrado,
camina, quedo, pausado.
Agitado, extasiado,
con dolor constelado,
de alfilerado.
Consternado,
a cada gesto aflorado.
Perseguido,
por la quietud inquietante,
latente, patente, yelante,
como dicen los de allende.
Aspirante involuntario
a estatua viviente.
Acuciado,
por el tormento continuo,
sin freno, constante, perpetuo.
Promesa de desgarro
sangrante.
Poema de descargo
nauseante.
Raro, único, amenazado.
Costrado,
llueve y se escombra
asolado,
cual polvo oxidado.
Hermoso, estrellado,
en copos deshilachado.
Rumboso herrumbroso,
ruinoso, lastrado.
Despojos errantes,
cochambre andante.
Costrado,
vago, gafado, vaga cegado,
se desmorona poquito a poco,
casi sin darte cuenta.
Como un mantecado olvidado,
gastado.
Y qué si sufre y lamenta,
él lo ha querido,
él lo ha elegido,
a mí qué me cuentas.
Pasa, cruza, quita,
venga, termina.
Desaparece de una vez.
Costrado,
estorbo,
acabado.