El capitalismo, este glorioso sistema nuestro, se sustenta en el consumo.
La gente siempre aspira a más. Todos queremos vivir mejor, con más comodidades, con más cosas, juguetes, caprichos, diversiones, cualquier cosa que nos ayude a alejarnos de las angustias y los problemas (No queremos sufrir). Porque, aunque parezca mentira, la vida no es siempre un camino de rosas.
Total que la palabra mágica, la llave que abre todas las puertas, es 'dinero', y eso es lo que todos persiguen, ambicionan, codician, sin pensar en nada más.
Por eso se busca siempre el camino más fácil y más rápido para conseguirlo, sin tener que trabajar demasiado.
Cualquier trapicheo vale: bolsa, apuestas, contrabando, estafas, timos, hurtos, lo que sea.
De esta forma es natural que abunden y prosperen negocios tan 'edificantes' como lucrativos: Bancos, casinos, burdeles, inmobiliarias... Cualquier cosa con tal de sacar beneficio (No importa la mercancía: Si se vende, es buena.)
Compra, compra, vende, vende, espabila, entra en el juego, véndete, mercantilízate, cosifícate, esta es tu gran oportunidad (Dame tu dinero y harás el negocio de tu vida.)
Y, de entre toda esa maraña, la reina del cotarro es la lotería.
Invento genial que ha ido perfeccionando su funcionamiento hasta convertirse en la sublime obra de arte que es hoy en día. (No es de extrañar su enorme éxito.)
La cosa es así:
Tú vas a un edificio oficial de apuestas (Hay uno en cada esquina), entras en uno de los cubículos de apuestas y, cuando te diga la pantalla, pulsas un botoncito. Al instante te saldrá el resultado diciéndote si has ganado o no (Sólo hay dos bolas en el bombo virtual: 'Sí' y 'No'). En caso de salir premiado, tu recompensa será un sueldo multimillonario (Una auténtica burrada), o sea: la vida solucionada. Y, en caso de no resultar agraciado por la diosa fortuna (Caprichosa y esquiva como ninguna), el 'precio' a pagar es tu vida, que te será inmediata y automáticamente arrebatada, allí mismo, en un instante, antes de que te quieras dar cuenta (O sea: la vida solucionada igualmente.)
Aparte de esto, cabe destacar que participar es totalmente gratis y se puede probar suerte tantas veces como se quiera.
Por todo esto, ya nadie trabaja ni hace nada y todos se dedican a jugar como locos a la lotería (Qué le vas a hacer, es la mejor 'opción'.)
A pesar incluso del preocupante rumor que corre de que, en realidad, la lotería nunca da premio y que todo el que juega palma.
Idea que, en lugar de intimidar, espolea más aún las ansias de poder de las gentes, pues, en sus monetarizadas (Monetalíricas) mentes, la muerte del prójimo equivale a 'aumento' de posibilidades de ganar y a 'mayor' beneficio a conseguir (Menos a repartir, más a tocar) y disfrutar. Es lo que tiene el capitalismo, que es incapaz de contemplar la realidad si no es en términos económicos (O dinéricos', como dicen los de allende (Ay, mis dinericos...))
Así pues el mundo se va al garete por la vía rápida, la gente cae como moscas, atraídas por el irresistible resplandor de neón de las apuestas (Dinero fácil.)
Y los que no sucumben a la tentación tampoco están por la labor de pringar por los demás, así que emigran (Tonto el último), chanchullan, roban y hacen lo que haga falta con tal de vivir sin dar un palo al agua, que, en definitiva, es el único y verdadero anhelo de la humanidad y que es lo que nos ha conducido, tan ricamente, hasta este... FIN.
--Fanfarria animada y créditos--
(Dedicado a Cesar, que parece que aún 'cree' en la suerte.)