Vamos a ver, me estás diciendo que todo está parado por culpa de los bancos que no sueltan ni una y tú consientes y permites que se sigan lucrando los mismos de siempre a costa de tu dinero?
Olé, viva la estupidez.
Te das cuenta de que los de arriba se pegan la vida padre con tu sudor y sangre? Que todo está jodido por tu inmovilismo?
Qué tal si vas despertando y sacas tu dinero del circuito del mal y lo pones en el del bien? O es mucho pedir?
Todavía no te llega la conciencia para darte cuenta de esto?
Igual va siendo hora, no te parece, ricura?
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Si crees que esta situación se va a arreglar de otra manera, sueñas.
Te lo voy a explicar en forma de cuento, a ver si así te enteras.
Había una vez un fulano que se llamaba Menganito.
Menganito lo tenía todo y vivía feliz y despreocupado.
Un buen día se le ocurrió hacer el pino y probar a andar sobre sus manos. Al principio le costaba sostenerse, pero como le había hecho gracia la ocurrencia, siguió y siguió probando hasta que le pilló el tranquillo y ya se puso a pasear de un lado a otro, fardando de su capricho y originalidad.
Tanto se aficionó, que se olvidó de andar de otra manera. Así pasó tiempo y tiempo, y tal era su dominio que ya ni miraba por dónde andaba. Su mente estaba siempre enfrascada en infinitas fantasías y ensueños. Podríamos decir que se había hipnotizado o idiotizado, pues, tanta sangre se le bajaba a la cabeza, que se le embotaba y le nublaba la razón y los sentidos.
El caso es que vagaba de acá para allá como un sonámbulo y así era feliz el fulano.
Hasta que, un día, se metió de lleno en un campo de ortigas y empezó a padecer los mil y un dolores, picores y tormentos. Tanto es así que le sacaron por completo de su trance y entonces el pobre Menganito se vio en un mundo patas arriba, cruel y despiadado, terrible y violento.
Qué crees que hará a continuación?
A- Menganito comprenderá que es él quien está del revés, se incorporará de nuevo sobre sus pies, saldrá de allí pitando y se acordará muy bien para otra vez.
B- Seguirá sufriendo y avanzando hasta que su cuerpo sufra una reacción extrema que le conduzca a una muerte espantosa y horrible.
C- Se desplomará sobre las ortigas y languidecerá lamentándose agónicamente de su infortunio y desdicha.
La moraleja es que ya vale de hacer el tonto, hostia.
Cinco años con esta historia son suficientes para que te pongas las pilas y reacciones.
No te pido una revolución, ni una intifada, ni que te quemes a lo bonzo. Solo coge tu bonito dinero y ponlo donde esté tu conciencia.
Y si no tienes conciencia, ya tardas.
Porque esta movida sigue, y si feo es lo que tienes, peor es lo que te aguarda.
Haciendo esto no se van a solucionar todos los problemas, pero es un paso importante.
Sobre todo debes saber que tu poder está en las decisiones que tomas en el día a día y a cada momento. Todo gesto, toda acción u omisión, distribuye parte de tu poder, así que tienes que poner especial atención para distinguir sobre quién recae y lo depositas.
No es lo mismo entregar tu dinero a un sistema injusto, dañino y destructivo que a uno responsable, sensato y saludable.
Toda vez que desatiendas tu conciencia por comodidad, miedo o lo que sea, te hundes y nos hundimos todos más y más.
Tu vida se irá a pique como no corrijas de verdad su basamento, tus valores. Si tu sustento no es real ni sostenible, no te aguarda otra cosa sino el derrumbamiento. Es una obviedad lógica y evidente. Solo el inmaduro se niega a ver y se lleva a la ruina.
Es muy fácil. Tú decides.
O cielo o infierno.
O solidaridad o competencia.
O libertad o esclavitud.
O sobriedad o miseria.
O dignidad o servidumbre.
O integridad o corrupción.
O conciencia o depredación.
O respeto o violencia.
O cuidado o dolor.
O ética o vileza.
O amor o destrucción.
O paz o guerra.
O vida o muerte.
Date cuenta.
La realidad refleja nuestra propia naturaleza.
Tu vida se configura de acuerdo a tu forma de ser.
Y esta encrucijada apela y requiere tu respuesta, clara e ineludible.
Asume tu responsabilidad y toma las medidas que debes y precisas tomar.
No hay excusa ni pretexto. La realidad forma parte de ti y obedece a tu propio ser. No necesitas mover montañas. Solo decide si vas a vivir revolcándote en el fango o si vas a labrarte un porvenir decente.
Lo externo refleja lo interno. No proyectes culpas hacia fuera. Solo ve y reconoce lo que cada evento y elemento te está indicando.
Una enfermedad es un proceso que busca la asimilación de algo que falta por ser reconocido e integrado, una información que has de ubicar y comprender para recuperar y volver al equilibrio.
Los síntomas solo se manifiestan cuando la persona se conduce de manera tal que los genera por su falta de conciencia.
El mal que existe lo has creado tú. Tu tortura te la estás produciendo y la estás soportando tú. Hasta que comprendas y ceses en ello.
Tu daño proviene de tu equívoco, tu empeño te lleva al sufrimiento para hacerte ver tu error.
Cuanto mayor es el tormento, más evidente se hace el desequilibrio que está pidiendo ser resuelto.
Por ejemplo:
Coge un cuchillo afilado, apoya su punta en tu pecho, a la altura de tu corazón, empújalo lentamente hacia ti, mantén su avance y nota cómo el filo abre y separa tu piel, tus músculos, tu carne y se hunde y penetra hasta traspasar tu corazón. Si has llegado hasta aquí, no hará falta que te diga que acabas de asesinar tu vida. Si has obedecido mis pasos hasta el final, demuestras una clara falta de voluntad y conciencia. Justo el origen de todo este problema.
Sin llegar a estos extremos, en todo momento sabes, o deberías saber, las consecuencias de tus actos. Cuando tienes lucidez no necesitas sufrir para comprobar el daño que eres capaz de ocasionar y provocar en ti y en lo que te rodea. Conoces donde está lo sensato, justo y oportuno. Sabes cuándo obras bien y cuándo no. Sigues el eco de tus acciones, conoces su estela y sus repercusiones. Y lo mismo procuras respecto a cuanto obtienes de otros.
Pero cuando tu atención no obedece a una voluntad auténtica y genuina, cae en todo tipo de distorsiones y falseamientos. Campo idóneo para la proliferación de todo tipo de patologías y parásitos, que convierten tu existencia en una tortura permanente, una infinita cadena de accidentes y calamidades.
Y así hasta el desastre total.
Los corruptos se esfuerzan por hacer cada vez más estragos. Para que abras los ojos y veas. Los malos hacen cada vez mejor su trabajo y debes reconocer su labor y agradecerla, pues supone y representa la oportunidad que se te sirve en bandeja para que cambies de una vez por todas.
Sabes perfectamente a dónde llevan y a dónde no llevan sus abusos, robos y mentiras. Ves su circo cada día, y si te encandilas terminarás donde ellos te lleven, que será un foso hondo, frío y oscuro, un zulo donde no molestes ni estorbes mientras te esquilman por completo.
Si lees la situación adecuadamente, sabes orientarte y posicionarte, dispones tu vida hacia la mejor salida. Pero si miras las dificultades desde el ángulo equivocado, quedas preso y atrapado.
Los problemas solo se pueden solucionar cuando están bien formulados. A ti te corresponde y de ti depende el saber expresar todo de la manera apropiada, para que puedas encontrar y aplicar las medidas oportunas y acertadas.
Te lo están avisando. Se te llevan el dinero, se lo meten en el bolsillo y te cuentan increíbles monsergas para que no esperes nada a cambio.
Te lo dicen y te lo repiten.
No hay fondos para nada de lo que tú quieres ni necesitas.
Esto es para nuestros gastos, o te crees que es fácil vivir a tutiplén.
Te cobran hasta por respirar, te roban todo lo que pueden y más, te estafan, te engañan, te sacuden, te exprimen, te insultan, te escupen, te pisotean, te violan, te anulan.
Se te ríen en la cara.
Se apropian de tus ahorros por todo el morro y delante de tus narices. Secuestran tus recursos y dilapidan tu futuro. Y todo es para que reacciones. Qué más necesitas para darte cuenta?
El enemigo no es ellos, eres tú. Tú eres quien debe corregir tu rumbo. Este mundo lo has creado tú. Es a tu medida.
Madura por dentro y transformarás tu circunstancia.
Igual te suena a chino y no te lo crees.
No me extraña. No habrías llegado hasta este extremo de haber tenido la suficiente lucidez para percatarte de esto.
El problema es el limitado alcance de tu autoconcepto. Crees que lo que eres termina allí donde acaba tu cuerpo, pero no es así. Formas parte del todo. Eres el conjunto y estás unido a la globalidad de manera directa e indisoluble.
Los corruptos cumplen la función que les has encomendado.
Tu relación con ellos se debe a tu propia intención y propósito.
Son la proyección y encarnación de tus anhelos más profundos.
Son la emanación y el fruto de tu voluntad y cultura.
Tus aspiraciones trazan tu ruta y diseñan los elementos que intervienen.
La jerarquía nace de tu interior, la asimetría se debe a tu criterio parcial y desigual. Tu egoísmo crea el elitismo.
Tu transferencia de responsabilidad es la que les confiere autoridad sobre ti. No hay delegados en el reino de la verdad.
Cada uno tiene lo que le corresponde.
Este país demuestra unos contrastes de cuidado.
Parece que prima la brutalidad y rapiña.
Es peligroso jugar así con fuego. Ya nos hemos quemado alguna vez.
La clase media desaparece cuando fracasa en su cometido.
El puente que debía servir de punto de encuentro se hizo isla y desapareció. Ahora arregla tú el cisma.
Has tenido todo el tiempo del mundo para crear una realidad atenta y sostenible. Una sociedad amparadora y alternativa. Pero parece que esas no eran tus prioridades.
Ahora recoges lo que sembraste.
Cuando tus valores no conectan con la vida, tarde o temprano la vida se te torna en pesadilla.
Así que tienes muuuucho que hacer.
El espejismo cae y ves el desierto. Imagina la que te espera.
No vale la pena darle más vueltas.
Aprovecha bien tu tiempo, aprende y construye.
Siembra y nutre tu mejor futuro posible.
Decide tu destino y sigue tu camino.
Y que tu meta sea propicia y atinada.