Cuando nuestra conciencia no está lo suficiente en contacto con la realidad, tendemos a rellenar los huecos con deducciones de nuestra propia cosecha o con formulaciones de terceros.
Y eso es comprensible al principio, pero se convierte en un problema si tomamos esos constructos por la realidad.
Buscar la verdad es una labor continua e ineludible.
Muchos prefieren tomar una ruta más facilona al respecto.
Generalizar y simplificar es rápido y cómodo, pero conduce a nociones erróneas.
Las ideologías pueden parecer atajos apetecibles, pero son caminos a la perdición.
Delegar algo tan crucial, forzosamente lleva al desastre.
La ignorancia es abono propicio para la proliferación del mal.
La tiranía depende siempre de la obediencia de sus vasallos.
El dictador no tiene ninguna legitimidad, por eso le viene bastante mal que la verdad cunda libremente.
Es un incordio y una molestia que los esclavos se rebelen y no acaten tus mandatos.
Y el gustito que da cuando les saboteas y encima te aplauden agradecidos.
No es casualidad que la cultura se haya convertido mayormente en un lodazal infecto.
Los mandamases utilizan todo lo que tienen a su alcance para instilar sus venenos, a todos los niveles.
Siembran la discordia, para dividir a la sociedad y debilitar su capacidad de reacción.
Mediante la propaganda te tensionan y sobrecargan, hasta cortocircuitar y distorsionar tu percepción.
Con su mano desnuda, te aterrorizan y emparanoian.
Con su mano maquillada, te atraen y embaucan.
De un lado al otro te van zarandeando y te impiden avanzar por ti mismo.
Cuanto más tiempo te tengan danzando a su son, menos serás capaz de alcanzar ni de realizar nada.
Ellos se entrometen en todo, pues así adulteran y desvirtúan cada aspecto significativo, cada actividad edificante.
Estar enmedio, les permite reconducir a su favor toda situación.
Sesgarla, amañarla, descarrilarla y malograrla.
La tecnología es la cuña con la que aumentan nuestra escisión.
Quieren que nuestros vínculos estén rotos o sean endebles.
Te prefieren anulado, desactivado, inutilizado.
Por eso te llenan el coco con cuestiones delirantes, con conflictos descabellados, con consumos idiotizantes.
Para corroerte por dentro y dejarte maleable.
Dócil ganado domeñado, cómplice de sus perfidias e iniquidades.
Te sirven en bandeja sus ponzoñas, para que alegremente te autodestruyas un poquito más; siempre un poquito más.
Las noticias negativas persiguen un fin perverso: Te venden una versión falsificada de la realidad.
Te habitúan a la indefensión y al pesimismo.
El ocio cumple una función parecida, o incluso peor: Te aliena, te inculca ejemplos pésimos y te traumatiza.
Esas felonías no tienen razón alguna que las ampare ni justifique.
El mal carece de discurso lógico.
Por eso sus argumentaciones son una sarta de retorcidas falacias rastreras.
Las ideologías evidencian esto cuando analizas sus planteamientos, que resultan de poco o nulo criterio.
Caprichos malévolos, disfrazados de doctrina supuestamente legítima.
Ismo femin, ismo victim, ismo ego, ismo hedon, ismo mercantil, ismo fanat, ismo sectar, ismo supremac, ismo cientif, ismo espec, ismo progres, etc.
Es soberanamente aburrido entrar a desmigajar el sinsentido de esas convicciones desnortadas.
Cuando partes de un equívoco de base, todos tus argumentos son un despropósito sin pies ni cabeza.
Al glorificar y deificar aquello que no lo merece, obtienes las graves consecuencias del desajuste de tu entendimiento y de tus prioridades defectuosas.
Al demonizar y vilipendiar aquello que no lo merece, ídem.
Todos los que se embarcan en esas cruzadas insensatas, van trastornándose y perdiendo progresivamente virtudes y cualidades.
Y mientras tanto, las jerarquías usurpadoras siguen medrando impunemente.
Atornillando y triturando cada vez más a todo quisqui.