Los artistas suelen decir que la obra que más aman es la última que han creado.
Por qué?
Porque al culminar una creación es cuando más se siente la felicidad del creador.
El acto de crear tiene magia.
El artista da entidad, cuerpo, forma, a algo que hasta ese momento no existía.
Igual sucede cuando viene al mundo un ser vivo.
La vida es un arte, vivir es crear.
Siempre, en cada gesto y momento estamos creando.
Hay muchas maneras distintas de crear.
Creador es quien fabrica un tenedor, al igual que creador es quien coloca el tenedor en la mesa cada día.
El común de los mortales no suele percibir arte en lo cotidiano.
La conciencia adormecida, no se siente artista.
Esta es la misión de nuestra vida, comprender que somos directos cocreadores de la maravilla absoluta infinita.
Para estimar el valor de cada detalle, hay que participar, sentirse parte integrante.
Por eso la religión es clave.
Religión significa estar ligado.
Y esa conciencia es condición imprescindible para amar la vida.
Aquellos que rechazan lo trascendental, lo tienen muy difícil para establecer un vínculo suficiente.
El conflicto mayor y primero lo tienen con la idea de Dios.
Tienen una idea muy precaria y deficiente de Dios.
Lógicamente, semejante antitética caricatura les inspira aversión, desprecio y enojo.
Cuando el corazón no arde de amor absoluto, las palabras elevadas suenan a poesía barata.
Ni el mayor coro de santos lograría iluminar a quienes han optado por la oscuridad.
Sin embargo, muchas personas andan medio en tinieblas por pura desidia.
Hermosa esperanza, cabe inspirar.
Por eso este mundo es propicio para profetas.
Pero el éxito en ese empeño es incierto.
El ejemplo funciona mejor que la palabra, sin embargo, la ignorancia prefiere al charlatán que al maestro.
Y así vamos.
Claro que la palabra es vital para transmitir conocimiento y propiciar el despertar, pero lo decisivo y primordial es ser consciente, para diferenciar claramente lo benéfico y lo dañino.
Crear es apasionante y empoderador.
Camino de autodespertar, preferible a otras servidumbres.
El mejor consejo que puedo dar es éste:
Trabaja desde y con tu corazón. Escucha tu intuición. Busca y da voz a tu inspiración.
Siéntete creador en cuanto hagas.
La belleza arde en el interior de quien aprende a ver con amor.
Crear es comunicar, expresar, manifestar. Trasladar la propia conciencia y amor, en todo momento y detalle.
Un mismo gesto puede tener un efecto diferente, dependiendo de con qué actitud y energía se realiza.
Cada acto puede ser un feliz homenaje a la existencia, una honda comunión plena de significado.
O todo lo contrario, un horror vacío pesadillesco.
Tu voluntad determina tu actitud y comportamiento, que planta la semilla de tu destino y porvenir.
Como se ve, crear no es ninguna tontería superflua accesoria.
Dios nos ofrece la máxima gloria, nos cede su papel y lugar.
Aquí, en tu existencia, tú eres el protagonista.
Puedes crear maravillas. Puedes traer luz. Puedes aportar tu magia.
Nadie más tiene esa posibilidad.
Eres un milagro único e irrepetible.
No faltará quien diga que poco se parece el poder humano al divino.
Claro, acorde a nuestra conciencia es nuestro potencial.
No verás a un simio construir un aeroplano.
Además, bien sabido es que el poder acarrea responsabilidad.
Es peligroso jugar a ser Dios si no se tiene la suficiente madurez.
Hoy en día se hacen evidentes los horrores y estragos que puede cometer el ser humano sirviéndose de avances que no corresponden a su nivel de inteligencia, por así decirlo.
Realmente, el sistema mercantilista ha desgraciado las cualidades de la población.
La música es un buen ejemplo.
Tiempo atrás, cuando no existían los medios de reproducción y difusión, la relación con la música era íntima y directa.
El amor y sensibilidad musicales eran nobles y sinceros.
La familia tocaba y cantaba para alegría y deleite compartido.
Hacer música era elevador, pues exigía implicación y realización, verdad y amor.
Hoy la población tiende a alerdarse y enchusmarse pulsando la tecla de encendido y tragando la primera bazofia que le llega.
Esta cultura alienada y cosificada, no desarrolla una comprensión profunda de nada. En su loca huida continua, la víctima de las modas se limita a adoptar poses y lemas vanos y efímeros, para sustituirlos al poco por la siguiente necedad que surja.
Esta es la consecuencia del mercantilismo, que despoja al ser humano de toda capacidad de maduración, secuestrado de tiempo y medios, hasta convertirlo en un consumidor inepto y pasivo.
Igualito igualito que un cerdo en su cochiquera, cebado con piensos repletos de priones y demás aberraciones.
Quede claro que no culpo a la tecnología.
Por supuesto, todavía hay posibilidad de amar la música de una manera enriquecedora y significativa para el crecimiento personal.
Aunque, el punto de partida es más remoto y azaroso.
Sin embargo, es evidente que internet es una herramienta muy poderosa y provechosa, si bien utilizada, para descubrir y profundizar en el amor a la música, así como en muchas otras cosas.
Para lo cual, requiere conciencia y compromiso.
Si no, el mal continuará medrando a sus anchas, degradando y pervirtiendo el diseño y propósito de todo contenido y avance, por pura iniquidad inhumana y codicia explotacionista.
Una vez más, insisto en el ineludible reto inmenso que tenemos: Nuestro crucial deber de definir y decidir el modo y sistema en que queremos vivir, para amparar y alentar la virtud humana.
Sea como sea, volviendo al tema:
Amar la vida es imprescindible, y crear es esencial.
Crear, da felicidad y hace crecer en amor.
Esa experiencia nos pone, a pequeña escala, en el lugar de Dios, nos ayuda a comprender mejor su amor infinito.
Cuanto más creador te sientas durante más tiempo, más grandemente amas la maravilla de la vida y lo bueno que ofrece y proporciona. Por lo tanto, en ti más vivo alojas al Creador que te regala esta oportunidad, y más intensamente vives la vida, hasta sentir que tu existencia es la mayor obra de arte que estás creando junto a la totalidad circunstante.
Date cuenta, la felicidad del creador es una plenitud-gratitud que crece y se inflama, se expande y todo abarca.
Así es cómo el corazón descubre el infinito y lo absoluto.
Otros se aproximan a la metafísica mediante la reflexión, pero si al pensamiento no le acompaña este fuego palpitante, de seguro que falta o falla en la comprensión de tales cuestiones.
Aquí no hay trampa ni truco que valga.
La alquimia funciona poniendo todo el ser en ello, o de lo contrario, fracasa.
Crear es un camino excelente para crecer, profundizar y madurar.
Siempre y cuando se haga desde la más genuina, sincera y noble integridad.
Esto significa que tu compromiso, desarrolla y manifiesta tu vínculo trascendental. Existes de manera responsable, te conduces y participas hacia el más sublime potencial.
Haces arte al cuidarte y cultivarte de forma impecable.
Haces arte al aprender a descubrir la verdad.
Haces arte al mantenerte consciente, coherente, conectado a la vida.
Quien crea como medio para obtener a cambio algo de otros, no avanza en la dirección adecuada.
Es lógico y normal buscar alguna respuesta, pero eso debe ser secundario.
La ética es crucial.
Cuanta más conciencia, más cuidado se pone en todos los detalles.
No basta con que el propósito sea noble y significativo, también deben considerarse las posibles consecuencias de los materiales utilizados, o mil otras cosas.
La clave está en ser siempre auténtico y verdadero.
Comportarse de acuerdo a los valores esenciales.
La persona egoísta, evidencia su inmadurez en su comportamiento.
Nuestras obras tienen el sello de nuestra conciencia.
La calidad, está en quien adecuadamente busca crecer espiritualmente.
Los hechos hablan por sí solos.
Los energúmenos, se comportan como bestias y tienen nula idea de trascendencia.
Cualquier producto de semejantes descarriados, va a transmitir un mensaje abominable, de valores enfermos insostenibles.
Por supuesto, tal escoria no tiene ninguna posibilidad de prosperar en las conciencias despiertas. Pero ya hemos dicho que hay muchas personas medio en tinieblas, y más les vale despertar de una vez, o acabarán enredados en nocivas ponzoñas degenerantes.
En fin, que eso, feliz quien descubra la felicidad del creador y dé obras admirables y estimulantes.