Respira tú por mí.
Cómo dices?
Sí, que respires tú por mí, que esto de respirar es mu cansao y me quiero descansar un rato.
Muy bonito, hombre, pero para que tú te libres yo tengo que cargar con el doble.
A cambio te debo una.
No sé, no sé.
Venga, porfis.
Bueno, vale. Pero luego cambiamos, eh?
Y qué pasa luego?
Pasa que el poder que se delega es aprovechado para explotar a los subalternos. Pasa que la relación de dominación se acentúa y recrudece. Pasa la lucha de clases, el despotismo solapado, la pesadilla.
Cuando una sociedad se desentiende de su destino, paga un terrible precio por ello. Cuando una sociedad se irresponsabiliza de sí misma y delega en terceros, está sembrando la semilla de su opresión.
El aborregamiento conduce al pastoreo.
Al delegar se generan las clases sociales, se divide la sociedad en dirigentes y dirigidos. Que terminan convirtiéndose en malvados e ignorantes.
El poder sobre los demás corrompe porque no es verdadero ni legítimo y la única manera de ostentarlo es sometiendo al prójimo de continuo.
La tiranía no es un lujo, es la única manera de sostener lo insostenible.
El poder ilegítimo depende enteramente de que los súbditos te reconozcan como autoridad y acaten tu mandato.
Evidentemente, toda pretendida superioridad de unos sobre otros es totalmente ficticia. Es una mentira que ambas partes han decidido representar. Una farsa que no sobrevive a la verdad.
En cuanto cae el velo, en cuanto las personas despiertan, asumen su inalienable y auténtica soberanía y responsabilidad sobre su vida.
El juego de la explotación prosigue mientras los jugadores se mantienen fieles a sus papeles.
Lo que pasa es que todos quieren tener el papel bueno y nadie el malo. Así que los que mandan tienen que defender con uñas y dientes su posición. Y para contentar a los tontos de abajo les tienen que conceder alguna migaja que otra, alguna zanahoria para que estén entretenidos y no se quejen demasiado.
Este tira y afloja obliga a los de arriba a espabilarse y maquinar todo tipo de estrategias y triquiñuelas. Fatalmente, terminan ahondando en su lado más egoísta e inhumano, explotando su vena más mezquina y maligna.
Mientras tanto, los de abajo se atrofian y degeneran, por abandono de sus funciones en la toma de decisiones, etc. Se vuelven cada vez más lerdos y garrulos, más ignorantes, indolentes y egoístas.
En el fondo, no hay tanta diferencia entre unos y otros. Los vicios que afloran son similares. Tan solo cambia la forma de manifestarlos y espolearlos.
Un canalla es vil, tanto con medios como sin ellos.
Quizá el alcance y daño de sus acciones sea diferente, pero la raíz de su ignominia es igual de deleznable.
Debemos estudiar mejor la naturaleza. Aprender de los ejemplos de simbiosis y parasitismo. Para definir y establecer la organización que queremos. Qué permitir y cómo prevenir. Qué canalizar y cómo controlar.
Las diferencias de carácter de las personas no justifican este sistema abusivo y detestable. Debemos pulir y madurar nuestra noción de respeto y justicia. Nuestra noción de integridad y pertenencia. Nuestro amor y compromiso vital y existencial.
Persistir en lo opuesto es de necios.
La inmadurez alimenta la perfidia.
El miedo y la mentira son las principales herramientas de los malvados. Con ellas perpetúan su engaño y usurpan cuanto pueden y se les permite.
Su mensaje siempre es dañino y degradante. Su discurso busca y persigue imponer y remarcar su dominio y superioridad.
Dicen: Habéis estado viviendo por encima de vuestras posibilidades.
Os habéis permitido creer que erais libres, pero en realidad sois esclavos, nuestros esclavos. Ahora tenemos que corregiros, por vuestro bien. Para que no sufráis equivocados.
Debéis jurar sumisión y vasallaje incondicionales.
A cambio os otorgaremos nuestra gracia y clemencia.
Con cuentagotas, para que no os viciéis ni confiéis. Para que no se relaje ni rebaje vuestra servidumbre.
Es muy fácil, yo mando y tú obedeces.
Grábatelo a fuego y nos entenderemos bien.
Lo malo viene luego.
Cuando el ganado empieza a despertarse y revolverse, los de arriba se sienten intranquilos. Les entra el canguelo de que sea el fin definitivo de su negocio. Y eso no les hace ni pizca de gracia. Así que recurren a lo más radical y extremo.
A la desesperada, echan toda la carne en el asador y sacan la artillería pesada. Nunca el juego sucio fue más sucio. Nunca el veneno de los malvados fue más ponzoñoso. Literalmente.
Esta historia tiene que terminar, y para que termine debemos reaccionar adecuadamente.
El enemigo se llama miedo y mentira.
Y se vence mediante la verdad.
La información no puede seguir pasando por manos de los malvados, porque la manipulan y tergiversan a su interés.
Nosotros debemos asumir la responsabilidad de registrar y distribuir la verdad de manera directa, completa y fiable, para que podamos saber lo que hay, qué hacer, cómo y cuándo.
Para desenmascarar a los farsantes. Para inhabilitar y desacreditar a los villanos. Para terminar con todos los timos y estafas. Para expulsar el mal. Para recobrar nuestra libertad.
Para que no nos toreen ni entremos al trapo.
Para que lo intolerable no se tolere ya más.
Para que se acabe de una vez este circo de malvados e ignorantes.
Habrá que ir pensando en esto, o algo: http://dersony.blogspot.com/2014/04/los-ojos-del-pueblo.html
12 de octubre de 2014
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