"Sin amor no hay libertad, sino egoísmo que es el infierno."

aviso

Este blog no está recomendado para menores, así que tú mismo con tu mecanismo.

fin del aviso



20 de enero de 2014

pelo

Al principio empecé a ver pestañas.
Lo normal, alguna pestañita caída por cualquier lado.
Pero luego cada vez veía más. Y empecé a fijarme.
No es normal, no tengo tantas pestañas. No pueden ser mías.
Me miro al espejo y siguen ahí, igual que siempre.
Así que me dio la venada y lo limpié bien todo.
Al día siguiente ya no había más pestañas.
Pero empecé a notar bultitos. Tocara lo que tocara notaba lo mismo.
Es absurdo, tienen que ser mis dedos, que se han vuelto locos.
Pero no.
Es el piso el que está embrujado o yo qué sé.
Porque luego empezó a salirle barba a todo. Es delirante, no me voy a poner a afeitar los muebles ni las paredes.
Tú lo has visto? Tú has visto alguna vez bombillas con barba? Y tenedores? Es increíble, que ni te lo creerías. Tiene que ser un sueño, vamos. Eso es, o estoy soñando o estoy tarumba majara.
Pero el caso es que pasaban los días y aquello no dejaba de crecer.
Del techo colgaban pelos que no me dejaban ver por dónde andaba.
De los muebles resbalan cascadas de melenas.
Las paredes son puro tapiz peludo.
El suelo es una alfombra pilosa.
Me paso el día atando coletas.
El teclado es una selva que no me deja ver ni las letras. Y no digamos ya la pantalla, que parece codificada.
Lo que más me mosquea es lo del baño. A ver por qué tiene que salir solo aquí el pelo tan retorcido y rizado. Esto qué es, cachondeo o qué?
Al final no me quedó más remedio que tirar de tijeras como un loco y podar matas velludas a diestro y siniestro.
No veas la paliza. Llené varios contenedores y los vecinos venga a quejarse. Quemé lo demás en el patio y por poco me matan.
No me extraña, menuda zorrera se armó.
Total, que logré recuperar una cierta normalidad.
Pero el maldito pelo seguía creciendo. Y yo venga a cortarlo.
Y lo malo es que cada vez crecía más rápido el condenado.
No veas lo que deprime pegarte la soba padre y al poco ver cómo asoma y se va descolgando de nuevo.
Al final ya te rindes y que sea lo que dios quiera.
Pero es que a nada ya estás nadando entre masas que te inundan y ahogan. Superagobiante, ya te digo.
Total que me fui.
Y ya no he vuelto más.
No quiero ni saberlo.
Aunque un poco tonto sí fui. Podría haberlo vendido para pelucas. Seguro que alguien se está forrando.
Bah, mejor para él.
Lo que es yo, ni calvo. A mí ya no me ven el pelo.