Se me ocurrió que esta era una idea bastante sugerente, tanto que podría dar pie a más de una historia, así que he invitado a otros para explorarla y jugar con ella. Este es el resultado: (Si se te ocurre alguna otra historia que vaya de dinero literalmente negro y quieres que incluya aquí tu enlace, me avisas y lo añado.)
http://el-cognos-es-porno.blogspot.com/2013/03/dinero-negro.html
http://mumamel.blogspot.com/2013/02/especial-dinero-negro.html
http://dersony.blogspot.com/2013/03/dinegro-nero.html
1 de marzo de 2013
dinegro nero
Había un artista que quería hacer algo grande para llamar la atención y ganarse un nombre, porque lo de dormir en cajeros está bien pero al final te cansas.
Y se le ocurrió una acción reivindicativa que consistía en pintar por completo de negro los billetes con un rotulador permanente.
Ya lo estaba viendo, una montaña de billetes negros dominando la exposala y simbolizando toda la corrupción que nos rodea y corroe.
Y los visitantes podrían llevarse cuantos quisieran, a condición de reemplazarlos por billetes pulcros y legítimos.
Oh, hermosa metáfora poética. Oh, oh, cómo puedo ser tan genio.
El problema era de dónde sacar la pasta. Y cuánta haría falta para formar una montaña decente. Tendrían que ser billetes de cinco, claro, si no nadie querría cambiarlos. Y menuda currada pintarlos.
Además, la pasta que se iba a dejar en rotuladores, y lo mal que huelen los condenados, que una vez ya me tocó y todavía me acuerdo.
Tal vez con una máquina expendedora valdría. Metes tu billete y a cambio te lo devuelve teñido de negro. Hum, bastaría con modificar un poco el mecanismo, un par de rodillos bañados en tinta y, vualá, jeje.
Bah, menos complicación. Me pongo yo mismo en una mesa, con un cartel y el que quiera que se acerque y le pinto el billete.
Eso, eso. Será total, brutal, genial. Insuperable.
Pero espera, seguro que ningún galerista piojoso se presta a esto. Que les den, mejor en la calle. Radical.
Y así lo hizo, y entonces vio con pena y desilusión que la gente no pillaba la idea, que no picaban ni entraban al trapo.
Ineptos, obtusos, no veis el poder transmutador del arte, pobres esclavos ciegos. No tenéis conciencia, os mangonean por todos lados y ahí seguís, como borregos, y mientras yo aquí, tan por debajo de lo que debería.
Asco de gentuza.
Y se frustró y rabió y regresó a su vida animal e indigente. Pero la idea no se le iba de la cabeza. Y le daba vueltas y vueltas y algo tenía que hacer porque si no se iba a volver loco.
Total que cambió un poco el planteamiento.
Robó un traje de Santa Noel y lo tiñó entero de negro. Quería convertirse en una especie de guardián o superhéroe. Alguien que velara por el buen uso del dinero. Alguien que juzgara y separara a los buenos de los malos.
Has sido bueno? Has sido malo? Trae que te firmo el dinero. Esta es la prueba de que te has comportado.
Lo malo es que los adultos no son como los críos. No se dejan enseñar, y así mal, claro. Resultaba en extremo complicado y problemático. A las primeras de cambio terminaba en chirona, y entonces echaba de menos sus cajeros, lo que son las cosas.
De alguna manera, a base de probar y reflexionar, se iba dando cuenta de lo que buscaba y quería. En realidad el arte era un pretexto. En el fondo lo que el quería era desencadenar un cambio verdadero y significativo. Quería aportar una solución que sirviera y ayudara a todos con esto de la corrupción y tal.
No era ambicioso ni nada el tío.
Pero perseverante también era un rato. Y eso fue bueno, pues así llegó a iniciativas más interesantes.
Grabó un video donde explicaba su trayectoria de intentos y fracasos, lo subió al yutús y se hizo famoso.
Fueron sus quince minutos de gloria. El mundo entero se reía de él y de sus imbecilidades. Pero pasado el tiempo algo les quedó, un poso microscópico, minúsculo e insignificante, que latía en el fondo de sus cerebros, y ni se enteraban. Pero ahí estaba. Vivo. Creciendo.
Una gota más cerca de rebasar el vaso.
De pronto, las noticias ya no solo fastidiaban sino que también incomodaban. Ya no valía con ver la mierda reventar por todas partes y maldecir y protestar. Algo corría por las venas. Unas ganas tremendas de aplastar, machacar y triturar.
Entonces fue la brutalidad. Tristes sucesos sobre los que es mejor correr un velo.
La normalidad se resquebrajaba, se abrían precipicios por todas caras, sin avisar ni nada. Y si te pillaban en medio te jodías y la espichabas.
Esto por no haber hecho nada antes.
Pero no todo era así, por supuesto. Ya antes existían las gentes con conciencia. Los que se cuidaban y ocupaban de vivir de acuerdo a sus principios y respetos.
Así que las aguas revueltas traían mucho tormento y caos, pero también despabilaban a los atontaos. O te alineas con tu conciencia o al pozo que vas de cabeza.
Y ya el artista está contento que está, no por lo que hiciera o dejara de hacer, que a la postre fue más bien anecdótico e irrelevante, sino porque atinó a salvarse a sí mismo, y esa fue su mejor obra.
Al final se hartó de tanto luchar y bregar incomprendido y solo contra la marea, así que buscó y se marchó a un pueblecito acorde a sus ideas.
A la porra la oscuridad y los que se revuelcan en ella, este circo no va conmigo, ya me sé la función y no va a terminar nunca. Yo me piro vampiro y que se expriman entre sí hasta los huesos.
Así que allí conoció la paz y la dicha que dan la ética, la dignidad y la solidaridad. Y lo que es mejor, descubrió la moneda perfecta, el dinero incorruptible. Pero ahora no vamos a entrar en detalles, te asomas por ahí ya si eso.
Y se le ocurrió una acción reivindicativa que consistía en pintar por completo de negro los billetes con un rotulador permanente.
Ya lo estaba viendo, una montaña de billetes negros dominando la exposala y simbolizando toda la corrupción que nos rodea y corroe.
Y los visitantes podrían llevarse cuantos quisieran, a condición de reemplazarlos por billetes pulcros y legítimos.
Oh, hermosa metáfora poética. Oh, oh, cómo puedo ser tan genio.
El problema era de dónde sacar la pasta. Y cuánta haría falta para formar una montaña decente. Tendrían que ser billetes de cinco, claro, si no nadie querría cambiarlos. Y menuda currada pintarlos.
Además, la pasta que se iba a dejar en rotuladores, y lo mal que huelen los condenados, que una vez ya me tocó y todavía me acuerdo.
Tal vez con una máquina expendedora valdría. Metes tu billete y a cambio te lo devuelve teñido de negro. Hum, bastaría con modificar un poco el mecanismo, un par de rodillos bañados en tinta y, vualá, jeje.
Bah, menos complicación. Me pongo yo mismo en una mesa, con un cartel y el que quiera que se acerque y le pinto el billete.
Eso, eso. Será total, brutal, genial. Insuperable.
Pero espera, seguro que ningún galerista piojoso se presta a esto. Que les den, mejor en la calle. Radical.
Y así lo hizo, y entonces vio con pena y desilusión que la gente no pillaba la idea, que no picaban ni entraban al trapo.
Ineptos, obtusos, no veis el poder transmutador del arte, pobres esclavos ciegos. No tenéis conciencia, os mangonean por todos lados y ahí seguís, como borregos, y mientras yo aquí, tan por debajo de lo que debería.
Asco de gentuza.
Y se frustró y rabió y regresó a su vida animal e indigente. Pero la idea no se le iba de la cabeza. Y le daba vueltas y vueltas y algo tenía que hacer porque si no se iba a volver loco.
Total que cambió un poco el planteamiento.
Robó un traje de Santa Noel y lo tiñó entero de negro. Quería convertirse en una especie de guardián o superhéroe. Alguien que velara por el buen uso del dinero. Alguien que juzgara y separara a los buenos de los malos.
Has sido bueno? Has sido malo? Trae que te firmo el dinero. Esta es la prueba de que te has comportado.
Lo malo es que los adultos no son como los críos. No se dejan enseñar, y así mal, claro. Resultaba en extremo complicado y problemático. A las primeras de cambio terminaba en chirona, y entonces echaba de menos sus cajeros, lo que son las cosas.
De alguna manera, a base de probar y reflexionar, se iba dando cuenta de lo que buscaba y quería. En realidad el arte era un pretexto. En el fondo lo que el quería era desencadenar un cambio verdadero y significativo. Quería aportar una solución que sirviera y ayudara a todos con esto de la corrupción y tal.
No era ambicioso ni nada el tío.
Pero perseverante también era un rato. Y eso fue bueno, pues así llegó a iniciativas más interesantes.
Grabó un video donde explicaba su trayectoria de intentos y fracasos, lo subió al yutús y se hizo famoso.
Fueron sus quince minutos de gloria. El mundo entero se reía de él y de sus imbecilidades. Pero pasado el tiempo algo les quedó, un poso microscópico, minúsculo e insignificante, que latía en el fondo de sus cerebros, y ni se enteraban. Pero ahí estaba. Vivo. Creciendo.
Una gota más cerca de rebasar el vaso.
De pronto, las noticias ya no solo fastidiaban sino que también incomodaban. Ya no valía con ver la mierda reventar por todas partes y maldecir y protestar. Algo corría por las venas. Unas ganas tremendas de aplastar, machacar y triturar.
Entonces fue la brutalidad. Tristes sucesos sobre los que es mejor correr un velo.
La normalidad se resquebrajaba, se abrían precipicios por todas caras, sin avisar ni nada. Y si te pillaban en medio te jodías y la espichabas.
Esto por no haber hecho nada antes.
Pero no todo era así, por supuesto. Ya antes existían las gentes con conciencia. Los que se cuidaban y ocupaban de vivir de acuerdo a sus principios y respetos.
Así que las aguas revueltas traían mucho tormento y caos, pero también despabilaban a los atontaos. O te alineas con tu conciencia o al pozo que vas de cabeza.
Y ya el artista está contento que está, no por lo que hiciera o dejara de hacer, que a la postre fue más bien anecdótico e irrelevante, sino porque atinó a salvarse a sí mismo, y esa fue su mejor obra.
Al final se hartó de tanto luchar y bregar incomprendido y solo contra la marea, así que buscó y se marchó a un pueblecito acorde a sus ideas.
A la porra la oscuridad y los que se revuelcan en ella, este circo no va conmigo, ya me sé la función y no va a terminar nunca. Yo me piro vampiro y que se expriman entre sí hasta los huesos.
Así que allí conoció la paz y la dicha que dan la ética, la dignidad y la solidaridad. Y lo que es mejor, descubrió la moneda perfecta, el dinero incorruptible. Pero ahora no vamos a entrar en detalles, te asomas por ahí ya si eso.
Urganariz
Urganariz es uno que roba millones que si tienes millones te los roba y si no no pero a mi no me pode robar porque yo solo tengo la ucha de la poprina con la poprina que me dan los domingos mis papas por ser bueno que soy y no un robamillones como el Urganariz que es malo poreso y nadie le quierie ademas encima ca robao a los pueblos de los alcaldies y por suculpa aora somos todos pobres que somos y le van a meter en la carzel porque sa gastao ya todo que se lo merece y no le quedan mas millones ya que no y pa otra vez que no lo hiciera robao se siente.
tacto
Seguro que conoces algunos ejemplos de personas más tontas que las piedras. Habrás visto que su cortedad de entendederas les lleva a ser bestias, toscos, bastos, brutos. Su conciencia es tan escasa y limitada que no les alcanza para percibir claramente nada de lo que les rodea, ni siquiera de ellos mismos. La vida de alguien así es una continua serie de accidentes y despropósitos, una tragedia triste y desdichada donde a cada momento sufre y padece a causa de su pobre condición interior. Es prisionero de su ignorancia, que paga con creces en sus carnes. Tormento que comparte y transmite a los que le rodean de la manera más ruda y cruda.
Para decirlo en pocas palabras, carece de tacto.
El tacto es una cualidad notable que acompaña al nivel de conciencia. Así pues, nuestro interés, si es que aspiramos a crecer y desarrollarnos en la dirección adecuada, pasa por atender y considerar esta cualidad.
Va desde la garrulidad o garrulosidad del troglodita con su sotabastos hasta la minuciosidad y precisión del relojero.
Si examinamos nuestra historia y nuestra situación actual, vemos que hay importantes carencias, ausencias y lagunas en este sentido. Podemos decir que nuestra sociedad presenta rasgos que precisan mayor elaboración.
Nada es casualidad. El materialismo, el egoísmo y la corrupción son producto de una falta de conciencia y educación. Ha habido una dejadez y una omisión de responsabilidad social colectiva. Ha habido una reacción contraria frente a los modelos anticuados que encarnaban nuestros antepasados directos.
En cierta medida es comprensible que así haya sido. Durante algún tiempo las generaciones han sido cadena de transmisión de valores opresivos y limitadores. Hemos querido escapar del yugo y sometimiento para caer en otro extremo parecido o peor.
A pesar de todo, se han dado pasos importantes y se han alcanzado logros considerables. Ahora el despertar de la conciencia parecería casi ineludible.
Hoy nuestro deseo es la transparencia. Y mucho podemos hacer al respecto.
La información nos abre los ojos y nos da entendimiento, comprensión, discernimiento, capacidad, poder, conciencia. Indudablemente la situación actual es absolutamente propicia, nunca ha habido mayor cantidad y disponibilidad de información.
Ahora es momento de aprender a manejarnos y desenvolvernos bien en este medio. La verdad esta ahí fuera, la verdad esta ahí dentro de ti. Encuéntrate, recupera tu centro y equilibrio, aprende a aprender, fluye y navega, rema y crea, cree y madura.
El avance en tu vida será evidente y significativo.
Ahora bien, no solo la existencia individual requiere de esto. Está el problema que tenemos montado alrededor. El poder, los abusos, los engaños, la corrupción, etc.
La justicia puede mejorar grandemente con algunos cambios relativamente sencillos. El primer paso es la digitalización. La información de los procesos debe ser, cuando así se pueda, pública y accesible, actualizada en tiempo real.
La justicia nos incumbe a todos, todos podemos y debemos implicarnos y participar en su buena aplicación. Cualquiera tiene que poder aportar su granito de arena, mediante prueba, testimonio o intervención pertinentes, en todo proceso abierto, sin necesidad de tener que ser requerido para ello. Por supuesto, con una responsabilidad personal asociada a ello.
Otro paso sería proporcionar al ciudadano común herramientas de registro y documentación fiables y funcionales, esto es: un simple programa para el móvil, que garantice la inalterabilidad de las grabaciones efectuadas con el mismo. Aportes que podrían ayudar considerablemente en la dilucidación de las causas.
Como se ve, estas mejoras consisten en ampliar y actualizar el concepto y la institución, los métodos y procedimientos, la filosofía y la estructura.
Los casos de corrupción claramente requieren un protocolo especial. Nada más aceptarse a trámite el caso, el sospechoso debe quedar bajo disposición y custodia de la autoridad, aislado completamente, condición de la que no se librará bajo ningún concepto hasta la total resolución del asunto.
El abogado defensor no aparecerá ni intervendrá hasta que no lo determine el juez.
La colaboración del acusado será determinante para la pronta resolución y restauración de su libertad. Deberá dar detallada y pormenorizada cuenta de todo lo ateniente al caso. El juez podrá servirse de los instrumentos que crea necesarios para la evaluación de la veracidad de las declaraciones. No se aceptará la mínima incoherencia, omisión ni falsedad. Ningún punto quedará sin su debido esclarecimiento. El tiempo que se extienda la causa podrá ser infinito si así lo estima oportuno el encausado.
Eso sí, todo con el mayor tacto y respeto, dejando patente testimonio de cada instante y movimiento.
Para decirlo más claro, el corrupto es culpable mientras no demuestre lo contrario, y la privación de su libertad se le aplica antes y mientras no se resuelva el caso.
Obviamente el inocente sabrá solventar clara y raudamente el equívoco, sin mayor repercusión para su cotidianidad. Pasando al instante la justicia a examinar al autor del infundio.
Sin embargo, esto puede quedarnos todavía un poco lejos. Tal vez sería más interesante comenzar los cambios por las penas, antes que por los procesos mismos.
La pena de cárcel es a todas luces pobre y limitada. No supone verdadera reparación ni para el preso ni para la sociedad.
Mejor sería si: Al corrupto culpable se le mantiene completamente inmovilizado y aislado con un seguimiento de todas sus constantes vitales, actividad cerebral, etc. Se le induce a una relajación profunda y se trabaja sobre su persona a todos los niveles hasta que aflore voluntariamente su confesión de la verdad.
Aquí pueden intervenir abundantes y variadas técnicas, para nada violentas ni agresivas, todo lo contrario. Se trata de restituir el equilibrio propio del sujeto para que sea capaz de procesar y asimilar por sí mismo sus actos y consecuencias.
Llegados a este punto, el sujeto hará una declaración pública en la que explicará abundante y minuciosamente todo su comportamiento malintencionado con pelos y señales, reconociendo su responsabilidad y detallando las acciones tomadas y por tomar para la compensación de sus actos.
Tras lo cual se le devolverá la libertad, con algunas posibles limitaciones en cuanto a movilidad internacional o manejo de divisas y finanzas, según se considere.
Por supuesto, se puede hacer mucho más para una efectiva rehabilitación, pero tampoco vamos a enrollarnos más ahora.
Lo importante a destacar es que, con este acto de confesión, toda la sociedad aprende una importante lección. Todos tenemos que aprender sobre los puntos negros del sistema que precisan especial atención y vigilancia. Todos tenemos que comprender a la persona, la calidad o pobreza de sus decisiones, sus motivaciones y el resultado de su esfuerzo y enredos.
Todos tenemos que aprender que el que elige el mal luego deberá pasar por la pública exposición de su mala decisión.
Se trata de darnos cuenta del sensible equilibrio entre individuo y sociedad del que depende el buen curso de nuestro sistema. Pues cuando nos propasamos o descuidamos en un sentido o el otro, obtenemos la justa reacción opuesta y contraria.
El maltrato, la represión, el desprecio, la criminalización salvaje del conjunto o las partes, llevan a la sociedad y al individuo a buscar salidas desesperadas al precio que sea.
El daño está servido. Quien siembra tormentas recoge monstruos.
Esta historia de buenos y malos nos está costando muy cara a todos. Sería oportuno ampliar nuestro vocabulario, encontrar mayor delicadeza y tacto a la hora de comprender y empatizar con el prójimo y cuanto nos rodea. Como iguales.
Competir no lleva a nada bueno. Mucho tenemos que corregir en nuestra cultura y mentalidad para salir del pozo que nos hemos creado.
La reintegración ha de ser conjunta. La sociedad acepta y reconoce el pago cuando se subsana el daño. La persona percibe el perdón y se da la oportunidad de empezar de nuevo.
Ya lo ves, todo idílico que te mueres. Y suena casi a fantasía, pero no lo es. La conciencia, la inteligencia, el tacto pueden esto y mucho más.
Es hora de examinar qué estoy haciendo con mi tiempo y energía. Es acertado? Es suficiente?
Tal vez no estamos siendo todo lo maduros y sensatos que podríamos y deberíamos.
Adónde lleva el debate estéril? A dónde el grito y la protesta?
Faltan herramientas? Reclamas estructuras?
Comienza tú un camino. Abre una senda alternativa.
Dónde está tu poder de decisión? Dónde tu acción clara y útil?
Quién emprende y sustenta las dinámicas integradoras?
Quién reempodera su vida y asume la responsabilidad de su destino?
Cuánto esfuerzo y dedicación?
Cuánto tiempo y atención?
Cómo? Cuándo?
Eo?
Para decirlo en pocas palabras, carece de tacto.
El tacto es una cualidad notable que acompaña al nivel de conciencia. Así pues, nuestro interés, si es que aspiramos a crecer y desarrollarnos en la dirección adecuada, pasa por atender y considerar esta cualidad.
Va desde la garrulidad o garrulosidad del troglodita con su sotabastos hasta la minuciosidad y precisión del relojero.
Si examinamos nuestra historia y nuestra situación actual, vemos que hay importantes carencias, ausencias y lagunas en este sentido. Podemos decir que nuestra sociedad presenta rasgos que precisan mayor elaboración.
Nada es casualidad. El materialismo, el egoísmo y la corrupción son producto de una falta de conciencia y educación. Ha habido una dejadez y una omisión de responsabilidad social colectiva. Ha habido una reacción contraria frente a los modelos anticuados que encarnaban nuestros antepasados directos.
En cierta medida es comprensible que así haya sido. Durante algún tiempo las generaciones han sido cadena de transmisión de valores opresivos y limitadores. Hemos querido escapar del yugo y sometimiento para caer en otro extremo parecido o peor.
A pesar de todo, se han dado pasos importantes y se han alcanzado logros considerables. Ahora el despertar de la conciencia parecería casi ineludible.
Hoy nuestro deseo es la transparencia. Y mucho podemos hacer al respecto.
La información nos abre los ojos y nos da entendimiento, comprensión, discernimiento, capacidad, poder, conciencia. Indudablemente la situación actual es absolutamente propicia, nunca ha habido mayor cantidad y disponibilidad de información.
Ahora es momento de aprender a manejarnos y desenvolvernos bien en este medio. La verdad esta ahí fuera, la verdad esta ahí dentro de ti. Encuéntrate, recupera tu centro y equilibrio, aprende a aprender, fluye y navega, rema y crea, cree y madura.
El avance en tu vida será evidente y significativo.
Ahora bien, no solo la existencia individual requiere de esto. Está el problema que tenemos montado alrededor. El poder, los abusos, los engaños, la corrupción, etc.
La justicia puede mejorar grandemente con algunos cambios relativamente sencillos. El primer paso es la digitalización. La información de los procesos debe ser, cuando así se pueda, pública y accesible, actualizada en tiempo real.
La justicia nos incumbe a todos, todos podemos y debemos implicarnos y participar en su buena aplicación. Cualquiera tiene que poder aportar su granito de arena, mediante prueba, testimonio o intervención pertinentes, en todo proceso abierto, sin necesidad de tener que ser requerido para ello. Por supuesto, con una responsabilidad personal asociada a ello.
Otro paso sería proporcionar al ciudadano común herramientas de registro y documentación fiables y funcionales, esto es: un simple programa para el móvil, que garantice la inalterabilidad de las grabaciones efectuadas con el mismo. Aportes que podrían ayudar considerablemente en la dilucidación de las causas.
Como se ve, estas mejoras consisten en ampliar y actualizar el concepto y la institución, los métodos y procedimientos, la filosofía y la estructura.
Los casos de corrupción claramente requieren un protocolo especial. Nada más aceptarse a trámite el caso, el sospechoso debe quedar bajo disposición y custodia de la autoridad, aislado completamente, condición de la que no se librará bajo ningún concepto hasta la total resolución del asunto.
El abogado defensor no aparecerá ni intervendrá hasta que no lo determine el juez.
La colaboración del acusado será determinante para la pronta resolución y restauración de su libertad. Deberá dar detallada y pormenorizada cuenta de todo lo ateniente al caso. El juez podrá servirse de los instrumentos que crea necesarios para la evaluación de la veracidad de las declaraciones. No se aceptará la mínima incoherencia, omisión ni falsedad. Ningún punto quedará sin su debido esclarecimiento. El tiempo que se extienda la causa podrá ser infinito si así lo estima oportuno el encausado.
Eso sí, todo con el mayor tacto y respeto, dejando patente testimonio de cada instante y movimiento.
Para decirlo más claro, el corrupto es culpable mientras no demuestre lo contrario, y la privación de su libertad se le aplica antes y mientras no se resuelva el caso.
Obviamente el inocente sabrá solventar clara y raudamente el equívoco, sin mayor repercusión para su cotidianidad. Pasando al instante la justicia a examinar al autor del infundio.
Sin embargo, esto puede quedarnos todavía un poco lejos. Tal vez sería más interesante comenzar los cambios por las penas, antes que por los procesos mismos.
La pena de cárcel es a todas luces pobre y limitada. No supone verdadera reparación ni para el preso ni para la sociedad.
Mejor sería si: Al corrupto culpable se le mantiene completamente inmovilizado y aislado con un seguimiento de todas sus constantes vitales, actividad cerebral, etc. Se le induce a una relajación profunda y se trabaja sobre su persona a todos los niveles hasta que aflore voluntariamente su confesión de la verdad.
Aquí pueden intervenir abundantes y variadas técnicas, para nada violentas ni agresivas, todo lo contrario. Se trata de restituir el equilibrio propio del sujeto para que sea capaz de procesar y asimilar por sí mismo sus actos y consecuencias.
Llegados a este punto, el sujeto hará una declaración pública en la que explicará abundante y minuciosamente todo su comportamiento malintencionado con pelos y señales, reconociendo su responsabilidad y detallando las acciones tomadas y por tomar para la compensación de sus actos.
Tras lo cual se le devolverá la libertad, con algunas posibles limitaciones en cuanto a movilidad internacional o manejo de divisas y finanzas, según se considere.
Por supuesto, se puede hacer mucho más para una efectiva rehabilitación, pero tampoco vamos a enrollarnos más ahora.
Lo importante a destacar es que, con este acto de confesión, toda la sociedad aprende una importante lección. Todos tenemos que aprender sobre los puntos negros del sistema que precisan especial atención y vigilancia. Todos tenemos que comprender a la persona, la calidad o pobreza de sus decisiones, sus motivaciones y el resultado de su esfuerzo y enredos.
Todos tenemos que aprender que el que elige el mal luego deberá pasar por la pública exposición de su mala decisión.
Se trata de darnos cuenta del sensible equilibrio entre individuo y sociedad del que depende el buen curso de nuestro sistema. Pues cuando nos propasamos o descuidamos en un sentido o el otro, obtenemos la justa reacción opuesta y contraria.
El maltrato, la represión, el desprecio, la criminalización salvaje del conjunto o las partes, llevan a la sociedad y al individuo a buscar salidas desesperadas al precio que sea.
El daño está servido. Quien siembra tormentas recoge monstruos.
Esta historia de buenos y malos nos está costando muy cara a todos. Sería oportuno ampliar nuestro vocabulario, encontrar mayor delicadeza y tacto a la hora de comprender y empatizar con el prójimo y cuanto nos rodea. Como iguales.
Competir no lleva a nada bueno. Mucho tenemos que corregir en nuestra cultura y mentalidad para salir del pozo que nos hemos creado.
La reintegración ha de ser conjunta. La sociedad acepta y reconoce el pago cuando se subsana el daño. La persona percibe el perdón y se da la oportunidad de empezar de nuevo.
Ya lo ves, todo idílico que te mueres. Y suena casi a fantasía, pero no lo es. La conciencia, la inteligencia, el tacto pueden esto y mucho más.
Es hora de examinar qué estoy haciendo con mi tiempo y energía. Es acertado? Es suficiente?
Tal vez no estamos siendo todo lo maduros y sensatos que podríamos y deberíamos.
Adónde lleva el debate estéril? A dónde el grito y la protesta?
Faltan herramientas? Reclamas estructuras?
Comienza tú un camino. Abre una senda alternativa.
Dónde está tu poder de decisión? Dónde tu acción clara y útil?
Quién emprende y sustenta las dinámicas integradoras?
Quién reempodera su vida y asume la responsabilidad de su destino?
Cuánto esfuerzo y dedicación?
Cuánto tiempo y atención?
Cómo? Cuándo?
Eo?
pagar por existir
Cuántos grados de separación hacen que una persona se considere culpable o inocente respecto a cualquiera de sus acciones u omisiones?
Por ejemplo, quien compra un diamante, qué parte de responsabilidad recibe o repercute sobre sí? Y en qué manera?
Objetivamente no es fácil precisarlo ni sopesarlo. Son muchas las circunstancias que intervienen y participan a lo largo de toda la cadena.
Pero si se examina desde la conciencia, la cosa cambia.
Esta es la diferencia entre materialismo y ética. Es fácil cerrar los ojos y errar, limitarse a lo inmediato. Te evitas un montón de dudas y problemas. Aparentemente.
Vivir limitado a la materia tiene como consecuencia una conciencia muy pobre, un pensamiento muy rudimentario que se traduce en actitudes y comportamientos torpes y perniciosos.
Para alguien así todo son cosas, cosas vivas o inertes, le es indiferente. La ausencia de escrúpulo y empatía permite que el ser se deforme y monstrualice, realizando las prácticas más aberrantes y deleznables.
Materialismo y egoísmo son inseparables, no pueden existir independientemente, pues ambos son consecuencia recíproca y mutua entre sí. La alienación se debe a una visión corta y primitiva de la vida. Una conciencia primaria y elemental. La insolidaridad y la amoralidad dan carta blanca a todo tipo de perversiones y excesos.
La cuestión es, esta insensibilidad es elegida o involuntaria?
El infierno es accidental o merecido?
Bueno bueno, no nos embarullemos tan pronto.
Resulta que el otro día vi un reportaje en la tele sobre el lío que se está montando con el panadero ese que vende pan tirado de precio. Muy interesante. Y me han surgido algunas reflexiones que paso a compartir.
El problema es la conciencia. Siempre es lo mismo.
Resulta que detrás de una iniciativa aparentemente tan ingeniosa y revolucionaria hay serias turbiedades inquietantes.
Pero los pobres no ven.
No hay peor miseria que la de espíritu. No hay mayor ceguera que la que impide ser y estar con plena lucidez y prestancia. Eso que llamamos consciencia o como se quiera, lo que nos diferencia de la bestialidad.
De dónde viene pues esta preciada cualidad? El contexto, la sociedad y la cultura juegan un papel importante en su desarrollo. Pues es en la formación del ser donde la conciencia se modula y configura.
No es que la educación la garantice, pero ayuda grandemente. Sin embargo, todo depende de la voluntad, la intención y la dirección en que uno se orienta. Porque los parásitos bien que se forman, pero para joder mejor.
La lacra del materialismo, en su perfidia, cortedad e inmediatez, trae y supone una larga serie de desastres y penalidades que se reparten y distribuyen entre todos nosotros, a cada uno lo que le corresponde, más o menos.
Claro, la historia no es nueva, así tenemos que existen clases.
Y nuestro sistema está diseñado para provecho y beneficio de unos pocos, a costa de muchos. Así estamos como estamos.
Y esto del pan es una novedad, otra perversa vuelta de tuerca que suma y sigue a la infinita lista de indignas indecencias, indecentes indignidades, intolerables.
Como nos encontramos en un momento de profunda transformación, resulta que los acaparadores se ven privados de sus canales habituales de suministro de dinero, el alimento de su poder, y se buscan otros nuevos.
Así seguirán mientras la pasividad colectiva se lo permita. Y más nos vale enterarnos y movilizarnos, llevar el baile por donde queremos, porque si no mal te veo.
Ya que la clase media está en vías de desaparición, ellos, la carroña, apuntan más abajo, a lo básico y elemental.
No importa que el pan deje una miseria de ganancia, lo que importa es copar y dominar el mercado. Granito a granito se forma una montaña, sobre todo si van a parar al mismo bolsillo.
Siempre es la misma historia. Al poder no le gusta que el dinero ande disperso, ni por libre. Cuesta demasiado robarlo y casi no sale a cuenta.
Fíjate que el dinero es una herramienta brillante, pero hemos permitido que los intermediarios, que ni siquiera deberían ser necesarios, se apropien de los circuitos y modulen su funcionamiento, adueñándose de lo que les conviene y apetece.
Total, que su codicia y apetito son insaciables, ya que de eso viven y se sustentan, y no con humildad precisamente. Así que van a saco. No les importa una mierda nada, casi ni se molestan en guardar las apariencias. Llevan tanto tiempo en su posición, tienen tan asumido el papel, que robar es su derecho y obligación.
Lo esencial no ha cambiado nada desde la Edad Media. Seguimos siendo lacayos de los señores, que se van turnando y relevando en nuestro pastoreo. Su sentido de superioridad y propiedad sobre el ganado está más que claro. Solo desde ese distanciamiento y desprecio se pueden urdir estas tramas de manipulación, engaño y explotación sobre la masa.
La masa no se entera ni de dónde le vienen los palos, ni ve que con un gesto tan simple e inocente como el de comprar pan está pagando un impuesto diario a su amo. Está alimentando al monstruo que le aplasta y oprime. Un tributo minúsculo y soterrado, casi insignificante aparentemente, pero escandaloso e intolerable si lo vemos en conjunto. Más aún cuando ni siquiera proviene de los estamentos oficiales.
Mira el ansia de poder que roe a los pparásitos (epa, vaya errata más tonta, la voy a dejar, que me ha hecho gracia), que buscan sacar tajada de donde sea y como sea, porque sí, porque yo lo valgo. El sistema no es más que un abanico de oportunidades para robar más y mejor. Ellos se cuelan por donde pueden y les dejamos, y venga a chupar de los tontos.
El problema invade no solo los organismos oficiales, sino toda estructura estratégica susceptible de rendir buenos puñados que llevarse a los bolsillos.
Mucho de lo que hacemos y cómo vivimos contribuye a reforzar todo esto. El hombre es un cáncer para el hombre, sobre todo cuando adopta el materialismo como razón de su existencia.
Ve que nuestro sistema es una parodia de lo que podría o debería ser. Nuestras instituciones son una versión grotesca y deforme de lo que supuestamente representan. Vivimos sumidos en una distorsión que nace y se debe a nuestra escasa y deficiente conciencia. Un esperpento inmaduro y absurdo.
Cuando hablamos de conciencia y responsabilidad se da un interesante debate sobre dónde, qué o a quién reclamar. Es el individuo o es la sociedad? Es la estructura o son sus componentes?
Son diferentes caminos con diferente nivel de dificultad. Hasta donde puedo entender, la vía personal parece más sensata y practicable. Al menos para empezar, sin perder de vista tampoco lo otro.
Nada de lo que hoy vemos sería como es si hubiéramos puesto cuidado y atención en cada acto y a cada momento. Y el cambio a realizar es este mismo.
Vale, lo hemos hecho muy mal durante mucho tiempo, ahora es momento de rectificar y no de quedarnos atascados y atrapados en quejas y lamentos estúpidos.
Comienza por tu vida.
Esta indigna montaña de inmundicia y horror se ha formado con la ayuda y colaboración de todos. Por activa y por pasiva.
Es curioso los que denuncian a toro pasado los abusos e irregularidades. Dónde estaba tu dignidad cuando debiste significarte y mantenerte íntegro?
Escoria en vías de redención.
En fin, es lo que hay, peor son los que tragan y tragan sin límite.
O el grotesco asunto de los bebés robados.
Joder, tan zombificados hemos estado, tan idiotizados y anulizados, como dicen los de allende, que era más fácil robarnos que quitarle a un crío un caramelo, no me fastidies. Ya podemos ir despertando, pero bien.
Algunos tienen un papel más protagonista y destacado en todo esto y otros uno más discreto, pero es la suma lo que da estos resultados. Cada uno pagará por sus actos a su debido tiempo, mientras tanto hay mucho que nos atañe y repercute, así que más nos vale ir reparando y subsanando nuestros malos usos y costumbres, en la medida de lo posible.
Los opresores son burros que se están desquitando y los oprimidos son burros que a la que puedan les pagarán con la misma moneda. Tú me empujas a mí y yo te empujo a ti. Este es un juego embrutecedor, una dinámica brutal que machaca y aplasta a todo y a todos, porque no somos lo suficiente maduros como para elevarnos y sacarnos de una existencia tan destructiva.
La degradación es una condición. El degenerado siempre está a tiempo de comenzar su salvación. A las puertas del cielo, sin darse ni cuenta de ello.
A cada segundo se te sirve en bandeja una elección para que decidas. Pasito a pasito determinas tu destino.
Lo interesante del caso este del pan es que estamos asistiendo en directo al nacimiento de un nuevo engaño. Esto nos da ocasión para reaccionar a tiempo, antes de que empeore y se complique.
Es una cuestión de conciencia.
Está la conciencia de los parásitos, está la conciencia de los sometidos y está la conciencia de los despiertos.
Un pulso a tres bandas.
Y el campo donde miden sus fuerzas abarca toda la realidad. Nace en las creencias, pasa por las ideas, los valores, los principios, las palabras, las acciones, etc.
La información nos permite considerar y contemplar buena parte de todo el espectro. La información forma, en ambos sentidos, de dentro a fuera y de fuera a dentro. Es una poderosa herramienta, pero según cómo se utilice libera o aprisiona.
Cada uno presenta y representa su visión y versión de las cosas, y de acuerdo a cómo se reciba, los demás reaccionan en sintonía o no.
La masa tiene en gran medida atrofiada su capacidad de procesamiento y asimilación de la información, principalmente por dejadez y desidia. El receptor pasivo desaprende y olvida lo esencial, que la información no es un asunto ajeno y externo. Pensar, meditar y reflexionar son funciones que la vida nos ha dado para algo, no para tenerlas de adorno.
Todo lo que no aprende uno por sí mismo queda expuesto a ser manipulado por los eventos y los elementos.
Cada vez que interactuamos y nos relacionamos estamos intercambiando esquemas mentales y a su vez nuestros esquemas interactúan y establecen relaciones entre sí. El problema es cuando nuestra conciencia es insuficiente, pues entonces no estamos lo bastante presentes como para percatarnos de eso que está teniendo lugar. Así, es muy fácil colarnos todo tipo de engaños y falacias.
A un nivel muy sutil se produce una silente negociación entre las posturas confrontadas. A cada segundo tu ser consiente y se doblega, transige y se somete, asumes y adoptas tu papel de siervo y esclavo. Y llegas a tal condición porque compartes y resuenas con la base de fondo. Pones en la balanza los pros y los contras y encuentras que así ya te esta bien, porque tu conciencia no se ha aventurado a examinar con verdadera profundidad todo el asunto. Juegas a lo mismo que los demás, lanzas un vistazo superficial y dices: Bueno, no está tan mal, claro que hay problemas, pero tampoco puedo cambiar el mundo. MEEEC! Error. Te engañas a ti mismo, te escudas en vacuos pretextos y vanas excusas. La triste verdad es que no te interesa asumir la suficiente conciencia como para afrontar la realidad, pues ello acarrea abundante responsabilidad, incertidumbre e incomodidad. Así, entre todos mantenemos y sostenemos este sistema horrendo y perverso.
Se entiende que suceda, pues la vida tiende a organizarse en sistemas para una mejor existencia, desarrollo y exploración de sus capacidades. Esta organización es siempre dinámica y cambiante, fluyendo y adaptándose con las circunstancias de cada instante. El hombre imita a la naturaleza, pero le falta todavía mucho por aprender, de ahí que nuestros sistemas sean tan deficientes y perjudiciales, sobre todo por los apegos, la mala distribución y la falta de cuidado y mesura.
Nuestro constante conflicto está en la relación individuo-sociedad. Hay un enorme miedo a la soledad y un enorme miedo a la privación de la libertad individual. Pero por encima de todo hay un inmenso miedo al miedo. Esto hace que la mayoría se incline por el mal menor, la servidumbre, sacrificando la libertad necesaria para la realización del ser. De paso, los trepas se sirven de todo esto para ostentar y legitimar su privilegio y autoridad.
En el fondo todos buscamos lo mismo, pero no atinamos a calibrar adecuadamente el equilibrio necesario para que no se produzca el abuso ni el descontrol. En buena medida nos debemos al prójimo, solo que se han de encontrar las formas y maneras de conciliar nuestros acuerdos, espacios, tiempos y disparidades.
Cuando un tirano reina sobre millones de ignorantes la culpa es de todos. A todos corresponde despertar y adoptar otro modelo más avanzado, a su debido tiempo. Toda transformación nace de lo profundo del ser, la revolución comienza en la conciencia. Estamos juntos porque compartimos y nos une una idea. Pero las ideas van cambiando y progresando. Si el sistema no acompaña ese cambio, llega un momento en que se queda sin sustento y se desmorona. De pronto los dirigentes pierden su capacidad de liderazgo, desaparece su magia, su efecto e influencia, se quedan sin palabras, autoridad ni recursos para continuar en su puesto.
Entonces y siempre la sociedad puede y debe intervenir y participar en la actualización y renovación del sistema y su organización. Unos ayudan a desescombrar y apartar lo sobrante, y otros ayudan a proyectar y levantar lo pertinente. Así lo viejo desaparece y deja paso a lo nuevo.
Entendiendo esto, la situación actual se ve con otros ojos. Es temporada de caza al corrupto. Y todos tenemos que aportar nuestro granito de arena por distintas vías, iniciativas y acciones. Así les evitaremos el bochornoso espectáculo de sus ridículas patrañas absurdas.
Un portavoz de corruptos que emite una sarta de balbuceos incoherentes es una llamada de auxilio y socorro. No hay que quedarse de brazos cruzados sino tomar medidas hasta que esa persona encuentre su camino de regreso a la realidad y escupa la jodida verdad de una vez por todas, tal vez pasando una temporadita de retiro espiritual a la sombra, para que pueda recomponer su maltrecha y deteriorada conciencia.
Es por esto que hay que estar atentos y reaccionar raudos, sin dudar ni un segundo. Nada debe caer en saco roto. No se puede dejar pasar ni una sola oportunidad. La indignidad se corrige siendo digno. Si no sale de la propia persona, para eso están los demás. Si dejamos que se vaya de rositas como si nada, todos salimos perdiendo. Nuestra conciencia colectiva debe hacernos responsables hasta el punto de que nos resulte imposible desentendernos ni un solo momento de este tipo de cuestiones y detalles.
Ante la imbecilidad cotidiana con la que supuestamente los corruptos justifican lo injustificable, a la sociedad le corresponde inundarlos a demandas y serios requerimientos sin tregua ni descanso. Y la justicia hará bien en priorizar la rápida resolución de estos asuntos, antes de que la cosa pase a mayores. Pero espera, que con las tasas tampoco quieren que vayamos por ahí, pues habrá que buscar otro camino, y no sé si será peor...
Se podría decir que el rescate más importante que se precisa es el de la política por parte de la sociedad. Está en nuestras manos, no depende de nada que no seamos nosotros mismos. La clase política parece haber olvidado sus obligaciones y frente a quién rinde cuentas, igual hay que refrescarle un poquito la memoria.
La paradoja de esta situación de abuso masivo y desmedido de los parásitos es que también ayuda al despertar de los exprimidos. El mal sirve al bien incluso sin pretenderlo. Y el bien sirve al mal aun cuando no lo quiere. Cuando el oprimido reclama ante su opresor que cambie de conducta, sigue reforzando la transmisión y delegación de poderes, el dominio y mandato bajo el que se somete. No deja de ser patético a la par que entrañable el vasallo, en un gesto tal de fidelidad y cobardía.
Esto es un poco como en el kárate, los luchadores desvían y aprovechan la energía de su contrincante. En esta historia del bien y el mal nunca hay un claro vencedor pues su oposición se debe a un único eje de polaridad. Sus energías se igualan y compensan mutuamente entre sí. Por eso la conciencia liberadora es la que integra los extremos y encuentra el equilibrio.
Pasa lo mismo con esa estúpida manía de medir a ver quién ha ganado un debate entre posturas antagónicas. Pregunta que no puede ser más estéril, pues el sentido del debate no es ese sino lo que se pueda encontrar y sacar en limpio a través de él, que viene a ser nada cuando los que lo llevan a cabo son unas sabandijas miserables.
Y la disparidad de actitudes y opiniones frente al sistema y la vida siempre van a estar ahí. A nosotros nos corresponde madurar nuestro pensamiento para trascender este monopolio bicéfalo de inutilidad y desgracia que cargamos y llevamos.
Volviendo a lo de los esquemas mentales. Hay todo un arte detrás de estas estrategias, en el diseño de los esquemas, la manera de presentarlos e introducirlos en el otro para que los asimile y adopte inadvertidamente. Toda una alquimia psíquica que los farsantes manejan con bastante pericia y soltura, aunque también se les adivinan las intenciones a la que te fijas un poco.
Y ya está bien de hacer de público pasivo para estos magos de la trampa y estafa, ya está bien de ser las víctimas propiciatorias para estos ilusionistas de pacotilla, mangantes y usurpadores.
Si yo te cuento que he tenido la feliz inspiración de abaratar el pan y tu te lo crees, me aplaudirás entusiasmado. El problema viene cuando te paras a pensarlo y quieres conocer un poco más a fondo el asunto. Porque el engaño y la mentira dependen de la opacidad. Esto es una garantía infalible. En las sombras se esconden las cucarachas. La clase parásita adora las tinieblas, propias y ajenas. Lo vemos a todas horas y cada día.
Así pues, apenas intuimos leves indicios, pero el camino al que apuntan no es demasiado alentador que digamos.
Ante esto, qué hacer?
Conciencia. Si tienes conciencia empléala y aplícala donde y como mejor puedas. Hace falta más didáctica, diálogo y transparencia. El mal prolifera gracias a la dejadez del bien.
Los malos nos venden sus falsas promesas porque tenemos oxidados los hábitos de análisis y reflexión. La capacidad de interacción, implicación y participación con lo que nos rodea.
Hace falta un permanente examen de conciencia, bien aplicado y orientado. Pues es desde el equilibrio interno que se comprende la situación y el contexto y podemos conectar y relacionar mejor.
Hay mucho por mejorar.
Por ejemplo, los medios de comunicación.
Hay que reconocer la destacada labor que están desempeñando algunos medios para hacer llegar lo oculto hasta la sociedad. Pero al mismo tiempo dependen y se deben a su propia angustia existencial. La presión que soportan solo encuentra algunos pocos cauces de salida. Cabe preguntarse si el servicio es verdadero o forzado. Actuarían igual sin el apremio del sustento?
A pesar de toda la valentía y arrojo, hay notables carencias en el tratamiento y procesamiento de la información. Las tertulias y debates son el más claro ejemplo. Se produce un análisis pobrísimo y limitadísimo, inútil y estéril casi en su totalidad.
Y aquí volvemos con la brutalidad.
No puede ser que los ciegos reaccionen moliendo a palos a quien les ha estafado. Así no aprenderemos nunca. Nuestro sentido de la justicia debe evolucionar enormemente. Falta muchísimo aprendizaje colectivo. La información a paladas es pienso de engorde para los cerdos. Menos sensacionalismos y más enseñar a la sociedad para que no vuelva a engañarse de la misma manera.
Examina cualquier ejemplo de corrupción. Observa que el corrupto es humano como tú, contempla que sus defectos y virtudes son comprensibles. Reconoce sus esfuerzos y decisiones y ahora ponte en su lugar. Qué habrías hecho tú? Es tan grande el abismo? Es insalvable la diferencia? De qué recursos y argucias se ha servido? Comprendes su ingenio y audacia? Los riesgos y esfuerzos? Sabrías emular su adaptabilidad e inventiva? Podrías desplegar una voluntad semejante? Querrías aprovechar la lección aplicándola en una dirección más atinada y oportuna?
Qué juicios se pueden emitir sobre sus actos? Qué trato y compensación cabe esperar y solicitar?
Desde la conciencia podemos llegar a conclusiones y penas bastante más sensatas, constructivas, edificantes y provechosas para todos. Si yo reconozco en ti a un igual que se ha descarriado, mi interés estará en buscar la manera de que encauces y repares lo que se pueda, sin escatimar en dedicación ni apoyos.
Es más lo que compartimos y tenemos en común que lo que nos diferencia. Por eso tu caso de malaventura nos puede servir y enseñar a todos. La conciencia se hace social y colectiva cuando se amplía y crece en calidad. La comunidad se organiza y colabora óptima y virtuosamente cuando encuentra sentido en su ser y existir.
Todos deseamos una vida plena y satisfactoria, que nos permita explorar y desarrollar todo nuestro potencial, particular y global.
Sintoniza con eso y encuéntrate.
La cárcel por sí sola no repara nada, mejor formar y tutelar, retirar el pasaporte, inhabilitar al sujeto para ciertos cargos o actividades, etc.
Pero más vale prevenir que curar.
Las prácticas y costumbres que compartimos conforman nuestra identidad y cultura, de las que emanan y derivan las estructuras que componen y organizan nuestro sistema, del que luego se aprovechan los parásitos para exprimirnos tan ricamente.
Así nuestra esencia se plasma y materializa con unas características determinadas y progresivamente cambiantes. Puntos clave de referencia que no podemos abandonar al azar y capricho del primer malnacido que llegue y se le ocurra vampirizarlo.
Esto es así por nuestra delegación de funciones. Toda necesidad básica que confías en las manos de otro le otorga un importante poder sobre ti. Eludimos así responsabilidades y luego vienen las consecuencias.
Fíjate que cuando las sociedades se organizaban de una manera más autosuficiente la dominación solo podía ser por la fuerza o la ignorancia. De ahí que el miedo fuera y es una constante en los opresores. Si repasamos nuestra historia vemos que ha sido una continua ignominia permanente que sigue y seguirá si no ponemos remedio.
Es importante encontrar un equilibrio que nos permita retomar nuestro poder autónomo a la par que colectivo. Es por esto que la ley y el orden deben servir a la integridad de la comunidad y no como ahora, que sirven de escudo y rodillo a los dirigentes frente a la sociedad.
No más amparar al chorizo mientras se masacra al inocente. Nosotros debemos actuar para asegurarnos de que esto se sanea de verdad y por completo. La prioridad ha de ser clarísima. Nada se acate que sustente o provenga del juego sucio.
Los cuerpos represores no pueden seguir actuando con impunidad. Tienen que ver que no tendrán sitio en la sociedad como no demuestren sincera honestidad y claro posicionamiento con lo que es justo y apropiado. Rectitud, respeto, atención y solidaridad. Las cuentas se rinden ante nosotros, no ante los otros. Nadie se equivoque en esto. La justicia debe alinearse pública e indudablemente. El pueblo o caos. Reparación o insumisión.
Huelga y objeción de conciencia son ahora más pertinentes que nunca. Y no solo por parte del sujeto común.
Tenemos mucho que cambiar y aprender.
Nuestro egoísmo y desinterés nos lleva a olvidarnos, entregarnos y confiarnos. Pero las diferencias y ventajas de clase son solo un artificio, un espejismo a deshacer. Así que vamos a empezar a hablar de tú a tú. Vamos a dejar de permitir que las ratas se escabullan con vaguedades, insultos a la inteligencia y clamorosas mentiras.
Que la verdad reine y predomine. Que sea causa y bandera. Tontos seremos si desasistimos esta meta y permitimos que siga y continúe la infamia.
Volviendo al hilo, si es que hay tal cosa en este engendro desmedido. Yo no sé si el señor este de los panes sea virginal e inocente como un santo o un mero títere al servicio de los de siempre, pero viendo los pasos que toma, pues igual habría que desnudar de arriba abajo todo lo que le rodea, por la cuenta que nos trae.
Que la prudencia nos enseñe a abstenernos de caer en oscuridades inoportunas e innecesarias. Bastante mal está ya todo como para seguirles el juego a los podridos.
Ve que la transparencia no tiene por qué nacer de los corruptos, de hecho es el camino más improbable. Basta con que los honrados se desnuden para que los infectos queden en evidencia. Así que el ejercicio de sinceridad resulta mejor cuando comienza auténticamente en los negocios propicios y benéficos para la comunidad.
La transparencia ha de ser absoluta, pública y espontánea. Totalmente minuciosa y actualizada. Cualquier interesado, por el simple hecho de acercarse tiene que poder acceder a toda la información concerniente sobre el proceso al completo y quiénes y qué participan en él.
Es más, la transparencia máxima permite que se vea incluso cómo empleas la ganancia obtenida y con quién. Si eres un buen vecino de tus vecinos difícil será que no te correspondan igual.
Panaderías afectadas, si caéis es que no habéis sabido llegar a la gente con total apertura. Los dormidos serán los últimos en apreciar vuestro servicio y entrega, pero hay muchos otros que sí lo verán y servirán de puente.
El problema es la desproporción entre dormidos y despiertos. Y lo difícil de abrir ojos que llevan tanto tiempo sellados. Ese es el reto.
Se me ocurre una pequeña acción que tal vez podría servir un poco.
Imagina que vas con una camiseta donde ponga "Aquí huele a corrupción" o "Aquí huele a muerto" o "Aquí huele", todo lo sutil y delicado que te parezca apropiado, y te pones a charlar distendidamente con las gentes que hacen cola frente a una panadería de esas. Que pasaría? Cuanto tardarían en aparecer las fuerzas de represión?
Mala idea, ya me lo estoy imaginando.
Habría que encontrar alguna vía más adecuada.
Creo que las panaderías tradicionales son un punto de partida interesante. Ya que están en la encrucijada, que aprovechen su papel estratégico, antes de pasar a manos de quien no deben.
Lo esencial sería mejorar y superar la oferta. Solo igualando el precio no parece la mejor manera. Se trata de cambiar el chip.
Buscar apoyo y defensa donde se pueda encontrarlo. Bastará probar por la vía legal para comprobar de lado de quién están los de arriba. Adivina.
Otro camino interesante sería transformar el modelo de panadería. La unión hace la fuerza. Fideliza a los vecinos haciéndoles socios, implicados o participantes en la empresa. Barra libre a cambio de cuota mensual. Servicio a domicilio. Plus solidario. Colaboración con bancos de alimentos. Horno común. Lo que sea. Mil alternativas. Renovarse o morir.
Muchas panaderías no padecen este dilema porque han sabido especializarse o llegar a una clientela con más conciencia. El precio no lo es todo. Hay una lección aguardando para el que tenga que aprenderla.
La falta de conciencia se repara ofreciendo mayor conciencia.
El que viene a la luz, ve, aprende, crece, mejora.
A lo mejor es hora de ayudar a empoderar en lugar de querer medrar. Igual el riesgo hoy valdrá la recompensa mañana.
El negocio ya no está en acaparar esclavos, sino en formar individuos libres. Hermano panadero, en tu mano está reciclarte y evolucionar conjuntamente, o desaparecer víctima de tu propio inmovilismo mezquino y despreciable.
A veces pensamos que el problema está en el juego sucio de la competencia, cuando en realidad el mayor reto reside en nuestra propia lucidez y si alcanza la suficiente altura como para alumbrar iniciativas verdaderamente significativas y positivas para el conjunto. O igual es que preferimos seguir en plan dinosaurio y dejarnos extinguir como unos tontos. Que tampoco me extrañaría. Así el materialismo sucumbe aplastado por su propia desidia y cortedad.
Somos demasiado prisioneros de la tradición y costumbre. Esclavos de la rutina, autores de nuestra ruina.
Y hoy por hoy esto ya no vale.
Es hora de aprender a encontrar la verdad. Tenemos las herramientas, tenemos información a toneladas. Solo hace falta interés y voluntad.
La conciencia nace del compromiso con tu conciencia.
Escúchate. Piensa. Aplícate. Aprende. Si eres sincero sabrás de qué lado estás. Y si vas por buen camino o no.
La clave, me parece, está en que los despiertos tomen conciencia de lo que está en juego. Pasa lo mismo con todos los demás casos, enredos y chanchullos.
La corrupción salpica por todas partes, sin embargo, la gente no siente una implicación lo bastante directa. No les importa tanto como para examinar y modificar sus propias costumbres, cuando ese es el punto de partida.
Que se jodan los controladores, que se jodan los funcionarios, que se jodan los profesores, que se joda la sanidad, que se jodan los tontos. Pero los tontos somos todos, que no vemos el daño y el agravio que pagamos y colaboramos en mantener por no poner cartas en el asunto de verdad. Porque protestar en la calle no es suficiente, ni mucho menos. Perro ladrador poco mordedor. Ya te puedes desgañitar todo lo que quieras. Mientras no tengas agallas para retomar tu soberanía alimentaria, sanitaria, energética, etc, estás haciendo el tonto. Aparentando, más que otra cosa. Que pringuen otros que a mí me viene muy mal ahora.
Es lo mismo que hacen los parásitos, distraer, marear la perdiz para que pierdas el hilo y sigas sirviendo a quien debes. Así, de unos a otros se van pasando el muerto como meros trileros, pero el muerto cada vez pesa y apesta más para el que lo aguanta.
Los tontos son cómplices casi directos de los explotadores. Se puede decir que vienen juntos en el mismo paquete. Tu cesión de responsabilidades llama y crea al monstruo opresor.
Tu inmadurez alimenta y beneficia a los aprovechados. Que a su vez se ocupan y preocupan en tenerte pillado y bien pillado para que no se te ocurra escaparte de su trama montada, pues dependen enteramente de ello y es demasiado buen invento para que se lo jodan así como así los cuatro listos de turno.
Tú, inconsciente, pones tu dinero en manos de tu verdugo para que se compre un látigo y te azote mejor. Y encima le aplaudes.
Miles de millones se malgastan en absurdos inútiles y estupideces insultantes con el único propósito de robar y estafar, mientras lo importante queda abandonado y desatendido.
Este es el infierno que nos hemos montado y todos somos más o menos corresponsables. Este es el precio de nuestra incultura.
La insolidaridad se paga, el egoísmo se paga, el materialismo se paga.
Párate y piensa. A qué estamos jugando? Está tu conciencia de acuerdo? Apruebas la usura? Los abusos? El parasitismo? Etc?
Si no es así, tienes que examinar los lazos que te unen a eso. Algo vas a tener que hacer y cambiar. Claro que es incómodo. Te obliga a salir de lo conocido, de lo aparentemente seguro. Pero la verdad solo tiene un camino. Sé digno. Sé responsable. Y ayuda al despertar colectivo. Todos saldremos ganando.
Si has llegado hasta aquí, mis disculpas por el embrollo y barullo. Para que el esfuerzo no haya sido del todo inservible, te recomiendo este libro: http://www.vivirsinempleo.org/
En él se explican muy bien las principales alternativas y cómo pueden coexistir y complementar al sistema imperante, sobre todo en tiempos como los que corren. A aprovecharlo.
Y si compras lo que sea, más te vale saber de dónde viene y adónde irá a parar tu dinero. No están los tiempos para hacer el ingenuo. O que yo no te vea.
Por ejemplo, quien compra un diamante, qué parte de responsabilidad recibe o repercute sobre sí? Y en qué manera?
Objetivamente no es fácil precisarlo ni sopesarlo. Son muchas las circunstancias que intervienen y participan a lo largo de toda la cadena.
Pero si se examina desde la conciencia, la cosa cambia.
Esta es la diferencia entre materialismo y ética. Es fácil cerrar los ojos y errar, limitarse a lo inmediato. Te evitas un montón de dudas y problemas. Aparentemente.
Vivir limitado a la materia tiene como consecuencia una conciencia muy pobre, un pensamiento muy rudimentario que se traduce en actitudes y comportamientos torpes y perniciosos.
Para alguien así todo son cosas, cosas vivas o inertes, le es indiferente. La ausencia de escrúpulo y empatía permite que el ser se deforme y monstrualice, realizando las prácticas más aberrantes y deleznables.
Materialismo y egoísmo son inseparables, no pueden existir independientemente, pues ambos son consecuencia recíproca y mutua entre sí. La alienación se debe a una visión corta y primitiva de la vida. Una conciencia primaria y elemental. La insolidaridad y la amoralidad dan carta blanca a todo tipo de perversiones y excesos.
La cuestión es, esta insensibilidad es elegida o involuntaria?
El infierno es accidental o merecido?
Bueno bueno, no nos embarullemos tan pronto.
Resulta que el otro día vi un reportaje en la tele sobre el lío que se está montando con el panadero ese que vende pan tirado de precio. Muy interesante. Y me han surgido algunas reflexiones que paso a compartir.
El problema es la conciencia. Siempre es lo mismo.
Resulta que detrás de una iniciativa aparentemente tan ingeniosa y revolucionaria hay serias turbiedades inquietantes.
Pero los pobres no ven.
No hay peor miseria que la de espíritu. No hay mayor ceguera que la que impide ser y estar con plena lucidez y prestancia. Eso que llamamos consciencia o como se quiera, lo que nos diferencia de la bestialidad.
De dónde viene pues esta preciada cualidad? El contexto, la sociedad y la cultura juegan un papel importante en su desarrollo. Pues es en la formación del ser donde la conciencia se modula y configura.
No es que la educación la garantice, pero ayuda grandemente. Sin embargo, todo depende de la voluntad, la intención y la dirección en que uno se orienta. Porque los parásitos bien que se forman, pero para joder mejor.
La lacra del materialismo, en su perfidia, cortedad e inmediatez, trae y supone una larga serie de desastres y penalidades que se reparten y distribuyen entre todos nosotros, a cada uno lo que le corresponde, más o menos.
Claro, la historia no es nueva, así tenemos que existen clases.
Y nuestro sistema está diseñado para provecho y beneficio de unos pocos, a costa de muchos. Así estamos como estamos.
Y esto del pan es una novedad, otra perversa vuelta de tuerca que suma y sigue a la infinita lista de indignas indecencias, indecentes indignidades, intolerables.
Como nos encontramos en un momento de profunda transformación, resulta que los acaparadores se ven privados de sus canales habituales de suministro de dinero, el alimento de su poder, y se buscan otros nuevos.
Así seguirán mientras la pasividad colectiva se lo permita. Y más nos vale enterarnos y movilizarnos, llevar el baile por donde queremos, porque si no mal te veo.
Ya que la clase media está en vías de desaparición, ellos, la carroña, apuntan más abajo, a lo básico y elemental.
No importa que el pan deje una miseria de ganancia, lo que importa es copar y dominar el mercado. Granito a granito se forma una montaña, sobre todo si van a parar al mismo bolsillo.
Siempre es la misma historia. Al poder no le gusta que el dinero ande disperso, ni por libre. Cuesta demasiado robarlo y casi no sale a cuenta.
Fíjate que el dinero es una herramienta brillante, pero hemos permitido que los intermediarios, que ni siquiera deberían ser necesarios, se apropien de los circuitos y modulen su funcionamiento, adueñándose de lo que les conviene y apetece.
Total, que su codicia y apetito son insaciables, ya que de eso viven y se sustentan, y no con humildad precisamente. Así que van a saco. No les importa una mierda nada, casi ni se molestan en guardar las apariencias. Llevan tanto tiempo en su posición, tienen tan asumido el papel, que robar es su derecho y obligación.
Lo esencial no ha cambiado nada desde la Edad Media. Seguimos siendo lacayos de los señores, que se van turnando y relevando en nuestro pastoreo. Su sentido de superioridad y propiedad sobre el ganado está más que claro. Solo desde ese distanciamiento y desprecio se pueden urdir estas tramas de manipulación, engaño y explotación sobre la masa.
La masa no se entera ni de dónde le vienen los palos, ni ve que con un gesto tan simple e inocente como el de comprar pan está pagando un impuesto diario a su amo. Está alimentando al monstruo que le aplasta y oprime. Un tributo minúsculo y soterrado, casi insignificante aparentemente, pero escandaloso e intolerable si lo vemos en conjunto. Más aún cuando ni siquiera proviene de los estamentos oficiales.
Mira el ansia de poder que roe a los pparásitos (epa, vaya errata más tonta, la voy a dejar, que me ha hecho gracia), que buscan sacar tajada de donde sea y como sea, porque sí, porque yo lo valgo. El sistema no es más que un abanico de oportunidades para robar más y mejor. Ellos se cuelan por donde pueden y les dejamos, y venga a chupar de los tontos.
El problema invade no solo los organismos oficiales, sino toda estructura estratégica susceptible de rendir buenos puñados que llevarse a los bolsillos.
Mucho de lo que hacemos y cómo vivimos contribuye a reforzar todo esto. El hombre es un cáncer para el hombre, sobre todo cuando adopta el materialismo como razón de su existencia.
Ve que nuestro sistema es una parodia de lo que podría o debería ser. Nuestras instituciones son una versión grotesca y deforme de lo que supuestamente representan. Vivimos sumidos en una distorsión que nace y se debe a nuestra escasa y deficiente conciencia. Un esperpento inmaduro y absurdo.
Cuando hablamos de conciencia y responsabilidad se da un interesante debate sobre dónde, qué o a quién reclamar. Es el individuo o es la sociedad? Es la estructura o son sus componentes?
Son diferentes caminos con diferente nivel de dificultad. Hasta donde puedo entender, la vía personal parece más sensata y practicable. Al menos para empezar, sin perder de vista tampoco lo otro.
Nada de lo que hoy vemos sería como es si hubiéramos puesto cuidado y atención en cada acto y a cada momento. Y el cambio a realizar es este mismo.
Vale, lo hemos hecho muy mal durante mucho tiempo, ahora es momento de rectificar y no de quedarnos atascados y atrapados en quejas y lamentos estúpidos.
Comienza por tu vida.
Esta indigna montaña de inmundicia y horror se ha formado con la ayuda y colaboración de todos. Por activa y por pasiva.
Es curioso los que denuncian a toro pasado los abusos e irregularidades. Dónde estaba tu dignidad cuando debiste significarte y mantenerte íntegro?
Escoria en vías de redención.
En fin, es lo que hay, peor son los que tragan y tragan sin límite.
O el grotesco asunto de los bebés robados.
Joder, tan zombificados hemos estado, tan idiotizados y anulizados, como dicen los de allende, que era más fácil robarnos que quitarle a un crío un caramelo, no me fastidies. Ya podemos ir despertando, pero bien.
Algunos tienen un papel más protagonista y destacado en todo esto y otros uno más discreto, pero es la suma lo que da estos resultados. Cada uno pagará por sus actos a su debido tiempo, mientras tanto hay mucho que nos atañe y repercute, así que más nos vale ir reparando y subsanando nuestros malos usos y costumbres, en la medida de lo posible.
Los opresores son burros que se están desquitando y los oprimidos son burros que a la que puedan les pagarán con la misma moneda. Tú me empujas a mí y yo te empujo a ti. Este es un juego embrutecedor, una dinámica brutal que machaca y aplasta a todo y a todos, porque no somos lo suficiente maduros como para elevarnos y sacarnos de una existencia tan destructiva.
La degradación es una condición. El degenerado siempre está a tiempo de comenzar su salvación. A las puertas del cielo, sin darse ni cuenta de ello.
A cada segundo se te sirve en bandeja una elección para que decidas. Pasito a pasito determinas tu destino.
Lo interesante del caso este del pan es que estamos asistiendo en directo al nacimiento de un nuevo engaño. Esto nos da ocasión para reaccionar a tiempo, antes de que empeore y se complique.
Es una cuestión de conciencia.
Está la conciencia de los parásitos, está la conciencia de los sometidos y está la conciencia de los despiertos.
Un pulso a tres bandas.
Y el campo donde miden sus fuerzas abarca toda la realidad. Nace en las creencias, pasa por las ideas, los valores, los principios, las palabras, las acciones, etc.
La información nos permite considerar y contemplar buena parte de todo el espectro. La información forma, en ambos sentidos, de dentro a fuera y de fuera a dentro. Es una poderosa herramienta, pero según cómo se utilice libera o aprisiona.
Cada uno presenta y representa su visión y versión de las cosas, y de acuerdo a cómo se reciba, los demás reaccionan en sintonía o no.
La masa tiene en gran medida atrofiada su capacidad de procesamiento y asimilación de la información, principalmente por dejadez y desidia. El receptor pasivo desaprende y olvida lo esencial, que la información no es un asunto ajeno y externo. Pensar, meditar y reflexionar son funciones que la vida nos ha dado para algo, no para tenerlas de adorno.
Todo lo que no aprende uno por sí mismo queda expuesto a ser manipulado por los eventos y los elementos.
Cada vez que interactuamos y nos relacionamos estamos intercambiando esquemas mentales y a su vez nuestros esquemas interactúan y establecen relaciones entre sí. El problema es cuando nuestra conciencia es insuficiente, pues entonces no estamos lo bastante presentes como para percatarnos de eso que está teniendo lugar. Así, es muy fácil colarnos todo tipo de engaños y falacias.
A un nivel muy sutil se produce una silente negociación entre las posturas confrontadas. A cada segundo tu ser consiente y se doblega, transige y se somete, asumes y adoptas tu papel de siervo y esclavo. Y llegas a tal condición porque compartes y resuenas con la base de fondo. Pones en la balanza los pros y los contras y encuentras que así ya te esta bien, porque tu conciencia no se ha aventurado a examinar con verdadera profundidad todo el asunto. Juegas a lo mismo que los demás, lanzas un vistazo superficial y dices: Bueno, no está tan mal, claro que hay problemas, pero tampoco puedo cambiar el mundo. MEEEC! Error. Te engañas a ti mismo, te escudas en vacuos pretextos y vanas excusas. La triste verdad es que no te interesa asumir la suficiente conciencia como para afrontar la realidad, pues ello acarrea abundante responsabilidad, incertidumbre e incomodidad. Así, entre todos mantenemos y sostenemos este sistema horrendo y perverso.
Se entiende que suceda, pues la vida tiende a organizarse en sistemas para una mejor existencia, desarrollo y exploración de sus capacidades. Esta organización es siempre dinámica y cambiante, fluyendo y adaptándose con las circunstancias de cada instante. El hombre imita a la naturaleza, pero le falta todavía mucho por aprender, de ahí que nuestros sistemas sean tan deficientes y perjudiciales, sobre todo por los apegos, la mala distribución y la falta de cuidado y mesura.
Nuestro constante conflicto está en la relación individuo-sociedad. Hay un enorme miedo a la soledad y un enorme miedo a la privación de la libertad individual. Pero por encima de todo hay un inmenso miedo al miedo. Esto hace que la mayoría se incline por el mal menor, la servidumbre, sacrificando la libertad necesaria para la realización del ser. De paso, los trepas se sirven de todo esto para ostentar y legitimar su privilegio y autoridad.
En el fondo todos buscamos lo mismo, pero no atinamos a calibrar adecuadamente el equilibrio necesario para que no se produzca el abuso ni el descontrol. En buena medida nos debemos al prójimo, solo que se han de encontrar las formas y maneras de conciliar nuestros acuerdos, espacios, tiempos y disparidades.
Cuando un tirano reina sobre millones de ignorantes la culpa es de todos. A todos corresponde despertar y adoptar otro modelo más avanzado, a su debido tiempo. Toda transformación nace de lo profundo del ser, la revolución comienza en la conciencia. Estamos juntos porque compartimos y nos une una idea. Pero las ideas van cambiando y progresando. Si el sistema no acompaña ese cambio, llega un momento en que se queda sin sustento y se desmorona. De pronto los dirigentes pierden su capacidad de liderazgo, desaparece su magia, su efecto e influencia, se quedan sin palabras, autoridad ni recursos para continuar en su puesto.
Entonces y siempre la sociedad puede y debe intervenir y participar en la actualización y renovación del sistema y su organización. Unos ayudan a desescombrar y apartar lo sobrante, y otros ayudan a proyectar y levantar lo pertinente. Así lo viejo desaparece y deja paso a lo nuevo.
Entendiendo esto, la situación actual se ve con otros ojos. Es temporada de caza al corrupto. Y todos tenemos que aportar nuestro granito de arena por distintas vías, iniciativas y acciones. Así les evitaremos el bochornoso espectáculo de sus ridículas patrañas absurdas.
Un portavoz de corruptos que emite una sarta de balbuceos incoherentes es una llamada de auxilio y socorro. No hay que quedarse de brazos cruzados sino tomar medidas hasta que esa persona encuentre su camino de regreso a la realidad y escupa la jodida verdad de una vez por todas, tal vez pasando una temporadita de retiro espiritual a la sombra, para que pueda recomponer su maltrecha y deteriorada conciencia.
Es por esto que hay que estar atentos y reaccionar raudos, sin dudar ni un segundo. Nada debe caer en saco roto. No se puede dejar pasar ni una sola oportunidad. La indignidad se corrige siendo digno. Si no sale de la propia persona, para eso están los demás. Si dejamos que se vaya de rositas como si nada, todos salimos perdiendo. Nuestra conciencia colectiva debe hacernos responsables hasta el punto de que nos resulte imposible desentendernos ni un solo momento de este tipo de cuestiones y detalles.
Ante la imbecilidad cotidiana con la que supuestamente los corruptos justifican lo injustificable, a la sociedad le corresponde inundarlos a demandas y serios requerimientos sin tregua ni descanso. Y la justicia hará bien en priorizar la rápida resolución de estos asuntos, antes de que la cosa pase a mayores. Pero espera, que con las tasas tampoco quieren que vayamos por ahí, pues habrá que buscar otro camino, y no sé si será peor...
Se podría decir que el rescate más importante que se precisa es el de la política por parte de la sociedad. Está en nuestras manos, no depende de nada que no seamos nosotros mismos. La clase política parece haber olvidado sus obligaciones y frente a quién rinde cuentas, igual hay que refrescarle un poquito la memoria.
La paradoja de esta situación de abuso masivo y desmedido de los parásitos es que también ayuda al despertar de los exprimidos. El mal sirve al bien incluso sin pretenderlo. Y el bien sirve al mal aun cuando no lo quiere. Cuando el oprimido reclama ante su opresor que cambie de conducta, sigue reforzando la transmisión y delegación de poderes, el dominio y mandato bajo el que se somete. No deja de ser patético a la par que entrañable el vasallo, en un gesto tal de fidelidad y cobardía.
Esto es un poco como en el kárate, los luchadores desvían y aprovechan la energía de su contrincante. En esta historia del bien y el mal nunca hay un claro vencedor pues su oposición se debe a un único eje de polaridad. Sus energías se igualan y compensan mutuamente entre sí. Por eso la conciencia liberadora es la que integra los extremos y encuentra el equilibrio.
Pasa lo mismo con esa estúpida manía de medir a ver quién ha ganado un debate entre posturas antagónicas. Pregunta que no puede ser más estéril, pues el sentido del debate no es ese sino lo que se pueda encontrar y sacar en limpio a través de él, que viene a ser nada cuando los que lo llevan a cabo son unas sabandijas miserables.
Y la disparidad de actitudes y opiniones frente al sistema y la vida siempre van a estar ahí. A nosotros nos corresponde madurar nuestro pensamiento para trascender este monopolio bicéfalo de inutilidad y desgracia que cargamos y llevamos.
Volviendo a lo de los esquemas mentales. Hay todo un arte detrás de estas estrategias, en el diseño de los esquemas, la manera de presentarlos e introducirlos en el otro para que los asimile y adopte inadvertidamente. Toda una alquimia psíquica que los farsantes manejan con bastante pericia y soltura, aunque también se les adivinan las intenciones a la que te fijas un poco.
Y ya está bien de hacer de público pasivo para estos magos de la trampa y estafa, ya está bien de ser las víctimas propiciatorias para estos ilusionistas de pacotilla, mangantes y usurpadores.
Si yo te cuento que he tenido la feliz inspiración de abaratar el pan y tu te lo crees, me aplaudirás entusiasmado. El problema viene cuando te paras a pensarlo y quieres conocer un poco más a fondo el asunto. Porque el engaño y la mentira dependen de la opacidad. Esto es una garantía infalible. En las sombras se esconden las cucarachas. La clase parásita adora las tinieblas, propias y ajenas. Lo vemos a todas horas y cada día.
Así pues, apenas intuimos leves indicios, pero el camino al que apuntan no es demasiado alentador que digamos.
Ante esto, qué hacer?
Conciencia. Si tienes conciencia empléala y aplícala donde y como mejor puedas. Hace falta más didáctica, diálogo y transparencia. El mal prolifera gracias a la dejadez del bien.
Los malos nos venden sus falsas promesas porque tenemos oxidados los hábitos de análisis y reflexión. La capacidad de interacción, implicación y participación con lo que nos rodea.
Hace falta un permanente examen de conciencia, bien aplicado y orientado. Pues es desde el equilibrio interno que se comprende la situación y el contexto y podemos conectar y relacionar mejor.
Hay mucho por mejorar.
Por ejemplo, los medios de comunicación.
Hay que reconocer la destacada labor que están desempeñando algunos medios para hacer llegar lo oculto hasta la sociedad. Pero al mismo tiempo dependen y se deben a su propia angustia existencial. La presión que soportan solo encuentra algunos pocos cauces de salida. Cabe preguntarse si el servicio es verdadero o forzado. Actuarían igual sin el apremio del sustento?
A pesar de toda la valentía y arrojo, hay notables carencias en el tratamiento y procesamiento de la información. Las tertulias y debates son el más claro ejemplo. Se produce un análisis pobrísimo y limitadísimo, inútil y estéril casi en su totalidad.
Y aquí volvemos con la brutalidad.
No puede ser que los ciegos reaccionen moliendo a palos a quien les ha estafado. Así no aprenderemos nunca. Nuestro sentido de la justicia debe evolucionar enormemente. Falta muchísimo aprendizaje colectivo. La información a paladas es pienso de engorde para los cerdos. Menos sensacionalismos y más enseñar a la sociedad para que no vuelva a engañarse de la misma manera.
Examina cualquier ejemplo de corrupción. Observa que el corrupto es humano como tú, contempla que sus defectos y virtudes son comprensibles. Reconoce sus esfuerzos y decisiones y ahora ponte en su lugar. Qué habrías hecho tú? Es tan grande el abismo? Es insalvable la diferencia? De qué recursos y argucias se ha servido? Comprendes su ingenio y audacia? Los riesgos y esfuerzos? Sabrías emular su adaptabilidad e inventiva? Podrías desplegar una voluntad semejante? Querrías aprovechar la lección aplicándola en una dirección más atinada y oportuna?
Qué juicios se pueden emitir sobre sus actos? Qué trato y compensación cabe esperar y solicitar?
Desde la conciencia podemos llegar a conclusiones y penas bastante más sensatas, constructivas, edificantes y provechosas para todos. Si yo reconozco en ti a un igual que se ha descarriado, mi interés estará en buscar la manera de que encauces y repares lo que se pueda, sin escatimar en dedicación ni apoyos.
Es más lo que compartimos y tenemos en común que lo que nos diferencia. Por eso tu caso de malaventura nos puede servir y enseñar a todos. La conciencia se hace social y colectiva cuando se amplía y crece en calidad. La comunidad se organiza y colabora óptima y virtuosamente cuando encuentra sentido en su ser y existir.
Todos deseamos una vida plena y satisfactoria, que nos permita explorar y desarrollar todo nuestro potencial, particular y global.
Sintoniza con eso y encuéntrate.
La cárcel por sí sola no repara nada, mejor formar y tutelar, retirar el pasaporte, inhabilitar al sujeto para ciertos cargos o actividades, etc.
Pero más vale prevenir que curar.
Las prácticas y costumbres que compartimos conforman nuestra identidad y cultura, de las que emanan y derivan las estructuras que componen y organizan nuestro sistema, del que luego se aprovechan los parásitos para exprimirnos tan ricamente.
Así nuestra esencia se plasma y materializa con unas características determinadas y progresivamente cambiantes. Puntos clave de referencia que no podemos abandonar al azar y capricho del primer malnacido que llegue y se le ocurra vampirizarlo.
Esto es así por nuestra delegación de funciones. Toda necesidad básica que confías en las manos de otro le otorga un importante poder sobre ti. Eludimos así responsabilidades y luego vienen las consecuencias.
Fíjate que cuando las sociedades se organizaban de una manera más autosuficiente la dominación solo podía ser por la fuerza o la ignorancia. De ahí que el miedo fuera y es una constante en los opresores. Si repasamos nuestra historia vemos que ha sido una continua ignominia permanente que sigue y seguirá si no ponemos remedio.
Es importante encontrar un equilibrio que nos permita retomar nuestro poder autónomo a la par que colectivo. Es por esto que la ley y el orden deben servir a la integridad de la comunidad y no como ahora, que sirven de escudo y rodillo a los dirigentes frente a la sociedad.
No más amparar al chorizo mientras se masacra al inocente. Nosotros debemos actuar para asegurarnos de que esto se sanea de verdad y por completo. La prioridad ha de ser clarísima. Nada se acate que sustente o provenga del juego sucio.
Los cuerpos represores no pueden seguir actuando con impunidad. Tienen que ver que no tendrán sitio en la sociedad como no demuestren sincera honestidad y claro posicionamiento con lo que es justo y apropiado. Rectitud, respeto, atención y solidaridad. Las cuentas se rinden ante nosotros, no ante los otros. Nadie se equivoque en esto. La justicia debe alinearse pública e indudablemente. El pueblo o caos. Reparación o insumisión.
Huelga y objeción de conciencia son ahora más pertinentes que nunca. Y no solo por parte del sujeto común.
Tenemos mucho que cambiar y aprender.
Nuestro egoísmo y desinterés nos lleva a olvidarnos, entregarnos y confiarnos. Pero las diferencias y ventajas de clase son solo un artificio, un espejismo a deshacer. Así que vamos a empezar a hablar de tú a tú. Vamos a dejar de permitir que las ratas se escabullan con vaguedades, insultos a la inteligencia y clamorosas mentiras.
Que la verdad reine y predomine. Que sea causa y bandera. Tontos seremos si desasistimos esta meta y permitimos que siga y continúe la infamia.
Volviendo al hilo, si es que hay tal cosa en este engendro desmedido. Yo no sé si el señor este de los panes sea virginal e inocente como un santo o un mero títere al servicio de los de siempre, pero viendo los pasos que toma, pues igual habría que desnudar de arriba abajo todo lo que le rodea, por la cuenta que nos trae.
Que la prudencia nos enseñe a abstenernos de caer en oscuridades inoportunas e innecesarias. Bastante mal está ya todo como para seguirles el juego a los podridos.
Ve que la transparencia no tiene por qué nacer de los corruptos, de hecho es el camino más improbable. Basta con que los honrados se desnuden para que los infectos queden en evidencia. Así que el ejercicio de sinceridad resulta mejor cuando comienza auténticamente en los negocios propicios y benéficos para la comunidad.
La transparencia ha de ser absoluta, pública y espontánea. Totalmente minuciosa y actualizada. Cualquier interesado, por el simple hecho de acercarse tiene que poder acceder a toda la información concerniente sobre el proceso al completo y quiénes y qué participan en él.
Es más, la transparencia máxima permite que se vea incluso cómo empleas la ganancia obtenida y con quién. Si eres un buen vecino de tus vecinos difícil será que no te correspondan igual.
Panaderías afectadas, si caéis es que no habéis sabido llegar a la gente con total apertura. Los dormidos serán los últimos en apreciar vuestro servicio y entrega, pero hay muchos otros que sí lo verán y servirán de puente.
El problema es la desproporción entre dormidos y despiertos. Y lo difícil de abrir ojos que llevan tanto tiempo sellados. Ese es el reto.
Se me ocurre una pequeña acción que tal vez podría servir un poco.
Imagina que vas con una camiseta donde ponga "Aquí huele a corrupción" o "Aquí huele a muerto" o "Aquí huele", todo lo sutil y delicado que te parezca apropiado, y te pones a charlar distendidamente con las gentes que hacen cola frente a una panadería de esas. Que pasaría? Cuanto tardarían en aparecer las fuerzas de represión?
Mala idea, ya me lo estoy imaginando.
Habría que encontrar alguna vía más adecuada.
Creo que las panaderías tradicionales son un punto de partida interesante. Ya que están en la encrucijada, que aprovechen su papel estratégico, antes de pasar a manos de quien no deben.
Lo esencial sería mejorar y superar la oferta. Solo igualando el precio no parece la mejor manera. Se trata de cambiar el chip.
Buscar apoyo y defensa donde se pueda encontrarlo. Bastará probar por la vía legal para comprobar de lado de quién están los de arriba. Adivina.
Otro camino interesante sería transformar el modelo de panadería. La unión hace la fuerza. Fideliza a los vecinos haciéndoles socios, implicados o participantes en la empresa. Barra libre a cambio de cuota mensual. Servicio a domicilio. Plus solidario. Colaboración con bancos de alimentos. Horno común. Lo que sea. Mil alternativas. Renovarse o morir.
Muchas panaderías no padecen este dilema porque han sabido especializarse o llegar a una clientela con más conciencia. El precio no lo es todo. Hay una lección aguardando para el que tenga que aprenderla.
La falta de conciencia se repara ofreciendo mayor conciencia.
El que viene a la luz, ve, aprende, crece, mejora.
A lo mejor es hora de ayudar a empoderar en lugar de querer medrar. Igual el riesgo hoy valdrá la recompensa mañana.
El negocio ya no está en acaparar esclavos, sino en formar individuos libres. Hermano panadero, en tu mano está reciclarte y evolucionar conjuntamente, o desaparecer víctima de tu propio inmovilismo mezquino y despreciable.
A veces pensamos que el problema está en el juego sucio de la competencia, cuando en realidad el mayor reto reside en nuestra propia lucidez y si alcanza la suficiente altura como para alumbrar iniciativas verdaderamente significativas y positivas para el conjunto. O igual es que preferimos seguir en plan dinosaurio y dejarnos extinguir como unos tontos. Que tampoco me extrañaría. Así el materialismo sucumbe aplastado por su propia desidia y cortedad.
Somos demasiado prisioneros de la tradición y costumbre. Esclavos de la rutina, autores de nuestra ruina.
Y hoy por hoy esto ya no vale.
Es hora de aprender a encontrar la verdad. Tenemos las herramientas, tenemos información a toneladas. Solo hace falta interés y voluntad.
La conciencia nace del compromiso con tu conciencia.
Escúchate. Piensa. Aplícate. Aprende. Si eres sincero sabrás de qué lado estás. Y si vas por buen camino o no.
La clave, me parece, está en que los despiertos tomen conciencia de lo que está en juego. Pasa lo mismo con todos los demás casos, enredos y chanchullos.
La corrupción salpica por todas partes, sin embargo, la gente no siente una implicación lo bastante directa. No les importa tanto como para examinar y modificar sus propias costumbres, cuando ese es el punto de partida.
Que se jodan los controladores, que se jodan los funcionarios, que se jodan los profesores, que se joda la sanidad, que se jodan los tontos. Pero los tontos somos todos, que no vemos el daño y el agravio que pagamos y colaboramos en mantener por no poner cartas en el asunto de verdad. Porque protestar en la calle no es suficiente, ni mucho menos. Perro ladrador poco mordedor. Ya te puedes desgañitar todo lo que quieras. Mientras no tengas agallas para retomar tu soberanía alimentaria, sanitaria, energética, etc, estás haciendo el tonto. Aparentando, más que otra cosa. Que pringuen otros que a mí me viene muy mal ahora.
Es lo mismo que hacen los parásitos, distraer, marear la perdiz para que pierdas el hilo y sigas sirviendo a quien debes. Así, de unos a otros se van pasando el muerto como meros trileros, pero el muerto cada vez pesa y apesta más para el que lo aguanta.
Los tontos son cómplices casi directos de los explotadores. Se puede decir que vienen juntos en el mismo paquete. Tu cesión de responsabilidades llama y crea al monstruo opresor.
Tu inmadurez alimenta y beneficia a los aprovechados. Que a su vez se ocupan y preocupan en tenerte pillado y bien pillado para que no se te ocurra escaparte de su trama montada, pues dependen enteramente de ello y es demasiado buen invento para que se lo jodan así como así los cuatro listos de turno.
Tú, inconsciente, pones tu dinero en manos de tu verdugo para que se compre un látigo y te azote mejor. Y encima le aplaudes.
Miles de millones se malgastan en absurdos inútiles y estupideces insultantes con el único propósito de robar y estafar, mientras lo importante queda abandonado y desatendido.
Este es el infierno que nos hemos montado y todos somos más o menos corresponsables. Este es el precio de nuestra incultura.
La insolidaridad se paga, el egoísmo se paga, el materialismo se paga.
Párate y piensa. A qué estamos jugando? Está tu conciencia de acuerdo? Apruebas la usura? Los abusos? El parasitismo? Etc?
Si no es así, tienes que examinar los lazos que te unen a eso. Algo vas a tener que hacer y cambiar. Claro que es incómodo. Te obliga a salir de lo conocido, de lo aparentemente seguro. Pero la verdad solo tiene un camino. Sé digno. Sé responsable. Y ayuda al despertar colectivo. Todos saldremos ganando.
Si has llegado hasta aquí, mis disculpas por el embrollo y barullo. Para que el esfuerzo no haya sido del todo inservible, te recomiendo este libro: http://www.vivirsinempleo.org/
En él se explican muy bien las principales alternativas y cómo pueden coexistir y complementar al sistema imperante, sobre todo en tiempos como los que corren. A aprovecharlo.
Y si compras lo que sea, más te vale saber de dónde viene y adónde irá a parar tu dinero. No están los tiempos para hacer el ingenuo. O que yo no te vea.
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