"Sin amor no hay libertad, sino egoísmo que es el infierno."

aviso

Este blog no está recomendado para menores, así que tú mismo con tu mecanismo.

fin del aviso



26 de febrero de 2025

alquimia maligna

La corrupción es una provocación.
Es el rojo capote que el torero agita frente al toro para incitarle a embestir y así agotar poco a poco sus fuerzas.
La política hace mucho tiempo que dejó de estar al servicio de la población y se ha convertido en un monstruo perverso.
Las acciones y omisiones de estos canallas, buscan mermarte en todos los ámbitos que les sea posible.
Las noticias y la corrupción son una herramienta clave para su objetivo.
Cuanto más tiempo consiguen atraer tu atención hacia ellos, más te sacan de tu camino.
Y lo mismo pasa con el ocio.
Cuanto más te alienas y distraes, menos voluntad efectiva desarrollas.
Quien piensa que las investigaciones y los juicios de casos de corrupción demuestran que el sistema funciona, está muy lejos de comprender lo que pasa.
Es un engaño total.
Los indultos y las amnistías evidencian esto muy a las claras.
La cuestión es que jamás se toman medidas preventivas que impidan realmente la corrupción.
Más bien todo lo contrario.
Los privilegios de estas sabandijas son obscenos e inmerecidos.
La continua presencia de la corrupción, también busca insensibilizarte.
Lo mismo que hacen con los incendios cada verano.
Y otro tanto están empezando a hacer con las inundaciones, sequías y demás lindezas.
Los malvados quieren que aceptes sus maldades como algo normal y corriente.
En el fondo, intentan corromper tu escala de valores.
Volverte inhumano.
Embrutecerte, animalizarte.
Cualquier cosa menos que alcances una virtud significativa.
Si lo piensas, los casos de corrupción con los que tienen entretenido al personal son de una cutrez patética.
Porque si vas a hacer el mal, dudo mucho que utilices nada que deje rastro alguno de tu actuación.
Muchos creerán que los corruptos son necios patanes que alegremente firman papeles y llaman por teléfono a lo loco.
Esa apreciación peca de ingenua.
Los corruptos, a sabiendas o no, son chivos expiatorios.
Son seleccionados expresamente para ello.
Los casos de corrupción son cuidadosamente preparados y guardados, hasta que al poder le conviene y los destapa.
Estos pérfidos no se conforman con exprimirte a tope, sino que también persiguen envenenar tu esencia.
Cuando ellos son el foco de tu indignación, están haciendo una alquimia maligna con tu energía vital.
Quieren que sigas su ejemplo o que adoptes una indefensión aprendida.
Los cambios derivados del castigo de la corrupción les dan absolutamente igual, porque todos están en el ajo y saben muy bien cuál es su papel.
Da igual que quites uno para poner otro.
A la postre, todos actúan idénticamente.
Claro, a nivel personal esta ignominia no les sale completamente gratis.
Pues quien juega con fuego, termina quemándose.
Por eso los nefastos ex-mandatarios procuran difundir, vía libro o cháchara, el resumen adulterado de su mandato; en el que pretenden maquillar y justificar sus tropelías.
Con la esperanza de que un número suficiente de idiotas compre ese embuste y así se atenúe o contrarreste la negra estela que les acompaña.
El sistema imperante está montado cual rueda de hámster.
Esto implica dos cosas:
Que tú nunca tendrás verdadera estabilidad y que ellos siempre tendrán la inercia necesaria para mantenerse en el mando.
Ellos procuran manipularte a la perfección, para aprovecharse de tu impulso y reacción.
Hoy en día, el ciclo de alternancia política es una danza macabra.
Malo es el que se va y peor es el que viene.
La inteligencia artificial creo que va a ser el punto de inflexión definitivo.
Según cómo se utilice, vamos a la perdición o a la salvación.
Nuestros recursos son limitados, y por ello debemos darles un uso adecuado.
Nuestra prioridad debería ser la de ponerle solución al problemón de la corrupción.
Lo cual pasa por que el dinero deje de ser trapicheable y por que los políticos desaparezcan.
Porque un buen gobierno debe ser coherente y estable.
La incoherencia es un vil sabotaje que corrompe el propósito de la institución.
Si lo piensas, el parlamento es un circo de demagogia que desvía la atención de lo relevante.
Además, la soberanía debe ejercerla el pueblo continua y directamente.
Mediante petición formal y consulta vinculante.
Ante cada cuestión, se obtiene así el camino a seguir y la máquina desarrolla y supervisa todo eso.
La inteligencia artificial puede articular y coordinar todos los procedimientos. Puede acotar y matizar con precisión exquisita cada aspecto, cada requisito y cada derivada.
Muchos dirán que esto no es fiable ni viable.
Cuando uno examina algo con desinterés, obviamente no va a apreciar sus cualidades.
Quien nada quiere saber, termina pronto sus deliberaciones.
La cosa es que una soberanía directa, también acarrea una responsabilidad directa.
Cada voto tuyo puede traerte diferentes consecuencias, según lo atinado o problemático de tu postura.
Ya puedes imaginar que algo así no se puede perfilar en un breve esbozo.
O sea, que no es lo mismo dibujar una locomotora que dibujar los planos industriales de todos sus componentes.
A lo que voy es: Que un sistema bien diseñado, funciona igual de bien mediante máquinas que mediante personas.
Lo que pasa es que las medidas de precaución son distintas para lo uno o para lo otro.
En todo caso, si la soberanía está en el pueblo, el gobierno es bastante superfluo.
Un gobierno sin poder, no es más que algo simbólico.
Con lo cual sobran todos los representantes.
Es en la redacción de las leyes y ordenanzas donde está la clave de todo.
No puede ser que una nación tenga millones de leyes retorcidas, taimadas y llenas de alevosa palabrería; y al mismo tiempo incumpla las directrices primarias que articulan su constitución.
En esto la inteligencia artificial puede ser de gran ayuda.
Para rectificar y unificar, sanear y supervisar.
Toda ley debería ser depurada para simplificar y clarificar su texto. Debería ser cotejada para ver si encaja coherentemente en el marco establecido. Y debería ser pre-probada mediante simulación virtual para ver todos sus efectos y todas sus consecuencias a corto, medio y largo plazo.
Una nación sensata debe cuidar muy mucho su sostenibilidad y su equilibrio.
Descuidar lo esencial, lleva al desastre.
Desatender lo importante, ídem.
Esto exige un serio control de todo, con unos claros valores trascendentales.
La parcelación de la inteligencia, conduce a la perversión de la conciencia.
Sin visión global, es imposible armonizar con el ecosistema.
Llevamos demasiado tiempo dormidos, y los usurpadores han puesto el turbo.
Todas las medidas que toman están amputando gravemente nuestro porvenir.
Su guadaña es inmisericorde y nuestras opciones están desapareciendo rápidamente.
Más vale espabilar.
O algo.