11 de febrero de 2008
quien tiene a un dragón por amigo tiene un tesoro
Ciertamente así es, lo que pasa es que la tradición no explica bien esto, por eso vamos a dedicarle unas pocas líneas para intentar aclararlo un poco mejor.
Las leyendas siempre nos hablan de prodigiosos tesoros custodiados por fieros dragones, pero no suelen entrar en detalle de cómo, quién o por qué se ha colocado semejante criatura a cargo de susodichos tesoros.
Más aún, por qué el dragón se presta a ello? por qué realiza ese servicio? qué recibe a cambio? cuál es el trato? acaso es su trabajo? ha firmado un contrato? de quién es el tesoro? y de qué sirve si no se puede coger?
En fin, como vemos, muchos enigmas en torno a este asunto. Pero no hay que rendirse o desesperarse, ya que, tras numerosos y arduos años de investigaciones se ha podido profundizar y esclarecer este problema, de tan vital importancia para la humanidad.
Pues bien, a través de unos restos fósiles y de otras cosas de esas que escapan un poco a nuestra comprensión y tal, los científicos han logrado introducirse en la mente de una de esas legendarias criaturas y han elaborado un modelo psicológico en base a sus patrones de conducta y rollos de esos.
Total, que han descubierto que los dragones sufrían un síndrome desconocido hasta ahora al que han denominado 'síndrome del dragón que se dedica a atesorar tesoros' (no se han matado mucho la cabeza con el nombre, la verdad) y que consiste en que el dragón, por cosas de su naturaleza, siente el instinto y la necesidad de acumular objetos preciosos, llamativos, valiosos, y con ellos ir reuniendo un tesoro.
La finalidad de esta tarea no es la de hacerse rico ni la de atraer a osados (y a menudo incautos) héroes para comérselos, no, sino que resulta que en realidad el dragón acumula estos tesoros con la esperanza de, a través de ellos, hacerse merecedor del aprecio o la amistad de algún humano, pues (el pobre) no se tiene en muy alta estima y claro, siempre recurre a esta estrategia que, por cierto, nunca resulta como él desearía pues la codicia de los hombres y su propio miedo y complejo hacen que los acontecimientos siempre se desarrollen de la misma forma, tristemente.
Por todo lo cual la conclusión a la que han llegado los científicos es bastante curiosa, ya que lo que vienen a decir es que bastaría con aplicar un poco de psicología y tacto para lograr congraciarse con una de esas criaturas, a cambio de lo cual se podría disfrutar tranquilamente del tesoro (pues para ello está destinado), o sea, que la solución consistiría en una especie de trueque o pacto simbiótico, de una naturaleza singular e inédita eso sí, aunque no por ello más complejo ni difícil.
Pero claro, una cosa es haber descubierto la forma o manera y otra muy diferente es ser capaz de llevarla a la práctica, además de que ya no hay dragones.
Las leyendas siempre nos hablan de prodigiosos tesoros custodiados por fieros dragones, pero no suelen entrar en detalle de cómo, quién o por qué se ha colocado semejante criatura a cargo de susodichos tesoros.
Más aún, por qué el dragón se presta a ello? por qué realiza ese servicio? qué recibe a cambio? cuál es el trato? acaso es su trabajo? ha firmado un contrato? de quién es el tesoro? y de qué sirve si no se puede coger?
En fin, como vemos, muchos enigmas en torno a este asunto. Pero no hay que rendirse o desesperarse, ya que, tras numerosos y arduos años de investigaciones se ha podido profundizar y esclarecer este problema, de tan vital importancia para la humanidad.
Pues bien, a través de unos restos fósiles y de otras cosas de esas que escapan un poco a nuestra comprensión y tal, los científicos han logrado introducirse en la mente de una de esas legendarias criaturas y han elaborado un modelo psicológico en base a sus patrones de conducta y rollos de esos.
Total, que han descubierto que los dragones sufrían un síndrome desconocido hasta ahora al que han denominado 'síndrome del dragón que se dedica a atesorar tesoros' (no se han matado mucho la cabeza con el nombre, la verdad) y que consiste en que el dragón, por cosas de su naturaleza, siente el instinto y la necesidad de acumular objetos preciosos, llamativos, valiosos, y con ellos ir reuniendo un tesoro.
La finalidad de esta tarea no es la de hacerse rico ni la de atraer a osados (y a menudo incautos) héroes para comérselos, no, sino que resulta que en realidad el dragón acumula estos tesoros con la esperanza de, a través de ellos, hacerse merecedor del aprecio o la amistad de algún humano, pues (el pobre) no se tiene en muy alta estima y claro, siempre recurre a esta estrategia que, por cierto, nunca resulta como él desearía pues la codicia de los hombres y su propio miedo y complejo hacen que los acontecimientos siempre se desarrollen de la misma forma, tristemente.
Por todo lo cual la conclusión a la que han llegado los científicos es bastante curiosa, ya que lo que vienen a decir es que bastaría con aplicar un poco de psicología y tacto para lograr congraciarse con una de esas criaturas, a cambio de lo cual se podría disfrutar tranquilamente del tesoro (pues para ello está destinado), o sea, que la solución consistiría en una especie de trueque o pacto simbiótico, de una naturaleza singular e inédita eso sí, aunque no por ello más complejo ni difícil.
Pero claro, una cosa es haber descubierto la forma o manera y otra muy diferente es ser capaz de llevarla a la práctica, además de que ya no hay dragones.
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